SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.31 número2A assistência às mulheres traficadas na Espanha. Outras vítimas e formas de violênciaNarrativas de adolescentes sobre morte de meninas nas dinâmicas da violência no Ceará índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Compartilhar


Revista Estudos Feministas

versão impressa ISSN 0104-026Xversão On-line ISSN 1806-9584

Rev. Estud. Fem. vol.31 no.2 Florianópolis  2023  Epub 01-Maio-2023

https://doi.org/10.1590/1806-9584-2023v31n285984 

Artículos

Vivencias sobre el cuidado en la vejez, análisis desde la gerontología crítica feminista

Experiences on care in old age, analysis from critical feminist gerontology

Experiências sobre o cuidado na velhice, análise a partir da gerontologia crítica feminista

Rosa Jazmín González Moreno1  , Conceptualización, investigación, validación de datos y experimentos, design de la presentación de datos
http://orcid.org/0000-0002-2889-6596

Yesica Yolanda Rangel Flores2  , Conceptualización, análisis de datos, metodología, supervisión, validación de datos y experimentos, redacción del manuscrito original
http://orcid.org/0000-0001-5673-6891

1Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Facultad de Derecho, San Luis Potosí, SLP, México. 78400 - posgrado.derecho@uaslp.mx.

2Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Facultad de Enfermería y Nutrición, San Luis Potosí, SLP, México. 78400 - direccion@enfermeria.uaslp.mx


Resumen:

El objetivo fue analizar las vivencias que sobre el cuidado tiene un grupo de hombres y mujeres en México, desde el enfoque de la gerontología crítica y feminista, apostando la existencia de experiencias diferenciadas que deberían ser consideradas en las políticas públicas orientadas al cuidado en la vejez. Se realizaron entrevistas en profundidad a diez personas, y mediante análisis de contenido se identificó que mientras ellas contemplan la experiencia desde una perspectiva del cuidado sostenido en la familia y la comunidad, ellos plantean la pertinencia de un cuidado sostenido en el mercado, aunque reconocen las limitaciones económicas para acceder a este. Ellas elaboran estrategias interpersonales y comunitarias para intercambiar los cuidados como bien, en tanto ellos resisten reconocerse como proveedores de cuidado.

Palabras clave: Envejecimiento; Políticas de cuidado; Cuidado; Feminismo; Género

Abstract:

The objective was to analyze the experiences that a group of men and women in Mexico have about care, from the critical and feminist gerontology approach, assuming the existence of differentiated experiences that should be considered in policies on care and old age. Ten people were interviewed in depth, and through content analysis it was identified that while women contemplate the experience from a perspective of sustained care from the family and the community, men consider sustained care in the market pertinent, although they recognize the economic limitations to access it. Women develop interpersonal and community strategies to exchange care as a commodity, while men resist recognizing themselves as care providers.

Keywords: Old age; Care policies; Care; Feminism; Gender

Resumo:

O objetivo foi analisar as experiências que um grupo de homens e mulheres no México tem sobre o cuidado, a partir da abordagem da gerontologia crítica e feminista, apostando na existência de experiências diferenciadas que devem ser consideradas nas políticas de cuidado na velhice. Foram realizadas entrevistas em profundidade com dez pessoas e por meio de análise de conteúdo identificou-se que, ao contemplar a experiência na perspectiva do cuidado sustentado da família e da comunidade, elas levantam a relevância do cuidado sustentado no mercado, embora reconheçam as limitações econômicas para acessá-lo. Elas desenvolvem estratégias interpessoais e comunitárias para trocar o cuidado como um bem, enquanto eles resistem a se reconhecer como cuidadores.

Palavras-chave: Velhice; Políticas de cuidado; Cuidado; Feminismo; Gênero

Introducción

El envejecimiento poblacional es un fenómeno definido por el incremento sustancial en el porcentaje de personas en edad avanzada en una población determinada, genera cambios profundos en la dinámica socioeconómica de los países, impactando tanto en el sostenimiento de la vida individual como en el de la comunitaria, y acarreando exigencias para la implementación de estrategias políticas, normativas y legales en materia de cuidado (Alejandra ALVARADO; Ángela SALAZAR, 2014, p. 58).

La celeridad del envejecimiento poblacional en América Latina es preocupante y exige la construcción de políticas públicas que se anticipen a las transformaciones que el fenómeno trae consigo, buscando brindar alternativas de certidumbre, particularmente en los sectores de salud, bienestar y asistencia social; bajo el reconocimiento de que dicha situación trae aparejada una serie de desventajas biológicas y sociales que incrementan las condiciones de fragilidad, discapacidad y dependencia; condiciones que obligan al planteamiento de estrategias que garanticen los cuidados a corto y largo plazo, e incluso, que contemplen la implementación de un sistema de protección social progresivo que sea resolutivo en situaciones prolongadas de dependencia.

El envejecimiento poblacional está atravesado por numerosas variables tanto biológicas como sociales, entre las que destaca con particular protagonismo la condición de género. El género se torna relevante en función de la denominada feminización de la vejez, un término que hace referencia al predominio de mujeres dentro de las gráficas poblacionales, dadas las muertes más tempranas de los varones; pero también, y principalmente, porque se reconoce que las problemáticas sociales que enmarcan al fenómeno de esta transición afectan particularmente a las mujeres, somos nosotras quienes, además de vivir en nuestras propias corporalidades la carga de la enfermedad y la dependencia, debemos asumir el cuidado de otras personas enfermas o dependientes, lo cual habrá de ser vivido además, por muchas de nosotras, en condiciones de pobreza, exclusión, soledad y discriminación, dada la condición de desigualdad entre los géneros (Nora GUEVARA, 2016, p. 48). Lo anterior habrá que problematizarlo, además, a partir de la categoría de clase, en el marco de la feminización de la pobreza, resultado de las desigualdades sociales y económicas que atraviesan a las mujeres a lo largo de toda su vida (Nathalie SCHNEIDER; Raquel PAVIN, 2021, p. 4).

El objetivo de esta investigación fue analizar, a la luz de los aportes de la gerontología crítica y feminista, las vivencias que sobre el cuidado tiene un grupo de hombres y mujeres en México, bajo el supuesto de que la vejez está atravesada por constructos de género y clase que diferencian la experiencia y determinan necesidades de asistencia y acompañamiento social diferenciadas.

El cuidado como derecho desde las concepciones críticas y feministas

El tema del cuidado está atravesado por la condición de género y clase, dada la asociación histórica que se ha hecho de este a la representación de lo femenino, a la abnegación, al afecto, a lo intuitivo y a la reproducción de la vida; en este entendido, cuidar es uno de los mandatos de género más fuertes. Las mujeres aprendemos a socializar, y en dicho sentido, a definirnos como sujetas sociales, con base en este mandato; y ha sido que imponiendo este mandato a muchas mujeres, se les ha negado el acceso a la escuela y el trabajo, espacios en cuya incursión estaría una mejora significativa en su calidad de vida (Elsa FERREIRA; Ieda FRAGA; Marco AMORIM, 2020, p. 3).

El cuidado es la mayor carga social en cualquier sociedad, y la mayor parte de las culturas la deja caer de forma absoluta sobre los hombros de las mujeres, convirtiendo el cuidar en una experiencia que define los fenómenos de vejez, enfermedad y dependencia de toda la población; pero particularmente la de las propias mujeres, pues, como sujetas, somos habilitadas y naturalizadas para cuidar de las demás personas, en tanto los hombres lo son para no involucrarse en dicha práctica, y en lo posible, sortear la vida sin reconocer y ejercer su derecho a autocuidarse, cuidar y ser cuidados. Bajo las condiciones antes descritas, el cuidado se desarrolla en condiciones de alta desigualdad entre hombres y mujeres, situación que en la sociedad posmoderna se agrava, ya que la cada vez mayor incorporación de las mujeres al trabajo remunerado trastoca los tradicionales arreglos del cuidado y contribuye a lo que se ha denominado una crisis de cuidado (CEPAL, 2014, p. 4).

