La educación con personas de edad avanzada: el papel del educador
La investigación y análisis sobre el perfil, las características y la formación de los educadores de adultos mayores son casi inexistentes en la literatura especializada; apenas se habla de una Gerontología Educativa. No es fácil encontrar estudios sobre aspectos motivacionales, perfiles profesionales o niveles de capacitación y de entrenamiento para realizar la tarea de educador con personas de edad. Esta carência puede atribuirse al énfasis que los investigadores del proceso de enseñanza-aprendizaje en la madurez han otorgado a los mecanismos de adquisición del sujeto mayor, desatendiendo las características del contexto educativo y el rol del facilitador en las interacciones que promueven los aprendizajes y el desarrollo personal de este tipo de alumnado.
No obstante, existen algunas modalidades de organización pedagógica en este sentido, pero presentan una notable heterogeneidad. Si se las clasifica en relación al nivel de participación de los mayores en el diseño, gestión y ejecución de tales actividades, se encuentran dos modelos claramente diferenciados. Por una parte, el modelo de autogestión pedagógica, de mayor implantación en los países anglosajones y, por otra, el modelo científico-académico desarrollado en Francia y extendido por otros países europeos y latinoamericanos. En el primero, el educador-facilitador es un miembro del mismo grupo de edad adulta mayor que coordina las actividades de autoaprendizaje que el grupo se plantea como meta. En el segundo, el docente-facilitador pertenece a una institución académica y comparte su conocimiento con el grupo de mayores, introduciéndolos en un campo disciplinar, transfiriendo conocimientos y contribuyendo al desarrollo de destrezas para que los alumnos construyan su propio saber sobre un área o materia.
El enfoque general desde el que se plantea la actividad educativa va a determinar no sólo la posición del facilitador, sino también el tipo de competencias profesionales que este debe poseer para ser eficaz en su trabajo. Algunas organizaciones educativas sostienen la conveniencia de que los facilitadores sean del mismo grupo generacional que los participantes, pues comparten experiencias vitales similares y están en mejores condiciones de comprenderlos. En otras instituciones se prefieren profesores más jóvenes, arguyéndose su alta motivación para trabajar y una disposición a innovar las formas tradicionales de enseñanza.
Por nuestra experiencia sabemos que el facilitador juega un papel relevante en el aprendizaje y la motivación de los participantes. En investigaciones que hemos dirigido (Yuni, 1999) comprobamos que más de la mitad del alumnado mayor preguntado al respecto, atribuye sus aprendizajes al trabajo del profesor, identificando tres aspectos fundamentales en la tarea de estos:
Capacidad del profesorado para seleccionar contenidos significativos.
Competencia para favorecer un clima adecuado de participación, expresión y vínculos entre el alumnado;
Autoridad como referente intelectual y ético del grupo
Estos datos revelan que el facilitador de adultos mayores es um personaje principal y en absoluto accesorio en la tarea educativa com esta población de edad. Es el principal responsable del aprendizaje, de favorecer una participación eficaz y de preparar situaciones en las que el alumnado pueda apropiarse progresivamente del conocimiento, así como de evaluar las adquisiciones realizadas por los sujetos. Pero a la vez, es también el garante de la puesta en escena de otras dimensiones socio-afectivas en el aula.
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