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Revista Estudos Feministas

versión impresa ISSN 0104-026Xversión On-line ISSN 1806-9584

Rev. Estud. Fem. vol.28 no.1 Florianópolis  2020  Epub 01-Ene-2020

https://doi.org/10.1590/1806-9584-2020v28n157212 

Artigos

Los retos de los feminismos en el mundo neoliberal

Challenges of feminisms in the neoliberal world

Os desafios dos feminismos no mundo neoliberal

1Universitat Jaume I, Castelló de la Plana, ES. 12071 - adm-fis@uji.es


Resumen:

los feminismos se enfrentan en la actualidad a diversos retos derivados de la influencia del neoliberalismo en todos los ámbitos de la vida. Se trata de una lógica que se opone de forma directa al núcleo central de dichos movimientos por la igualdad, esto es, el carácter crítico y radical que pretende conseguir una transformación social para la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres. Partiendo de la confluencia entre feminismos y neoliberalismo, en la presente investigación trataremos de identificar los principales retos a los que se enfrenta dicho movimiento, cuestiones que deberían ocupar un lugar prioritario en el establecimiento de la agenda política feminista alrededor del mundo, pero que en demasiadas ocasiones pasan desapercibidas. Nos referimos principalmente al auge del individualismo, la despolitización del movimiento y la construcción de un sujeto político feminista demasiado homogéneo/excluyente.

Palabras clave: feminismos; neoliberalismo; precariedad; despolitización

Abstract:

feminisms are currently facing various challenges arising from the influence of neoliberalism in all areas of life. It is a logic that opposes the central core of this movement: the critical and radical character that seeks to achieve a social transformation and the equality between women and men. Starting from the confluence between feminisms and neoliberalism, in the present investigation we will try to identify the main current challenges faced by this movement, issues that should occupy a high priority in the establishment of the feminist political agenda around the world, but in too many occasions go unnoticed. We refer mainly to the rise of individualism, the depoliticization of the movement and the construction of a too homogenous/exclusive feminist political subject.

Keywords: Feminisms; Neoliberalism; Precariousness; Depolitization

Resumo:

os feminismos estão atualmente enfrentando vários desafios decorrentes da influência do neoliberalismo em todos os âmbitos da vida. É uma lógica neoliberal que se opõe diretamente ao núcleo central desses movimentos pela igualdade, ou seja, o caráter crítico e radical que busca alcançar uma transformação social para a conquista da igualdade entre mulheres e homens. Partindo da confluência entre feminismos e neoliberalismo, na presente investigação tentaremos identificar os principais desafios atuais enfrentados pelo feminismo, questões que devem ocupar uma alta prioridade no estabelecimento da agenda política feminista em todo o mundo, mas em muitas ocasiões passam despercebidas. Referimo-nos principalmente à ascensão do individualismo, à despolitização do movimento e à construção de um sujeito político feminista demasiadamente homogêneo/excludente.

Palavras-chave: feminismos; neoliberalismo; precariedade; despolitização

Introducción

Vivimos en un tiempo histórico marcado por las contradicciones derivadas de la lógica neoliberal, realidad que nos remite directamente al concepto de neoliberalismo, que a su vez contiene diferentes acepciones en función de la forma de aproximación al mismo. En este sentido, resulta especialmente interesante abordar la propuesta de Verónica Gago (2014), quien ofrece una doble topología de dicho concepto. Una “desde arriba”, referida al neoliberalismo como un régimen de acumulación global que precisa de la mutación de las instituciones estatales para su desarrollo y expansión. Y otra “desde abajo”, referida a “la proliferación de modos de vida que reorganizan las nociones de libertad, cálculo y obediencia, proyectando una nueva racionalidad y afectividad colectiva” (GAGO, 2014, p. 10). Esta segunda dimensión estaría ligada a una concepción foucaltiana (Michel FOUCAULT, 2007) del neoliberalismo que pone el acento en los procesos de gubernamentalidad llevados a cabo por los individuos en su accionar diario dentro del marco neoliberal.

Así pues, el neoliberalismo se puede entender como un sistema económico en el que la intervención del Estado sirve para “purificar el mercado de la competencia mediante un marco jurídico cuidadosamente adaptado” (Christian LAVAL; Pierre DARDOT, 2013, p. 63). Pero sin duda, la clave de dicho orden económico y social se centra en la lógica normativa que lleva aparejada: “La concepción que hace de la sociedad una empresa formada de empresas es inseparable de una norma subjetiva nueva, que no es exactamente la del sujeto productivo de las sociedades industriales” (LAVAL; DARDOT, 2013, p. 325), tiene, por tanto, una dimensión relativa a la conformación de las subjetividades contemporáneas que nos remite al mismo tiempo a conceptos como el de lógica o paradigma (LAVAL; DARDOT, 2018). De este modo, en el presente artículo pondremos énfasis en la dimensión prescriptiva y normativa del neoliberalismo referida a la incorporación y ejercicio de ciertos valores en las identidades de las personas, valores que en su intersección con los principios del feminismo nos permiten hablar de la emergencia del feminismo neoliberal (Catherine ROTTENBERG, 2013, 2018; Maria MEDINA-VICENT, 2018a, 2018b).

Así pues, en la actualidad las palabras “Feminismo” y “feminista” han pasado a formar parte irrenunciable de la agenda mediática global. El tratamiento de cuestiones que atañen a las mujeres y a dicho movimiento se encuentran en la cotidianeidad televisiva, e incluso podemos comprar prendas de ropa con lemas feministas en tiendas low cost como Zara, Mango o Primark, prendas que ya portan gran número de celebrities de Hollywood (Jessalynn Marie KELLER; Jessica RINGROSE, 2015; Alison Dahl CROSSLEY, 2017). Éste es un ejemplo de lo que parece ser un imaginario social más predispuesto a interesarse por las cuestiones que el movimiento feminista lleva abordando siglos, pero no debemos obviar el marco de contradicciones y ambigüedad en el que adquiere sentido.