Ahora, si bien hemos hablado de la carga social del cuidado y de las desventajas que enfrentamos las mujeres dado el mandato social de cuidar, complejicemos aún más el fenómeno, poniendo en palestra el hecho de que, a la problemática de la división sexual del trabajo de los cuidados, se agrega la devaluación social de las personas dependientes, de especial forma, la de las mujeres adultas mayores, quienes viven en una sociedad enganchada en la gran paradoja de buscar incansablemente incrementar la esperanza de vida a través de la ciencia y la tecnología, en tanto, cuando la población goza de dichas mejoras y llega a una edad avanzada, es esta misma sociedad la que la margina e ignora (Lina GONZÁLEZ, 2014, p. 17).

Cuidar, cuidarse y ser cuidado implica una práctica, pero también una disposición. Somos las mujeres quienes proveemos cuidados, cuidamos a nuestros hijos, a los de otra gente, a nuestras parejas, a nuestros padres y abuelos en situación de dependencia o enfermedad, e incluso, mostramos una tendencia por insertarnos en disciplinas que profesionalizan estas habilidades socialmente construidas para cuidar, sabiendo que aun cuando el cuidado se pague, la remuneración que se hace de este es muy baja. Cuidar se vuelve el eje en la vida de las mujeres. A esto se lo ha nombrado la “feminización en la provisión del cuidar”, un fenómeno social que tiene lugar y se legitima por igual en el ámbito público que en el doméstico, reforzando el imaginario de que las mujeres en nuestra “naturaleza” somos responsables de cuidar, pero, además, al contemplar el cuidado como algo natural de lo femenino, reduciendo su complejidad e invisibilizando lo demandante que resulta.

El cuidado ha sido históricamente devaluado como derecho, y es relativamente reciente que el derecho a ser cuidado y cuidar se incorporó como el cuarto pilar del sistema de bienestar, con el surgimiento de una nueva generación de derechos que ha venido a engrosar los derechos sociales. En esta negación histórica y cultural del cuidado como derecho, el cuidado se desborda en el núcleo familiar. No obstante, como hemos mencionada anteriormente, se trata de un asunto social y político sobre el que Estado y sociedad debiesen impulsar nuevas representaciones y condiciones (Dolors COMAS, 2019, p. 23).

Se ha definido el derecho al cuidado como “un derecho universal de toda la ciudadanía, desde la doble circunstancia de personas que precisan cuidados y que cuidan, es decir, desde el derecho a dar y a recibir cuidados” (Karina BATTHYÁNY; Natalia GENTA; Valentina PERROTTA, 2013, p. 11-12). He ahí la clave para impulsar que dicho derecho sea reconocido, principalmente porque, al posicionarlo como un derecho, se reconoce su naturaleza de reciprocidad, y con esto, el ejercicio del mismo en condiciones de igualdad de género. Laura Pautassi insiste en que “incorporar una lógica de derechos a la complejidad del cuidado no solo permitiría el reconocimiento de la tarea sino también una mejora sustancial en la calidad de vida” (PAUTASSI, 2015, p. 261), es decir, el impulsar la desgenerización del cuidado implicaría garantizar para todas las personas "un derecho universal e inalienable, el de cuidar, ser cuidado y cuidarse”, y, para esto, tendrían que, en primera instancia, redistribuirse las tareas respecto al cuidado entre los miembros de la sociedad y dejar de asignarlas "naturalmente" a las mujeres (Natalia GHERARDI; Carla ZIBECCHI, 2011, p. 115).

En el marco de lo antes expuesto, se torna imperativo conocer a fondo cómo se vive el cuidar y el ser cuidado en hombres y mujeres, dejando de pensar el envejecimiento solo como en un evento biológico y dando cuenta que lo social perpetúa o refuerza desigualdades, incluso en la última fase de la vida. Conocer en profundidad este fenómeno nos permitirá dirigir mejor los esfuerzos en la construcción de políticas públicas dirigidas al cuidado y el envejecimiento, pues en su construcción deberá tenerse en consideración cuales son las perspectivas que operan a manera de representaciones sociales en torno a la vejez y el cuidado, y cómo estos fenómenos son atravesados por la categoría de género.

La Gerontología Feminista propone analizar el modo en que operan como categorías mentales y esquemas de percepción y apreciación las representaciones sociales de la vejez y el cuidado en las mujeres (Ingrid FERGUSSON et al., 2020, p. 30) y alega que las gafas del feminismo son obligadas para estudiar las vejeces, primero, porque las mujeres somos mayoría poblacional (ya hemos dicho que la esperanza de vida en los hombres es menor), y segundo, porque somos nosotras quienes enfrentamos mayores desventajas sociales durante la vejez (Yamila BALBUENA et al., 2019, p. 47-48).

En el contexto antes descrito, la Gerontología Feminista se erige como una teoría imprescindible que nos permite desentramar los acuerdos patriarcales que han imposibilitado pensar el cuidado como una tarea centrada en la moral y no en el sexismo. Además, la gerontología feminista promueve interpretaciones más realistas y menos romantizadas del envejecimiento femenino, visibilizando las relaciones de poder que se continúan ejerciendo, pero también las resistencias que se ejercen frente a los arreglos sociales desiguales.

Antecedentes sobre experiencias en la vejez diferenciadas desde el género

El envejecimiento es una etapa de la vida históricamente invisibilizada, particularmente en relación a las situaciones sociales que lo acompañan. La mayor parte de los estudios que se han desarrollado en torno a la población en esta etapa de vida dirige su atención desde una perspectiva biomedicalizante preocupada más por la enfermedad que la vejez trae consigo, que por la condición de dignidad de las personas que viven esta etapa, enfocándose particularmente en las patologías que significan una mayor carga de cuidado y gasto asociado a la dependencia, como es el caso de la demencia, el cáncer, y las enfermedades cardiometabólicas.

Pese a lo anterior, identificamos algunos estudios que han aportado al estado del arte sobre las experiencias diferenciadas en torno a la vejez según el género, que coinciden en que es mejor aceptado socialmente el hecho de que sean las mujeres quienes cuiden y sean los hombres quienes sean cuidados (Sagrario GARAY; Verónica MONTES; Concepción ARROYO, 2021, p. 530). Estas situaciones se han identificado generadoras de impacto en la esfera emocional respecto a cómo se vive esta etapa de vida en lo individual (María ARROYO; Luis SOTO, 2013, p.337-347), además de tener el potencial para generar impactos colectivos que delinean contextos de desigualdad entre hombres y mujeres (Rocío ENRÍQUEZ, 2014, p. 381), particularmente en relación a condiciones de sobrecarga de trabajo físico y mental para las mujeres, dado un significativo mayor uso de tiempo destinado a la provisión de cuidados (Edith PACHECO, 2018, p. 71).

En el contexto anterior, sin embargo, son pocos los estudios que profundizan en las perspectivas y experiencias de los varones, y aún menos los que contrastan las experiencias de la vejez a la luz de teorías de género (Mirliana RAMÍREZ et al., 2012, p. 93). Un estudio que buscó documentar la inclusión de los hombres en el cuidado documentó que cuando ellos se ven en la situación obligada de incluirse en esta actividad, el cuidar se configura en una experiencia incómoda desde lo cultural, particularmente, porque involucra el despliegue de una serie de emociones que les han sido amputadas desde la primera infancia (Leire GARTZIA; Aitor ARITZEA; Nekane BALLUERKA; Esther BARBERÁ, 2018, p. 567). Este hecho conlleva a que la participación de los hombres en el ámbito de los cuidados se limite a un rol secundario, restringiéndose a la previsión de recursos económicos antes que involucrándose en actividades asociadas a la reproducción, tales como alimentar, acompañar y asear (Magela ROMERO; Dayma ECHEVARRÍA; Danay DÍAZ, 2021, p. 207).

