Introducción
El presente trabajo1 tiene por objetivo visibilizar las diferentes situaciones de violencia de género que existen hoy en las universidades chilenas. A través de un estudio cuantitativo realizado en cuatro regiones del país, este trabajo hace un acercamiento empírico a una realidad no discutida e incluso oculta en muchos ámbitos de la sociedad y sobre todo en las universidades de este país. Vinculado a esto, durante los últimos años en Chile ha sucedido una serie de manifestaciones de carácter feminista, con especial intensidad en los años 2017 y 2018, que han sido parte de los mismos movimientos dados a nivel internacional como el movimiento Me Too. En Chile, las principales transformaciones en el contexto universitario se inician gracias a los movimientos feministas y comienzan a tomar fuerza a partir del año 2006, esto debido a las movilizaciones estudiantiles (Silvia LAMADRID; Alexandra BENITT, 2019). Sin embargo, las mayores movilizaciones se producen a partir del año 2011, cuando se comienza a trabajar en política de género en la educación superior. Los movimientos feministas se intensifican en las universidades entre los años 2017-2018 y 2019 (LAMADRID; BENITT, 2019; Daniela LILLO, 2020; María STEVANI; Claudia MONTERO, 2020). Las principales demandas de los movimientos feministas en las universidades estuvieron orientadas a detener la violencia de género en las instituciones de educación superior (LAMADRID; BENITT, 2019; STEVANI; MONTERO, 2020). Pero ¿Qué pasa con la violencia específicamente dentro del espacio universitario chileno? Al respecto existe evidencia asociada al espacio universitario en el cual se analizan distintos elementos (Carolina GARCÍA; Antonia SANTOS; Loreto CASTILLO, 2020; Eduardo SANDOVAL; Juan Carlos PEÑA, 2019; Macarena TRUJILLO; Inma PASTOR-GOSÁLBEZ, 2021), sin embargo, existen muy pocos estudios que aborden la problemática desde una perspectiva cuantitativa sobre la violencia de género en el espacio universitario chileno, siendo la mayoría de los trabajos realizados desde una perspectiva cualitativa (TRUJILLO; PASTOR-GOSÁLBEZ, 2021).
Las primeras investigaciones orientadas al estudio de la violencia de género en el contexto universitario surgieron en Estados Unidos (EE.UU., 2003), y sostienen que existe una tendencia a ocultar este tipo de situaciones en las universidades (Bonnie FISHER; Lea DIAGLE; Francisco CULLEN; Michael TURNER, 2003). Uno de los primeros estudios fue realizado por Fonow, Richardson y Wemmerus (1992), en donde los resultados indicaron que, de los ataques sexuales dentro de los campus universitarios, el 54% está vinculado a las fraternidades (Mary FONOW; Laurel RICHARDSON; Virginia WEMMERUS, 1992). Un dato importante obtenido en este estudio sostiene que el 35% de los estudiantes universitarios hombres cometería algún tipo de violencia sexual si se presentara la oportunidad. Esta situación se ha visto reflejada internacionalmente con la aparición de los últimos movimientos feministas como el movimiento Me Too. Otro estudio realizado en EE. UU por Stacy Copenhaver e Elizabeth Grauerholz (1991) con mujeres que pertenecen a las hermandades femeninas señala que el 51% habían sufrido algún tipo de agresión sexual desde los 14 años. De éstas, el 83% la había sufrido dentro de la universidad, y el 95% de las mujeres que sufrió agresión sexual en la universidad conocía al agresor en una relación de amistad o pareja. Por último, los autores señalan que en un 41% de los casos, la violación o intento de agresión se produjeron en las fraternidades. En esta misma línea, Gross, Winslett y Gohm (2006) sostienen que el 41% de las agresiones sexuales sufridas por las mujeres fueron cometidas por sus novios, un 29% por amigos y 21% por algún conocido, mientras que solamente un 6% fue cometido por una persona extraña (Alan GROSS; Andrea WINSLETT; Carol GOHM, 2006). En España, un estudio realizado por Rosa Valls, Lidia Puigbert, Patricia Melgar y Carme Yeste-Garcia (2016) demostró que el 20% de las mujeres universitarias había sufrido violencia psicológica. Además, el 62% de las encuestadas dice conocer a alguien o vivir situaciones de violencia dentro del ámbito universitario (VALLS; PUIGVERT; MELGAR; YESTE-GARCIA, et al., 2016). En cuanto a la victimización, Carolina Bringas et al. (2015) obtuvieron como resultados que la victimización en espacios universitarios se vincula con hechos de violencia física, sexual y castigo emocional por parte de varones, y las dos últimas formas de violencia mencionadas junto con el desapego y la humillación están presentes en la victimización en las mujeres. Este tipo de violencias contra las mujeres suelen ser más habituales de lo que se cree y está vinculado a las relaciones de poder y violencia sexual (Melisa SUTHERLAND; Heidi COLLINS; Holly FONTENOT, 2015).
