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Educar em Revista

versão impressa ISSN 0104-4060versão On-line ISSN 1984-0411

Educ. Rev. vol.39  Curitiba  2023  Epub 06-Set-2023

https://doi.org/10.1590/1984-0411.86739 

DOSSIER: LOS PROCESOS MIGRATORIOS Y LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA TRANSNACIONAL

“L’Educatore”: una revista semanal educativo entre didáctica, política y estrategias institucionales del asociacionismo italiano en Buenos Aires (1880)

“L’Educatore”: uma revista educativa entre didática, política e estratégias institucionais do associacionismo italiano em Buenos Aires (1880)

“L’Educatore”: an educational magazine between didactics, politics and institutional strategies of Italian associationism in Buenos Aires (1880)

*Universidad de Turín, UniTo, Turin, Itália. E-mail: paulaalejandra.serrao@unito.it; paolo.bianchini@unito.it


RESUMEN

El trabajo analiza los nueve números del semanario educativo “L’Educatore” (1880), publicado en Buenos Aires para las escuelas de las asociaciones italianas de ayuda mutua de la ciudad. Dirigido por los maestros italianos Pietro Bertazzoni y Lorenzo Fazio, “L’Educatore” permite reflexionar sobre las estrategias usadas por los docentes en un contexto marcadamente migratorio. Su bilingüismo, su currículum “mixto” y su orientación laica y republicana invitan a redimensionar la imagen nacionalista y expansionista construida sobre la educación italiana en el extranjero entre los siglos XIX y XX.

Palabras claves: Prensa Italiana; Buenos Aires; Escuelas Italianas en el Extranjero; Asociacionismo

RESUMO

O trabalho analisa os nove números do semanário educativo “L’Educatore” (1880), publicado em Buenos Aires para as escolas das associações italianas de ajuda mútua da cidade. É uma publicação dirigida pelos professores italianos Pietro Bertazzoni e Lorenzo Fazio, que permite refletir sobre as estratégias educacionais e o material didático produzido pelos professores para uma população de origem migrante. Seu bilinguismo, seu currículo “misto” e sua orientação laica e republicana convidam a redimensionar a imagem nacionalista e expansionista construída sobre a educação italiana no exterior entre os séculos XIX e XX.

Palavras-chave: Imprensa Italiana; Buenos Aires; Escolas Italianas no Exterior; Associativismo

ABSTRACT

The paper analyzes the nine issues of the educational magazine “L’Educatore” (1880), published in Buenos Aires for the schools of the Italian mutual aid societies of the city. Directed by the Italian teachers Pietro Bertazzoni and Lorenzo Fazio, “L’Educatore” leads to reflect on the strategies used by teachers in a markedly migratory context. Its bilingualism, its “mixed” curriculum and its lay and republican orientation allow to resize the nationalist and expansionist image built on Italian education abroad between 19th and 20th centuries.

Keywords: Italian Press; Buenos Aires; Italian Schools Abroad; Associationism

Introducción

En las últimas décadas se han multiplicado las investigaciones sobre la historia de las escuelas italianas en el extranjero, que en líneas generales siguieron las rutas de los flujos migratorios italianos y las miras colonialistas del Estado peninsular (BARAUSSE, 2022; CASTELLANI, 2018; SALVETTI, 2002). Curiosamente, el caso argentino, uno de los principales destinos de los emigrados italianos, cuenta con pocos estudios (SERRAO, 2020; FRID DE SILBERSTEIN, 1988; FAVERO, 1984), aún si entre los siglos XIX y XX las asociaciones italianas de ayuda mutua fundaron numerosas escuelas italianas, sobre todo en Buenos Aires. Por eso mismo, el presente trabajo intenta contribuir al conocimiento del tema a través del estudio de “L’Educatore”, un periódico escolar dirigido a las escuelas italianas de Buenos Aires, publicado en dicha ciudad (1880) por dos maestros emigrados, Pietro Bertazzoni y Lorenzo Fazio.

La prensa educativa ha sido objeto de diversas investigaciones (BARAUSSE et al, 2021; FINOCCHIO, 2009; CHIOSSO, 1997) sobre la circulación, elaboración y apropiación de ideas y de métodos de enseñanza; sobre la discusión y aplicación de políticas educativas; sobre la promoción de sensibilidades e identidades colectivas; sobre los reclamos gremiales de los maestros, etc. Así mismo, también son numerosos los trabajos sobre la prensa italiana en el extranjero y, más específicamente, sobre su incidencia en la formación de comunidades políticas y étnicas (DESCHAMPS; SERGI, 2021; SERGI, 2010). Menos frecuentes son los análisis sobre el aspecto propiamente educativo de la prensa migrante (CAMARA BASTOS; BARAUSSE, 2021; ASCENZI, 2020): para el caso argentino, por ejemplo, los mismos son casi inexistentes (SERRAO, 2022), aún si la prensa italiana o ítalo-argentina ha generado interesantes y prolíficos trabajos (SERGI, 2012; BERTAGNA, 2009).

En diálogo con dicha producción historiográfica, el presente artículo analiza la propuesta educativa de “L’Educatore”, deteniéndose en sus contenidos republicanos, laicos y “mixtos” (es decir, con elementos del currículum italiano y argentino), y en sus estrategias político-didácticas para operar en un contexto socio-institucional complejo, marcado por la crisis de la corriente mazziniana en las asociaciones mutuales de la ciudad, la multiplicación de las críticas sobre los problemas económicos, didácticos y organizativos de las escuelas italianas y por los dilemas de las instituciones étnicas derivados de la gradual integración de los italianos en la sociedad porteña. La publicación, entonces, resulta un interesante observatorio para precisar los contornos y las tensiones de una propuesta ligada a valores “risorgimentali” laicos y republicanos, justo un año antes del inicio de los debates nacionalistas sobre la educación italiana.

