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Linhas Críticas

Print version ISSN 1516-4896On-line version ISSN 1981-0431

Linhas Críticas vol.27  Brasília  2021  Epub June 22, 2021

https://doi.org/10.26512/lc27202136370 

Artigos

Covid-19 y trabajo de mujeres-madres-investigadoras: tensiones en “tierra extranjera”

1Tiene maestría en Educación por la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil (2012). Becada por la CAPES-Print del Programa de Doctoramiento en Ciências da Educação del Instituto de Educação da Universidade del Minho (UMinho), Portugal (2021). Doctoranda en la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil. Miembro del grupo de investigación Política e Instituições Educacionais en la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil. Técnica em Assuntos Educacionais de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Brasil.


Resumen

Este artículo analiza el trabajo femenino en el escenario de la pandemia, relacionándolo en sus dimensiones doméstica, científica y maternal, con textos femeninos y datos de investigación que exponen el desempleo en el país. Considera la articulación cuidado-maternidad-trabajo en revistas calificadas por la Coordenaçãode Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior. El término cuidado, como atributo femenino, tiende a asociar a las mujeres con profesiones relacionadas a él en la sociedad, por lo tanto, para una agenda feminista, es necesario romper con este estereotipo y consolidar las políticas científicas y de empleo, denunciando la sobrecarga de trabajo de las mujeres.

Palabras clave Covid-19; Trabajo femenino; Carrera académica; Maternidad

Resumo

Este artigo analisa o trabalho feminino no cenário pandêmico, articulando-o em suas dimensões doméstica, científica e maternal, com textos de escrita feminina e dados de pesquisas sobre o desemprego no Brasil. Pondera a relação cuidado-maternagem-trabalho em periódicos qualificados pela Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior, onde o significante cuidado, como atributo feminino, tende a posicionar a mulher em profissões socialmente relacionadas a ele. Numa agenda feminista, considera-se necessário romper tal estereótipo, consolidando políticas científicas femininas e de emprego, mantendo aberto o lugar de habitar na denúncia da sobrecarga de trabalho de mulheres.

Palavras-chave COVID-19; Trabalho feminino; Carreira acadêmica; Maternidade

Abstract

This article deals with women's work articulating it with domestic, scientific and maternal work, in the pandemic context. This relationship is analyzed in feminine texts and data that exposes the situation of unemployment in Brazil. The connection care-maternity-work is discussed in papers evaluated by the Coordenaçãode Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior, which the term “care” should be seen as a female attribute that tends to associate women with professions related to it. In a feminist agenda, it is necessary breaking this stereotype, consolidating female scientific policies and employment rights, keeping open the place to live in to denounce the workload of women.

Keywords COVID-19; Women’s work; Academic career; Maternity

Introducción

En este artículo [1], aún en el transcurso de una crisis de salud global caracterizada por el avance de la pandemia del Covid-19, asumo las recurrentes investigaciones brasileñas, que abordan el papel de la mujer en el mercado laboral, como una oportunidad para entablar en el debate teórico que articula la dimensión del trabajo de las mujeres, el trabajo de las investigadoras científicas y la maternidad. En vez de tratar de borrar las huelas del camino que condensa el trabajo con la investigación científica, pues ambas actividades presuponen demandas distintas, urge se apuntar que la opción por la maternidad se presenta como parte integrante de las demás. Aun así, en los textos subrayo el término cuidado como significante que se vuelve como uno atributo femenino que, más que identificar a la mujer, pusiera énfasis en quedarla en profesiones que se han se desarrollado socialmente sobre esta concepción, lo que la desplaza de la carrera científica. Para ubicar esta discusión en el tiempo, asumo que la llegada del Covid-19 obligó a la sociedad a adentrarse en una “tierra extranjera” (Delory-Momberger, 2018), donde el desembarco obligatorio en otro espacio se ha expresado a través de los impases de reaprender la vida en una situación que no parece ofrecer respuestas ni cumplir expectativas para un tiempo “de después” (Delory-Momberger, 2018).

En consecuencia, el efecto de llegar a esta “tierra extranjera” (Delory-Momberger, 2018), de la que es necesario “aprender un idioma” (Delory-Momberger, 2018), significa un cambio en el “universo mental y social” (Delory-Momberger, 2018), cuyas reglas es relevante conocer, vinculándolas también a las atribuciones que, de alguna manera, quedan en el contexto vivido. De esta forma, como unidad parcelada de la sociedad, me propongo participar en el debate desde el campo de los estudios que investiga el trabajo de las mujeres en la ciencia. Si ser “madre es una jornada laboral de 24 horas” (Macêdo, 2020, p. 189) [2] , es decir, un trabajo a tiempo completo, ya que el término jornada está asociado al período de trabajo remunerado, pregunto: ¿a qué tiende este nuevo universo, cuando las mujeres agregan al tema del trabajo las actividades cotidianas, la ciencia y la maternidad?

En junio de 2020, la investigación brasileña del Movimento Parent in Science [3] , 2020, que constituye el punto de partida de este estudio, presentó respuestas de 15.000 investigadores (mujeres y hombres) sobre los impactos del aislamiento en la finalización de artículos o en la forma de publicación, para los meses de abril y mayo. El resultado de aquel trabajo fue el siguiente: 1) el 40% de las mujeres sin hijos no completaron sus artículos científicos, frente al 20% de los hombres; y 2) el 52% de las mujeres con hijos tampoco completaron sus artículos, frente al 38% de los hombres (Movimento Parent in Science,2020). En este escenario, analizo las cuestiones que surgen a partir de la producción de textos académicos publicados por mujeres, en revistas calificadas por la Coordenaçãode Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (CAPES), en el año de 2020.