Las investigaciones enfocadas a la violencia de género en las universidades en Chile eran más bien escasas (Maruzzella VALDIVIA; Luis GONZÁLEZ, 2014), sin embrago, durante los últimos años han tenido un impulso importante (GARCÉS et al., 2020; SANDOVAL; PEÑA, 2019; TRUJILLO; PASTOR-GOSÁLBEZ, 2021). El primer estudio publicado sobre esta temática se realizó en Valparaíso (Ana María AGUIRRE; Manuela GARCÍA, 1996). Sin embargo, los estudios más recientes en las universidades comenzaron a consolidarse a partir de los estudios realizados por Ana María Poó y Beatriz Vizcarra (2008), quienes se enfocan en la violencia de género dentro de las relaciones afectivas y sexuales en estudiantes universitarios en Chile (PÓO; VIZCARRA, 2008; Jocelyn LEHRER, Evelyn LEHRER; Pamela OYARZÚN, 2009; VIZCARRA; PÓO, 2011; Araceli MINGO; Hortensia MORENO, 2015). Estos estudios señalan que existe una tendencia a ocultar la violencia en los espacios universitarios (PÓO; VIZCARRA, 2008; MINGO; MORENO, 2015). Por otro lado, María Sánchez, Antonio Martín y Beatriz Palacios (2015) establecen que, en Chile, la presencia y repetición de patrones y modelos machistas socialmente aceptados y normados en el proceso de socialización se repiten en las universidades. Los resultados de este estudio refieren que en el inicio de las relaciones existe violencia de género con énfasis en la agresión psicológica en donde los valores de poder, dominio y fuerza son propios de la masculinidad y se definen a través de la violencia. El concepto de violencia de género se refiere a las creencias, actitudes, sentimientos, valores y conductas que son parte de procesos socializadores diferenciados, dados a través de una construcción social sostenida a través del patriarcado. De esta forma las desigualdades de poder en las relaciones de género se producen al conceder mayor importancia a los comportamientos masculinos y a la vez asignar un rol pasivo a la socialización femenina. Esto hace que la violencia de género contra las mujeres se produzca en todas las esferas de la vida social (Roberta DE ALENCAR-RODRIGUEZ; Leonor CANTERA, 2012). A la mujer se la vincula con necesidad de protección, debilidad y control, las cuales son parte de la identidad femenina. Un estudio realizado por Póo y Vizcarra (2008) da luces sobre los mitos que existen en cuanto a la violencia de género contra la mujer como, por ejemplo, que los jóvenes asocian los hechos de violencia a factores individuales como la baja autoestima y depresión, cuestión que las investigaciones se han encargado de desmentir (Marisol LILA; Enrique GRACIA; Juan HERRERO, 2012).
Profundizando en Chile, un estudio realizado en la Universidad de Santiago por Andrea Lizama-Lefno y Andrea Quiñones (2019) señala que existe una prevalencia de un 44% de acoso sexual. Otro estudio realizado en Santiago de Chile, de carácter cualitativo, logra identificar, a través de relatos de mujeres, diferentes situaciones de acoso y violencia dentro del espacio universitario (Sonia BRITO; Lorena BASUALTO; Margarita POSADA, 2020). Además de lo señalado, las autoras de este estudio sostienen que no existen instancias de denuncia ante situaciones de acoso y violencia, por lo que las investigaciones que estén relacionadas a la temática se constituyen como instancias de denuncia (BRITO; BASUALTO; POSADA, 2020).