Efectivamente, desde 1881 varios políticos y periodistas (SARMIENTO, 1881; SALDÍAS, 1889; ROJAS, 1909; MANZONI, 1994) iniciaron a ver en las escuelas italianas un peligro para la soberanía y la nacionalidad argentina, aún en formación. Las críticas no se basaban tanto en un conocimiento profundo sobre las escuelas, sino en la gradual toma de conciencia de la elite argentina sobre la importancia de la educación para la construcción de la nacionalidad, en sus temores sobre la eventual “desintegración nacional” producida por los masivos flujos migratorios y en la propuesta de algunos nacionalistas italianos de crear una potente “colonia italiana”1 capaz de influenciar los destinos de Argentina (BERTONI, 2001, p.24-36). Las necesidades políticas, entonces, hicieron que las escuelas italianas fueran presentadas en los diarios de manera simplificada, cuales meras instituciones promotoras de un nacionalismo purista, monárquico y colonialista. En este sentido, “L’Educatore” permite recuperar al menos una parte de la pluralidad de voces sobre la educación italiana en Argentina, fruto de la misma heterogeneidad social y política de los emigrados (DEVOTO, 2006).

La complejidad del objeto de estudio invita a triangular repertorios conceptuales provenientes de distintos campos, como los aportes teóricos de la historia cultural sobre la dimensión material y cultural de los textos impresos y las relaciones de poder que los atraviesan (BARRANCOS, 1996; CHARTIER, 1992), o los estudios “modernistas” sobre la nacionalidad y la identidad social en tanto dispositivos históricos construidos y en constante negociación (ANDERSON, 1993; HOBSBAWM, 1991). Así mismo, dado que el objeto de estudio trasciende las fronteras nacionales, el trabajo adopta un enfoque transnacional (ASCENZI et al, 2019; FUCHS; ROLDÁN VERA, 2019) atento a las interconexiones de saberes y de procesos históricos a ambos lados del Atlántico y a los complejos juegos de escalas entre las dinámicas locales, nacionales e internacionales. Finalmente, “L’Educatore”, conservado enteramente en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional Argentina (HBNA), es puesto en diálogo con otras fuentes hasta ahora inexploradas de la HBNA y del Archivo “Unione e Benevolenza” de Buenos Aires, en modo de complejizar su análisis.

El contexto de la publicación

El nacimiento de “L’Educatore” tuvo lugar en una ciudad marcada por la masiva llegada de emigrantes europeos, entre los cuales se destacaban los italianos, que en 1887 representaban el 31, 8 % de la población local. Su particular visibilidad también era consecuencia de la vitalidad de sus instituciones, entre las que se destacaban las sociedades de ayuda mutua, que por entonces contaban con más de 50 mil socios (DEVOTO, 2006, p.168-191; GANDOLFO, 1992; BAILY; SCARLI, 1982).

La primera asociación mutual de Buenos Aires fue “Unione e Benevolenza”, fundada en 1858 por un grupo de emigrados entre los cuales se encontraban varios exiliados independentistas y mazzinianos. La sociedad intentaba cubrir algunos de los servicios no garantizados totalmente por el Estado argentino, como la atención médica y las pensiones por vejez e por imposibilidad para el trabajo, y también disputar la conducción de la “colonia italiana” (CIBOTTI, 1988; DEVOTO, 1989). Efectivamente, en la Buenos Aires de los años cincuenta estaban en disputa dos liderazgos políticos, inspirados en las grandes líneas de pensamiento sobre la unidad italiana: por un lado, Cavour, la Monarquía y la élite piamontesa, representada por el Consulado del Reino de Cerdeña en Buenos Aires y, por el otro, Mazzini, Garibaldi y el Partido de Acción, encarnado por los republicanos exiliados. El conflicto siguió el ritmo de las alianzas y de los conflictos políticos de la península: en 1861, de hecho, luego de la proclamación del Reino de Italia, el grupo republicano se dividió en “moderados”, proclives a un acercamiento a la Monarquía, y “radicalizados”, contrarios a la misma. Con apoyo del Cónsul, al menos una parte del primer grupo abandonó “Unione e Benevolenza” y fundó una nueva asociación, “Nazionale Italiana”, autodeclarada simpatizante de la monarquía. Los conflictos políticos y los fraccionamientos continuaron hasta inicios de los años Setenta, gracias a una serie de eventos que marcaron el ocaso del grupo mazziniano y el nacimiento de un “mutualismo apolítico” (SABATO; CIBOTTI, 1990, p.22): la toma de Roma y la unidad de Italia; la muerte de Mazzini; la Comuna de París, que puso en crisis la estrategia colaboracionista entre la clase media y baja; la difusión de un positivismo darwiniano, ahora más importante para la elite italiana en Buenos Aires que el idealismo romántico de Mazzini; la consolidación de la elite económica italiana en la ciudad, interesada en participar en la vida política de las instituciones étnicas; la crisis del grupo político de Bartolomé Mitre, aliado histórico del grupo de Mazzini; la canalización de las luchas políticas a través de la prensa italiana, etc. De esta forma, las asociaciones se colocaron “en el marco de un área laico moderada, con una adhesión a la monarquía presente en todas aunque con diverso grado de entusiasmo” (DEVOTO, 1989, p.189) mejorando su relación con el Consulado.

La fundación de las primeras escuelas italianas, inauguradas en 1867 por las dos asociaciones antes mencionadas, se ubica en el ámbito de los esfuerzos de la dirigencia italiana por construir y liderar una “colonia italiana” a través de la enseñanza de la lengua y de la historia nacional: recordemos que hasta el momento las diferencias regionales y lingüísticas prevalecían entre los emigrados, que además se distribuían en todos los barrios y sectores socio-profesionales de la ciudad, fenómeno que obstaculizaba ulteriormente el nacimiento de una “comunidad imaginada”. Por otro lado, inspiradas en la experiencia educativa de las sociedades mutuales de Italia (GERA, 2000), las escuelas italianas también intentaban colmar la falta de escuelas públicas de Buenos Aires (FAVERO, 1984), que en 1856 sólo podían contener al 10 % de la población en edad escolar (ZORRILLA, 1888, p.435). El éxito de las primeras escuelas italianas sentó un precedente para que en las siguientes décadas otras asociaciones mutuales creasen nuevas escuelas mixtas, de niños, de niñas, de formación profesional, que en los primeros años ochenta acogían a más de dos mil alumnos, cifra que representaba más del 10 % del estudiantado de la ciudad.