En los textos me dedico a las producciones científicas que matizaban los impases en la relación de mujeres-madres-investigadoras, potenciados por la pandemia, sacando también de la invisibilidad el trabajo doméstico que realizan las mujeres, como destaca Rodrigues (2020). La opción de priorizar la trayectoria de las mujeres está relacionada con la posibilidad de cuestionar, en este momento, aún de incertidumbres, la trayectoria de construcción del campo científico, caracterizada por una cultura basada en el modelo masculino, que requiere plena dedicación al trabajo, como destacan Silva y Ribeiro (2014). Institucionalizado, en gran medida, este modelo es incompatible con la maternidad y se fortalece en un orden social de estructura patriarcal que sigue circunscribiendo el espacio doméstico como lugar a priori para el trabajo de las mujeres. Con esta opción teórica, utilizo la situación para exponer lo que “el nuevo orden de quedarse en el lugar de vivir ha hecho imprescindible: afrontar lo que ocurre en el espacio del hogar, en sus múltiples agendas y matices” (Rodrigues, 2020, s.p.).

La apuesta política de asumir las producciones científicas de las mujeres consiste en empoderarnos como productoras de ciencia, ya que datos del MovimentoParent in Science (2020) indican que el campo de investigación en el mundo está representado actualmente por el 28,8% de investigadoras. Además, afirmo el lugar desde el que vengo construyendo mi trayectoria como mujer-madre-investigadora-profesional, en un intento de negar el tipo ideal de investigadora, que excluye a la mujer como productora de ciencia, imposibilitando la recomposición de este campo, así orientando de formas más igualitarias en términos de los derechos de las mujeres [4] . Por eso, cuando presento las ideas en el texto en primera persona, afirmo que las considero como una confluencia de diálogos que me constituyen en la investigación a partir de voces que me desafían, me desplazan y me hacen. Por lo tanto, este escrito se puede asumir como una conjunción de acciones de un colectivo, como un debate construido tanto con las mujeres materializadas en él, como con aquellas cuyas voces conforman mi campo de subjetividad.

El artículo, además de esta introducción, se divide en cuatro otras secciones. En la siguiente, analizo como el hogar ha sido tomado como espacio de trabajo, para que el contexto de la pandemia anuncie aquello que está borrado por el cotidiano en el hogar. En el tercer apartado, detallo el camino metodológico para la selección de los artículos elegidos para este estudio. En continuación, analizo los efectos de la relación que vincula el cuidado como significante añadido a la mujer, y las formas en que éste se expande desde las condiciones maternas a las laborales. En los diálogos finales, vuelvo a la indecidibilidad de un tiempo de “de después” (Delory-Momberger, 2018), destacando la necesidad de replantear la relación que promueve la fusión entre el cuidado y el trabajo femenino, insistiendo en las demandas que actúan para la mujer en una política científica, reforzando la necesidad de visibilidad en el ámbito doméstico, como forma de denunciar su sobrecarga laboral.

"Del hogar al trabajo" a "del trabajo al hogar”

“Se necesitó una pandemia para que el trabajo doméstico saliera de la invisibilidad”, así Rodrigues (2020) titula su artículo, denunciando que un “obstáculo dejaba en la sombra el trabajo realizado por las mujeres” (Rodrigues, 2020, s.p.) en sus hogares. Contrariamente a lo que preocupaba a algunos antes de la crisis de salud, el cambio de la atención provocado por el Covid-19 certificó que “tener un hogar, poder vivir en él y cuidar de uno mismo y de la familia se ha convertido en una necesidad de una política de salud exitosa” (Rodrigues, 2020, s.p.). Aun así, la pandemia abrió grietas para “mostrar que toda mujer en el mercado laboral depende de una red de apoyo y cuidado del hogar y la familia” (Rodrigues, 2020, s.p.), ofreciendo más reflexiones para una agenda feminista. En este contexto, sigue siendo sustancial un “movimiento para acabar con el sexismo” (hooks [5] , 2018, p. 14), es decir, un cambio hacia un mundo donde no haya dominación entre mujeres-mujeres y hombres-mujeres.

Según datos del Instituto Brasileiro de Geografía e Estatística (IBGE, 2021a), en la Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua (PNAD Contínua), la precariedad del trabajo en Brasil no es una particularidad de los tiempos vividos por la pandemia, aunque la crisis de salud ha contribuido, en gran medida, a tal situación: en el último trimestre de 2018, el número de desempleados fue de 11,6 millones de personas, y aumentó a 12,7 millones en el primer trimestre de 2019, lo que marca la llegada de la pandemia en el Brasil, en el mes de marzo - y, finalizando el tercer trimestre de 2020, con 14,1 millones de parados en el país, lo que representa el 14,6% de la población desempleada. De estos datos, el 49,1% lo constituyen el grupo de hombres en situación de desempleo, mientras que el grupo de mujeres presenta un índice del 50,9% (IBGE, 2021a). Los resultados de IBGE (2021a) plantean al menos dos cuestiones en este artículo: 1) incluso con salarios por debajo de la media nacional, que son inferiores a los de los hombres, las mujeres se encuentran en un nivel superior de tasa de desempleo[6] y 2) la metodología de IBGE (2021b), que utiliza los términos desempleados y desocupadas como sinónimos, considera que las dueñas de casa son personas fuera de la población activa, y por lo tanto no pueden ser calificadas como desempleadas. Así, las mujeres que “pierden” su trabajo y continúan desplazadas para hacer las tareas del hogar, sin opción laboral, se convierten en dueña de casa y, en consecuencia, no completan la tasa de desempleo en el país. En Brasil, solo las “mujeres emprendedoras” se consideran desempleadas/desocupadas según los datos de IBGE (2021b). En este caso, emprendedor es el dueño de una empresa de subsistencia que solo tienen a él como empleado, dueño y emprendedor, que gana alrededor de un salario mínimo mensual [7] (Carmo et al., 2020).