Complementando lo anterior, las investigaciones respecto de la violencia de género que tienen mayor aceptación apuntan a la diferencia en los procesos de socialización entre hombres y mujeres (Da Trinidade CIZINO et al., 2008; Mary REILLY; Bernice LOTT; Donna CALDWELL; Luisa DELUCA, 1992; Deborah MAHLSTEDT; Lesley WELSH, 2005; Dilys ROBINSON; Sarah PERRYMAN; Sue HAYDAY, 2004; Linda KALOF, 1993; Danielle KUHL; David WARNER; Tara WARNER, 2015). En la investigación de Reilly et al. (1992), se destaca que hay diferencias en los comportamientos y creencias entre hombres y mujeres respecto al sexismo y la violencia de género. En este sentido, la investigación sostiene que los hombres aceptan en mayor medida el acoso, admitiendo que serían capaces de acosar a mujeres e incluso agredirlas (REILLY et al., 1992). En esta misma línea, Malhstedt y Welsh (2005) demuestran que para los estudiantes universitarios, las causas más importantes por las que se produce violencia de género están vinculadas a la socialización y el poder.
Método y participantes
Tipo de estudio
Esta investigación es un estudio de carácter cuantitativo descriptivo transeccional, centrado en estudiantes de educación superior de instituciones públicas y privadas de las ciudades con mayor matrícula de Chile: Santiago, Valparaíso, Concepción y Temuco (CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN - CNED, 2016). Se escoge este tipo de estudio puesto que permite llegar e intentar representar a un mayor número de población universitaria.
Participantes
La población de estudio, como se ha señalado, estuvo enfocada en estudiantes universitarios de las ciudades con mayor matrícula a nivel nacional. La muestra fue de tipo no probabilístico o intencionado por conveniencia (Manuel CANALES, 2006). La muestra se conformó en base a los siguientes criterios: a) edad entre 18 y 27 años, b) estudiantes matriculados en las instituciones antes descritas, c) estar cursando la educación superior al momento de aplicar la encuesta, d) consentimiento informado aprobado. Finalmente, la muestra quedó conformada por 1536 estudiantes de educación superior, de los cuales 961 son mujeres (62.3%) y 575 hombres (37.7%). Para acceder a la muestra, se realizaron capacitaciones a estudiantes universitarios de las instituciones que fueron investigadas, siendo los/as encuestadores/as estudiantes de sus propias casas de estudios. Además, se les entregó para cada encuestado/a un consentimiento informado aprobado por el Comité Ético Científico de la institución patrocinadora.
La descripción del trabajo de campo desarrollado exhibe el número de encuestas aplicadas de acuerdo con universidad, ciudad y sexo de los/as participantes. Para ello, el total de encuestas aplicadas a mujeres fue de 961 (distribuidas en la ciudad de Temuco en 78 y 172 encuestas para universidad privada y estatal respectivamente). En la ciudad de Santiago, un total de 100 y 131 encuestas para universidad privada y estatal, respectivamente. Para la ciudad de Valparaíso, se aplicaron 87 y 143 encuestas para universidad privada y estatal respectivamente. Finalmente, para la ciudad de Concepción se aplicaron 83 y 167 encuestas en universidad privada y estatal respectivamente. Ahora bien, las encuestas aplicadas a hombres ascienden a 575 encuestas (distribuidas en la ciudad de Temuco en 42 y 92 encuestas para universidad privada y estatal respectivamente). En la ciudad de Santiago, un total de 66 y 87 encuestas para universidad privada y estatal respectivamente. Para la ciudad de Valparaíso, se aplicaron 59 y 95 encuestas para universidad privada y estatal respectivamente. Finalmente, para la ciudad de Concepción, se aplicaron 45 y 89 encuestas en universidad privada y estatal respectivamente. El trabajo de campo se resume en un total de encuestas aplicadas que asciende a la suma de 1536.