Este feminismo con cada vez mayor acogida en lo mediático parece convivir con la emergencia de acciones políticas y movimientos sociales concretos que son respuestas a injusticias concretas. Esta cuestión se ve reflejada en sucesos como las reacciones globales al gobierno de Donald Trump mediante las #WomensMarch celebradas en enero de 2017 y 2018, las campañas del #metoo #yotambién #balancetonporc, el movimiento Time’s up, el #NiUnaMenos argentino o el reciente caso de La Manada en España y la movilización del #yosítecreo. Sin duda, estas campañas ayudan a situar en el debate público temáticas que antes quedaban en la sombra, como por ejemplo el acoso sexual. Pero, sobre todo, nos muestran que estamos asistiendo a un reavivamiento de la lucha política por la igualdad, y otra cuestión será bajo qué términos se está produciendo dicho proceso.

Así pues, parece que la época en que autodenominarse “feminista” era una acción socialmente suicida está pasando a la historia, y estamos entrando en otro momento, donde podemos reconocernos como parte del feminismo. En este marco de entendimiento podemos preguntarnos acerca de los dilemas y retos que se presentan ante el movimiento feminista, en esta etapa marcada por la ambigüedad y la constante amenaza de una peligrosa lógica neoliberal que se reapropia de las luchas feministas. Y que, además, adquiere tintes diferenciales según el territorio, algo que trataremos de reflejar mediante una breve aproximación a la especificidad de América Latina y la incorporación del neoliberalismo en los aparatos estatales a golpe de deuda.

Por tanto, más allá del debate que puede suscitar este fenómeno emergente sobre si asistimos a una nueva fase del feminismo, consideramos más importante reflexionar en torno a la lógica que da sentido a la emergencia de eslóganes feministas en las pasarelas, las pantallas de televisión, las redes sociales y las calles. Dichos dilemas y retos se desprenden de la coexistencia de las manifestaciones políticas del feminismo, con el predominio de una subjetividad basada en el emprendimiento, la autoexigencia y el individualismo.

En este marco de sentido que acabamos de exponer, consideramos que el feminismo, como teoría política, debe reflexionar en torno a las posibilidades de establecer una crítica radical al poder con un sentido global. Y esta crítica pasa también por reflexionar en torno a la influencia de la lógica neoliberal en la nueva emergencia social del feminismo y las diferentes formas que está adquiriendo. Y es que la lógica neoliberal y sus exigencias, tanto explícitas como implícitas, inciden radicalmente en los modos en que los/as ciudadanos/as se relacionan, construyen sus vidas y a sí mismos/as (Andrew BARRY; Thomas OSBOURNE; Nikolas ROSE, 1996). Es decir, influye de forma directa en la configuración de las subjetividades contemporáneas. En este sentido, resulta especialmente interesante para el desarrollo del pensamiento filosófico feminista comprender, o al menos señalar, cómo dichas identidades se construyen y definen en la intersección entre neoliberalismo y feminismo (Shelley BUDGEON, 2011; Christina SCHARFF, 2011).

En este sentido, se abordará la propuesta de Nancy Fraser (2008, 2015b), ya que su triple crítica del neoliberalismo sintetiza adecuadamente los principales retos a los que se enfrentan los feminismos en la actualidad. Esta triple crítica señala, en primer lugar, que dicho sistema reproduce las desigualdades de clase, afectando a la redistribución. En segundo lugar, reproduce las desigualdades estructurales y de jerarquía de valor cultural, haciendo que la igualdad sea imposible. En último lugar, el neoliberalismo y su carácter globalizante dificultan la adquisición de la ciudadanía por parte de grupos en situación de desigualdad. Por tanto, el neoliberalismo afecta también a la categoría de la representación, sobre quién es tenido en cuenta, y en qué términos en las democracias actuales. De este modo, la aproximación teórica de Fraser nos permite afirmar que “los modos de gobierno neoliberales fomentan la ausencia de redistribución, el reconocimiento fallido y la privación de representación” (Marina GARCÍA-GRANERO, 2018, p. 218), algo que choca de forma directa con los principios de los feminismos.

Las contradicciones neoliberales en tiempos de feminismos

La autora Catherine Rottenberg (2013, 2014, 2017, 2018) utiliza el concepto Neoliberal Feminism para referirse a la creciente influencia de la lógica neoliberal en la conformación de las subjetividades feministas contemporáneas. Desde nuestra perspectiva, el punto clave y el riesgo mayor que se deriva de este proceso cultural es que el neoliberalismo, al influenciar al feminismo, se reapropia de sus conceptos clave, resignificándolos y destrozando su valor radical de transformación social. Un ejemplo de este feminismo neoliberal lo encontramos en la literatura gerencial, con obras como Why Women Still Can’t Have It All (Anne Marie SLAUGHTER, 2012), Lean In. Women, Work and the Will to Lead (Sheryl SANDBERG, 2013) y Women Who Work. Rewriting the Rules for Success (Ivanka TRUMP, 2017), auto declarados manifiestos feministas. A partir de su análisis, la autora identifica cómo el discurso feminista y por la igualdad de género se utiliza de, y resignifica para divulgar, el modelo del sujeto neoliberal entre las mujeres profesionales.