Un contrapunto a esta condición de la mujer dueña de casa se puede hacer con hooks (2018, p. 70), porque, según la autora, “cuando las mujeres, en el hogar, dedican todo su tiempo a atender a las necesidades de los demás, el hogar lo es un sitio de trabajo para ella, no es un lugar de desahogo, comodidad y placer”. Sin embargo, la situación actual, en la que se caracteriza el trabajo en Brasil, no presta atención a las tareas no remuneradas en el espacio doméstico. Más: ni siquiera problematiza la condición de dueña de casa en la composición de un índice que incluya a las mujeres como desempleadas. Bajo la presión de la necesidad de compensar los ingresos para componer la renta familiar, o incluso mantener a la familia, como afirma hooks (2018), aunque el mundo del trabajo no ofrece seguridad, sus beneficios para las mujeres provienen de un “aumento de la autoestima y participación en la comunidad”(hooks, 2018, p. 70), porque “si bien los problemas en el hogar provocan un gran estrés y son difíciles de resolver, los problemas en el trabajo se comparten con todos, y el intento de encontrar una solución no es una cosa aislada” (hooks, 2018, p. 70).

Sin embargo, respecto al proceso que ha ido mimetizando el hogar con el espacio de trabajo, destacando la alteración y la precariedad del espacio doméstico en las últimas décadas, Rodrigues (2020) ofrece algunas huellas para pensar en esta fusión:

Cuanto mayor es la demanda de disponibilidad de horas de trabajo y más grave es el problema de la movilidad urbana, que puede privar de tres a cuatro horas diarias de desplazamiento a los trabajadores que viven en suburbios mal atendidos por transporte público, más pequeña e invisible el hogar se ha tornado. Basta con mirar los diseños arquitectónicos contemporáneos. El popular ‘Minha casa, minha vida[8] ofrece departamentos de dos habitaciones en solo 45 metros cuadrados, mientras que los proyectos de ‘coliving' para parejas o personas solteras prometen estudios de 30 metros cuadrados y una amplia infraestructura al aire libre como restaurante, lavandería y ‘workspace ’ […]. (Rodrigues, 2020, s.p., énfasis agregado por la autora)

En otras palabras, en un contexto donde las personas viven para trabajar, el lugar de vivir pierde espacio para lo que se considera prioritario, haciéndolo cada vez más pequeño y más cercano a la idea de oficina, sala de estar, a través de la materialización de formas de habitar caracterizadas por pequeños o microespacios. Este cambio ayuda a entender que la (des)territorialización del espacio de trabajo y su (re)territorialización en el lugar de vivir no fue tan difícil de aceptación, considerando también una cultura que, de manera procesal, viene apuntando como salida - sea por medio del desempleo o de una lógica de Estado operada por medio de la transferencia de responsabilidad al trabajador para desarrollar su propio trabajo (Carmo et al., 2020) -, el mito del emprendimiento como sinónimo de posibilidad de vida buena. Tal situación, en lo que se refiere a la inversión en políticas sociales, le quita cada vez más responsabilidad al Estado que, asociado a las políticas neoliberales, no deja opción a la sociedad que, atravesada por una crisis de salud se ve inducida a buscar su supervivencia en la fusión del espacio de hogar con el del trabajo.

Desde que la Organização Mundial da Saúde (OMS) ha declarado la pandemia, con el orden de que todos se quedasen en su hogar, “el significante ‘hogar’ invadió la escena pública”, exponiendo un movimiento que aún parecía lejos de materializarse (Rodrigues, 2020, s.p., énfasis agregado por la autora). Como afirman Bittencourt y Castro (2020, p. 63), sea “con la exigencia que impone una reorganización de las actividades cotidianas adentro del espacio del hogar, resultante de la transposición de las actividades laborales, en un intento de improvisar otro espacio de trabajo”, sea en el proceso que (re)territorializó la escuela, ya que, en el aislamiento social, la suspensión de las clases presenciales en las redes del país hizo que la incorporación a la educación remota fuera la opción ineludible, aunque de manera contingente, las mujeres se convirtieron en las protagonistas de esta nueva escena pública en este espacio privado.

Por lo que afirma Massey (1999, como se menciona en Oliveira, 2020, p. 159), el desafío es pensar en el espacio “como necesariamente una parte integral y producto de interrelaciones e interacciones, desde la inmensidad de lo global hasta el íntimamente pequeño, ámbito de articulación en el que conviven diferentes trayectorias”, luego, es oportuno analizar el hogar, considerándolo en relación con las instituciones que estructuraron la vida cotidiana femenina, teniendo en cuenta también en esta relación la dimensión de la existencia de la pluralidad de los sujetos que la componen y en ella se constituyen. Una pluralidad, como defiende Mouffe (2005; 2019), no puede sintetizarse con la existencia marcada por el reconocimiento de la diversidad de valores, o de las libertades individuales, como forma de expresión de la perspectiva liberal en la ruptura con los principios rectores de la democracia. Más bien, debería considerar formas más igualitarias y menos desiguales, estas a las cuales la pandemia ha venido anunciando y profundizando.