Lo anterior no pretende convencer a nadie de que el cuidar de sí misma, ser cuidada o cuidar de otras personas no sea una situación compleja para las mujeres. Otros estudios han documentado que el problema para las mujeres no solo radica en que sea un mayor número el de las mujeres que cuidan, sino también en que estas han sido habilitadas socialmente para la interiorización de una serie de valores que las hace más vulnerables a asumir y aceptar una mayor carga psicológica y una mayor tensión asociada al cuidado, lo que a la larga se traduce en una mayor vulnerabilidad frente a la depresión y otros trastornos de tipo psiquiátrico (Carmen FERNÁNDEZ; Irene CUETO; Luisa GRANDE, 2020, p. 12). Además, esta sobrecarga incide, en general, en un “mayor uso de servicios hospitalarios de larga estancia, aumento en las tasas de institucionalización, de deterioro funcional, de mortalidad y afectación en su calidad de vida” (Mercedes HERNÁNDEZ et al., 2020, p. 8).

Metodología

El objetivo de la investigación fue analizar las vivencias que sobre el cuidado tiene un grupo de hombres y mujeres en México, con abordaje desde los enfoques de la Gerontología Crítica y la Gerontología Feminista. Desde la Gerontología Crítica pretendemos no solo evidenciar como la construcción social de la vejez coloca en escenarios distintos a hombres y mujeres, sino que nos ocupa el construir argumentos tendientes a modificar dicha realidad a través de estrategias de política pública (FERGURSSON et al. 2020, p. 30). Desde la gerontología feminista nos interesa "analizar en profundidad los valores culturales que limitan la vida de las mujeres mayores en los ámbitos afectivos, culturales, sociales, económicos y políticos; negar el carácter inevitable de la dependencia, la pobreza y la enfermedad en las ancianas" (Anna FREIXAS, 2008, p. 44).

Se abordó el fenómeno desde el paradigma cualitativo-interpretativista toda vez que consideramos que las premisas y postulados que lo sostienen son compatibles con los enfoques de análisis elegidos, sustentadas en la comprensión de las subjetividades desde las cuales las personas interpretan su propia experiencia. Sin embargo, desde lo colectivo, de esta forma, es factible profundizar en cómo las identidades resultan de una serie de disposiciones personales, pero también son resultado de una serie de condiciones socialmente compartidas. El estudio se llevó a cabo entre los meses de diciembre de 2020 y agosto de 2021, tiempo en que se convocó la participación a partir del Sistema Municipal DIF, una institución mexicana con representación estatal, que tiene a su cargo el mayor número de personas adultas mayores en condiciones de vulnerabilidad. Se invitó a participar a personas de 65 años y más, en las mayores condiciones de fragilidad y vulnerabilidad del sector en análisis, incluyendo preferentemente a quienes cursan situaciones de discapacidad, enfermedades crónicas, que vivieran solas, sin acceso a pensión, etc.

Dado el paradigma desde el cual se realizó la investigación, no se consideró pertinente establecer criterios de eliminación o exclusión, solo se respetó el derecho de renunciar a la participación en el momento que así decidieran y a no ser incluidos en el estudio si no era su deseo. Para la recolección de información, se recurrió al recurso de entrevistas en profundidad, para la cual se creó de forma previa un guion de entrevista básico. Los encuentros se llevaron a cabo en el tiempo que las personas dispusieron idóneos para realizarlas (aproximadamente de cuarenta minutos a hora y media, dentro de sus domicilios particulares). Las entrevistas fueron audio grabadas previo consentimiento informado, transcritas, analizadas y publicadas en la presente investigación. Para garantizar el anonimato, los nombres reales se han sustituido por ficticios y se ha cuidado no aportar información que devele la identidad de las y los participantes.

Resultados

Características sociodemográficas

Se realizaron un total de diez entrevistas en profundidad a población adulta mayor; siete mujeres y tres hombres, más hombres fueron convocados a integrarse, pero no mostraron disposición para hacerlo previo a las entrevistas, o se encontraron resistencias para acordar tiempos y lugares para las entrevistas. El promedio de edad fue de 68 años, con un mínimo de 65 y un máximo de 86. En cuanto al estado civil, 30 % dijo estar casado, 40% viudo, 10% divorciado, 10% son madres solas y el otro 10 % solteras. En lo que respecta a la situación laboral, 50 % son pensionadas, 40% tiene un autoempleo y solo el 10 % tiene un empleo informal; en materia de escolaridad, el 30 % terminó la primaria, 30 % la secundaria, 10 % el bachillerato, 10 % tiene carrera trunca de licenciatura, y el 20 % terminó una licenciatura. Respecto a si tienen hijos e hijas, el 80 % dijo tener entre uno y nueve, y el 20 % no tenía hijos o hijas.

El mejor lugar para ser viejo(a). Ellas hablan de quedarse en casa, ellos del asilo

Para las mujeres resulta difícil pensarse fuera del espacio doméstico en el que habitualmente han habitado y donde continúan cuidando, pero las incapacidades físicas que acompañan el envejecimiento se tornan caóticas no sólo por las limitaciones personales que pueden implicar, sino también y principalmente, porque obstaculizan el poder cumplir con el cuidado del hogar, del cual se siguen asumiendo responsables, lo que afecta su autoestima y sentido de valía.

Lo que más pesa es que ya no puedo hacer quehacer, se me dificulta barrer, puedo lavar los trastes, pero, pues se me dificulta...pues ya no puedo ya lavar...ya yo veo que como quien dice yo no sirvo para nada, no puedo hacer todo lo que yo quiero hacer (P2, 65 años, mujer).

Pero aun cuando las limitaciones se hacen conscientes, les cuesta pensar en la posibilidad de ser sacadas de sus espacios y trasladadas a los espacios domésticos que sus hijos o hijas han formado, no es sencillo decidir renunciar a un territorio personal que funciona bajo sus propias reglas y donde tienen la potencialidad de tomar decisiones, para trasladarse a otro que les resulta ajeno:

La mera verdad yo sí necesito que ya que me cuiden mis hijos, me han dicho que a ver con cuál me recojo, pero va a ser una mortificación para mí y luego más que la esposa de este hijo no permite que se les diga nada o sea pues a mis nietos, yo no tengo ningún ni voto ahí (P2, 65 años, mujer).

Renunciar a permanecer en el hogar que construyeron y donde vieron crecer a sus hijos, es al parecer, una de sus más importantes crisis. Una de ellas contó que para trasladarse a vivir donde su hijo, tuvo que acudir primero al apoyo de psicología.

Cuando me vine, una amiguita me dice, deberías de ir a este entrenamiento con psicólogos para que no te afecte, porque luego les da nostalgia, les da depresión dejar su lugar ... sí fui porque he visto que mucha gente por eso se queda sola porque no se quiere salir (P6, 68 años, mujer).

Una de las participantes señala que sacar a los padres y madres del hogar para cuidarlos se contrapone con lo que dice la palabra de Dios, aseverando que es obligación de los hijos e hijas ir al espacio de sus padres y madres para asistirlos.

En los libros cristianos decía que si algún hijo te quiere recoger cuando ya estés grande, que la obligación del hijo es irse donde tú estás no que tú te vayas donde está él (P2, 65 años, mujer).

Pero antes hemos hablado de la heterogeneidad de la experiencia; estas diferencias se presentan también intragénero. Yolanda, por ejemplo, fue clara en puntualizar a su hijo que no saldría de su casa para ser cuidada por él y su familia.