De este modo, Rottenberg (2013, p. 2) señala que el Mainstream Liberal Feminism que predominaba en EEUU hasta hace pocos años y se exportaba al resto del mundo está siendo desarticulado y transmutado en un modelo particular de gobernabilidad neoliberal. Este proceso se produce de forma global, adquiriendo sus propias especificidades según el territorio. Más adelante nos aproximaremos al caso de América Latina y trataremos de abordar brevemente cómo se ha producido dicha neoliberalización de la sociedad a través, entre otros mecanismos, de la deuda y los programas de desarrollo contra la pobreza.

Así pues, este nuevo feminismo estaría en completa concordancia con el orden neoliberal, e incluso contribuiría a su desarrollo y exportación. Y es que, a medida que el sistema liberal ha ido transmutando en otro neoliberal, las bases del feminismo mainstream también han cambiado. Sin embargo, antes de seguir con nuestra reflexión, debemos ser conscientes de que, aunque este tipo de feminismo se exporta a todo el mundo y se convierte en lo que podríamos llamar “feminismo normativo”, su propia lógica aplasta la existencia de otros feminismos que dan respuesta a necesidades de grupos diferentes que no se identifican con el modelo de mujer blanca occidental de mediana edad con estudios universitarios heterosexual, etc. Consecuentemente, este feminismo neutraliza todas las variables que se interseccionan para generar las desigualdades: género, etnia, clase social, ciudadanía, sexualidad, etc.; pasando así por alto los núcleos que generan las injusticias.

Así pues, la clave central del feminismo neoliberal se encuentra en que no ofrece ninguna crítica al neoliberalismo, sino que construye una alianza con él. De este modo, se encarga de edificar un nuevo tipo de sujeto feminista: aquel que es consciente de la existencia de las desigualdades de género que perviven en nuestra sociedad, pero que acepta una responsabilidad individual total de su propio bienestar y cuidado, algo que está específicamente relacionado con conseguir la felicidad y la satisfacción personal.

Por tanto, estamos hablando de unos sujetos feministas caracterizados por el individualismo y la búsqueda de la felicidad particular, ideas que desarticulan por completo las bases colectivas de la lucha feminista que buscan la consecución de la justicia social. De este modo, tal y como Rottenberg (2013, p. 3) indica: “The neoliberal feminist subject is thus mobilized to convert continued gender inequality from a structural problem into an individual affair”.

Y aquí es donde se encuentra la verdadera clave de la relación entre el neoliberalismo y el feminismo, en el paso de la lucha colectiva a la individual. Se pretende que cada mujer se construya como un sujeto feminista neoliberal, un sujeto que mire por su propio bienestar, bajo el argumento de que el éxito de cada cual es el éxito de todas. Como se puede observar, éste es el modo en que la lógica racional mercantil y los valores predominantes en el mercado neoliberal empiezan a influenciar en la conformación de las nuevas subjetividades feministas, reconstruyendo, o más bien deconstruyendo, la base crítica del feminismo. El discurso del feminismo neoliberal consigue que cada triunfo particular devenga un logro feminista, ofreciendo una visión completamente sesgada y particular de las diferentes realidades que viven las mujeres.

Y es que, tal y como identifica Rottenberg, ahora la misión del feminismo no está tanto en transformar las estructuras a través de una acción colectiva, como de que cada mujer se cambie a sí misma, que supere sus obstáculos interiores para poder tomar mejores decisiones. El poder de la decisión individual resulta aquí vital, ya que no se pretende que las mujeres realicen una reflexión y/o actuación crítica con respecto a las estructuras de desigualdad de la sociedad, sino que se limiten a reproducir una lógica neoliberal, sustituyendo el histórico objetivo del feminismo (la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres) por otro más nuevo y perverso: conquistar la cúspide de la autosuperación superando los obstáculos internos y dejando fuera los condicionantes sociales (Sara FARRIS; Catherine ROTTENBERG, 2017). O lo que es lo mismo, creando individualidades y desarticulando luchas colectivas. Así pues, se insta a las mujeres a trabajar juntas para conseguir objetivos individuales, algo que no se acerca ni de lejos al objetivo central del feminismo y que resulta contradictorio.

En resumen, el feminismo neoliberal vacía de significado conceptos centrales para la lucha feminista como son la igualdad de género, la justicia, la libertad… y promueve una visión completamente individualista y despolitizada del feminismo mediante el discurso de la libre elección liberal que se abordará en el siguiente apartado. De este modo, los otros son concebidos como medios para conseguir los propios objetivos, en palabras de la autora Wendy Brown: “This new feminism inaugurates a subject who is being called upon to ‘provide for [her] own needs and service [her] own ambitions” (Wendy BROWN, 2006, p. 694). Esta realidad impide la configuración de una lucha feminista real y la construcción de una mirada crítica de exigencia hacia el Estado y otras estructuras compartidas, tal y como señala de nuevo Rottenberg:

Neoliberal feminism is predominantly concerned with instating a feminist subject who epitomizes ‘self-responsibility,’ and who no longer demands anything from the state or the government, or even from men as a group; there is no longer any attempt to confront the tension between liberal individualism, equality, and those social pressures that potentially obstruct the realization of ‘true’ equality. (ROTTENBERG, 2013, p. 11)

Sin embargo, resultaría sesgado señalar que esta influencia del neoliberalismo en la lucha feminista es imparable o total. A diferencia de intentar sostener esta idea, lo que deseamos es poner en alerta de las derivas actuales del feminismo, teniendo en cuenta que el contexto en el que nos encontramos es nuevo en muchos sentidos y aún tenemos que asistir a su desarrollo. Y además de la amenazante influencia del neoliberalismo, también estamos siendo testigos de la reemergencia de la reclamación política del movimiento feminista en las calles. Así pues, parece que este marco de referencia centrado en el feminismo neoliberal comparte tiempo y espacio con la vertiente política del movimiento. Por esta razón, para ser conscientes de que nos enfrentamos a un contexto de marcado neoliberalismo, consideramos necesario reflexionar brevemente sobre los dos principales riesgos que hemos dado en identificar: el peligro de la elección individual y la despolitización que dicha lógica lleva aparejada, realidades que, desde nuestro punto de vista, se encuentran estrechamente asociadas a los retos actuales del feminismo ligados a las dimensiones de redistribución, reconocimiento y representación en un marco global.