Como denuncia Oliveira (2020, p. 159), asumir el “espacio doméstico como este lugar de encierro y apertura, aprovechar una temporalidad nueva y abierta como es la cuarentena […] es algo que parece desafiar miedos e inseguridades”. Más: según Delory-Momberger (2018), corro el riesgo de proponer que el largo tiempo de vivir bajo la pandemia todavía parece afirmarnos como entrando en esta “tierra extranjera” (Delory-Momberger, 2018), en una re-significación obligatoria de este “lugar-dentro-de-otro-lugar” (Massey, 2008, como se menciona en Oliveira, 2020, p. 161), de un nuevo orden simbólico de espacios-tiempos institucionales (re)territorializados, donde todavía “se entrelazan, chocan, reconfiguran, se configuran nuevas formas de vida, haciendo palpable la variabilidad de los modos de existencia” (Delory-Momberger, 2018, p. 17).

Una de las claves del tiempo “de después” (Delory-Momberger, 2018) se afirma en las formas precarias de vivir el presente en la pérdida del hogar, como espacio particular de vivir, para este nuevo “lugar-dentro-de-otro-lugar” (Massey, 2008, como se menciona en Oliveira, 2020, p. 161), también mimetizado como trabajo, escuela, universidad, etc. Si en un Estado que coqueteó con las garantías del bienestar social, el espacio-tiempo todavía organizaba los modos de vida, incluso en las incertidumbres, en esta condición de “tierra extranjera” (Delory-Momberger, 2018), cuando el cuerpo se ve afectado, su repentina desprotección “influye en el psíquico” (Delory-Momberger, 2018).

Por consiguiente, vuelvo a la aporía de Delory-Momberger (2018): ¿cómo “quedarse afuera” dentro del hogar, cuando la enfermedad impone límites por el encierro? ¿Cómo no acceder a las precarias formas de trabajo establecidas en el espacio de vivir, cuando unas y otras se fusionan y tienden a establecerse como una objetividad para la sustentación de la vida?

Trayectoria metodológica

Consideré el Google Académico como la base de datos para la investigación [9] de los textos, una de las bases aceptadas por la CAPES, cuyo índice (h5) indica que es una plataforma que agrega un gran número de producciones académicas. He elaborado el panorama de análisis a partir de cuatro conjuntos de descriptores, que podrían incluirse en el texto, en el título del artículo, en el resumen o en las palabras clave: 1) “Covid-19”, “mujer”, “maternidad”; y 2) “Covid-19”, “Coronavirus”, “mujer”, “maternidad”, que presentaría un contexto de discusión más amplio; 3) “Covid-19”, “mujer”, “carrera académica”; y 4) “Coronavirus”, “mujer”, “carrera académica”, que configuraría contextos más específicos. Pensando en el intervalo de tiempo para el período de la pandemia del Covid-19, he buscado escritos de mujeres publicados en 2020. Mantuve la opción predeterminada de la plataforma "por relevancia", una vez que esta opción muestra los resultados más citados, populares y/o con mejor coincidencia con las palabras clave utilizadas.

Aunque la selección de textos tuvo como objetivo analizar artículos académicos calificados por CAPES, el recurso de consulta, que actuó como contextualizador y analítico para el campo, no se limitó inicialmente a artículos científicos, puesto que el propósito se ha basado en comprender como la temática de la maternidad fue discutida durante la pandemia en una diversidad de producciones. Así, como se muestra en la Figura 1, en los movimientos 1 y 2, las producciones presentaron un elevado número de hallazgos:

Fuente: la autora.

Figura 1 Movimientos contextualizadores/analíticos en el campo de los estudios 

En estos grupos, los temas que articularon el par mujer-maternidad presentaron objetos de análisis con diferentes temáticas: trabajo a distancia, violencia intrafamiliar, la salud de la mujer y el niño, ya sea durante el embarazo o después del parto, la desigualdad de género, la feminización del cuidado, el derecho de las madres privadas de libertad, producción científica, entre otros. En estos procesos de búsquedas llamaron la atención dos artículos, tanto por la posición de relevancia que encontraron durante la pesquisa, como por la cercanía a la temática propuesta para este artículo. El texto de Oliveira (2020), “La espacialidad abierta y relacional del hogar: el arte de conciliar la maternidad, el trabajo doméstico y remoto en la pandemia del Covid-19”, inauguró los hallazgos de ambos movimientos, ocupando el primer lugar, seguido por la producción de Macêdo (2020), titulada “Ser mujer trabajadora y madre en el contexto de la pandemia del Covid -19: tejiendo sentidos”.

Con el propósito de filtrar la búsqueda para posibilitar el debate, articulando la relación de la maternidad con la carrera académica en el contexto pandémico, delimité el tercer y cuarto movimiento, como se muestra en la Figura 2. En el movimiento 3, los descriptores “Covid-19”, “mujer”, “carrera académica”; y en el movimiento 4, “Coronavirus”, “mujer”, “carrera académica”.

Fuente: la autora.

Figura 2 Movimientos delimitadores del campo de estudios 

Del cuarto movimiento de búsqueda, seleccioné solo los textos completos de los artículos publicados en revistas académicas, haciendo un total de ocho, según se categoriza en la Tabla 1:

Tabla1 Categorización de los artículos del movimiento 4 de la investigación según el estrato de identificación de la CAPES 

Estrato de clasificación de la CAPES Distribución de los artículos
A 2
B 1
Sin calificación 5
Total 8

Fuente: la autora.