Sin embargo, a pesar su crecimiento cuantitativo, en los años 1880 las escuelas italianas comenzaron a ser criticadas al interior de la misma comunidad: la crisis edilicia de las escuelas, los bajos salarios de los maestros y la falta de recursos didácticos se sumaban a la creciente percepción de que los programas eran poco útiles (LA PATRIA, 1880, p.1), en tanto, salvo contadas excepciones, no incluían contenidos sobre la Argentina, como el castellano, imprescindible para vivir y trabajar en la ciudad. Téngase en cuenta que, en líneas generales, los estudiantes pertenecían a familias de trabajadores calificados o semi-calificados (en sintonía a la base societal de las mutuales) y abandonaban los estudios en III o IV grado para insertarse en el mercado laboral. Los socios, entonces, empezaron a dudar sobre la conveniencia de destinar los recursos de las asociaciones a las actividades educativas (FAVERO, 1984, p.351), que, por otro lado, no podían recostarse en los subsidios del Estado italiano (dinero y material escolar), que sólo cubrían una pequeña parte de sus necesidades.

En lo que respecta al material escolar, los Consejos Didácticos solían encargar manuales escolares a las librerías de la península o de la ciudad, que de todas formas no satisfacían completamente sus expectativas. En 1880 el presidente del Consejo Didáctico de “Unione e Benevolenza”, una de las pocas escuelas en enseñar español e historia y geografía argentina, señaló como una de las principales dificultades de aquel año “el tener que utilizar libros que texto que no siempre respond[ían] a la necesidad y cuyo envío desde las casas editoriales sufr[ía] toda suerte de retardos e irregularidades” (ARCHIVIO UNIONE E BENEVOLENZA, 11/02/1881). En efecto, a las demoras en las entregas se sumaba la creciente insatisfacción por la ausencia de contenidos sobre el país receptor en los libros: en mayo de 1880, de hecho, el Consejo Didáctico había publicado un concurso dirigido a sus maestros para escribir un breve “Compendio de Geografía teórico-práctico propuesto a las escuelas italianas en la República Argentina”, que debía “seguir una detallada descripción de Italia y de la Argentina, bajo el aspecto físico, político, comercial y etnográfico” (ARCHIVIO UNIONE E BENEVOLENZA, 23/05/1881). El compendio buscaba facilitar el aprendizaje de los alumnos de la Geografía argentina y, probablemente, servir de apoyo en las clases de los maestros que, formados en las Escuelas Normales de Italia, no habían recibido educación formal sobre el Castellano, la Historia y la Geografía argentina.

Tal como veremos, “L’Educatore” dialogó con estas problemáticas, insertándose en una fase expansiva de la prensa escolar italiana y argentina, que intentaba brindar herramientas a los maestros de las escuelas públicas, muchas veces desprovistos de una verdadera formación específica (CHIOSSO, 2013; FINOCCHIO, 2009). En la Italia post unitaria, de hecho, la “sección didáctica” era la más consultada, ya que ofrecía a los docentes ejercicios de Gramática, Aritmética, nociones de Historia, de Geografía, de Ciencias, lecturas morales, dictados y modelos de correspondencia. De todas formas, debe decirse que en Buenos Aires, a pesar del vigor y de la variedad de la prensa italiana, los periódicos educativos de la comunidad fueron escasos: además de “L’Educatore” solo se tiene registro de “I figli dell’operaio italiano o lo svago istruttivo” (1887-¿), del periodista y educador Ignazio Martignetti y de su hermano Giacomo, docente de “Unione e Benevolenza”, y de “Il Maestro elementare” (1881-¿), dirigido por el periodista Luigi Gelmetti y el profesor Carlos Scotti (PARISI, 1907, p.302)2. La causa del fenómeno tal vez deba buscarse en el rápido declive cuantitativo de las escuelas italianas de fines del siglo, ligado al avance de la educación pública, al proceso de integración de los italianos en la sociedad local y a la crisis financiera de las asociaciones, que inclinó a muchos socios a priorizar las actividades tradicionales de las mismas, como la mutualidad y las prestaciones sanitarias, en detrimento de las escuelas (FAVERO, 1984, p.347).

Los autores

Los directores de “L’Educatore” eran los maestros Lorenzo Fazio y Pietro Bertazzoni. Este último provenía de Piacenza, Emilia Romaña, y era un ferviente sostenedor de los ideales de Mazzini. En 1870 participó de los motines republicanos de Piacenza, lo cual le valió un breve periodo en la cárcel, tras el cual volvió a la actividad docente en Carpaneto. En 1872 publicó el libro “Esercizi in dialetto piacentino da tradursi in italiano dagli alunni”3, donde sostuvo que el dialecto era la clave para la enseñanza del idioma nacional. Con el fin de que los alumnos se ejercitaran en sus casas y no olvidaran “la lengua patria”, solo usada en la escuela, el maestro proponía tareas de traducción con una importante carga moral, señalada en la introducción: “Para que la educación intelectual no se separe de la educación moral, he escogido ciertas frases e historias que tienden a infundir sentimientos buenos y nobles en el corazón de los jóvenes” (BERTAZZONI, 1872, p.7). Algunas de ellas eran: “Ayúdate y serás ayudado”, “Las mentiras tienen patas cortas” y “El diablo enseña a robar, pero no a esconder” (BERTAZZONI, 1872, p.11-12). Las autoridades educativas de Piacenza, sin embargo, desaprobaron el libro y, como respuesta, el maestro publicó “Ai maestri delle scuole rurali di questa provincia”4 (BERTAZZONI, 1873), donde sostuvo que su propuesta no reivindicaba los dialectos, sino que los utilizaba para enseñar el italiano, respetando las leyes de la pedagogía que indicaban ir de lo conocido a lo desconocido (BERTAZZONI, 1873, p.9). En la introducción, Bertazzoni se preguntaba: “¿Cómo es posible que [los] alumnos hayan podido entender el significado de vocablos por medio de vocablos cuyo significado desconocen por completo? Deben haber percibido su sonido, no la idea que representan” (BERTAZZONI, 1873, p.11). Si bien desde fines del siglo XVIII existía en Italia una larga tradición de manuales y diccionarios que enseñaban el italiano por medio del dialecto, debe señalarse que en los años inmediatamente posteriores a la unificación se produjo un duro enfrentamiento entre quienes querían salvaguardar las lenguas locales, encabezados por Graziadio Isaia Ascoli, y quienes veían en la unificación lingüística el instrumento más rápido y eficaz del “fare gli italiani”, siguiendo el ejemplo de Alessandro Manzoni. El debate fue más allá de las cuestiones filológicas y lingüísticas, e involucró diferentes formas de concebir el naciente Estado italiano. Aunque ganó la facción que veía el florentino como el idioma con más posibilidades de unificar las numerosas lenguas habladas en Italia, la cuestión de la relación entre los dialectos y la lengua nacional estuvo lejos de resolverse (RAICICH, 1982, p.239-244).