El discurso despolitizado de la elección individual

Uno de los mayores riesgos que derivan de la conformación de los sujetos feministas como sujetos neoliberales y despolitizados es la resignificación que se lleva a cabo de la elección individual como sinónimo de lucha colectiva. Hablamos de la lógica de la elección o del Choice Feminism (Linda HIRSHMAN, 2006) -que se enmarca en un marco de sentido mayor referido al feminismo neoliberal-, porque el peso de transformar la desigualdad se sitúa en la decisión individual de cada mujer. Se trata de una forma popular del feminismo contemporáneo, que empodera a las mujeres a aprovechar las oportunidades que tienen en la vida y a ver las elecciones que hacen siempre como políticamente aceptables, sean las que sean (Rachel THWAITES, 2017). A través de este tipo de feminismo, que se presenta como un feminismo tolerante con todas las decisiones que las mujeres tomen desde su aparente libertad, la discusión política se encuentra fuera de la ecuación (Michaele FERGUSON, 2010). Sin embargo, no todas las decisiones contribuyen a la creación de una sociedad más justa (Jill SWIRSKY; D. J. ANGELONE, 2016), el compromiso de transformación social y política debe ser siempre la base de toda actuación que se considere feminista. Por esta razón, existen posturas contrarias a este feminismo, a pesar de que la creencia generalizada es que se trata de una oda a la diversidad y la autonomía de las mujeres (Claire SNYDER-HALL, 2010).

Desde este prisma de razonamiento, parece que el feminismo se convierte en una especie de alianza sin sentido, convirtiéndose más bien en una reacción ante el miedo de perder a aquellas personas que podrían convertirse en aliadas políticas (FERGUSON, 2010, p. 247). Es decir, se trata de aglutinar al mayor grueso posible de las mujeres sin un programa político bien definido. Hirshman (2006, p. 19) identifica a Gloria Steinem como la fuente del Choice Feminism, señalando que “under her uncritically accepting eye, feminism expanded to embrace every oppressed group”. En su momento, Steinem fue la precursora de un feminismo centrado en pobres estrategias de empoderamiento, autoayuda y participación ciudadana de las mujeres centradas en los aspectos individuales y de autoestima (Barbara CRUIKSHANK, 2006; Rosalind GILL; Shani ORGAD, 2018). En cierto modo, parte del proceso que está teniendo lugar en la actualidad por lo que al desarrollo del movimiento feminista se refiere, podría estar influenciado por esta misma lógica.

Desde esta premisa, este tipo de feminismo, en su afán por alcanzar a todas las cotas de población, acaba por dar un paso atrás en el reconocimiento de que las feministas están unidas por una identidad política común, convirtiéndose en “a loose collection of individuals” (Jennifer BAUMGARDNER; Amy RICHARDS, 2000, p. 54). Es un feminismo despolitizado, ya que decisiones individuales que pueden estar reproduciendo viejas dicotomías se aceptan como buenas y son consideradas feministas. Sin embargo, no se debe olvidar que para que una decisión o acción pueda considerarse como feminista, debe estar promoviendo la igualdad entre los géneros. Así pues, éste es uno de los riesgos a los cuales deberemos presentar atención en los años que están por venir.

En relación, existe otro riesgo referido a la posición desde la que se elabora y lanza el discurso de la elección, y es que, a pesar de parecer aglutinar al grueso de mujeres entendidas como un conjunto de individuales, la lógica de la elección nos remite a una visión privilegiada de los problemas sociales. Es decir, aquellas personas que tienen la capacidad de escoger con libertad cómo organizar su vida, pertenecen a un grupo privilegiado con unos condicionantes concretos que les permiten poder escoger si tener familia o no, si estudiar o no, o incluso poder votar o no. Por tanto, el discurso de la elección, tan prolífico en estos tiempos, puede contener una lógica neoliberal subyacente que reproduce las desigualdades de género y las injusticias a nivel global, ya que se construye un sujeto feminista homogéneo que pretende ser universal. Sin embargo, debemos tener en cuenta que las experiencias de las mujeres cambian según se ven atravesadas por componentes de raza, clase social e incluso país de residencia. Por tanto, resulta contraproducente y poco realista considerar que el constructo “mujeres” está claramente definido y tiene un sentido unívoco. Realizar esta operación supone perder de vista la heterogeneidad y complejidad de dicho movimiento.

De este modo, si bien históricamente el feminismo se ha encargado de poner en evidencia las desigualdades de género y las contradicciones inherentes al neoliberalismo, con el nuevo feminismo neoliberal nos estamos enfrentando a un nuevo estadio de dicha corriente, que, como se ha dicho anteriormente, convive con muchas otras. Nos encontramos en una fase donde las contradicciones inherentes a dichos sistemas se supera mediante la autogestión, la superación personal de las barreras y la consecución de la felicidad individual (ROTTENBERG, 2013, p. 15), con lo que, apelando a la dimensión individual, se pretende transformar lo colectivo. Consecuentemente, la lucha por la igualdad se desarrolla de un modo totalmente apolítico y conteniendo un discurso feminista edulcorado. Más bien consiguen que las mujeres individuales se hagan cargo de problemas que no son individuales, sino colectivos, y que, como tales, deberían ser abordados desde las estructuras estatales, económicas o de cualquier otra índole.