De los textos del movimiento 4, he seleccionado aquellos que podrían contribuir a la discusión propuesta, cuyo análisis se ha centrado en el trabajo de las mujeres en el escenario pandémico, articulándolo en sus dimensiones doméstica, científica y materna, subrayando los artículos categorizados en los estratos A y B de la CAPES, y también comprobando si estaban en el tercer movimiento de búsqueda. A partir de esta intersección, se encontraron los siguientes textos en el movimiento 3: 1) “Ser mujer trabajadora y madre en el contexto de la pandemia del Covid-19: tejiendo sentidos”, de Macêdo (2020); 2) “Los impactos de la pandemia (Covid-19) en la vida cotidiana de las personas: desafíos y contribuciones de los estudios de género y feminismos - Entrevista a Joana Maria Pedro”, entrevista concedida a França et al. (2020); y 3) “Traspases en la pandemia: informes maternos sobre el hogar, la escuela y la investigación científica”, de Bittencourt y Castro (2020). Luego, reflexioné acerca de cuáles de estos textos referentes a los movimientos 3 y 4 también estaban contenidos en la encuesta realizada en los movimientos 1 y 2. En el Cuadro 1, presento una síntesis de esta intersección en la composición del plan analítico con el texto de Oliveira (2020), destacado en los movimientos 1 y 2.

Fuente: la autora.

Cuadro 1 Delimitación del campo de análisis a partir de artículos publicados en 2020, en el banco de datos del Google Académico, identificados por sus respectivos autores 

Tras haber perfilado esta trayectoria, utilizo en este estudio cuatro artículos que consisten en variaciones de contextos generales y específicos, clasificados en los estratos A y B de la CAPES y que dialogan con la temática propuesta: 1) “La espacialidad abierta y relacional del hogar: el arte de conciliar la maternidad, el trabajo doméstico y remoto en la pandemia del Covid-19”, de Oliveira (2020); 2) “Ser mujer trabajadora y madre en el contexto de la pandemia del Covid-19: tejiendo sentidos”, de Macêdo (2020); 3) “Los impactos de la pandemia (Covid-19) en la vida cotidiana de las personas: desafíos y aportes de los estudios de género y feminismos - Entrevista a Joana Maria Pedro”, concedida a França et al. (2020); y 4) “Traspases en la pandemia: informes maternos sobre el hogar, la escuela y la investigación científica”, de Bittencourt y Castro (2020). En la siguiente sección, dialogo con los artículos enumerados.

Mujer: cuidado-maternidad-trabajo

Para analizar las formas en que el cuidado como significante se ha presentado como atributo femenino, pasando de las relaciones maternas a las laborales, y, buscando tensionar este efecto, recobro al extracto del artículo de Macêdo (2020), que hace referencia a la maternidad y su intensa rutina - “madre es una jornada laboral de 24 horas” (Macêdo, 2020, p. 189). Esta maternidad, asociada al trabajo, configurase como una obligación que, una vez asumido, compone la agenda de la imposibilidad de su negación: “[…] No hay forma de que hoy despierte y diga: ¡hoy no voy a ser madre!” (Macêdo, 2020, p. 189). Tales enunciados evidencian la carga de la madre trabajadora, mediante la obligación introyectada en el cuidado de los hijos, que, a su vez, se extiende al cuidado doméstico con el fin de naturalizar una esencia femenina, asociando, como sugiere la autora, el cuidado con la “representación del amor” (Porto, 2008, p. 288, como se menciona en Macêdo, 2020, p. 189).

Este sentido de cuidado que se extiende como contenido idealizado de una identidad femenina es una idea compartida por Joana Maria Pedro, en la entrevista hecha por França et al. (2020), y tiene largo alcance para las teorías sobre las mujeres. La docente enfatiza este significante como socialmente fijo, lo que contribuye a dar “continuidades a las jerarquías y definiciones de tareas que atribuyen a las mujeres el trabajo y el cuidado del hogar casi como natural” (França et al., 2020, p. 18). El efecto de esta relación que instituye e institucionaliza una ontología del ser mujer es tomado por las profesiones identificadas como de carácter femenino, por medio del protagonismo visible de la mujer en las carreras, o trabajos, asociadas al cuidado - maestras, enfermeras, médicas, agentes de salud, de limpieza, trabajadoras domésticas, como afirma Pedro, en diálogo con França et al. (2020).

Según el argumento de Pedro a França et al. (2020, p. 18), si por un lado es necesario “rendir homenaje a las feministas que nos precedieron y abrieron caminos derribando barreras para las mujeres”, por otro lado, como una forma de aportar conocimiento y ciudadanía, importa, entre otras cuestiones, atribuir “la historicidad a las masculinidades y feminidades”, dice la entrevistada de França et al. (2020, p. 18), señalando que estas formas de asociación de la mujer con un tipo de trabajo no son fijas, sino “culturales e históricas”, como reiteró la docente a França et al. (2020, pág.18). Esto significa entender que lo que identifica a la mujer en el presente tiene una referencia al tiempo histórico, pero no está condicionado por él. De esta manera, esta proposición se lanza en las interpretaciones de las relaciones de los sujetos - en diferentes culturas - que disputan, a lo largo del tiempo, la construcción y sedimentación de ciertos atributos como pertenecientes a un género y no a otro.