No se tiene información sobre la fecha y los motivos del viaje de Bertazzoni a Buenos Aires, pero sabemos que a inicios de 1880 participó en un concurso docente de “Unione e Benevolenza”, obteniendo el cargo de maestro suplente de la sede central. Sin embargo, a fines de abril renunció por causas no mencionadas en las actas (ARCHIVIO UNIONE E BENEVOLENZA, 24/02/1880; 23/04/1880). No se tiene registro de su actividad posterior, pero según Parisi (1907, p.302) habría muerto tempranamente, a los veintisiete años.

Lorenzo Fazio también fue maestro de “Unione e Benevolenza”, al menos durante abril de 1881 (ARCHIVIO UNIONE E BENEVOLENZA, 30/04/1881). Además, en enero de aquel año había sido vicesecretario de la sección pedagógico-didáctica del Primer Congreso Pedagógico Italiano, organizado en Buenos Aires por los Consejos Didácticos de las cinco asociaciones más grandes (“Nazionale Italiana”, “Unione e Benevolenza”, “Unione Operai Italiani”, “Colonia Italiana” e “Italia Unita”), con el sostén de los diarios italianos “L’operaio italiano” y “La Patria”, para reflexionar y mejorar el aspecto didáctico y económico de las escuelas. En la sección de Fazio se discutieron temáticas tales como la conveniencia de unificar los programas de las escuelas, los castigos y premios para mejorar la disciplina de los alumnos, la posibilidad de elaborar manuales específicos para las escuelas italianas, la institución de conferencias y conversatorios para los maestros y la necesidad de incorporar en los programas de estudio el Castellano, la Historia y la Geografía argentina (PARISI, 1907, p.293-298; LA NACIÓN, 1881, p.1).

Seguidamente, hay registros de un Lorenzo Fazio en la dirección de un periódico de Rosario, “L’Eco delle colonie” (1881-1883), de orientación mazziniana. También existe una biografía (CEBALLOS, 2007) sobre una persona con el mismo nombre, nacida en 1875 en Pieve di Teco, en el seno de una familia de buen pasar económico, graduada en Bellas Letras por el “Noble Colegio de la Misión” de Savona, que en 1879 emigró a Argentina, radicándose en Rosario. Allí, dirigió el diario “El Mensajero” y trabajó como docente de la Escuela Normal de profesores “Nicolás Avellaneda”, enseñando Castellano, Literatura e Historia. En 1884 se trasladó a la provincia de Santiago del Estero para dedicarse al cultivo de la caña de azúcar, donde contrajo matrimonio con Delia Rojas Castro, hermana de Absalón Rojas Castro, gobernador de la provincia entre 1886 y 1889. Durante este periodo publicó dos libros sobre Santiago del Estero (FAZIO, 1886; 1889) que describían y publicitaban la provincia, auspiciando el apoyo privado y público para desarrollo de la industria azucarera. En 1890 formó parte de la comitiva argentina para la exposición internacional de París y, al año siguiente, en la misma ciudad, publicó un breve libro en el que defendió a la Argentina de las críticas de un libelo de Emile Gravelle sobre la falta de industrias del país, el aparente mal estado de su agricultura y ganadera, su connivencia con la trata de blancas, etc. La biografía mencionada, sin embargo, no hace referencia al paso de Fazio por Buenos Aires entre 1880 y 1881, lo cual no permite confirmar que se trate de nuestro maestro.

La publicación

“L’Educatore” cuenta con nueve números publicados entre el 6 de abril y el 30 de mayo de 1880 por la compañía Tipografía ítalo-argentina, ubicada en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Su título retomaba el de diversas revistas, periódicos y semanales educativos de distintas ciudades de la península, como Génova, Turín y Nápoles (CHIOSSO, 1997, p.253-259). Cada número poseía entre tres y cuatro páginas con 34 cm de alto, sin imágenes y escritas en italiano, a excepción de algunos de los ejercicios y lecturas didácticas redactadas en español. La organización del contenido varía de número en número, aunque es posible distinguir cuatro registros textuales distintos: notas sobre temas educativos en las que generalmente no se especifica el autor (a excepción de Bertazzoni, Giovanni Ghisalbertis, maestro de “Unione e Benevolenza” y V. Isoldi, de quien no se tienen referencias); avisos sobre actividades de las mutuales (especialmente de “Unione e Benevolenza”); una “sección didáctica” con ejercicios y lecturas escolares; publicación y comentario de cartas enviadas por padres y docentes y de las “respuestas” de los estudiantes a los ejercicios del periódico. La revista no presenta espacios para propagandas comerciales, lo cual genera interrogantes sobre su forma de financiación. Respecto a su tirada, “L’Educatore” afirmaba que el ejemplar número seis había vendido más de mil copias, cifra probablemente algo aumentada dado que representaba casi la mitad de los alumnos de las escuelas italianas de la ciudad. Las formas de venta son hasta el momento desconocidas, aunque según el mismo periódico en “Unione e Benevolenza” sus números eran distribuidos por los mismos maestros (L’EDUCATORE, 1880, p.2). Según fuentes secundarias (BERNARDINI, 1890, p. 736), desde el 6 de junio de 1880 hasta el año 1885 habría salido “Il Nuovo Educatore”, la continuación de nuestra revista, del cual no han sido encontrado ejemplares. Su primer director habría sido Bertazzoni, sucedido luego de su muerte por Fazio.