Instrumento y análisis
El instrumento fue una encuesta elaborada a través de distintas variables orientadas a identificar situaciones de violencia y acoso en el contexto universitario y violencia en las relaciones de pareja en estudiantes universitarios. Las variables seleccionadas está agrupadas de acuerdo a lo siguiente: a) resultados agrupados de acuerdo con la percepción sobre la existencia o no de violencia dentro del espacio universitario, siendo esta ejercida desde funcionarios, docentes y los propios estudiantes; b) resultados agrupados según la percepción de los/as estudiantes en relación con el trato que se le da a la violencia, que va desde tendencia a ocultarla a intervenir en ella; c) resultados agrupados sobre el trato diferenciado que existe en las universidades de acuerdo con el género del o la persona, también divididos entre funcionarios, docentes y estudiantes. Además, se han incluido los resultados sobre d) normalización de un tipo de violencia sutil que se refiere al humor sexista. La validación del instrumento se realizó a través de jueces expertos y, además, se aplicó un pre-test que fue sometido a la prueba de fiabilidad de Alfa de Cronbach que dio como resultado 0.85. El instrumento además fue evaluado por el Comité Ético Científico de la universidad patrocinadora. Por otra parte, las encuestas fueron aplicadas cara a cara por un encuestador universitario, lo que permite asegurar la confidencialidad de las opiniones y experiencias de los estudiantes que participaron. La aplicación del instrumento se realizó en los meses de octubre de 2017 en la Araucanía, julio de 2018 en Santiago, agosto de 2018 en Valparaíso y entre los meses de marzo y abril de 2019 en Biobío, coincidiendo con las tres etapas de financiamiento del proyecto. El análisis de la información se realizó a través de estadísticas descriptivas, con el apoyo de la herramienta informática SPSS versión 23 para determinar los tipos de violencia, sexo y edad de quiénes se manifiestan como víctimas de violencia.
Resultados
A continuación, se presentan los resultados obtenidos de acuerdo con las encuestas aplicadas en las universidades de las ciudades mencionadas con anterioridad. Los resultados están ordenados de forma tal que permitan evidenciar la existencia de situaciones de violencia dentro de los espacios de educación superior, como se ha señalado anteriormente. Además, los resultados están vinculados a situaciones de acoso sexual dentro del espacio universitario en el cual se extiende, dados los avances en comunicación social hacia las redes sociales. Esto permite tener una visón más o menos general de las situaciones de acoso tanto dentro del espacio universitario como de las interacciones que se producen en las redes sociales que son muy utilizadas por jóvenes.
En torno a la percepción sobre la existencia o no de violencia dentro del espacio universitario (siendo esta ejercida desde funcionarios, docentes y los propios estudiantes), los resultados arrojaron que ante la aseveración, “He visto alguna vez una situación de violencia de género hacia la mujer dentro de mi universidad”, un 37.8% señala estar “de acuerdo” con la aseveración, mientras que en contra posición un 43.8% menciona estar “en desacuerdo” y un 18.4% mantiene una imparcialidad, señalando no estar “ni de acuerdo ni en desacuerdo”. Ahora bien, el Gráfico 1 postula que un 81.6% afirma que efectivamente existen manifestaciones de violencia de género que pasan desapercibidas dentro de la universidad, mientras que, contradictoriamente, un 4.5% señala estar en desacuerdo con ello.
Fuente: elaboración propia
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “Considero que existen manifestaciones de violencia de género que pasan desapercibidas dentro de la universidad”, un 42.5% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 39.1% de acuerdo, un 13.9% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 3.2% en desacuerdo y un 1.3% muy en desacuerdo
Siguiendo con el mismo grupo de resultados, respecto a la aseveración, “Existen situaciones de violencia desde un/a autoridad o funcionario/a hacia una estudiante”, un 44% de los/as encuestados/as afirma la certeza de estas situaciones de violencia, aun cuando un 21.4% desconoce estos hechos y un 34.7% mantiene una neutralidad frente a esta afirmación. Complementado ello y cambiando el escenario, al consultar por situaciones de violencia ejercidas desde docente a estudiante, la cifra de afirmación desciende a un no menos importante 40.8%. De contra parte, un 25% señala estar en desacuerdo, a diferencia del 34.0% de la muestra que se categoriza en abstención. Sin embargo, cuando se cambia nuevamente el escenario y se limita la agresión desde compañeros hacia compañeras, la cifra de afirmación sube a un 46.8%, mientras que un 22.8% ratifica estar en desacuerdo, frente a un 30.3% que mantiene una neutralidad (Gráfico 2).