Ante esto, Oliveira (2020, p. 155) llama a pensar desde una “geografía del hogar como lugar de resistencia, que apuesta por la transformación de estructuras opresivas […]” a través de una perspectiva que posicione la maternidad como una construcción social asociada a la idea que reconoce la dimensión espacial ocupada por la mujer. Teniendo en cuenta la necesidad de problematizar este lugar de vivir como un “espacio abierto y relacional” (Oliveira, 2020, p. 159), anclado en una “temporalidad igualmente abierta y relacional como es el tiempo de esta cuarentena” (Oliveira, 2020 , p. 159), la autora nos invita a reflexionar sobre la entrada en este tiempo de pandemia como una sucesión de eventos en conjunción en un espacio determinado - bajo diferentes influencias - que, ahora, institucionalizado en el lugar donde se vive, se agrega y se forjan varias funciones.

Tanto para Pedro, cuando entrevistada por França et al. (2020), como para Oliveira (2020), el espacio y el tiempo son abiertos, lo que permite fisurar lo que se considera hegemónico, ya que, como afirma Mouffe (2005, p. 15), cualquier orden político que signifique la acción práctica de la política -y la que instituye la pandemia y la aprovecha así lo es - “no puede entenderse simplemente como representante de los intereses de identidades preconstruidas, sino como constituyendo estas mismas identidades en un terreno precario y siempre vulnerable”, a la medida que el conflicto se mueve en los espacios sociales. Cabe señalar que los sujetos no solo disputan sus proyectos con las reglas preestablecidas, la selección de contenidos que potencialmente podrían constituir nuevas reglas se enumeran durante el juego. Así, Mouffe (2005) afirma que toda expresión de una hegemonía consiste en un patrón específico de relaciones de poder y su configuración fija mejor organizada, en el espacio y el tiempo, de manera contingente, el valor de verdad que llena una identificación con significados - mujer, madre, trabajo = cuidado - como las autoras señalan aquí.

Sin embargo, si existe una fijación contingente de significados en disputa en un espacio-tiempo, esto permite cuestionar “la construcción de una norma familiar” de la cual nos habla Oliveira (2020, p. 159), destacando la forma en que los valores de una “cultura centrada en la madre se internalizan” (Macêdo, 2020, p. 19), en la producción de determinadas experiencias maternales, cuando las mujeres reclaman el “protagonismo en sus formas de maternidad” (Oliveira, 2020, p. 159). Tales valores, por ser parte de un “imaginario social de que la buena mujer es la buena madre, la buena dueña de casa, la buena cocinera: referencias aprendidas y difundidas por las ideas compartidas de cuál debe ser el rol de la mujer” (Macêdo, 2020, p. 198), tienden a generar conflictos para las mujeres que, al dividirse, paradójicamente, se multiplican, para asumir otras tareas. De este punto de vista, como dice Oliveira (2020, p. 156), “luchar contra la perpetuación de la violencia patriarcal es una forma de resistir y oponerse a otras formas de dominación que apoyan sistemáticamente otras opresiones, como la de raza y la de clase”.

Al examinar esta cuestión desde un ángulo histórico, Pedro, en diálogo con França et al. (2020), observa la urgente necesidad de examinar las demandas feministas que, más evidentes en el ingreso a esta “tierra extranjera” (Delory-Momberger, 2018), ofrecen conocimientos para la contestación de prácticas históricamente asentadas:

Es el conocimiento del género y del feminismo lo que nos hace, al mismo tiempo, temer por la violencia de género y el feminicidio en aislamiento, además de denunciar el agotamiento de las mujeres que, en el hogar, en home office, acumulan las actividades laborales remuneradas y de los quehaceres domésticos no remunerados […], señalando cuán esenciales se han vuelto las mujeres para la supervivencia en esta pandemia. Cuanto cuidado y solidaridad garantizan la vida. (França et al. 2020, p. 16)

Con base en datos de IBGE (2018), Oliveira (2020, p. 156) señala que, “en Brasil, en 2016, las mujeres dedicaron alrededor de un 73% más de horas al cuidado de personas y/o tareas del hogar que los hombres” y, sobre la pandemia, la autora afirma:

[…] simplemente enfatiza los desafíos impuestos a las muchas mujeres madres que necesitan trabajar en turnos dobles o triples. Para estas mujeres responsables de los ingresos familiares, la división sexual del trabajo, que ya era desigual, tiende a empeorar durante la cuarentena. Incluso en el caso de las investigadoras y científicas, que son trabajadoras privilegiadas en cuanto a garantizar sus ingresos frente a la mayor parte de las mujeres-madres, mantenerse académica y científicamente productivas sin comprometer la calidad de la maternidad es un desafío. (Oliveira, 2020, p. 159)

El artículo de Oliveira (2020), publicado en mayo, indica que fue elaborado en el período comprendido entre marzo y abril. En este momento, la PNAD Contínua (IBGE, 2021a) expuso una tabla de 12,9 millones de parados, referente al primer trimestre de 2020, donde el 53,4% eran mujeres, aún con un salario menor cuando la referencia es el salario medio en el país, o cuando se compara con el salario de los hombres en un nivel superior al promedio. Actualmente, como se contextualiza en la introducción de este artículo, tal índice se sitúa en el 50,9%, es decir, tiene una caída, lo que puede significar que se hayan incorporado más mujeres al mercado laboral, reforzando, en el contexto de la pandemia, la indispensabilidad para las profesiones asociadas al cuidado de los demás, como señala Pedro en conversación con França et al. (2020), o que más mujeres están siendo categorizadas como “dueña de casa”, por lo tanto sin representación en las estadísticas.

