Introducción
En el año 2000, Rosalind Driver, junto a Paul Newton y Jonathan Osborne, publicaron en la revista Sience Education un artículo que para muchos fue fundacional: "Establishing the norms of scientific argumentation in classrooms". En él, los autores denunciaban las escasas oportunidades que tenían los estudiantes para practicar argumentaciones en las clases de ciencias y los también deficientes conocimientos pedagógicos de los profesores acerca de la cuestión. Una de las razones que impedía progresar en el campo lo constituía, según su criterio, la escasa atención que desde la enseñanza de las ciencias se había prestado a la argumentación. Los autores afirmaban que se debía ayudar a los estudiantes a reconocer la importancia de los argumentos científicos y, en ese sentido, la enseñanza de las ciencias debería proponer instancias para su aprendizaje y práctica. Sólo esas prácticas, enfatizaban Driver y sus colegas, serían las formas de familiarizar a los estudiantes con las argumentaciones científicas, les aportarían confianza en su uso y les proveería de una comprensión más profunda acerca del rol de las mismas en la producción del conocimiento científico. Finalizaban el artículo afirmando que la argumentación tiene un papel central en la producción científica y en el aprendizaje de las ciencias, y que su omisión en el currículo escolar constituía un problema que necesitaba ser encarado.
La investigación en didáctica de las ciencias naturales ha prestado en la última década especial atención a la línea de investigación relacionada con el lenguaje y la enseñanza de las ciencias, dentro de la cual se destaca la argumentación. Dichas investigaciones han revelado el papel que la argumentación puede jugar en diferentes planos del aprendizaje y ha motivado la reflexión de profesores de nivel secundario, terciario y universitario, e investigadores en didáctica especializados en dichos niveles.
En los estudios en torno de la argumentación conviven diferentes concepciones.; así, Jiménez Aleixandre (2010) define la argumentación como la capacidad de evaluar enunciados con base a pruebas. El grupo Lectura y Escritura en Enseñanza de las Ciencias (LIEC) de la Universidad Autónoma de Barcelona la define como una actividad social, intelectual y verbal que sirve para justificar o refutar una opinión y que consiste en hacer declaraciones teniendo en cuenta al receptor y la finalidad con la cual se emiten. "Para argumentar hace falta elegir entre diferentes opciones o explicaciones y razonar los criterios que permiten evaluar como más adecuada la opción elegida". (SANMARTÍ, 2003, p. 23).
En el marco de este trabajo se asumió la denominación argumentación científica escolar, deudora del modelo cognitivo de ciencia escolar (IZQUIERDO et al., 1999), entendida como un procedimiento - de tipo cognitivo lingüístico - que da lugar a la producción de un texto que explica, en el cual se subsume un fenómeno natural bajo un modelo teórico por medio de un mecanismo de naturaleza analógica (ADÚRIZ-BRAVO, 2011; MEINARDI et al., 2004; REVEL CHION, 2010; REVEL CHION et al., 2005; REVEL CHION; ERDURAN; ADURIZ-BRAVO, 2004). En un texto explicativo pueden reconocerse cuatro componentes: pragmática (la adecuación al contexto), retórica (la intención de persuadir al receptor), teórica (el ajuste al modelo teórico de referencia) y lógica (la estructura sintáctica del texto).
De acuerdo con Adúriz-Bravo (2011) el aprendizaje de la argumentación científica escolar supone aprender coordinadamente tres aspectos: a argumentar, en qué consiste una argumentación y sus particularidades desde el punto de vista lingüístico. A su vez, Sanmartí (2007) sostiene que son necesarias instancias de enseñanza explícitas de la argumentación, es decir, enseñar cómo se argumenta y cuáles son las particularidades de esta tipología textual, poniendo la práctica de esta destreza en relación con los contenidos científicos escolares que, en el caso del presente trabajo, son aquellos relacionados con un modelo complejo de salud-enfermedad.
Esta investigación abordó la enseñanza de la argumentación científica escolar y su impacto en la apropiación por parte de los estudiantes de un modelo multicausal y multirreferencial para la explicación de la emergencia de las enfermedades. Los casos a analizar bajo dicho modelo fueron presentados a los estudiantes en formato narrativo. Se exponen entonces tres aspectos en relación a los fundamentos teóricos: uno referido a la argumentación y los objetivos alcanzables por su intermedio, otro relativo a la perspectiva de salud-enfermedad asumida y, finalmente, uno destinado al formato narrativo utilizado para la presentación de los casos presentados a los estudiados en este trabajo.
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