Yo le dije que no a fuerzas tenía que estar pegado conmigo, que él tenía que hacer su vida, le dije que cuando él terminara su carrera que él se fuera a dónde le dieran trabajo, porque hay muchos hijos que no se van, no vuelan por estar con la mamá (P6, 68 años, mujer).

En contraparte, para ellos no parece resultar igual de significativo salir del hogar. Alejandro manifestó su deseo de acceder a un asilo, piensa que en este espacio podría acceder a cuidados profesionales que en su hogar no, aunque reconoce las dificultades económicas que le niegan dicha posibilidad.

Me gustaría estar en un asilo, con cuidados profesionales, debemos de luchar por eso, por tener buenos asilos, económicos, baratos y del Estado. El Estado no tiene asilos, son particulares o de caridad, y velos como los tratan, que comida les dan, bien mala, tienen subsidios ... los que ten dan más o menos buena calidad pues ya te cuestan carito arriba de 12, 14 mil pesos mensuales (P10, 65 años, hombre).

Los mejores cuidados. Ellas hablan de las hijas, ellos no se reconocen cuidados ni cuidadores

Ellas narran ser cuidadas por su familia o tener la expectativa de ser cuidadas por ésta, en dicho tenor y a diferencia de ellos, las mujeres expresan una y otra vez en sus narrativas el miedo de no ser cuidadas por la familia, de ser abandonadas o incluso de ser despojadas de sus casas, un miedo fundado en experiencia que han presenciado, enmarcado además en el desconocimiento de leyes e instancias que las protejan o sancionen estas prácticas.

La vejez pues sí me entristece mucho, yo veo como abandonan a la gente grande, que espero que nunca me vaya a pasar a mí, pero no sé, que la misma familia te orilla a un rincón (P2, 65 años, mujer).

Que cuando abandonan a los padres se judicialice a los hijos, que haya leyes que impidan el abandono o el despojo ... yo conozco casos donde han sido despojados, les quitan terrenos, propiedad... (P7, 86 años, mujer).

No hay denuncias, no hay ninguna denuncia en el DIF de maltrato del adulto mayor, pero es porque no se atreve a denunciar a un hijo o una hija (…) las autoridades deberían acercarse a las personas porque hay mucho adulto mayor que no hablan [denuncian] (P6, 68 años, mujer).

Si bien existe el deseo de ser cuidadas en su núcleo familiar, en realidad, lo que esperan es serlo por sus hijas dada su condición de género. Para Valeria, el hecho de no haber tenido una hija se vuelve una amenaza permanente de no ser cuidada; aunque tuvo tres hijos, no identifica que el problema respecto a su cuidado sea el desapego del único hijo que sobrevivió, es más, normaliza que su hijo no se involucre en su cuidado, porque esto lo contempla como una limitación derivada del hecho de su condición de ser hombre.

Me preocupa porque nada más tuve tres hijos y se me murieron dos, nada más tengo uno y él no vive aquí, él está fuera. No creas, me preocupa no tener una hija, como quien dice estoy sola (P3, 69 años, mujer).

Ellos no profundizan sobre lo que esperan de sus hijos e hijas, hablan en general de la necesidad de promover entre la población el cuidado, el amor y la consciencia/capacidad de cuidar, es claro que no se sienten implicados en el tema, ni aún en la vejez, etapa donde por la discapacidad o la enfermedad podrían haber reflexionado sobre su implicación en el fenómeno.

Primero, el amor de un familiar, segundo, tu nivel de conciencia de educación, eso es la base de cuidar…la mayoría vamos pasar por el hospital tarde que temprano, y si no tienes conciencia o te solidarizas con tu familiar más cercano o alguien “psss” falta de sensibilidad y convivencia, pero es porque no te crearon esa conciencia, pero depende de los sentimientos de cada persona, pero más de lo social, no hay esa cultura (P10, 65 años, hombre).

Alfonso coincide con lo anterior, asigna la responsabilidad de cuidar y de enseñar a cuidar a los padres, “Se debe de procurar que los padres les proporcionen una buena educación a sus hijos porque todo se deriva de eso de una buena educación”.

Los (des) acuerdos sobre el cuidado. Las estrategias de ellas para acceder al cuidado de una red más amplia

Existe una ambivalencia sobre el cuidado por parte de los hijos, y es que, si bien desean ser procuradas, cargan con el mandato de ser quienes cuidan. En este sentido, ser cuidadas figura más como un anhelo que como un propósito con estrategias pensadas para ser llevado a la realidad, lo que deriva en que, con frecuencia, piensen e implementen estrategias para acceder a una red más amplia de cuidado, incluso con quienes no comparten parentesco

Aquí los vecinos ... yo vivo en un condominio, en el segundo piso, tengo que bajar por agua y no falta quien, de los muchachos me la suba… Yo necesito más de mis vecinos, que ellos de mí, necesito llevarme bien con ellos no necesito llevarme mal con nadie porque pues yo necesito que me apoyen. (P2, 65 años, mujer).

El cuidado se configura entonces como un bien que se intercambia principalmente con otras mujeres, aunque también con algunos hombres, siempre que no sean sus parejas, porque si es su pareja, ellas no esperan reciprocidad en el cuidado, a sus esposos parecen cuidarlos de forma incondicional. Siguiendo con el cuidado como un bien que se intercambia y del que se espera reciprocidad, Yolanda sabe que es cuidada por su hijo y su nuera, en la medida en que ella corresponda con el cuidado de sus nietos.

Mi nuera me dice que va a salir porque tiene compromiso del dentista o de algo, y bueno, y pues ya me quedo yo con el niño, pero nada más, que diga no pues ahí se lo dejó, no, no, primero me tiene que preguntar (…) (P6, 68 años, mujer).

Sin embargo, ella es muy clara en puntualizar que es su voluntad el cuidar a sus nietos, y es cuidadosa de no repetir la historia de sus conocidas que han sido sobrecargadas con el cuidado de sus nietos o la casa, lo que para ella resulta inadmisible.

Me dicen es que mi hija me deja todo, es que mi hijo, no pues no permitas que te deje todo, dile yo nada más voy a hacer esto, y lo demás vienes y lo haces o antes de irte lo haces (P6, 68 años, mujer).

Y es que el intercambio del cuidado no siempre ocurre en situaciones justas. Daniela habla de su deseo de que las cosas cambien en México en materia de leyes que sancionen la explotación de la que llegan a ser víctimas.

Me opongo a que sirvan a las hijas de una manera indefinida en el cuidado de sus niños, pueden ayudarlas en un caso de enfermedad, en una urgencia, pero no, no es obligación, y luego sin percibir absolutamente nada, serán sus hijas, muy amadas, muy queridas, pero también tiene derechos (P7, 86 años, mujer).

Susana, en su narrativa, lo señaló de la siguiente manera:

A las abuelas las esclavizan al cuidado de los nietos, las mamás quieren que las abuelas hagan el rol de mamá cuando ya no es mamá, es abuela...quieren que la abuela siga yendo por los niños … pues eso pienso que es una especie de esclavitud (P5, 79 años, mujer).

Respecto a cómo intercambian el cuidado con varones que no son sus parejas, esto dijeron

Yo cuido a mi hermano [de 77 años] pues para no quedarme sola, que me cuide verdad o sea los dos nos cuidamos ¿A poco nada más quiere que “nomás” yo lo cuide? No, debe de ser algo recíproco, nos corresponde como seres humanos, pues él está solo, yo estoy sola, hay que cuidarnos (P3, 69 años, mujer).

Los (des) acuerdos sobre el cuidado. Las resistencias de ellos para involucrarse

La generización del cuidado es una realidad en el contexto cultural de quienes participaron como informantes en este estudio, y esto deriva también en exigencias que se contemplan extraordinarias y retadoras para el propio género. Víctor cuida de su esposa de 65 años, ella se encuentra en silla de ruedas desde hace siete tras la amputación de uno de sus pies, él no asume el cuidado de su pareja y el de su casa como su trabajo, habla de que “ayuda” aunque esto le demanda la totalidad de su día, ya que nadie más participa en este cuidado.