Sobre el fenómeno de la feminización en todos los puestos involucrados en la producción del cuidado del otro, Hernandes y Vieira (2020) explican que el mismo proceso que impulsa, en número, a las mujeres en la composición de un marco de trabajo transforma, cualitativamente, el “valor social de estas ocupaciones, en el sentido de que, a medida que aumenta la presencia femenina, la ocupación se considera menos calificada y la remuneración y el prestigio social de la profesión disminuyen” (Hernandes & Vieira, 2020, s.p.).

Además, en el “ambiente creado por el aislamiento social” (Oliveira, 2020, p. 161) en el lugar de vivir, que colocó en “suspendido un cierto tipo de sociabilidad, basado en una lógica irreductible de proteger la vida” (Bittencourt & Castro , 2020, p. 58), se constituyeron otras formas de habitar, como el “lugar-dentro-de-otro-lugar” (Massey, 2008, como se menciona en Oliveira, 2020, p. 161), en un espacio-tiempo donde otras formas y funciones del trabajo remoto se multiplican junto con aquellas relacionadas a las tareas domésticas, en tiempo completo, con la presencia casi incondicional de otros. En este entorno, algunas preguntas ocupan la escena: “¿dónde en el hogar la mujer-madre-investigadora establecerá su ‘lugar-dentro-del-lugar’, su tiempo-espacio de trabajo?” (Oliveira, 2020, p. 160, énfasis agregado por la autora). ¿Cómo encontrar “momentos de silencio y soledad para el estado de privacidad necesario a la producción de conocimiento científico, cuando el lugar de vivir se vuelve constantemente ocupado por la interacción intensificada de sus miembros”? (Bittencourt y Castro, 2020, p. 61). ¿Cómo se combina la maternidad con “un niño cuya madre está tan cerca y tan lejos” (Oliveira, 2020, p. 160) debido a la necesidad de largas horas de dedicación al trabajo?

Este “lugar-dentro-de-otro-lugar” (Massey, 2008, como se menciona en Oliveira, 2020, p. 161), que implica estas múltiples acciones en la cotidianidad femenina, da valor al tiempo institucional de la escuela como un espacio social de organización para las madres (Bittencourt & Castro, 2020). En este sentido, Bittencourt y Castro (2020) destacan el tiempo social que configura la escuela en la vida diaria para las funciones laborales y para la investigación, ya que existía una relación de contigüidad entre la planificación de acciones que requerían su presencia y los turnos escolares. Según expresan las autoras:

Ante la ausencia de espacios institucionales que ya no pudieran atender a los niños - al no garantizarnos un locus favorable de sociabilidad, crecimiento y desarrollo pedagógico -, comenzamos a cuidarlos sin contar también con la red de apoyo circundante, que salvaguardaba momentos de dedicación exclusiva a la lectura, producción de textos para revistas, proyectos, entre otros requisitos. Dicho esto, mientras este grupo se alejaba por la necesaria prudencia, empezamos a prestar más atención a otras personas, amigos o familiares, que componían los grupos de riesgo: aquellos con comorbilidades que también teníamos que proteger. (Bittencourt y Castro, 2020, p. 61)

En este recorte, las autoras reafirman la idea del cuidado como atributo femenino, además de permitir asociarlo a una narrativa analizada por Macêdo (2020), quien subraya cómo una red, en su mayoría compuesta por mujeres, se “forma para mantener el trabajo hogareño, en este caso, las empleadas de hogar, la madre, la suegra, las hermanas” (Macêdo, 2020, p. 196). La autora destaca que esta estructura “indica desigualdad entre mujeres y hombres, además de la división sexual del trabajo en el ámbito privado del hogar, como destacan Bruschini y Ricoldi (2012), perpetuando la supremacía del hombre en el ámbito público del mercado laboral” (Macêdo, 2020, p. 196), aunque la inserción de las mujeres en este campo puede evaluarse como un logro.

En otro extracto, Macêdo (2020) llama la atención sobre una investigación que analiza a un grupo de profesores universitarios en torno a la maternidad, sobre la complejidad de la opción de ser madre y, en la relación, tensiona los papeles que la sociedad impone por la maternidad y la búsqueda de “nuevas formas de vivir y ser madre” (Fabbro & Heloani, 2010, p. 181, como se menciona en Macêdo, 2020, p. 195). Como cita la autora, las participantes “se sintieron obligadas a seguir un tipo ideal de madre y, cuando se dieron cuenta de que no estaban ejerciendo este rol como lo exige y espera la sociedad, se sintieron incumplidoras” (Fabbro & Heloani, 2010, p. 181 como se menciona en Macêdo, 2020, p. 195). Así, la autora apunta la necesidad de afirmación por parte de los docentes de ese grupo, cuando plantearon el hecho de que:

[…] ser mujer académica no implicó dejar de ser madre, en un intento por superar la contradicción y lograr el reconocimiento de una nueva forma de ser mujer académica-madre: alguien que lucha por lograr sus proyectos de vida, que no se limitan a sus hijos. (Macedo, 2020, p. 195)

En resumen, los impases resaltados demarcan supuestos que identifican, en una relación espacio-temporal de la pandemia, a la mujer trabajadora, la investigadora-mujer y la madre-mujer (Bittencourt & Castro, 2020). Sin embargo, como sugiere Oliveira (2020, p. 197):

[…] quizás estas cuestiones estén muy relacionadas con la desigualdad de género, en cuanto a la división sexual del trabajo doméstico, que la mujer siente con mayor urgencia en este encierro en el que se encuentra, en el ámbito privado, doméstico, sintiéndose impedida de trabajo profesional en la esfera pública, del trabajo, haciéndola vivir las penurias de ser mujer y madre a expensas de lo que para ella es muy significativo y gratificante: la experiencia como trabajadora.