De este modo, esta nueva formulación del feminismo sirve al neoliberalismo en la medida en que sustituye la consecución de la justicia social por la consecución de la felicidad personal, desarticula la lucha contra el sistema y las estructuras institucionales, y responde a lo que Sara Ahmed (2010) ha dado en denominar como la industria de la felicidad.

En resumen, una de las ideas centrales del feminismo neoliberal es la de cambiar el “nosotras” por el “yo”, pasar de la reivindicación de una lucha colectiva a otra individual, que no suponga una gran amenaza para las bases del neoliberalismo. Desde nuestro punto de vista, esta situación tiene grandes implicaciones para la práctica feminista. Por esta razón, vamos a recuperar la propuesta de la filósofa Nancy Fraser, quien denuncia la influencia del neoliberalismo en sus intentos por reapropiarse de la lucha feminista, y nos recuerda los principios centrales de la lucha política feminista. No obstante, antes de adentrarnos en su propuesta, trataremos de realizar una breve aproximación a los procesos por los cuales se produce la incorporación de la lógica neoliberal en América Latina, con el objeto de poner de relieve la necesidad de articular una lucha feminista consciente de las especificidades de las experiencias de diferentes territorios.

Las especificidades de la experiencia del feminismo neoliberal en América Latina

Las confluencias del feminismo con el neoliberalismo adquieren diferentes tintes según el territorio. Tal y como señala Fraser (2012), las aplicaciones del neoliberalismo en los estados-nación son diferentes en función de su situación en la lógica mundial: Primer Mundo y Tercer Mundo difieren en sus experiencias, siendo este último el lugar donde el neoliberalismo ha sido impuesto a fuerza de deuda. En este sentido, la autora Verónica Schild (2016) reflexiona sobre las implicaciones que esta intromisión de la lógica neoliberal y sus valores asociados -empoderamiento, eficiencia, emprendimiento, etc.- tienen en América Latina, ya que el ejercicio de estos valores se introduce en los programas estatales contra la pobreza, provocando que sean muchas las personas que deben incorporarlos en su día a día para ajustarse a las nuevas expectativas de comportamiento exigidas por dicho sistema, especialmente las mujeres.

Además, según Silvia Federici (2013), la creación de las zonas de libre comercio derivadas del sistema neoliberal no ha supuesto una mejora en las condiciones de vida de quien habita el Tercer Mundo, ya que ha permitido que “las empresas extranjeras mantengan salarios inferiores a los niveles de subsistencia” (FEDERICI, 2013, p. 115), provocando un proceso de feminización de la pobreza. Ello implica que en gran medida las personas destinatarias de este tipo de programas acaben siendo mujeres, afectando a la construcción de su identidad y promoviendo una lógica de la elección individual que enmascara otras situaciones de opresión y de injusticia en las que dicho grupo se ve inmerso:

En especial, el concepto feminista clave de autonomía material y psicológica de las mujeres, realizado mediante prácticas pedagógicas de empoderamiento, desempeña ahora en América Latina una función crucial en el proyecto cultural del neoliberalismo. Se ha integrado en los programas sociales para pobres dirigidos por las burocracias estatales y sus ONG subcontratadas (SCHILD, 2016, p. 42).

Como se desprende de la cita anterior, el empoderamiento entendido como desarrollo personal se ha institucionalizado también en América Latina, y representa el precio a pagar por parte de las personas que desean participar en dichos programas. De este modo, la autonomía y la igualdad se acaban convirtiendo poco a apoco en una cuestión de derechos individuales (SCHILD, 2016, p. 43).

El efecto que esta realidad ha tenido en las experiencias del feminismo latinoamericano resultan clave. Schild habla del “feminismo de lo posible”, tratando de conceptualizar el feminismo que emerge en la década de 1990 en América Latina como resultado de los programas de modernización institucional neoliberal financiados internacionalmente, que acabaron por seleccionar las voces protagonistas del feminismo en dicho territorio en base a la lógica de los derechos humanos liberales y que produjeron la oenegización de los feminismos latinoamericanos (Sonia E. ALVAREZ, 1999).

Esta realidad enmarcada en un marco de sentido mayor nos remite a cómo afectan la globalización y la Nueva División Internacional del Trabajo (NDIT) a las mujeres de estos países, ya que la reestructuración global del trabajo reproductivo ha acabado por reforzar las jerarquías inherentes a la división sexual del trabajo. Sin lugar a dudas, dicha reestructuración introduce una “división entre las mujeres que debilita la posibilidad de una solidaridad feminista global y amenaza con reducir el feminismo a un mero vehículo para la racionalización del orden económico mundial” (FEDERICI, 2013, p. 110), en consecuencia, se puede hablar hoy de una crisis de las políticas feministas a nivel global. Dicha crisis se ve reflejada en gran medida en el aumento de conflictos en África, Asia y Oriente Medio contra los Programas de Ajuste Estructural (PAE), que perpetúan la violencia y “la dependencia de dichos territorios con respecto al capital internacional” (FEDERICI, 2013, p. 129).

Por esta razón, Federici concluye que la reflexión feminista se debe situar en un marco de trabajo anticapitalista, pues la situación del Sur debe suponer para las feministas del Norte una toma de conciencia de cuál es el enemigo común: el neoliberalismo. No obstante, consideramos que también resulta vital colocar esta reflexión en confluencia con el pensamiento decolonial, que viene aquí para destacar los procesos mediante los cuales el colonialismo utiliza las palabras para encubrir situaciones de opresión y relaciones de dominio (Silvia RIVERA CUSICANQUI, 2010).