Compartiendo el discurso apolítico del asociacionismo italiano, el primer número de “L’Educatore” declaraba su desinterés por toda polémica desvinculada al “desarrollo moral y espiritual” de los lectores/alumnos, y prometía publicar solo ejercicios y lecturas didácticas, acompañadas por las mejores composiciones de los estudiantes, para “suscitar en el ánimo de los niños aquella competencia, aquella emulación que tan beneficiosa” (L’EDUCATORE, 6/04/1880, p.1). Sin embargo, seguidamente, exponía sus creencias “radicalmente republicanas” y su voluntad de inculcarlas a los lectores (L’EDUCATORE, 6/04/1880,p.1). Desde esta perspectiva, describía a las escuelas primarias como pequeñas repúblicas presididas por maestros, que reunían a los “hijos del pobre como a los del rico”, poniéndolos en igualdad de condiciones5 (L’EDUCATORE, 6/04/1880, p.2). El primer número también declaraba que, aun respetando los credos ajenos, sería enemigo de la superstición y del fanatismo religioso: “desenmascararemos la hipocresía y haremos una guerra incesante a los Dioses falsos o mentirosos, ya sean marionetas de madera, oro o plata, o figuras feas y pálidas de carne y hueso envueltas en sotana negra” (L’EDUCATORE, 6/04/1880, p.1). El tono anticlerical era retomado en la lectura “Sagrada o esecranda?” (L’EDUCATORE, 6/04/1880,p.2), que proponía suplantar la enseñanza de la Historia Sacra, repleta de engaño, vicios, crueldades y violencias, por la lectura de los derechos y deberes del ciudadano. La revista, de hecho, tendía a vincular la religión con el fanatismo y las tiranías, y la educación con la libertad, el progreso, la civilización y la razón.

“L’Educatore” apoyó el proyecto escolar de las asociaciones de ayuda mutua (incluso el de la “Nazionale Italiana”, tradicionalmente monárquica) y se ofreció a publicar avisos escolares y escritos de alumnos y maestros, llegado a proclamarse “el eco de las numerosas escuelas de nuestra colonia” (L’EDUCATORE, 6/04/1880, p.1). Además, criticó la decisión de los padres italianos de mandar a sus hijos a las escuelas públicas argentinas, con argumentos que recuerdan la lucha de Bertazzoni por difundir la lengua italiana y superar el uso del dialecto: “muchos suelen decir: nuestros hijos ya saben el italiano: mandémoslos entonces a las escuelas del país. ¿Ya saben el italiano? No: no lo saben escribir, ni hablar. Lo que balbucean es dialecto; no es el idioma italiano” (L’EDUCATORE, 6/04/1880, p.3). Para la revista los emigrados eran “huéspedes” que debían conservar su patrimonio cultural y lingüístico y, al mismo tiempo, respetar a la Argentina, denominada la “segunda patria”. Lejos de promover un modelo de colonia cerrada, la revista alentaba el estudio del Castellano y la participación de los estudiantes en, por ejemplo, la conmemoración del Centenario del nacimiento de Bernardino Rivadavia6, afirmando, desde una óptica mazziniana, que “los grandes tienen por patria el mundo. Deber de todos es entonces darles el debido homenaje” (L’EDUCATORE, 9/5/80, p.2). Sin embargo, la publicación cuestionaba a las familias que, desilusionadas por la baja calidad educativa de las escuelas italianas, decidían cambiar a sus hijos a las del Estado argentino, inadecuadas por su distancia con la cultura italiana:

El señor Zerbi [uno de los padres disconformes] tiene pleno dominio para hacer educar a sus hijitos donde le plazca; pero no podemos dejar de señalarle que en las escuelas ocurre como en los jardines -no todos los alumnos son provechosos, no todos los árboles dan fruto por muy diligentes que sean los maestros, por muy laboriosos que sean los jardineros- y que si ciertas plantas no se desarrollan bien en su propio suelo, se marchitan, trasplantándolas fuera de su tierra (L’EDUCATORE, 09/05/1880, p.3).

La revista defendía a las escuelas de las quejas de los padres, argumentando que el bajo rendimiento de los alumnos no era responsabilidad de las instituciones o de los maestros, sino de los mismos estudiantes y/o de sus familias. Frente a las quejas del socio Ercole Canziani, quien afirmaba que su hijo no había aprendido nada en dos años y medio de estudio en “Unione e Benevolenza”, “L’Educatore” se preguntaba:

¿De quién es la culpa? ¿De los profesores tal vez, que, como sabemos, cumplen religiosamente con sus obligaciones? Cuando de cien niños que asisten a una escuela, cincuenta y uno son promovidos a la clase superior al final del año, puede decirse con razón que se ha obtenido un resultado satisfactorio en esa escuela, y que ni los padres ni las autoridades escolares están justificados para quejarse de la labor del maestro, que partió el pan del alma para cien niños, pero que solo cincuenta y uno recibieron el alimento vital de esa comida (L’EDUCATORE, 09/05/1880, p.3).

La defensa de los maestros, denominados “sacerdotes civiles” o “centinelas de la civilización” (L’EDUCATORE, 6/04/1880, p.2), fue una constante de “L’Educatore”, que lamentaba su escaso prestigio social y sus duras condiciones de trabajo. De hecho, opinaba que para mejorar la educación de las mutuales se debían elevar los sueldos docentes, contratar más maestros y abrir nuevas escuelas:

Padres, estarán de acuerdo con nosotros en que los tiempos de los milagros han pasado. ¿Quieren que sus hijos terminen en cuatro años la educación primaria? Hagan que en la sede social haya dos escuelas de nivel inferior, cada una de ellas dirigida por dos maestros, y encarguen la escuela de nivel superior a otros dos.

Dupliquen el número de escuelas: dupliquen el personal docente: páguenles bien y exijan mucho: y entonces, y sólo entonces, sus quejas estarán justificadas si los alumnos no terminan su curso elemental a los diez u once años (L’EDUCATORE, 09/05/1880, p.3)

Efectivamente, las asociaciones solían escatimar en salarios docentes, los cuales no cubrían los gastos básicos de subsistencia de los maestros. Éstos solían buscar trabajos paralelos, como dar lecciones privadas o ejercer actividades extra educativas, y abandonaban las escuelas ante la aparición de una ocupación mejor retribuida (BORASCHI, 1898, p.226; MARTIGNETTI, 1906, p.304). Además, era habitual que tuviesen a cargo una gran cantidad de alumnos, especialmente en los superpoblados grados inferiores (que podían superar los cincuenta o sesenta alumnos), generalmente asignados a las maestras mujeres. Esta situación estaba directamente ligada a la tendencia de las asociaciones de reducir recursos escolares para priorizar el mutualismo y la atención sanitaria.