Fuente: Elaboración propia
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “Existen situaciones de violencia de compañeros a compañeras”, un 17.4% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 29.4% de acuerdo, un 30.3% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 12.6% en desacuerdo y un 10.2% muy en desacuerdo
Por otra parte, y vinculado al grupo de respuestas que buscan visualizar la percepción de los/as estudiantes en relación a la tendencia a ocultar la violencia o a intervenir en ella, el Gráfico 3 muestra que un 73.4% de los/as encuestados/as reconoce que la violencia de género en las universidades es una realidad que se oculta, mientras que solo un minoritario 6.2% se muestra en desacuerdo con esta aseveración.
Fuente: elaboración propia
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “La violencia de género en las universidades es una realidad que se oculta”, un 38.8% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 34.6% de acuerdo, un 20.4% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 4.5% en desacuerdo y un 1.7% muy en desacuerdo
Ahora bien y complementando esta sección de respuestas, los/as encuestados/as reconocen también en un 44.6% que su universidad no trabaja en el ámbito preventivo de la violencia de género, a diferencia de un 25.7% que menciona que el plantel sí realiza estas acciones, superado por un 29.8% que declara imparcialidad. Finalmente, se rescata de la investigación en este ámbito, que ante la aseveración, “Dentro de mi universidad son pocas las actividades que traten el tema de la violencia de género (como charlas, seminarios, actos conmemorativos, etc.)”, la muestra seleccionada se muestra de acuerdo con el escaso escenario entregado al fenómeno en un 59.1%, frente a un 13.7% que se reconoce en desacuerdo y un 27.2% presentado en imparcialidad ante esta afirmación.
A continuación, analizando el grupo de respuestas vinculado al trato diferenciado que existe en las universidades de acuerdo con el género del o la persona, también divididos entre funcionarios, docentes y estudiantes, se encuentra que los/as encuestadas reconocen en un 62.6% que los funcionarios hombres tratan de manera distinta a las estudiantes mujeres que a estudiantes hombres, frente a un 16.5% que se encuentra en desacuerdo con esta afirmación, tal como lo expresa el Gráfico 4.
Fuente: elaboración propia
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “Los funcionarios hombres tratan de manera distinta a las estudiantes mujeres que a estudiantes hombres”, un 27.5% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 35.1% de acuerdo, un 20.9% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 12.5% en desacuerdo y un 4% muy en desacuerdo
Por otra parte, la muestra también identifica en un 57.1% que los docentes varones hacen distinción de trato si el estudiante es hombre o mujer, frente 17.2% que señala estar en desacuerdo con estas situaciones y un 25.6% mantuvo imparcialidad frente a la afirmación. Ahora bien, ocurre una disminución en la tasa de aprobación al plantear si las docentes mujeres hacen distinción de trato si el estudiante es hombre o mujer, con un 40.4%, frente a un 23% que se manifiesta en desacuerdo y un 36.6% que se mantiene en neutralidad frente a la aseveración.
En cuanto a los resultados sobre la normalización de un tipo de violencia que se refiere al humor sexista, la investigación rescata que ante la afirmación planteada en el Gráfico 5, referente a: “las bromas que degradan a la mujer, los estudiantes las aceptan y reproducen dentro de los espacios comunes de la universidad”, más de la mitad de la muestra encuestada (58.7%) reconoce estar de acuerdo, frente a solo un 20.8% que indica estar en contra y un 20.6% que se presenta en neutralidad frente a la aseveración planteada.
Fuente: elaboración propia
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “Las bromas que degradan a la mujer, los estudiantes las aceptan y reproducen dentro de los espacios comunes de la universidad”, un 14.5% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 44.2% de acuerdo, un 20.6% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 10.6% en desacuerdo y un 10.2% muy en desacuerdo
Considerando la aseveración anterior y planteándola a la muestra desde la aceptación y reproducción de las bromas que degradan a la mujer en los espacios comunes de la universidad, un 35.6% de los/as encuestados/as señala estar “de acuerdo”, de contra parte con un 35.7% que señala estar “en desacuerdo” y un 28.7% mantiene una neutralidad frente a la aseveración, indicando estar “ni de acuerdo ni en desacuerdo”.
Finalmente, al analizar el último grupo de resultados referente a situaciones de acoso sexual dentro del espacio universitario, la investigación arroja que un 45.6% de la muestra reconoce que existen situaciones de acoso sexual en su universidad mediante las redes sociales, frente a un 37.5% que se declara en desacuerdo y un escaso 16.9% que plantea imparcialidad frente al caso. Junto a lo anterior, el Gráfico 6 exhibe una realidad planteada en la investigación, referida a la existencia de situaciones de acoso desde docentes a estudiantes, en donde un 58.8% reconoce estas situaciones y sólo un 14% se muestra en desacuerdo o muy desacuerdo frente a la afirmación.