De este modo, valores y conceptos que en un primer momento pueden remitir a una idea de igualdad, acaban por perpetuar situaciones de desigualdad e injusticia, también a través de los programas de desarrollo contra la pobreza. Los feminismos que se enmarquen en el contexto global no pueden pasar por alto que estas lógicas esconden conflictos culturales latentes y el uso edulcorado de ciertos conceptos promueve la disociación de la acción respecto a la palabra. Es decir, se desliga a los conceptos de su raíz política a partir de la intromisión de los discursos neoliberales en dichos territorios .Así pues, frente a las interferencias del neoliberalismo también en los países de América Latina, los feminismos deben mantenerse alerta, ya que en gran medida dichos programas representan “el modo de reconocimiento falaz que permite la renovación de la legitimidad de las elites gobernantes al mismo tiempo que neutraliza la pulsión descolonizadora, anticolonial” (GAGO, 2014, p. 71).

En resumen, si bien América Latina representa ciertas especificidades respecto a la intromisión neoliberal en los estados-nación, consideramos que la propuesta de Nancy Fraser nos puede permitir pensar los retos comunes para los feminismos en un contexto global. Dichos retos se centran en el abordaje tridimensional que plantea la autora: redistribución, reconocimiento y representación.

Rearticular la lucha política feminista: Nancy Fraser

Hoy en día resulta más que necesaria la rearticulación de la lucha feminista que tenga en cuenta la dimensión económica, política y social de la desigualdad de género. Ni el feminismo neoliberal ni las diferentes manifestaciones del postfeminismo permiten articular una lucha real por la igualdad, ya que perpetúan una lógica individualista centrada en la autoeficiencia. Para revertir dicha lógica, nos centraremos en la propuesta de Nancy Fraser, quien denuncia la conversión del feminismo en “criada del capitalismo” (FRASER, 2014), y propone una concepción tridimensional de la teoría de la justicia para recuperar el sentido radical del movimiento.

Nancy Fraser es una filósofa que se enmarca en la filosofía crítica y reflexiona en torno a las teorías de la justicia con el objetivo de reavivar las posibilidades de las ideas de la Escuela de Frankfurt. Su obra nos permite concebir cómo de necesaria se ha vuelto una lucha práctica del movimiento feminista en un momento donde el desamparo de grupos humanos está a la orden del día debido a las exigencias del neoliberalismo y a las estructuras desiguales de un mundo globalizado (Irene STRAZZERI, 2007). Adentrándonos de lleno en los postulados de Fraser (1989, 1997, 2008, 2015a, 2015b) veremos cómo la autora construye su propia concepción de la justicia social, pasando de una comprensión bidimensional de la misma a través de los términos redistribución y reconocimiento; a otra donde se añade una tercera dimensión, esto es, la representación.

Recientemente Fraser (2015a) ha realizado una llamada a la recuperación del radicalismo en el movimiento feminista. Una llamada necesaria, si nos atenemos a la realidad que se desprende del feminismo neoliberal. Mediante su trabajo, nos recuerda que las sucesivas crisis que está sufriendo el régimen neoliberal, agudizadas por la globalización, amenazan la igualdad de forma multidimensional y que, en este escenario, las mujeres ocupan una posición crítica entre patriarcado y neoliberalismo. Partiendo de la necesidad de hacer frente a dicha situación mediante la reformulación de la lucha feminista, Fraser (2015b) analiza la evolución de dicho movimiento partiendo de la década de los setenta del siglo veinte hasta hoy, e identifica tres procesos clave para comprender la actual influencia del neoliberalismo sobre el feminismo.

En primer lugar, afirma que el énfasis del feminismo en las cuestiones culturales y su progresivo olvido de las cuestiones materiales ha acabado por hacer un favor al neoliberalismo, interesado en sofocar las luchas sociales que se centran en aspectos socioeconómicos. En segundo lugar, sostiene que la crítica feminista al salario familiar ha acabado por legitimar otro interés del capitalismo, esto es: la familia con dos proveedores, mujeres que trabajan fuera y dentro del hogar. Es decir, una mujer doblemente explotada bajo la apariencia de mayor igualdad. En tercer lugar, advierte de que la crítica del feminismo al paternalismo del Estado del bienestar ha acabado confluyendo con la crítica del neoliberalismo al Estado niñera. Esto ha supuesto que cada vez exista menos intervención estatal en las cuestiones de justicia social, dejando a los mercados actuar libremente (FRASER, 2012).

Frente a esta situación, Fraser destaca que un feminismo que pretenda ser efectivo en un contexto caracterizado por el auge de los mercados, el neoliberalismo y la globalización, debe saber articular tres componentes de la justicia: redistribución, reconocimiento y representación (FRASER, 2015b, p. 22). Es decir, una concepción tridimensional de la justicia que atiende tanto a los elementos materiales, como a los culturales y los políticos, que parecían haberse disgregado dentro de las luchas feministas. A su vez, el feminismo debe hacer confluir su lucha con otras fuerzas políticas anticapitalistas que se articulen en los diferentes contextos territoriales, inevitablemente interconectados. Su receta queda clara: redistribución, reconocimiento y representación desde el feminismo socialista para recuperar la radicalidad inherente a toda la lucha por la igualdad.

A partir de esta visión, somos capaces de entrever que la alianza del feminismo con el neoliberalismo supone la desvalorización del primero, con un sujeto feminista que ha dejado de apuntar a las estructuras de exclusión social y de desigualdad de género para afianzar las contradicciones del capitalismo (FRASER, 2017). Desde nuestra perspectiva, el modelo de sujeto feminista que encuentra su sentido en el marco neoliberal personifica un atentado contra las tres dimensiones de la teoría de la justicia de Fraser. Es decir, se trata de un modelo de sujeto feminista que, en el plano del reconocimiento, no incorpora a todas las mujeres, deja de lado las experiencias que caracterizan a las vidas de diferentes grupos de mujeres. En el plano de la distribución, no atiende a las desigualdades salariales y a los problemas económicos derivados de la expansión neoliberal. Abandona a cada sujeto, es decir, a cada mujer, a la búsqueda de su propio sustento, dejando de lado las estructuras capitalistas. En el plano de la representación, no tiene en cuenta que gran parte de los sujetos feministas no están representados en las estructuras de poder político.

Por tanto, Fraser sigue preguntándose por el quién de la justicia, es decir, qué grupos pueden lanzar reclamaciones legítimas y en qué contextos. Para abordar dicha cuestión, Fraser señala que las teorías de la justicia social se centran en una idea que indica que el marco para la justicia es el de los Estados nacionales y, por tanto, que los sujetos con derecho a realizar reclamaciones son los/as ciudadanos/as de cada Estado ante sus gobiernos, lo que entendemos por marco westfaliano-keynesiano. Sin embargo, en pleno siglo XXI estos marcos están desdibujados, ahora el escenario es global, y las políticas de unos países condicionan la de otros. Y no solamente esto, sino que existen políticas económicas articuladas a nivel global que impiden la realización de derechos de grupos que se enmarcan en espacios estatales concretos. Por tanto, ¿hacia quién deben lanzar sus reclamaciones dichos grupos?

Esta completa desarticulación de las fronteras nacionales implica que ser ciudadano/a de un Estado concreto ya no es garantía de ser escuchado/a, porque en muchas ocasiones dichas necesidades no atañen tanto a su Estado, como a otras instituciones transnacionales. Por tanto, muchas injusticias quedan relegadas a la oscuridad, a lo que Fraser (2008) denomina disframing o desenmarque.

Esta idea la podemos ver reflejada también en la construcción del sujeto feminista como un sujeto neoliberal. Dicho sujeto se corresponde directamente con un grupo de mujeres con derechos políticos, culturales y económicos reconocidos. De este modo, se dejan de lado las situaciones de otros grupos de mujeres cuyos derechos no son reconocidos en estos marcos concretos, cada mujer se encarga de gestionar sus propios problemas de forma individual, sin atender a los condicionantes sociales compartidos con otras mujeres en esa misma situación.

Así pues, siguiendo las ideas de Fraser, podemos afirmar que se hace necesario ampliar el quién de la justicia, al igual que se hace necesario ampliar el quién del feminismo. Ésta es una de las reclamaciones que pretendemos realizar a través del tratamiento del trabajo de Fraser, quien sostendrá que el modelo de justicia que se decida debe ser “anormal”, es decir, dinámico, autoconsciente y variable según las situaciones a las que deba hacer frente, al igual que debe ocurrir con el feminismo, que a través de sus pretensiones normativas puede abrirse al carácter cambiante de las luchas que debe articular. Por tanto, nos encontramos ante la triple dimensión de la justicia que reclama la autora en sus últimos trabajos, esto es, la redistribución en la esfera económica, el reconocimiento en el ámbito sociocultural y la representación en lo político.

Por tanto, llegados a este punto podemos preguntarnos ¿por qué el feminismo ya no representa a estas mujeres y se rinde a las exigencias del neoliberalismo? Según Fraser, el feminismo mainstream es el de las mujeres privilegiadas, ese 1% de las mujeres que está lejos de poder representar las problemáticas sociales globales. Cabe señalar que la autora ejemplifica dicha corriente predominante a través del caso de Hillary Clinton y su campaña a la presidencia de EEUU en el año 2016. A su vez, la autora también indica que la emergencia de diferentes sucesos políticos, como los motines electorales que se están dando alrededor del mundo - la victoria de Trump o el Brexit - evidencian el rechazo que la mayor parte de la población siente por las consecuencias perversas de la globalización y el neoliberalismo, así como por las clases políticas que han permitido su expansión.

No obstante, parece que cada vez más están en emergencia movimientos sociales que reivindican esos derechos políticos, sociales y económicos que el feminismo neoliberal da por ganados, es decir, se plantea la lucha en el sentido tridimensional expuesto por Fraser. Llegados a este punto, hemos visto que tanto el sujeto derivado del feminismo neoliberal como del postfeminismo pasa por alto las experiencias de otras mujeres (Jessica RINGROSE; Valerie WALKERDINE, 2008). Parte de esa reconstrucción de la propia subjetividad está relacionada con el lugar del mundo en que nos encontremos y las posibilidades de consumo que tengamos. Si bien se insta a las mujeres a autogestionarse, sabemos que muchos grupos en situaciones de desventaja y que no se correspondan con la norma de la clase media occidental quedarán excluidas en la medida en que no pueden acceder de igual modo al proceso de reapropiación de dichos procesos semánticos (SCHARFF, 2011).

La denuncia que realiza Fraser contra la alianza del feminismo con el neoliberalismo junto a otras autoras (Ann ORLOFF; Talia SCHIFF, 2014; Elisabeth PRÜGL, 2017) y su llamamiento explícito a que los feminismos salgan a la calle para reclamar una justicia real (Angela DAVIS, et al. 2017) nos permite entrever su propuesta de una teoría de la justicia social tridimensional como una opción para replantear las bases del feminismo y de la construcción de las subjetividades femeninas. Es decir, nos otorga un espacio de reflexión para la rearticulación de un movimiento que ataque las bases de desigualdad de género de nuestra sociedad a nivel mundial, esto es, a partir de la reclamación feminista del reconocimiento, la redistribución y la representación. En este marco es en el que consideramos que adquiere sentido la reflexión elaborada en el presente escrito, una modesta aportación que pretende poner en alerta sobre los riesgos derivados de la influencia neoliberal en el feminismo, pero que entiende el contexto de ebullición política actual como un caldo de cultivo inmejorable para recuperar la radicalidad del movimiento feminista por la igualdad.

En conclusión, la búsqueda de transformaciones radicales de las estructuras patriarcales que vertebran nuestras sociedades implica que debemos hacer lo posible para que el feminismo deje de ser “la criada del neoliberalismo” (FRASER, 2014), y recupere su sentido más radical de lucha. Así, debemos enfrentarnos con reservas a valores como la autoestima, el emprendimiento, la autogestión, el individualismo y la elección, que inundan el escenario social actual, para mostrarnos verdaderamente reflexivas y críticas con el futuro que deseamos edificar (Banu BARGU; Chiara BOTTICI, 2017).

Conclusión

Este trabajo se enmarca en un contexto concreto de sentido sobre el que merece la pena pararse a reflexionar. Nos referimos a un momento histórico en el que el neoliberalismo se ha convertido en el paradigma de comportamiento de los individuos, influyendo de forma clara en la configuración de las subjetividades contemporáneas. Si tenemos en cuenta esta realidad en su confluencia con la reemergencia de movimientos ciudadanos (Paul DEKKER; Ramón FEENSTRA, 2015) y, en especial, de movimientos y acciones ciudadanas por la igualdad de género, veremos que la reflexión sobre la influencia del neoliberalismo en los discursos feministas actuales se vuelve más que necesaria.

Así pues, de forma resumida, hemos sostenido que dicho movimiento por la igualdad debe enfrentarse a la despolitización del movimiento derivada del auge del individualismo y el discurso de la elección. Se trata de una realidad que parece darse alrededor del globo, pero que evidentemente contiene diferentes especificidades en función el territorio en el que nos encontremos. Este reto supone llevar a cabo diferentes tareas de gran envergadura y complejidad, como la de enfrentarse a la inmersión de valores mercantilistas en la noción de feminismo, y tratar de reconstruir un sujeto político del feminismo lo suficientemente amplio en un mundo global. Frente a estos retos, el feminismo precisa rearticular respuestas conjuntas y contundentes que permitan recuperar la lucha política con un cariz global.

Al mismo tiempo, consideramos que resulta vital recuperar el carácter eminentemente crítico del movimiento feminista (Sonia REVERTER-BAÑÓN, 2009), un carácter que parece haberse perdido en gran medida a través de la institucionalización de la lucha por la igualdad, que ha creado tanto un sistema de expertos/as con la burocratización, como una relación clientelar con las mujeres (REVERTER-BAÑÓN, 2011). Así pues, en este escenario tan prometedor de reclamaciones feministas por la igualdad, debemos pensar profundamente sobre los términos en que se está reconstruyendo dicho movimiento, mostrándonos siempre vigilantes frente al sistema neoliberal y sus artimañas.

En este sentido, la propuesta de la filósofa Nancy Fraser permite establecer una especie de recordatorio que nos pone en alerta sobre las cuestiones que no puede obviar cualquier lucha que se considere feminista. Nos referimos a las cuestiones materiales, las culturales y las políticas, que representan en sí mismas tres retos centrales para los feminismos hoy. Llevar la lucha del eslogan a la práctica, de las camisetas a las calles y recuperar el feminismo en toda su heterogeneidad y complejidad (REVERTER-BAÑÓN, 2010) es uno de los principales retos que se presenta ante nosotras en los años que están por venir. Sin embargo, no podemos olvidar otro quizás más importante, y éste se refiere a articular una crítica global e interseccional que atienda al hecho de que las identidades se enmarcan en diferentes sistemas de dominación y opresión que responden en gran medida a lógica coloniales.

En resumen, para poder avanzar en la agenda de igualdad a nivel global, precisamos replantear el actual proceso de globalización en su forma neoliberal, así como la configuración de las subjetividades contemporáneas sujetas a los vaivenes del mercado, y conformar un sujeto cosmopolita que, buscando esa igualdad de género, supere “tanto un universalismo formal saturado de un sujeto patriarcal, como un discurso de las diferencias que no logra fraguar un sujeto político que no se fragmente en las diferentes luchas necesarias para una igualdad global” (REVERTER-BAÑÓN, 2017, p. 306).

Agradecimientos

Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación titulado “El potencial de las éticas aplicadas en las herramientas de participación del Gobierno Abierto y de la sociedad civil” (UJI-A2016-04), financiado por la Universitat Jaume I.

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Como citar este artículo de acuerdo con las normas de la revista: MEDINA-VICENT, Maria. “Título del artículo”. Revista Estudios Feministas, Florianópolis, v. 28, n. 1, e57212, 2020.

Financiación: Este estudio se inscribe dentro del Proyecto de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico FFI2016-76753-C2-2-P, financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad del Gobierno de España

Consentimiento de uso de imagem: No se aplica

Aprobación de comité de ética en investigación: No se aplica

Recibido: 23 de Mayo de 2018; Revisado: 17 de Julio de 2019; Revisado: 03 de Agosto de 2019; Aprobado: 22 de Octubre de 2019

medinam@uji.es

Maria Medina-Vicent (medinam@uji.es) es Profesora ayudante doctora en el Departamento de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I (Castelló de la Plana, España). Doctorado Internacional en el Programa de Ética y Democracia de la UJI con la tesis doctoral Género y management en el marco neoliberal. Un análisis crítico para la emergencia de liderazgos feministas (Premio de la Real Academia de Doctores de España 2018 en la categoría de Humanidades).

Contribución de autoría:

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Conflicto de intereses:

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