Estamos aquí casa, pero siempre ando estresado por lo que hace falta, haciendo lo que hacía mi esposa, ella que se dedicaba al hogar, ahora trato de ayudarle a hacerlo, ese fue el cambio de la vida (P4, 67 años, hombre).

Los retos que implica el cuidado no son menores, para Víctor resulta incómodo y evade reconocer que el cuidado es su actividad central diariamente, quizá esta incomodidad la elabore desde el inconsciente, lo que sí hace consciente es dar cuenta de las resistencias que su único hijo varón despliega para no involucrarse de ninguna manera en el cuidado de su madre.

No nos gusta, la verdad, no nos gusta involucrarnos, yo me involucré pues por necesidad, por no tener para pagar una enfermera o a una persona que esté capacitada para hacer ese tipo de trabajos ... lo veo en mi hijo, le digo estoy curando a tu mamá, y me dice -entonces me espero- se sale, no me dice, ¿en qué te ayudo? (P4, 67 años, hombre).

No todos los hombres pueden evadir con éxito el participar del cuidado, algunos como Víctor y Alejandro, se ven obligados a participar del cuidado. En el caso de Alejandro, cuando su padre sufrió un infarto cerebral, volvemos a observar la insistencia en convencernos de que él no se dedica prioritariamente al cuidado, como si hacerlo fuese algo indigno.

Yo no tengo un horario fijo, podía cuidarlo, pero no creas que estaba pegado con él, lo bañaba, que le dieran de comer, y ya yo hacía mis actividades, mi hermana que estaba aquí en la casa y mi sobrina pues eran las que cuidaban (P10, 65 años, hombre).

La narrativa visibiliza como desde la perspectiva masculina “cuando no queda otra” se asumen y ejercen las tareas del hogar aun con el pensamiento de que se está “ayudando” a la mujer a realizar “sus actividades”.

Discusión y conclusiones

Los resultados evidencian que tal como habíamos presupuesto, la vejez es una experiencia que se diferencia de forma relevante en función del género y la clase tanto en la disposición que existe para cuidar, como en la que implica recibir cuidado, lo cual, a su vez, está influenciado por los recursos con que se es cuidado y con los que se cuida. Las divergencias narradas respecto al lugar que conciben como el mejor para ser viejo(a), evidencia cómo las identidades sociales se vinculan con las esferas pública y privada, sustentándose protagónicamente en los roles de género, que emergieron, como proponen Rosario Aguirre y Sol Scavino (2018, p. 30), a manera de una estructura que funda, estratifica y desde la que se operan las personalidades, las normas culturales y las instituciones que delinean la identidad de hombres y mujeres a lo largo de toda su vida, incluida la vejez. Así como también enmarcados en los recursos materiales que se han podido generar a lo largo de la vida, y que están determinados por las (falta de) oportunidades para acceder a la educación y el empleo, dadas las desigualdades de género (SCHNEIDER; PAVIN, 2021, p. 4).

Y es que el espacio que conciben idóneo para vivir la vejez se perfila con tal idoneidad a partir de las posibilidades que contemplan en este para cuidar y ser cuidados, en tanto conciben el cuidado como una función social generizada. Mientras las mujeres dimensionan la permanencia en casa como una posibilidad para continuar “siendo ellas” y seguir encargándose de la reproducción social, los varones parecen no estar tan convencidos de que la casa sea un buen lugar para hacerse viejos, porque quedarse en casa representa la discontinuidad de las funciones sociales asignadas patriarcalmente al “ser hombre”. En este contexto, ser como personas se encuentra sustentado en estereotipos de género que en la medida que se conserven les permiten ser visibles y reconocidos como sujetas y sujetos sociales (Camila FERREIRA; Leticia ISAAC; Vanessa XIMENES, 2018, p. 112), y es que, como señala Simone de Beauvoir desde el existencialismo, el reto más grande en la vejez es el de ir contra la invisibilidad impuesta por una sociedad que valora a los sujetos en la medida que pueden "hacer", y ese “hacer” está enmarcado en los estereotipos de género (Asunción BERNÁRDEZ, 2009, p. 39-42). Uno es no solo a partir de la propia existencia, sino del reconocimiento de lo que somos a la vista de los demás. Desde esta afirmación, mientras permanecer en casa representa la oportunidad de las mujeres de continuar proveyendo cuidados, -función social asignada a las mujeres desde la perspectiva patriarcal-, para los hombres, habitar este espacio significa el destierro del ámbito público para ser domesticado, con la amenaza que esto implica para la masculinidad hegemónica. Para las mujeres, estar en casa implica continuar produciendo bienes reproductivos, en tanto para los hombres, quedarse en casa implica dejar de ser productivos (Ricardo IACUB, 2017, p. 4-5).

Karina Orozco y César González (2021, p. 119) identifican diversos modelos de cuidado emergente en torno al cuidado en la vejez. En este estudio, nos dimos cuenta de que, mientras las mujeres tienden a estructurar sus realidades y proyectos futuros en torno al cuidado desde un modelo familiarista, donde la responsabilidad de cuidar se asigna principalmente a la familia, y dentro de esta, principalmente a las mujeres, los varones lo hacen desde un modelo desfamiliarizador, centrado más bien en el mercado y el Estado. Lo anterior puede tener razón, en función de que mientras las mujeres contemplan el acto de cuidar como parte de su cotidianeidad y en dicho sentido contemplan la posibilidad de ser cuidadas como resultado de un acto de reciprocidad, el cuidado no resulta cercano ni deseable para la masculinidad hegemónica. Los varones, si las condiciones económicas no fueran impedimento, acudirían para recibir cuidados institucionalizados, y es que, a diferencia del resto de las etapas de su vida, ahora se dan cuenta que no pueden solo recibir cuidados, también tienen que otorgarlos y esto se ha documentado como una situación incómoda para la masculinidad hegemónica, ya que el cuidado permanece cargado de simbolismos femeninos asociados al maternaje (Ana HERNÁNDEZ; 2016, p. 48). La masculinidad hegemónica se trastoca al quedarse en casa, un escenario que ha sido construido como la unidad de la reproducción, hecho y sostenido por mujeres (Claudia DANANI, 2017, p. 43-47).

En este contexto, resulta prudente dar cuenta de que el hecho de que las mujeres permanezcan en casa desde este imaginario constituye para ellas un riesgo psicosocial, pues, como hemos dado cuenta en las narrativas, el detrimento de sus habilidades para cumplir con los mandatos del cuidado afecta su identidad, autoestima y su sentido de valía, lo que autores como Carmen Fernández et al. (2020, p. 3) y Mercedes Hernández et al. (2020, p. 2) identifican contribuyente a alteraciones del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad; riesgos que se potencian en el marco de la falta de acceso a recursos materiales.

Otra situación que puede contribuir a la afectación psicosocial de estas mujeres tiene que ver con el hecho de que permanecer en casa genera a su vez otro tipo de preocupaciones y miedos, entre los que destaca el de ser abandonadas. Como señala Marcela Lagarde (2012, p. 128), las mujeres somos formadas en lo social para pensarnos sujetas no a partir de nosotras mismas, sino a partir de quienes nos acompañen, consecuentemente, no estar acompañadas se interpreta como una experiencia de desolación y no de soledad, derivado de una serie de dependencias (emocionales, económicas, etc.) que la sociedad nos genera a lo largo de la vida y una especie de dependencia vital de existir y estar, sí y solo sí, estamos acompañadas. Muchas mujeres adultas mayores viven y mueren en la desolación, porque la cultura patriarcal las convenció de que su existencia es a partir de los otros, produciendo cuidados para estos.