Pasando por alto los enfoques de dominación sexista que se exponen en el momento actual de la pandemia, recalco, a través de la entrevista de Pedro con França et al. (2020), las huellas de los discursos que institucionalizan el patriarcado y que pueden llegar a justificar hoy un orden de dominación masculina:

Ahora mismo, con la pandemia, los estudios de género y feministas nos permiten ver cómo los símbolos de la masculinidad están presentes en la forma en que el actual presidente de la República lidia con la pandemia: descalificando, diciendo que es solo una ‘pequeña gripe’, cuestionando el aislamiento social, afirmando que el uso de máscaras no es algo para hombres heterosexuales, desligándose del apoyo del Estado a los más vulnerables, y difundiendo ‘remedios milagrosos’. (França et al., 2020, p. 15, énfasis agregado por las autoras)

Este discurso, con matices que responden a las configuraciones de un gobierno estatal conservador, favorece a los grupos que defienden lo que sería el arquetipo de una moral en la sedimentación de diversas formas de opresión, manteniendo al mismo tiempo el sentido hegemónico que se le da a la mujer. Aun así, si el Estado, desacostumbrado a una agenda pública con valores socialmente referenciados, se suma a los intereses del mercado, institucionalizando formas de trabajo que excluyen las garantías mínimas de derechos, la exigencia de una política que incluya derechos parece distanciarse. En este escenario, se establecen formas precarias de condiciones laborales, de un sistema público de salud y educación como un derecho de todos, como una amalgama de la vida cotidiana.

Diálogos finales

En la entrevista concedida a França et al. (2020), a Pedro se le hace una de las preguntas que cierra este artículo: “¿y cómo será la pospandemia?” (França et al., 2020, p. 22). Luego, Delory-Momberger (2018) agrega otra cuestión: “¿cómo se ‘recupera’ después de que la integridad de la vida ha sido amenazada?” (Delory-Momberger, 2018, p. 18, énfasis agregado por la autora). Estas preguntas, en busca de respuestas, figuran en la agenda social de la actualidad, en una experiencia objetiva de la fragilidad de los cuerpos, cuando se debilita la delgada línea que separa la vida de la muerte (Delory-Momberger, 2018).

Como parte del tiempo vivido, se hace urgente cuestionar la fragilidad de la democracia brasileña tendiente al liberalismo político en el diseño de un Estado que como subraya Pedro en França et al.(2020, p. 23) “ha ido avanzando hacia ser cada vez más mínimo” y que, con la reducción de los recursos tributarios, será menos capaz de cumplir con los apoyos primordiales a la sociedad para garantizar los derechos básicos a través de sus instituciones representativas, la escuela y la salud, por ejemplo. Así, en este contexto de Estado, el surgimiento del Covid-19 parece reforzar la estructura más duradera de la historia brasileña: la desigualdad social marcada por los privilegios de clase, raza y género.

En la expectativa por diferentes modos de maternidad, enfatizo la necesidad de replantear la relación que promueve la fusión entre el cuidado y el trabajo femenino. En la disputa por romper este estereotipo, insisto en la consolidación de demandas que actúen mediante las políticas científicas para las mujeres y de empleabilidad. De lo contrario, desviándome con Rodrigues (2020) del camino de un supuesto consenso que ocupa una posición optimista con respecto al tiempo “de después” (Delory-Momberger, 2018), termino con la apuesta de que la “visibilidad del ámbito doméstico podría ser uno de esos elementos que están aquí para quedarse […] y establecer algún logro, especialmente para las mujeres sobrecargadas con un gran conjunto de tareas invisibles que llegaron al espacio público de la sociedad brasileña” (Rodrigues, 2020, s.p.). Así, esta apertura podría seguir constituyéndose como efecto de este tiempo aún incierto, en la organización colectiva de las demandas por derechos.

REFERENCIAS

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[1]Este trabajo se ha elaborado con el apoyo de la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior no Programa Institucional de Internacionalização (CAPES-Print).

[2]Las citas en este artículo son traducciones de responsabilidad de la autora.

[3]Más informaciones: https://www.parentinscience.com

[4]En 2019, el Movimento Parent in Science logró la demanda dirigida al Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq), en la posibilidad de incluir la fecha de nacimiento y adopción de los hijos como criterio que formará parte de la información en el Currículo Lattes (Cattony, 2019).

[5]bell hooks, Glória Jean Watkins, adoptó este seudónimo en honor a su bisabuela y su ortografía en minúsculas marca una elección de la autora, lo que sugiere que las palabras hablan por sí mismas y no por su nombre.

[6]Según las informaciones de IBGE (2021a), el salario medio brasileño es de R$ 2.323,00. Los salarios de los hombres están por encima del promedio, en R$ 2.574,00, y el de las mujeres, por debajo del promedio, en R$ 1.995,00.

[7]La Medida Provisional no 1.021, de 30 de diciembre de 2020, determinó el valor del salario mínimo en R$ 1.100,00 a partir de enero de 2021 (Brasil, 2020).

[8]Creado en 2009, en el gobierno del presidente Luís Inácio Lula da Silva, del Partido dos Trabalhadores (PT), el programa Minha casa, minha vida subsidia condiciones de acceso a casas populares a la población brasileña. Más informaciones: https://www.gov.br/mdr/pt-br/assuntos/habitacao/minha-casa-minha-vida

[9]Búsqueda realizada en el 28 de enero de 2021 y actualizada en el 24 de mayo de 2021.

Recibido: 05 de Febrero de 2021; Aprobado: 08 de Junio de 2021

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