Fuente: elaboración propia.
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “Existen situaciones de acoso desde docentes a estudiantes”, un 22.8% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 36% de acuerdo, un 27.2% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 8.5% en desacuerdo y un 5.5% muy en desacuerdo
Las situaciones de acoso entre compañeros/as en la universidad también son reconocidas por la muestra encuestada en un 42.4%, frente a un 21.5% que se manifiesta en desacuerdo sobre estos hechos y un 36.2% que se muestra en imparcialidad con la aseveración. Ahora bien, la existencia de situaciones de acoso en espacios públicos del plantel educativo es un escenario reconocido por más de la mitad de los/as encuestados/as en un 60.3%, frente a un 12.9% de ellos/as que está en desacuerdo con estas manifestaciones de violencia, tal como lo señala el Gráfico 7.
Fuente: elaboración propia
#PraTodoMundoVer El gráfico de barras (todas de color azul) plantea 5 opciones, a saber: muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo. Considerando esto y ante la aseveración “Existen situaciones de acoso en espacios públicos”, un 26% de la muestra afirma estar muy de acuerdo, un 34.3% de acuerdo, un 26.8% ni de acuerdo ni en desacuerdo, un 8.4% en desacuerdo y un 4.5% muy en desacuerdo
La investigación también plantea situaciones de acoso desde funcionarios a estudiantes, en donde un 40.7% de los/as encuestados/as mencionó estar de acuerdo, un 23.3% en desacuerdo y un 36% se manifiesta neutral ante los hechos. Ahora bien, al preguntar si ante situaciones de acoso los estudiantes reaccionan en defensa de la víctima, un amplio 64.6% afirma estar de acuerdo y un 11.5% de la muestra encuestada en desacuerdo. Sin embargo, la tasa de positividad ante situaciones de acoso o violencia hacia estudiantes en donde se denuncie a las autoridades de carrera y/o universidad baja a un 42%, un 22.5% manifiesta estar en desacuerdo y esta cifra es superada por la imparcialidad, la cual se eleva a un 35.6%. Finalmente, al consultar si las autoridades de carrera y/o universidad toman medidas en contra de quien ejerza algún tipo de violencia o acoso hacia estudiantes, un 43.7% dice estar “de acuerdo”, mientras que un 23,2% señala estar “en desacuerdo” y 33,2% declara estar “ni de acuerdo ni en desacuerdo”.
Discusión
Los resultados del estudio indican de forma coincidente con la literatura existente en Chile, que las universidades son instituciones patriarcales y donde existen situaciones de violencia en especial hacia mujeres (Ricardo GAETE, 2018; Pierre BOURDIEU, 2000; SANDOVAL, 2018; SANDOVAL; PEÑA, 2019). En primer lugar, los/las encuestados/as manifiestan que en las universidades existen situaciones de violencia de género dentro de la universidad, siendo un 37% los que están de acuerdo con esta afirmación. Coincidente con lo anterior, hay dos elementos que deben ser mencionados, en primer lugar, los/as encuestados/as sostienen que la violencia se naturaliza, pasando desapercibida en un 81%. Mientras que, en segundo lugar, los encuestados sostienen que la violencia se oculta dentro de las instituciones de educación superior en un 73% (PÓO; VIZCARRA, 2008; MINGO; MORENO, 2015). Estos porcentajes revelan que la violencia está presente tal como denuncian los movimientos feministas (LAMADRID; BENITT, 2019; LILLO, 2020; STEVANI; MONTERO, 2020), mientras que las instituciones de educación superior se esfuerzan por ocultar esta realidad.
Además, la naturalización de las situaciones de violencia y el patriarcado dominante dentro de las instituciones de educación superior se puede ver reflejado en los resultados cuando los/as encuestados/as son consultados por “bromas que degradan a la mujer”. En este aspecto existen dos variables, la primera de ellas es la orientada a conocer si este tipo de situaciones se produce entre los estudiantes, para lo cual los resultados apuntan a que un 59% de los encuestados está de acuerdo en que los estudiantes aceptan y reproducen las bromas que degradan a la mujer. Sin embargo, lo más preocupante es la situación frente a los docentes, ya que el 35% de los encuestados está de acuerdo en que los docentes aceptan y reproducen este tipo de bromas. Esto, sin lugar a duda, apunta a una normalización y naturalización de este tipo de conductas.