La resistencia que manifiestan algunas de las participantes respecto a salir de su casa o el miedo de ser despojadas evidencia, por otra parte, el resquicio de poder que observan asociado no en sí a un espacio físico, sino a las actividades de reproducción social que dentro de este escenario pueden llevar a cabo, ejerciendo decisiones dentro de un escenario que además consideran aún más propio durante la vejez, pues lo comparten con hombres que contemplan con menos poder dentro de dichos escenarios, y es que como otros autores han señalado, la vejez trae aparejado un cambio en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, un fenómeno de feminización de lo masculino (José VALCUENDO; Juan BLANCO, 2015, p. 8). Sin embargo, en este tenor pensar en la posibilidad de que el género se invierta hacia la vejez implicaría reconocer que una serie de condiciones relacionadas con la autonomía y el sentido de logro negadas a las mujeres en otras etapas de vida podrían estarse dando en la última etapa de vida. Sin embargo, en este contexto, debemos ser cuidadosas respecto a invisibilizar las desigualdades que continúan reproduciéndose para las mujeres y las resistencias que las masculinidades implementan frente a la incomodidad de aprender "a ser" en lo doméstico.

Para profundizar en lo anterior resulta necesario reparar en las vivencias de hombres y mujeres en torno al acto de cuidar y ser cuidados. Por un lado las mujeres hablan de permanecer en casa más para continuar cuidando que para ser cuidadas, sin reconocer el esfuerzo y la carga que esto trae consigo, sino asumiéndolo como una tarea natural a su condición de mujeres, a la que deben dar cumplimiento, independientemente de las condiciones de enfermedad y/o discapacidad que puedan cursar (Ismael JIMÉNEZ; María MOYA, 2018, p. 431). Por otro lado, para los varones, el ser cuidado se vive a manera de una situación abstracta, no hablan de cómo son cuidados, tampoco de quien(es) los cuidan, menos aún de las necesidades de cuidado que se han generado con la edad. El cuidado no figura como parte de su cosmovisión, no hasta que son ellos quienes deben cuidar. Es entonces que hablan de las necesidades de cuidado que genera la otra persona y de las actividades que hacen para “apoyar”, porque además no lo llaman cuidado, de igual forma que narran esta experiencia haciendo énfasis en que esa no es su ocupación, y es que el trabajo de cuidados en la sociedad no se considera un trabajo. Como señala Cristina Carrasco (2016, p. 36), para la mirada masculina y patriarcal, el sostenimiento de la vida se naturaliza y no se reconoce como bien, porque está centrado en la promoción del desarrollo y en la ética del cuidado, y no en la acumulación promovida desde el capitalismo.

Es cuando cuidan, que los participantes dan cuenta de la inversión de tiempo y esfuerzo que implican los cuidados que siempre recibieron y nombraron “amor”; es entonces cuando se visibilizan interdependientes en el cuidado, y si bien preferirían no hacerlo, terminan por involucrarse, porque, como señalan ellos mismos, no cuentan con los recursos económicos para pagar a alguien que los haga o no cuentan con redes suficientes para deslindarlo en alguien más. Es hasta que cuidan que problematizan el cuidado en los términos que señalan Christel Keller y Sandra Ezquerra (2021, p. 18), “como una cuestión política central y no como un problema individual y privado”.

Pero lo que hemos dado cuenta también en esta investigación, es que lo que sostiene la actitud frente a los cuidados en estas mujeres no es la sumisión ante la explotación o el maltrato, sino una lógica de solidaridad con la que han sido socializadas a lo largo de toda su vida (Constanza TOBÍO, 2008, p. 89), y que es la base de lo que se ha denominado como ética del cuidado, término desde el que se problematiza lo moral desde el género, pretendiendo ver como natural, y no como socialmente construida, la disposición de las mujeres para relacionarse más íntimamente con la vulnerabilidad propia y ajena, asumiendo una actitud de corresponsabilidad (Jaume MARTÍNEZ; Margot PUJAL; Enrico MORA, 2021, p. 13). Otras autoras han explicado como una estrategia lógica de retribución para reequilibrar las desigualdades del sistema social que las vulnera la solidaridad que las participantes desarrollan con sus congéneres y, en general, con su comunidad (María ESCOBAR; Maritza CHARRI; Amparo MICOLTA, 2020, p. 152), lo que también podría explicar que las mujeres dediquen más tiempo y energía que los hombres a nutrir y ampliar su red social, como han señalado otros autores (Rosa FLORES; GARAY, 2019, p. 387).

Pero el intercambio de los cuidados no siempre ocurre en un marco de justicia e igualdad. Las informantes señalaron también el temor a ser sobreexigidas por sus familias, dado que conocen casos en los que así ha sucedido. Este temor no es infundado, se han documentado situaciones de abuso del tiempo y energía de las mujeres adultas mayores para cuidar de otros, incluso se ha nombrado como esclavitud. En sociología se ha acuñado el término "El síndrome de abuela esclava", al que define como una condición que

Afecta a mujeres maduras sometidas a una sobrecarga física y emocional, y que origina graves y progresivos desequilibrios, tanto somáticos como psíquicos…asumen la crianza y cuidado de los nietos, como si volvieran a ser madres por segunda vez tras padecer la crisis del “nido familiar vacío” debido a la emancipación de sus hijos, manteniéndose siempre al servicio de los miembros de la familia que frecuentemente están demandando su atención. También se suelen encargar de cuidar de familiares enfermos o dependientes de forma sistemática, además de realizar labores domésticas en casas de sus hijos (Santiago CAMBERO; Artemio BAIGORRI, 2019, p. 76).

Pese a lo antes señalado, como han podido darse cuenta, las mujeres comienzan a visibilizar esto como un riesgo potencial y han tratado de adoptar estrategias que reduzcan su vulnerabilidad frente a dichas situaciones.

Con base en los hallazgos de esta investigación, podemos plantear que, en otras condiciones identificadas contribuyentes a una mayor sobrevivencia de las mujeres, como son las relaciones y el conocimiento de sus propios cuerpos, su actitud frente al cuidado y para acercarse al sistema de salud (CEPAL, 2014, p. 17), es deseable sumar y documentar en mayor profundidad, las estrategias que implementan para acceder a una red de cuidados más amplia.

Para concluir, no queda más que reiterar que no existe heterogeneidad en las vivencias de la vejez, ni siquiera al interior del grupo de las mujeres, mucho menos entre hombres y mujeres. ¿Por qué la habría, si la trayectoria social de hombres y mujeres está marcada por la diferencia? Pretender anular las diferencias sostenidas en el género en el estudio de las vejeces o en las políticas que se construyen en torno a ellas, es aportar a la invisibilización de las desigualdades y de las desventajas que las mujeres enfrentamos hasta la conclusión de la vida

Bibliografía

ALVARADO, Alejandra; SALAZAR, Ángela. “Análisis del concepto de envejecimiento”. Revista Gerokomos [En línea]. Barcelona, 2014, n. 2, p. 57-62. Disponible en Disponible en https://scielo.isciii.es/pdf/geroko/v25n2/revision1.pdf . ISSN 1578-164X. Consultado el 17/09/2021. [ Links ]

AGUIRRE, Rosario; SCAVINO, Sol. Vejeces de las mujeres, desafíos para la igualdad de género y la justicia social en Uruguay. Uruguay: Doble Clic Editoras. 2018. [ Links ]

ARROYO, María; SOTO, Luis. “La dimensión emocional del cuidado en la vejez”. Cuadernos de Trabajo Social [En línea]. Madrid, 2013, v. 26, n. 2, p. 337-347. Disponible en Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4685401 . ISSN 1988-8295. DOI: 10.5209/rev_CUTS.2013.v26.n2.41333. Consultado el 13/08/2021. [ Links ]