La exposición de la revista de las quejas de los padres y de las falencias de las escuelas tocaban temas sensibles para “Unione e Benevolenza”, y por eso mismo provocaron el descontento de sus autoridades. A mediados de mayo, el ya mencionado Attilio Boraschi, presidente del Consejo Didáctico, publicó una nota en el diario italiano “La Patria”, en la que desligaba a la institución del contenido de “L’Educatore” y acusaba a Bertazzoni de haber usado sus conocimientos sobre la asociación para “sembrar en el público sospechas y desconfianza” (L’EDUCATORE, 16/05/1880, p.3). Seguidamente, el Consejo impidió la distribución de “L’Educatore” en las aulas y prohibió la divulgación por parte de los maestros de información sobre la marcha de las escuelas a personas ajenas al establecimiento (ARCHIVIO UNIONE E BENEVOLENZA, 14/05/1881). Por su parte, la revista interpretó las medidas como actos injustos y desleales no solo para con “L’Educatore” sino también para con los docentes de la institución, obligados a acatar la decisión “tiránica” del Consejo Didáctico.

El conflicto trajo drásticos cambios para la revista, que en el número noveno anunció que comenzaría a ocuparse de temáticas no escolares, como “la mejora y el bienestar de la humana familia” (L’EDUCATORE, 30/05/1880, p.3). De hecho, ya en su última edición reprodujo un extenso artículo llegado de Génova que denunciaba los factores que obligaban a los peninsulares a abandonar su tierra, como el hambre y la miseria, producto en última instancia del sistema político monárquico, solo combatido por la “democracia radical” (L’EDUCATORE, 30/05/1880, p.1). Si bien la publicación adjudicaba el cambio editorial a un pedido de los lectores, es probable que en realidad estuviera relacionado a la reducción de las ventas por el conflicto con “Unione e Benevolenza, la asociación con mayor número de abonados (L’EDUCATORE, 16/05/1880, p.3).

Ejercicios y lecturas

La revista incluía reflexiones pedagógicas para los adultos (familiares y maestros), lecturas y poesías educativas para los niños y una “sección didáctica”, ubicada en las últimas páginas, con ejercicios para cada uno de los grados de la escuela primaria y, en ocasiones, para el “curso técnico”, es decir, los cursos de educación profesional para los socios de las mutuales y para sus hijos.

Algunas reflexiones pedagógicas estaban destinadas a las familias e insistían en su obligación de enviar a los niños a la escuela y de respetar sus vocaciones profesionales. También invitaba a los padres a inscribirse en las escuelas vespertinas de las mutuales, para aprovechar mejor sus tardes. Otras reflexiones tenían un carácter pedagógico más específico, lo cual sugiere que sus destinatarios eran los docentes. En este sentido, Ghisalbertis, maestro de “Unione e Benevolenza”, escribió sobre la “naturaleza y valor de la educación”, afirmando que “el arte de la educación” consistía en “dirigir” el desarrollo de las facultades del ser humano, regulando la influencia de las circunstancias y de los objetos. Retomando una amplia literatura pedagógica que hundía sus raíces en la reflexión filosófica y médica de los siglos XVII y XVIII, el maestro escribía que la educación de las facultades físicas era responsabilidad de los maestros y de las familias (“especialmente de las madres”), y que su correcto desarrollo necesitaba de una dieta equilibrada, aire limpio y ejercicio (L’EDUCATORE, 18/4/80, p.2); las facultades intelectuales comprendían el desarrollo de la “sensibilidad”, de la cual procedían “la percepción, la atención, la memoria, la imaginación, el juicio y el razonamiento”, y debían ser “cultivadas” con una educación “espontánea”, consciente de las “inclinaciones naturales” de los alumnos (L’EDUCATORE, 25/4/80, p.2); la educación de las facultades morales, por último, se orientaba a la formación del “corazón”, bajo los principios de “lo bello”, de “lo bueno” y de los deberes para con uno mismo y para con los demás. Los alumnos, entonces, debían ser guiados a un “verdadero cristianismo”, entendido como religión del “amor universal”, y no de la maldad, de la hipocresía y del terror (L’EDUCATORE, 2/5/80, p.3).

Otras lecturas se dirigían a los estudiantes, como las “vidas ejemplares”, inspiradas en las biografías de hombres y mujeres célebres, llenas de enseñanzas morales, de autosuperación y de estereotipos de género. A las niñas, por ejemplo, se les proponía una biografía de la madre romana Cornelia, habitual en los manuales escolares italianos, que transmitía la siguiente lección: “Si un día se convierten en madres, díganles adiós a las banalidades mundanas: recuerden, imiten a la madre romana: no hagan como tantas otras que cuidan más de sí mismas que de sus hijos, dejándolos crecer sin educación y expuestos a los peligros del abandono” (L’EDUCATORE, 06/04/80, p.2). El destino de las niñas, futuras madres y amas de casa, también era abordado por la poesía “La mujer”, que, además, reafirmaba los valores mazzinianos de la revista:

Aquel ángel es la mujer

Observen aquella alma cortes que por la mañana se levanta, viste a sus niños, los alimenta, los limpia, los peina, les da una fruta, un dulce, un beso en la frente, y luego, al mandarlos a la escuela, se ocupa de las tareas domésticas.