En este estudio se intentaron establecer algunas situaciones de trato diferenciado en caso de ser estudiante hombre o estudiante mujer y normalización que, según los/as encuestados/as se produce al interior de las universidades. En este sentido, los resultados apuntan a que dentro del espacio universitario hay un trato diferenciado hacia hombres y mujeres por parte de los funcionarios por sobre el 50% y de docentes hombres en un 57%. Situación que es también dada por parte de docentes mujeres, quienes reproducen estereotipos de género realizando un trato diferenciado entre hombres y mujeres en un 40%. Sin embargo, lo preocupante de los datos es que este trato diferenciado además se produce desde docentes mujeres hacia estudiantes varones o mujeres en un 40%. Esto indica que el patriarcado dentro del espacio universitario ha logrado incluso traspasar a las docentes mujeres.
En cuanto a los hechos de violencia dentro del espacio universitario, podemos visualizar que existen dos datos reveladores respecto a la situación de las estudiantes. El primero de ellos habla de la relación de los hechos de violencia que viven las mujeres por parte de los docentes. En los resultados, las encuestas aplicadas revelan una situación compleja, ya que éstos apuntan a que existen situaciones de violencia por parte de docentes a estudiantes mujeres en un 40%. Esto refleja una situación preocupante y en la cual es necesario intervenir. El segundo de estos resultados apunta a la situación que viven las estudiantes frente a sus pares hombres. Los resultados apuntan que las estudiantes mujeres sufren violencia, según los datos de la encuesta, en un 46%, por parte de sus compañeros hombres. Por último, respecto a las situaciones de violencia, los/as encuestados/as sobre las situaciones de violencia en las redes sociales reconocen en un 45% su existencia. Este resultado es coincidente con otros estudios (PEÑA; Loreto ARIAS; Valeria BOLL, 2019) en los cuales se sostiene que las situaciones de violencia en los jóvenes se han extendido además a las redes sociales. Es importante señalar que, aunque la violencia en las redes sociales no se produce directamente en las universidades, este espacio de interacciones es muy habitual y cotidiano entre jóvenes.
Como último elemento de discusión respecto a la situación de violencia dentro del espacio universitario, dice relación con las situaciones de acoso vividos por las estudiantes dentro de la universidad. La primera está relacionada a las situaciones de acoso por parte de docentes a estudiantes mujeres. En este punto, los resultados apuntan a que un 58.8% de los encuestados está de acuerdo con que los docentes ejercen acoso a las estudiantes. Esta cifra es coincidente con los resultados del estudio realizado en una universidad pública de Santiago de Chile (LIZAMA-LEFNO; QUIÑONES, 2019). Este porcentaje es algo inferior respecto a las situaciones de acoso por parte de los estudiantes a sus compañeras. Los/as encuestados/as están en un 42% de acuerdo que las estudiantes sufren acoso por parte de sus compañeros varones. Por último, esta misma situación se proyecta respecto a los funcionarios, en donde la muestra apunta a un 40% de aprobación con que los funcionarios ejercen algún tipo de acoso a las estudiantes mujeres. Los datos en este sentido son muy reveladores y preocupantes, puesto que reflejan situaciones que los movimientos feministas dentro de las instituciones de educación superior llevan años denunciando.
Conclusiones
Este trabajo constituye un esfuerzo importante por poner en evidencia lo que durante muchos años movimientos feministas dentro de las universidades vienen denunciando. Esta investigación demuestra una realidad que durante muchos años estuvo oculta y manifiesta una necesidad de intervención directa y una política de género profunda en instituciones dedicadas a la formación de profesionales. La contingencia sanitaria mundial y nacional ha llevado a un confinamiento que lamentablemente ha supuesto una pausa en las políticas de género presionadas desde los movimientos feministas estudiantiles. La normalización de la vida cotidiana supondrá nuevamente volver a situaciones de violencia de género en las universidades si no se actúa con celeridad.