BALBUENA, Yamila; BRAVO, Florencia; CROVETTO, Horacio; DUPUY, Santiago; et al. "Vejez y envejecimiento: conceptualizaciones y abordajes desde las ciencias sociales". In: IULIANO, Rodolfo (Coord.). Vejez y envejecimiento: Aportes para investigación con adultos mayores desde las ciencias sociales, la psicología y la educación. La Plata: UNLP, 2019. p. 47-48. [ Links ]

BATTHYÁNY, Karina; GENTA, Natalia; PERROTTA, Valentina. La población uruguaya y el cuidado, análisis de representaciones sociales y propuestas para un Sistema de Cuidados en Uruguay. Montevideo: Universidad de la República, 2013. [ Links ]

BERNÁRDEZ, Asunción. “Transparencia de la vejez y sociedad del espectáculo: Pensar a partir de Simone de Beauvoir”. Investigaciones Feministas [En línea]. Madrid, 2009, v. 0, p. 29-46. Disponible en Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5041808 . ISSN 2171-6080. Consultado el 22/10/2021. [ Links ]

CAMBERO, Santiago; BAIGORRI, Artemio. “Envejecimiento activo y ciudadanía senior”. Empiria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales [En línea]. Madrid, 2019, n. 43, p. 59-87. Disponible en Disponible en https://revistas.uned.es/index.php/empiria/article/view/24299 ISSN 2174-0682 . DOI: 10.5944/empiria.43.2019.24299. Consultado el 03/08/2021. [ Links ]

CARRASCO, Cristina. “Sostenibilidad de la vida y ceguera patriarcal. Una reflexión necesaria”. Atlánticas. Revista Internacional de Estudios Feministas [En línea]. Coruña, 2016, v. 1, n. 1, p. 34-57, Disponible en Disponible en https://revistas.udc.es/index.php/ATL/article/view/arief.2016.1.1.1435 . ISSN 2530-2736. DOI: 10.17979/arief.2016.1.1.1435. Consultado el 06/07/2021. [ Links ]

CEPAL. Proyecciones de población. Observatorio Demográfico de América Latina y el Caribe. Santiago de Chile: CEPAL, 2014. [ Links ]

COMAS, Dolors. “Cuidados y derechos el avance hacia la democratización de los cuidados”. Revista Cuadernos de Antropología Social [En línea]. Buenos Aires, 2019, n. 49, p. 13-29. Disponible en Disponible en http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/CAS/article/view/6190/5626 . ISSN 1850-275X. DOI: 10.34096/cas.i49.6190. Consultado el 17/11/2021. [ Links ]

DANANI, Claudia. “La gestión de la política social: un intento de aportar a su problematización”. In: CHIARA, Magdalena; DI VIRGILIO, Mercedes (Org.). Manual de gestión de política social, concepto y herramientas. Buenos Aires: Prometeo-UNGS, 2017. p. 25-52. [ Links ]

ENRÍQUEZ, Rocío. “Feminización y colectivización del cuidado a la vejez en México”. Cuadernos de pesquisa [En línea]. Brasil, 2014, v. 44, n. 152, p. 378-399. Disponible en Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6209406 . ISSN 1980-5314. Consultado el 12/12/2021. [ Links ]

ESCOBAR, María Cénide; CHARRY, Maritza; MICOLTA, Amparo. “Don, reciprocidad y cuidado entre mujeres de varias generaciones familiares”. Encuentros [En línea]. Maracaibo, 2020, v. 18, n. 2, p. 142-156. Disponible en Disponible en http://ojs.uac.edu.co/index.php/encuentros/article/view/2310 . ISSN 2216-135X. DOI: 10.15665/encuen.v18i02.2310. Consultado el 07/01/2022. [ Links ]

FERGUSSON, Ingrid; ROJAS, Claudio; PIÑA, Marcelo; POLANCO, Roberto; et al. “Gerontología: una mirada bibliométrica de las citaciones clásicas en web of science (1975-2018)”. Terapia psicológica [En línea]. Santiago de Chile, 2020, v. 38, n. 1, p. 29-46. Disponible en Disponible en https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48082020000100029 . ISSN 0718-4808. DOI: 10.4067/s0718-48082020000100029. Consultado el 08/05/2021. [ Links ]

FERNÁNDEZ, Carmen; CUETO, Irene; GRANDE, María. “Diferencias de carga en el cuidado asociadas al género”, Revista ENE [En línea]. España, 2020, v. 14, n. 1, p. 1416-1922. Disponible en Disponible en https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1988-348X2020000100006 . ISSN 1198-348X. Consultado el 02/01/2022. [ Links ]

FERREIRA, Elsa; FRAGA, Ieda; AMORIM, Marco. “Relações de gênero e educação profissional: a presença das mulheres”. Educação: Teoria e Prática [En línea]. Rio Claro, Brasil, 2020, v. 30, n. 63, p. 1-17. Disponible en Disponible en https://doi.org/10.18675/1981-8106.v30.n.63.s13561 . ISSN 2237-8707. Consultado el 10/09/2021. [ Links ]

FERREIRA, Camila; ISAAC, Leticia; XIMENES, Vanessa. “Cuidar de idosos: um assunto de mulher?”. Est. Inter. Psicol. [En línea]. Londrina, 2018, v. 9, n. 1, p. 108-125. Disponible en Disponible en http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2236-64072018000100007 . ISSN 2236-6407. Consultado el 08/08/2021. [ Links ]

FLORES, Rosa; GARAY, Sagrario. “Calidad de vida y vejez masculina en México”. Perspectivas. Revista de Ciencias Sociales [En línea]. Ciudad del Rosario, 2019, n. 8, p. 380-392. Disponible en Disponible en https://perspectivasrcs.unr.edu.ar/index.php/PRCS/article/view/67 . ISSN 2215-2601. DOI: 10.35305/prcs.v0i8.67. Consultado el 07/08/2021. [ Links ]

FREIXAS, Anna. “La vida de las mujeres mayores a la luz de la investigación gerontológica feminista”, Revista anuario de psicología [En línea]. Barcelona, 2008, v. 39, n. 1, p. 41-57. Disponible en Disponible en https://revistes.ub.edu/index.php/Anuario-psicologia/article/view/8393 . ISSN 1988-5253. DOI: 10.1344/%25x. Consultado el 21/01/2022. [ Links ]

GARAY, Sagrario; MONTES DE OCA, Verónica; ARROYO, Concepción. “Costos de los cuidados e implicaciones para las cuidadoras de personas mayores en México”. In: FERNÁNDEZ, Gloria; ROJO, Fermina (Eds.). Envejecimiento activo, calidad de vida y género: Las miradas académicas, institucional y social. España: Tirant lo Blanch, 2021. p. 527-550. [ Links ]

GARTZIA, Leire; ARITZETA, Aitor; BALLUERKA, Nekane; BARBERÁ, Esther. “Inteligencia emocional y género: más allá de las diferencias sexuales”. Anales de psicología [En línea]. España, 2012, v. 28, n. 2. p. 567-575. Disponible en Disponible en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16723135028 . ISSN 1695-2294. Consultado el 10/10/2021. [ Links ]

GHERARDI, Natalia; ZIBECCHI, Carla. "El derecho al cuidado: ¿una nueva cuestión social ante los tribunales de justicia de argentina?". Revista de Ciencia Política [En línea]. Chile, 2011, v. 49, n. 1, p. 107-138. Disponible en: Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=64522754005 . ISSN 0718-090X. Consultado el 24/10/2021. [ Links ]

GONZÁLEZ, Lina. Trabajo de cuidado y vejez: condiciones laborales, dinámicas organizacionales y devaluación social. Bogotá: Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo, 2014. [ Links ]