[…]

Mujer, por fin, por no nombrar tantas otras, fue aquella madre genovesa, que supo educar un Mazzini en las bellas, honradas causas, inspirándole sentimientos altos, patrióticos, humanitarios (L’EDUCATORE, 9/5/80, p.1)

Otras biografías, en cambio, reproducían historias de autosuperación, típicas de la corriente selfhelpista, en boga en la Italia finisecular, como la de Ludovico Muratori, “padre de la historia italiana”, quien, viniendo de una familia pobre, con estudio y dedicación se había convertido en profesor de Historia en Milán a los veintidós años (L’EDUCATORE, 6/4/80, p.3). La revista también proponía biografías en base a las noticias de coyuntura: la epidemia de viruela, por ejemplo, dio lugar a una reseña sobre el médico británico Edward Jenner, inventor de la vacuna contra dicha enfermedad, que no solo era un ejemplo de perseverancia, sino también de un recordatorio sobre la importancia de la vacunación (L’EDUCATORE, 2/5/80, p.2-3). Así mismo, “L’Educatore” publicó la historia verídica del niño Giambattista Fazio, expulsado de la escuela de “Unione e Benevolenza” por su mal comportamiento7. La narración sobre el exalumno, caracterizado como “testarudo, díscolo, insubordinado, grosero, incorregible”, funcionaba como un ejemplo negativo y como lección moral para los lectores, a los cuales se les pedía: “Recuerden siempre este doloroso y tristísimo acto, que sirva para mantenerlos siempre buenos, dóciles y estudiosos” (L’EDUCATORE, 18/4/80, p.3).

Finalmente, la sección didáctica incluía ejercicios graduados. Para los niños de cuatro y cinco años había un silabario en italiano, inspirado en “el método” del sacerdote Giovanni Scavia, aparentemente usado en las escuelas italianas de Buenos Aires, y otro en castellano, con nuevas combinaciones silábicas, que la revista esperaba fuese adoptado por los maestros. Para los estudiantes de la escuela primaria, en cambio, había ejercicios de Geometría, Matemática, Historia, Geografía, Castellano e Italiano. Los de ésta última materia presentaban un alto grado de dificultad, incluso para los niños mayores: a los del cuarto grado, por ejemplo, se les solicitaba volver a prosa algunos versos de Pietro Metastasio (L’EDUCATORE, 6/4/80, p.4). También habían ejercicios de traducción (del italiano al castellano y viceversa) que, al igual que en “Esercizi in dialetto piacentino…”, vehiculizaban mensajes moralizadores como el amor por el trabajo, la constancia, el estudio, la caridad y el respeto a la autoridad, a través de frases como: “Nada hay que no se venza por medio de un trabajo obstinado, una atención formal y un celo sostenido”, “Si no quieres que se sepa, no lo hagas”, “No te envilezcas por la pobreza, ni te pongas orgulloso de tus riquezas”, “Una conciencia recta es el mejor de los bienes que pueden querer (L’EDUCATORE, 23/5/50, p.3).

Algunas lecturas y actividades de la revista se inspiraban en los manuales italianos de la época, como los ejercicios de composición, que retomaban algunas de sus consignas para la escritura de cartas (TARGHETTA, 2013), con situaciones improbables para un lector de la futura capital argentina. Si bien en Buenos Aires los internados italianos no existían y era poco usual que las familias de emigrados enviasen a sus hijos a colegios distantes, uno de los ejercicios decía: “Una hija está en un colegio lejano de la casa paterna. Desde allá le escribe a su madre diciéndole que siente la necesidad de reconfortarla, que piensa todos los días y varias veces al día en ella” (L’EDUCATORE, 6/4/80, p.4). De todas formas, la revista también proponía ejemplos y situaciones de coyuntura: las declaraciones del escritor argentino Leopoldo Lugones, quien habría “insultado” a la colonia italiana en el diario “La Nación”, “tildándola de maleducada”8, dieron pie a la publicación de la “frase moral”: “No imiten a un tal Lugones que insultó, hace pocos días, a la colonia italiana llamándola maleducada, y mostrándose a sí mismo muy maleducado, olvidando todo principio de moralidad” (L’EDUCATORE, 10/4/80, p.3).

Por su parte, los ejercicios de Geografía y Matemática incluían elementos del contexto argentino, que promovían el conocimiento sobre la “segunda patria”:

Segundo grado. Geografía

Digan en qué punto cardinal se encuentra el Paseo de Julio, en relación con nuestra escuela; digan si Buenos Aires está a la derecha o a la izquierda del Río de la Plata (...) indiquen las estaciones de ferrocarril existentes en Buenos Aires y digan de qué lado de su escuela quedan. Si quisieran ir a Campana en tren, ¿A qué estación irían? ¿Y qué tren tomarían para ir a Chivilcoy? ¿Y para dirigirse a Dolores? (L’EDUCATORE, 10/4/80, p.4)

(Segundo grado) Geografía

1° Digan dónde se encuentra la Isla Martín García.

2° Digan cuáles son los principales puertos de la República Argentina

3° Indiquen los productos de importación y exportación (L’EDUCATORE, 2/5/80, p. 4)

Segundo Grado

4º Resuelvan el siguiente problema: La superficie de la República Argentina tiene 3.070.693 kilómetros cuadrados y aproximadamente 2.000.000 habitantes. Se pregunta el número de ellos por cada legua cuadrada, suponiendo que esta corresponde a 30, 86 kilómetros cuadrados (L’EDUCATORE, 23/5/80, p.4)

Es probable que las actividades no sólo promoviesen el conocimiento sobre la Argentina, sino que respondiesen al llamado método racional, objetivo o inductivo que, como bien explicaba Betazzioni en “Ai maestri delle scuole rurali di questa provincia”, partía de lo conocido para llegar a lo desconocido: es decir, para que los niños aprendiesen, por ejemplo, los puntos cardinales, era necesario anclar el contenido en su paisaje cotidiano. Seguramente en el mismo sentido fue pensada la consigna de un concurso de composición que proponía como temática el Paseo de Julio. Su ganador fue Luigi Guano, estudiante del curso técnico de “Unione e Benevolenza”, cuyo texto destacaba los símbolos del nacionalismo italiano y argentino presentes en el paseo, así como también la estatua de Mazzini, inaugurada en 1875 con el apoyo de los republicanos italianos y argentinos, y la oposición de los grupos católicos. El triunfo de esta composición, entonces, no parece haber sido aleatoria:

El Paseo de Julio es un paseo público de Buenos Aires situado al este de la ciudad en un lugar encantador. Una serie de árboles bordean este jardín, donde hay cuatro fuentes que vierten agua continuamente y asientos para quienes lo visitan. En la entrada hay cuatro estatuas que representan a Galileo, Cristóbal Colón, Europa y a la República Argentina. En la parte norte del jardín se encuentra la famosa estatua de Giuseppe Mazzini, el Apóstol de la Libertad; es una estatua digna de quienes la hicieron y de quien representa; es única en su arte, magnificencia y belleza” (L’EDUCATORE, 18/4/80, p.3)

En lo que respecta a los ejercicios para el curso técnico, éstos no distaban demasiado de aquellos propuestos para los grados superiores de la escuela primaria: comprendían las mismas materias, aunque con una mayor dificultad, e incluían algunos pocos contenidos referidos a la educación cívica, como los deberes ciudadanos, y al mundo comercial, como el ejercicio que solicitaba: “Composición española. Tema de pagaré-Redactar uno de 1500 $ en favor de José Aguirre con un plazo de 20 días y mediante un interés anual del 8 por 100” (L’EDUCATORE, 2/5/80, p.4). La débil presencia de temas ligados a la formación profesional era compatible con las críticas que recibía, por ejemplo, el curso vespertino de Dibujo de “Unione e Benevolenza”, objetado por algunos socios por enseñar un tipo de dibujo demasiado “artístico” para sus alumnos, “obreros o hijos de obreros”, en vez de abordar sus aplicaciones “en las artes industriales” (UNIONE E BENEVOLENZA, 18/6/80; 23/7/80)9.

Conclusiones

El análisis de “L’Educatore” evidencia cómo sus directores, ambos maestros formados en Italia, trasladaron a Buenos Aires lecturas, conocimientos y ejercicios didácticos de la península, al tiempo que adaptaron el contenido al nuevo contexto migratorio, incluyendo nociones de Geografía argentina y de Castellano. La operación debe entenderse en el ámbito de la gradual integración de los italianos en la sociedad porteña, de las críticas surgidas en el interior mismo de las asociaciones hacia la “inutilidad” sobre las escuelas italianas y de la falta de libros y materiales escolares con contenidos “mixtos”, necesarios para la educación de los alumnos y para el trabajo de los maestros de las asociaciones, graduados en Italia y carentes de una formación sistemática en las materias mencionadas. La elección también respondía a la postura política de la revista, que lejos de promover un nacionalismo cerrado o expansionista, alentaba tanto la conservación del patrimonio cultural y lingüístico italiano como el aprendizaje de contenidos ligados al país receptor, imprescindibles para la inclusión social de los lectores.

Pese a su breve y conflictiva vida, “L’Educatore” anticipó algunas propuestas que al año siguiente impulsaría el ya mencionado “Primer Congreso Pedagógico Italiano”, como la creación de periódicos escolares redactados por los maestros (y eventualmente por los alumnos), la elaboración de libros didácticos específicos para las escuelas italianas y la incorporación al currículum del Castellano, la Historia y la Geografía argentina (LA NACIÓN, 1881, p.1), materias que desde 1884 también serían exigidas la Ley argentina 1420 de “Educación Común”, que proponía la enseñanza gradual, gratuita y obligatoria. Las conclusiones del Congreso, del cual participó Fazio, buscaban “hacer comprender” a los alumnos sus deberes con “sus dos patrias” y sus constituciones (LA NACIÓN, 1881, p.1). Evidentemente, antes de que los relatos nacionalistas y colonialistas se impusieran, en Buenos Aires existían otras formas de entender la educación italiana.

Considerando que “L’Educatore” era una revista pensada principalmente para la comunidad escolar de “Unione e Benevolenza” (aunque no exclusivamente), la decisión del Consejo Didáctico de prohibir su circulación dentro de sus escuelas parece haber sido la principal razón de su cierre. Sobre lo que no tenemos certezas y solo podemos especular, son las causas de tal decisión: por un lado, Bertazzoni y Fazio habían hecho públicas las críticas de los padres sobre las escuelas de la asociación (defendiendo siempre al cuerpo docente); por el otro, los directores no ocultaban su adhesión a las ideas “radicalmente republicanas” (L’EDUCATORE, 6/4/1880, p.1), en un momento en que el asociacionismo italiano tendía a posiciones más moderadas. Por lo tanto, es posible que los miembros del Consejo hayan advertido que el enfoque del periódico era incompatible con la modalidad de gestión de sus escuelas y con la orientación política prevalente de la asociación, ya alejada del republicanismo radical. En vez de representar un sostén para sus actividades pedagógicas, “L’Educatore”corría el riesgo de provocar tensiones entre los socios, no siempre convencidos de sostener las escuelas, así como entre las familias y los profesores. Esta situación, entonces, bien podría haber llevado al Consejo a retirar su apoyo a los editores.

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1El concepto hace referencia a una comunidad de emigrados italianos que, aún viviendo en el extranjero, conserva la lengua, la cultura italiana y el sentimiento de pertenencia a la “patria lontana”.

2Las revistas y los periódicos educativos salesianos, como “Albores” o “Familia y escuela”, no son considerados por no estar connotados étnicamente, aun si las escuelas salesianas recibían subsidios del Estado italiano por enseñar la lengua nacional.

3“Ejercicios en el dialecto de Piacenza para que los alumnos los traduzcan al italiano”.

4“A los maestros de las escuelas rurales de esta provincia”.

5Se trataba de una idealidad, ya que las escuelas italianas de Buenos Aires eran frecuentadas por sectores medio-bajos.

6Ministro del gobierno bonaerense de Manuel Rodríguez (1820-1824) y presidente entre 1827 y 1828.

7Ante las quejas del padre del niño, el Consejo Didáctico decidió readmitirlo a condición de que al año siguiente presentara un certificado de buena conducta expedido por otra escuela (ARCHIVIO FUNIONE E BENEVOLENZA, 23/4/80).

8Lamentablemente, la Hemeroteca Nacional Argentina y la Hemeroteca del Congreso de la Nación no conservan el artículo de Lugones.

9A pesar de que en aquel momento se decidió introducir al programa el estudio del dibujo geométrico, en los años siguientes las quejas sobre la falta de orientación profesional de la escuela continuarían, llevando a algunos socios a proponer su cierre.

Recibido: 13 de Julio de 2022; Aprobado: 03 de Marzo de 2023

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