GUEVARA, Nora. “Impactos de la institucionalización en la vejez. Análisis frente a los cambios demográficos actuales”. Entramado [En línea]. Colombia, 2016, v. 12, n. 1, p. 138-151. Disponible en Disponible en http://www.scielo.org.co/pdf/entra/v12n1/v12n1a10.pdf . ISSN 2539-0279. DOI: 10.18041/entramado.2016v12n1.23110. Consultado el 23/12/2021. [ Links ]

HERNÁNDEZ, Ana. “Cuidar se escribe en femenino: Redes de cuidado familiar en hogares de madres migrantes”. Psicoperspectivas [En línea]. Valparaíso, 2016, v. 15, n. 3, p. 46-55. Disponible en Disponible en https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-69242016000300005 . ISSN 0718-6924. DOI: 10.5027/psicoperspectivas-Vol15-Issue3-fulltext-784. Consultado el 13/11/2021. [ Links ]

HERNÁNDEZ, Mercedes; FERNÁNDEZ, Ma. José; BLANCO, Manuel; ALVES, María; et al. “Depresión y sobrecarga en el cuidado de personas mayores”. Revista Española de Salud Pública [En línea]. Madrid, 2020, v. 93, e201908038. Disponible en Disponible en https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272019000100089 . ISSN 2173-9110. Consultado el 23/10/2021. [ Links ]

IACUB, Ricardo. “Masculinidades en la vejez”. Voces en el Fénix [En línea]. Argentina-Larna, 2017, n. 36, p. 1-10. Disponible en Disponible en https://www.gerontologia.org/portal/archivosUpload/uploadManual/Masculinidades-en-la-vejez.pdf . ISSN 1853-8819. Consultado el 18/11/2021. [ Links ]

JIMÉNEZ, Ismael; MOYA, María. “La cuidadora familiar: sentimiento de obligación naturalizado de la mujer a la hora de cuidar”. Enfermería Global [En línea]. Murcia, 2018, v. 17, n. 49, p. 420-447. Disponible en Disponible en https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1695-61412018000100420 . ISSN 1695-6141. DOI: 10.6018/eglobal.17.1.292331. Consultado el 21/01/2022. [ Links ]

KELLER, Christel; EZQUERRA, Sandra. “Viviendas colaborativas de personas mayores: democratizar el cuidado en la vejez”. Revesco. Revista de Estudios Cooperativos [En línea]. Madrid, 2021, v. 137, p. 1-22. Disponible en Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7746805 . ISSN 1135-6618. DOI: 10.5209/reve.71867. Consultado el 10/12/2021. [ Links ]

LAGARDE, Marcela. La soledad y la desolación. Consciencia y Diálogo: Anales sobre Temas de Ciencias Humanas [En línea]. Bogotá, 2012, v. 3, n. 3, p. 125-131. Disponible en: Disponible en: https://es.scribd.com/doc/248983921/La-Soledad-y-la-Desolacion-doc . Consultado el 12/05/2022. [ Links ]

MARTÍNEZ, Jaume; PUJAL, Margot, MORA, Enrico. “Ética de cuidado y atención pública en salud mental: Un estudio de caso en Barcelona”. Salud Colectiva [En línea]. Argentina, 2021, v. 17, p. 1-18, ene 2021. Disponible en Disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-82652021000102966 . ISSN 1851-8265. DOI: 10.18294/sc.2021.2966. Consultado el 15/11/2022. [ Links ]

OROZCO, Karina; GONZÁLEZ, César. “Familiarización y feminización del trabajo de cuidado frente al trabajo remunerado en México”. Debate Feminista [En línea]. México, 2021, v. 62, p. 117-141. Disponible en Disponible en https://debatefeminista.cieg.unam.mx/df_ojs/index.php/debate_feminista/article/view/2276 . ISSN 0188-9478. DOI: 10.22201/cieg.2594066xe.2021.62.2276. Consultado el 12/01/2022. [ Links ]

PACHECO, Edith. “El trabajo de cuidado desde la perspectiva del uso del tiempo”. En: FERREYRA, Marta (Coord.). El trabajo de cuidados: Una cuestión de derechos humanos y políticas públicas. México: ONU MUJERES, 2018. p. 68-82. [ Links ]

PAUTASSI, Laura. “Inaugurando un nuevo escenario: el derecho al cuidado de las personas adultas mayores”. Argumentos, revista de crítica social [En línea]. Argentina, 2015, n. 17, p. 257-280. Disponible en Disponible en https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/argumentos/article/view/1322/1214 . Consultado el 10/01/2022. [ Links ]

RAMÍREZ, Mirliana; AGUILERA, Roselyn; SALAMANCA, Carla; SALGADO, Catalina; et al. “Mayores cuidando mayores: sus percepciones desde una mirada integral”. Enfermería [En línea]. Montevideo, 2018, v. 7, n. 2, p. 83-108. Disponible en Disponible en http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2393-66062018000200083 . ISSN 2393-6606. DOI: 10.22235/ech.v7i2.1653. Consultado el 20/06/2021. [ Links ]

ROMERO, Magela; ECHEVARRÍA, Dayma; DÍAZ, Danay. “Cuidar y ser cuidado (a): Experiencias en el centro histórico de la Habana Vieja”. Revista Novedades en Población [En línea]. Cuba, 2021, v. 16, n. 32, p. 182-211. Disponible en Disponible en http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=s1817-40782020000200182&lng=es&tlng=en . ISSN 1817-4078. Consultado el 10/06/2022. [ Links ]

SCHNEIDER, Nathalie; PAVIN, Raquel. "As relações de gênero e a feminização da velhice". Diálogo [En línea]. Brasil, 2021, n. 48, p. 1-9. Disponible en Disponible en http://revistas.unilasalle.edu.br/index.php/Dialogo . ISSN 2238-9024. Consultado el 16/11/2022. [ Links ]

TOBÍO, Constanza. “Redes Familiares, género y política social en España y Francia”. Política y Sociedad [En línea]. Madrid, 2008, v. 45, n. 2, p. 87-104. Disponible en Disponible en https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/view/POSO0808230087A. ISSN 1988-3129 . Consultado el 06/06/2022. [ Links ]

VALCUENDO, José; BLANCO, Juan. “Hombres y masculinidad ¿Un cambio de modelo?”. Revista Maskana [En línea]. Cuenca, 2015, v. 6, n. 1, p. 1-17. Disponible en Disponible en https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/maskana/article/view/442/402 . ISSN 2477-3129. Consultado el 10/02/2022. [ Links ]

Como citar este artículo de acuerdo con las normas de la revista: GONZÁLEZ-MORENO, Jazmín; RANGEL-FLORES, Yesica. “Vivencias sobre cuidado en la vejez, análisis desde la gerontología crítica feminista”. Revista Estudos Feministas, Florianópolis, v. 31, n. 2, e85984, 2023.

Financiación: No se aplica.

Consentimiento de uso de imagen: No se aplica.

Aprobación de un comité de ética en investigación: No se aplica.

Recibido: 15 de Febrero de 2022; Revisado: 09 de Diciembre de 2022; Aprobado: 14 de Marzo de 2023

jazz.glzz@hotmail.com

yesica.rangel@uaslp.mx

Rosa Jazmín González Moreno (jazz.glzz@hotmail.com) es Licenciada en Derecho y Maestra en Derechos Humanos. Líneas de investigación: población adulta mayor y derecho al cuidado

Yesica Yolanda Rangel Flores (yesica.rangel@uaslp.mx) es Licenciada y Maestra en Ciencias de la Enfermería y Dra. en Ciencias Sociales. Profesora investigadora de tiempo completo en la UASLP. Investigadora Nacional Nivel II ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en México, en el área de Humanidades: Estudios de género

Conflicto de intereses: No se aplica

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons