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Revista Diálogo Educacional

versión impresa ISSN 1518-3483versión On-line ISSN 1981-416X

Rev. Diálogo Educ. vol.19 no.61 Curitiba abr./jun 2019  Epub 31-Ene-2020

https://doi.org/10.7213/1981-416x.19.061.ds03 

Dossiê

Historia y (des)memorias del icónico libro “¿Maestro pueblo o maestro gendarme?” de María Teresa Nidelcoff

History, memories and forgetfulness of the iconic book “Maestro pueblo o maestro gendarme?” By María Teresa Nidelcoff

Natalia Carolina Garcíaa 
http://orcid.org/0000-0003-3204-561X

aNCG: Universidad Nacional de Rosario, Santa Fé, Argentina. Doutora em Educação, e-mail: nataliagr5@gmail.com


Resumen

Este trabajo tiene por objeto elucidar los contextos de creación, escritura, publicación y circulación del icónico libro sobre educación popular “¿Maestro pueblo o maestro gendarme?” de María Teresa Nidelcoff. Inicialmente, el ensayo tuvo dos ediciones en Argentina (1974-1975) hasta su prohibición durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983). Igualmente se imprimó en Brasil bajo el título “Uma escola para o povo” llegando a su 38va. reedición (1975-2004), y en Colombia hasta bien entrada la década del ’90 (1974-1994). Actualmente, registra un activo lectorado distribuido en gran parte de América Latina circulando en catálogos, tesis y artículos académicos, de divulgación, en profesorados y cátedras universitarias. No obstante esta masiva proyección, se observa un notable desconocimiento, confusión y/o datos erróneos sobre la obra y su autora. Esta indagación basada en fuentes documentales y orales, sostiene que ello responde tanto a las singulares circunstancias de su escritura, como a un tipo de propagación que tuvo iguales dosis de censura como de publicidad. En el primer aspecto, se reconstruye la génesis del libro reponiendo coyunturas clave para su escritura en lo particular de la antinomia “pueblo-gendarme”; a saber: las luchas gremiales del magisterio, la conflictividad del ambiente católico postconciliar e intentos de renovación pedagógica llevadas a una experiencia comunitaria desde mediados de 1960. El segundo, se inscribe en la oportuna salida del libro al exterior, previo a la depuración bibliográfica del régimen dictatorial sobre el campo educativo y cultural argentino.

Palabras clave: autora, libro y lectorado; Historia y memorias; Educación popular; Cristianismo; Dictadura

Summary

Initially, the manuscript had two editions in Argentina (1974-1975) until it was banned during the last dictatorship (1976-1983). It was also printed in Brazil under the title "Uma escola para o povo" reaching its 38th. reissue (1975-2004), and in Colombia until the 1990s (1974-1994). At the moment, it registers an active lectorate distributed in great part of Latin America circulating in catalogs, theses and academic articles, in the written press, in educational institutes and universities. Despite this massive projection, there is a notable ignorance, confusion or wrong data about the work and its author. This research based on documentary and oral sources, maintains that this responds both to the unique circumstances of its writing, and to a type of propagation that had equal doses of censorship and advertising. In the first aspect, the genesis of the book is reconstructed, making visible conjunctures that were key for its writing in general and in the particular antinomy "pueblo-gendarme"; specifically: the union struggles of teachers, the conflict in the post-conciliar catholic environment and the attempts at pedagogical renewal brought to a community experience since the mid-1960s. The second aspect refers to the timely release of the book abroad, prior to the bibliographic purification of the dictatorial regime on the Argentine educational and cultural field.

Keywords: Author, book and lectorate; History and memories; Popular education; Christianity Dictatorship

Introducción: características generales y circulación del libro en los primeros ‘70

La primera edición de “¿Maestro pueblo o maestro gendarme?”1 escrito por la docente argentina María Teresa Nidelcoff, data de 1974 lanzado en la colección “Praxis” del sello Editorial Biblioteca de la asociación “Constancio C. Vigil”.2 Al año siguiente, su tirada se duplicó en 5000 mil ejemplares dado la significativa demanda que inmediatamente tuvo entre los maestros y maestras que trabajaban en escuelas de la misma localidad, en ciudades cercanas y/o en zonas rurales.3 Esta primera y auspiciosa etapa de venta y circulación se vio prontamente interrumpida por la última dictadura en Argentina (1976-1983); específicamente a principios de 1977 cuando la editorial y asociación civil en su conjunto fue intervenida y clausurada (GARCÍA, 2015)4.

Tras la censura y biblioclastía acaecidas,5 Maestro Pueblo prosiguió sus reproducciones en Brasil a cargo de Brasiliense Editora con sede en San Pablo entre 1975 y 2004 llegando a la 38va. edición. Igualmente en Colombia, por vía de ECOE Ediciones desde 1974 hasta 1994. Así, tuvo incontables reimpresiones distribuidas en vastos territorios de América Latina con plena vigencia a lo largo de tres décadas y hasta estos días, según podrá observarse páginas adelante.

Si bien el contenido del libro no es materia de análisis en este artículo, resulta indispensable ofrecer algunas referencias introductorias. A saber, se trata de un breve ensayo pedagógico organizado en 6 apartados que abordan problemáticas curriculares y didácticas en los procesos de enseñanza y aprendizajes de la escuela primaria en contextos populares o ya marginales. Está explícitamente destinado a docentes que trabajan con la complejidad y espesura de una infancia amenazada por la pobreza y la exclusión. A todas luces, condensa el talante de los años ’70 en un sostenido análisis crítico-repoductivista con propuestas de corte clasista, al tiempo que resulta singular en tanto nace de una experiencia educativa-comunitaria previamente gestada por Nidelcoff6.

Tal y como lo anticipa el título, centra toda posibilidad de ruptura del carácter reproductor del sistema educativo por su naturaleza desigual y conservadora del statu quo, en el rol y posicionamiento del docente. El magisterio es el sujeto pedagógico que se invoca e interpela bajo las figuras de “pueblo”, “gendarme” y/o maestro “a secas”. Un maestro gendarme, dirá la autora, es aquel que concibe que “[…] los valores y características de la sociedad actual no deben cambiar, que deben ser difundidos”. Son “agentes conscientes” que representan “[…] el actual régimen social, asumen la responsabilidad de incorporar a los alumnos a dicho régimen, adaptándolos al sistema de vida y a los valores que éste propugna”. La metáfora centinela se inscribe entonces en el hecho de que “[…] sus tareas vigilan las fronteras […] de clase en nuestra sociedad” (NIDELCOFF, 1974, p. 3). Asimismo, la autora evalúa que una inmensa mayoría califica de “maestros a secas”; es decir, quienes “afirman que la escuela es la escuela y la política es la política […] No perciben o no quieren percibir las implicancias ideológicas y sociales de muchas de las tareas y ritos escolares” (NIDELCOFF, 1974, p. 4). Afirma que tal apoliticismo y postura acrítica no es más que la antesala de un “gendarme” que no se autopercibe así, por cuanto operan la falta de conciencia e incluso intención de conservar “el régimen social”.

La dialéctica se sintetiza en una tercera manifestación que entendemos como estados o disposiciones no esencialistas. En sus propios términos, un “maestro pueblo”:

No cree que su misión sea difundir en el pueblo los valores del opresor, sino que, por el contrario, cree que el sentido de su trabajo es ayudar al pueblo a descubrirse, a expresarse, a liberarse. Quiere construir la escuela del pueblo, desde el pueblo […] con su trabajo quiere contribuir a crear hombres nuevos y a alumbrar una sociedad nueva, donde se dé la promoción de los desposeídos, donde el pueblo sea protagonista. Será un maestro para cambiar, no para mantener (NIDELCOFF, 1974, p. 4).

Desde tales coordenadas, la antinomia pueblo-gendarme se resignifica jugando sus posiciones en los principales flancos de acción escolar transformados en capítulos. En un lenguaje llano y directo, se describe cómo actuaría uno y otro arquetipo respecto de “los objetivos”, “los contenidos y los saberes”, “la planificación”, “la evaluación” y “las relaciones con la comunidad inmediata”.

Por otro lado, la autoría del libro porta un doble mérito en la historia educativa argentina: su condición de género en lo particular del quehacer docente.7 En tal sentido, si al decir del pedagogo francés Giraud (1929), “un profesor es un hombre que habla más de lo que escribe” (apud DIKER, 2006, p. 69), con Nidelcoff se expresa una potencia histórica a desatacar: una mujer que no solo escribe más de lo que habla, sino que hace más de lo que escribe y habla, si acaso tales operaciones pueden desanudarse con facilidad. En su caso y como lo veremos, es un trazo cuasi indiviso: una maestra de sólida formación intelectual decidida a una acción pedagógica transformadora. Una maestra y autora que produce nuevos conocimientos intentando sortear el mero estadio diagnóstico para ofrecer un “saber hacer” práctico y viable en las aulas de una “escuela para el pueblo”.

Hasta aquí, la extraordinaria estadística y movimiento bibliográfico se cifra en el hecho de que unas breves páginas en idioma castellano o portugués atraparon problemáticas diacrónicas y ubicuas. Ello, en parte, explica el éxito comercial de su primera etapa de circulación (1974-1977), así como su propagación y vigencia. La notoriedad del libro devenido en un “clásico” de la educación popular, remite al orden estructural de los sistemas educativos en gran parte de América Latina, escrito en clave de denuncia y espíritu de transformación con el rol decisivo del magisterio. Sin más, los maestros “pueblo”, “indiferentes” o “gendarmes”, construyendo escuelas injustas o emancipadoras, siempre han estado entre nosotros y en todas partes, y acaso hemos sido todas sus versiones.

La vigencia del lectorado: confusiones y errores sobre el “viejo” libro y su autora

El setentista Maestro Pueblo se reinventa en un contemporáneo y heterogéneo lectorado distribuido en diversos escenarios latinoamericanos que se hace visible a poco de hurgar en la web dando con más de un centenar de sitios8 que lo mencionan, describen y (especialmente) recomiendan, tales como archivos y repositorios institucionales, servicios bibliotecarios en línea, publicaciones periódicas, blogs, sitios de “resúmenes y apuntes” y vehementes comunicados de agrupaciones político-estudiantiles. También lo encontramos didactizado en formato TICS (Tecnologías de la información y la comunicación) o integrando el apartado de bibliografía obligatoria en cátedras universitarias, institutos de formación docente o proyectos institucionales para distintas orientaciones y niveles de enseñanza.

Otros lectores lo convocan para sostener marcos teóricos o registrar estados del arte en tesis de licenciaturas, maestrías y doctorados en Brasil, Ecuador, Argentina y Canadá, no solo del campo de las ciencias sociales sino de las matemáticas, naturales y exactas, la educación física o ya dispersándose del universo escolar y la historia educativa. En términos generales, se lo inscribe explícita o implícitamente como un exponente del pensamiento crítico de la pedagogía latinoamericana, compartiendo el exclusivo podio con las narrativas de Paulo Freire, Simón Rodríguez o José Carlos Mariátegui.

Los rastros también se extienden hacia la prensa escrita local, en revistas científicas y ponencias presentadas en eventos académicos fuera y dentro de Argentina. En lo particular de estos materiales, autora y obra se fusionan en las pasiones de la década del ’60 y ’70 cobrando la textura de un escrito iniciático. Los actores consultados son docentes que con ella compartieron espacios de trabajo, experiencias pedagógicas o fueron sus primeros lectores. En ningún caso se registran entrevistas a la Nidelcoff.

Sin mayores dudas, un denominador común sobrevuela el lectorado transnacional e intergeneracional. Ya fuere que represente un tiempo pasado “pasado” e irrepetible atesorado en la biblioteca personal de un/a maestro/a ya retirado de las aulas, ya sea que hoy día persista circulando en una fotocopia maltrecha (especialmente) en los profesorados de Rosario, o se revele por primera vez en un catálogo virtual con la posibilidad de acceso y descarga gratuita en cualquier punto de los países nombrados, el libro se pondera como un texto “indispensable”, una “lectura obligatoria” para la “inquebrantable utopía”. Manifiestamente, se lo concibe como el destino y refugio de quien pretende una “transformación social”.

Ahora bien, resulta llamativo que en gran parte de estas publicaciones, por un lado, se reiteran datos de base inexactos ligados a la procedencia temporal y geográfica del libro. Por el otro, producto de aventuradas conjeturas respecto de las canteras teóricas de las cuales se nutrió la obra. Esto mismo origina extraños registros en los catálogos según descriptores que la categorizan como “método de enseñanza”, “reforma educativa”, “anarquismo”; entre otros. Por su parte, la autora, muchas veces desconocida y otras tantas nombrada como María Teresa “Nodelcoff”, “Nidelkoff” o “Midelcoff”, se referencia como una educadora colombiana de proyección caribeña. Algunos afirman que Maestro pueblo nace en las barriadas marginales de Buenos Aires. Una gran mayoría, en cambio, sostiene con seguridad que el libro resulta de la “experiencia de Santa Lucía” de Rosario; escuela ubicada en un barrio de igual nombre en el que efectivamente Nidelcoff trabajó entre 1973 y 1976. Sobre su destino, se desliza que fue asesinada durante el terrorismo de Estado, que sobrevivió exiliándose en Brasil y/o se desconoce su paradero desde 1976.

Las omisiones y erróneas informaciones arribas sintetizadas, se constatan por igual en eruditas tesis de postgrado, en bibliografía de referencia para la región (GADOTTI, 1998) o trabajos de divulgación, volviéndose una característica general y proporcional a la masiva proyección del libro-objeto. ¿Por qué tales equívocos? ¿Qué posibilitó el dato curioso de la falta de datos? Se hipotetiza que, en gran medida, ello responde al singular contexto en el cual el manuscrito se escribe y los itinerarios que inmediatamente emprendió una vez publicado. Algunos elegidos con esperanza cristiana, otros obligados con terror y crueldad, trazó un derrotero que tuvo iguales dosis de censura como de publicidad; una diáspora urdida entre Santa Fe (Argentina) y Santafé de Bogotá (Colombia) dejando a su paso una sólida estela por el territorio brasileño. En tanto algunos tramos pudieron reconstruirse desde fuentes documentales primarias y secundarias, otros se aproximaron (y oportunamente cruzaron) con las herramientas y perspectivas teóricas de la historia oral; específicamente, por vía de entrevistas semiestructuradas realizadas a Nidelcoff.9

Al respecto, es importante subrayar dos notas metodológicas. Por un lado, la complejidad de aproximarnos a una serie de sucesos colectivos desde un relato narrado en primera persona, plagado de intensos recuerdos pero también de desmemorias y olvidos benéficos (RICOEUR, 1999), situándose en “[…] ese borde paradójico que separa pero también une y atraviesa; vida empírica y obra” (ARES, 2008, p. 21). Ello así, en lo que además debe calificarse como una narración celosa respecto de eventos clave para elucidar los errores reproducidos en la propagación del libro, pero considerados por la autora como acontecimientos íntimos solicitados en reserva, dándose entonces una evidente tensión entre las memorias públicas y privadas (SCHWARZSTEIN, 2001).

Por otro lado, se comprende que la práctica historiográfica que trabaja con testimonios orales, no tiene por único objetivo el completar los vacíos identificados entre la materialidad y los hechos, sino también significarlos y dotarlos de sentido bajo la extraordinaria impronta del pasado reciente en Argentina. Retomando nuestra pregunta y en palabras de Portelli: “Que una versión errada de la historia se vuelva sentido común no nos llama solamente a rectificar la reconstrucción de los hechos, sino también a interrogarnos sobre cómo y por qué ese sentido común se ha construido” (PORTELLI, 2004, p. 27).

Desde tales vigilancias epistemológicas, el corpus permitió reponer coyunturas invisibilizadas que abren al entendimiento de un tramo en la historia de vida de la autora, su obra y época. Sobre cada uno de estos puntos, Nidelcoff tendrá una definición categórica: su libro, al que magistralmente define como “il morto che parla”,10 se escribió en una curva acelerada de la historia argentina protagonizada por una generación “tan generosa como ingenua”, y lo hizo una autora que - como tal - “dejo de existir” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

La autora: entre maestros y curas comportándose como un “obrero cualquiera”

“No es propio de un maestro comportase como un obrero cualquiera” (PÍO XII, 1953)11.

“La vida de un sacerdote (…) no puede confundirse con la vida de un obrero” (EL LITORAL, 1957).12

María Teresa Nidelcoff nació en Maggiolo (Santa Fe), una localidad de apenas 2000 habitantes. Realizó su formación docente en la Escuela Normal Provincial de la cercana ciudad de Venado Tuerto, completando los últimos años en el homónimo Nacional Nº 2 de Rosario. Quedándose en esa ciudad, prosiguió sus estudios superiores en la entonces Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias del Hombre de la Universidad Nacional de Rosario, graduándose como profesora en Historia13.

Desde mediados de la década del ’50, la maestra ejerció en casi todos los ámbitos del sistema educativo: en escuelas públicas de gestión estatal y privadas confesionales de nivel primario y secundario, en profesorados del nivel superior no universitario, dictando cursos de especialización docente en el Instituto Superior del Magisterio dependiente del Estado provincial y en la Universidad Nacional de Rosario.

En las entrevistas realizadas, estos datos llegan apretados en una narración hilada que se ofrece sin mayores precisiones. Antes que fechas, lugares y nombres institucionales, Nidelcoff se apresura hacia los conceptos teóricos, las expresiones políticas e identidades territoriales de los grupos en los cuales participó, las grandes problemáticas epocales y los utópicos desafíos educativos. Especialmente, se detiene en las encrucijadas personales y decisiones colectivas.

Con ello, la descripción de sus primeros trabajos en el sistema educativo previos a las experiencias comunitarias y de educación popular que desarrollará desde 1965, se focaliza en las luchas gremiales del magisterio santafesino, nucleado “en lo que todavía era la Casa del Maestro porque aún no se había formado el SINTER [Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario]”. Puntualiza que era una “ferviente partidaria de que todos [maestros y maestras] estuvieran en el mismo sindicato”. Sin poder precisar el año en cuestión, rememora las jornadas de huelga y movilización en las calles rosarinas, reteniendo en su memoria un dato en particular: “[…] las monjas [del Colegio de las Hijas de la Inmaculada Concepción en el que a la sazón trabajaba] tuvieron que soportar que me ausentara mucho tiempo; me querían echar” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

La escena bien puede enmarcarse en las huelgas docentes de 1957 de alto acatamiento local y solidaridad del ámbito nacional, (EL LITORAL, 1957)14 en las que siguieron durante los primeros años de la década del 60 y/o en 1971. Tales medidas de fuerza, al tiempo que inusuales en la tradición del magisterio argentino, visibilizaban históricos reclamos articulados a cada coyuntura. En 1957 se demandaban mejoras salariales, reconocimiento de derechos laborales y vigencia plena del Estatuto Docente finalmente sancionado en 1958. El incumplimiento de algunos de los puntos estatutarios se tradujo en nuevas acciones a fines del año 1960 y principios de 1961. Por su parte, las jornadas de 1971 alcanzaron la modalidad del tiempo indeterminado entre los meses de marzo y junio. Por entonces, la conflictividad tuvo por epicentro la caótica implementación de la llamada Ley Orgánica de Educación lanzada por la “Revolución Argentina”15 en 1966 e implementada precursoramente en Santa Fe para 1967. Las incertidumbres que dejaba a su paso y los supuestos tecnocráticos que develaba, tejieron transitorias pero sólidas alianzas entre el ámbito estatal y privado, incorporando al movimiento estudiantil y a la comunidad en su conjunto. De igual forma, fue congregando a padres y madres, comisiones vecinales y cooperadoras escolares en un consenso que se robusteció tras algunas movilizaciones acalladas con represión registradas en una prensa que se hacía eco de los desaciertos gubernamentales.

A la base de estas coyunturas, el arco temporal señalado (1957-1971) delimita un proceso neurálgico en la historia del magisterio argentino: sus mutaciones identitarias hasta alcanzar una figura acabada y trascendental como será la creación de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) en 1973. Es decir, el devenir de un sujeto histórico en ciernes que estaba cambiando la mítica vocación voluntarista por la mística conciencia política, conviviendo incómodamente con una persistente auto percepción profesionalista.

En cada una de las instancias señaladas, una misma estrategia discursiva se ensayó desde el poder gubernamental y desde otros pares trabajadores, llamándolos a la cordura y recordándoles que toda advenediza conciencia de clase se reñía con la alta función social del magisterio (GUDELEVICIUS, 2011). Tales tensiones se explicitan en Maestro Pueblo:

[…] el apoliticisrno del maestro es antieducativo, no obstante, el maestro sindicalista será “maestro pueblo” en la medida en que no se aísle en lo meramente salarial, no sólo entre docentes, sino que reivindique, antes que los salarios, la escuela del pueblo e integre su acción en las luchas de la clase trabajadora (NIDELCOFF, 1974, p. 79)

Hasta aquí, el arquetipo popular se nutrió de esta cantera colectiva que no solo la tuvo por espectadora sino asumiendo una participación activa con claros posicionamientos respecto de los debates al interior del movimiento gremial y en las aulas.

Pero otro cruce histórico también se da cita en el libro. Se trata del impacto nacional e internacional del periodo conciliar (1959-1965) en el ambiente católico local. Específicamente, con la llegada de un grupo de “curas obreros” a la ciudad de Rosario y región, seguido por la influencia de las teorías de la liberación y paulatina gestación del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo (MSTM), que en rigor tuvo una presencia gravitante en el norte de la provincia. En dicho escenario, la autora se sitúa:

Yo vengo del ideal cristiano, fui etiquetada en otras culturas políticas, pero venía del cristianismo. Mis motivaciones fueron religiosas y no políticas. Después comprendí que no se podía trabajar con los pobres sin acción política; lo comprendí perfectamente. En aquel momento [1965] éramos los jóvenes contestatarios y había mucha efervescencia con la teoría de la liberación, aunque no se nombraba así todavía. A partir del Concilio II nosotros nos empezamos a mover y aparecieron unos curas españoles, y ahí lo conocí a Néstor, que también era cura y luego será mi marido (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

El Concilio Vaticano II (1959-1962) configuró un hito que conmovió las cimientes de la estructura eclesial mucho más allá de sus aspectos doctrinarios. Su significancia histórica se cifra en la pugna de sentidos atribuidos a los documentos promulgados (constituciones, decretos y declaraciones conciliares). Puede decirse que el problema del Concilio fue la interpretación del Concilio. Sin ánimos de aligerar los matices que efectivamente se desplegaron al interior del clero, entre los propios obispos o ya entre los miembros del “pueblo de Dios”, los presurosos vientos ideológicos de los 60 y 70, arremolinaron las posiciones en dos sectores. Algunos se ubicaron en la urgencia de “vivir” las innovaciones en un compromiso social que estaba por sobre los elementos sacramentales y del tipo salvífico. Otros se movieron entre un recelo que calculaba consecuencias inmediatas o ya las resistieron.

La literatura registra una ancha agenda de problemáticas analizadas bajo la nueva luz conciliar, tal y como la unidad eclesial, la pobreza, el celibato sacerdotal, el marxismo, el diálogo; entre otros bien interesantes. Temáticas que aquí nos exceden pero que finalmente se sintetizan en un punto neurálgico: el problema de la autoridad y sus jerarquías; la tensión ante la obediencia. Una rebeldía ampliada que en Argentina vistió uniformes escolares, overoles azules, coloridas minifaldas y guarda polvos blancos.

La misma desobediencia, por algún tiempo, también se (des)vistió de sotana, a la sazón disparada por una pregunta trascendental: si la divina jurisdicción a la cual estaba incardinado un sacerdote no suscribía las nueva orientaciones, a quién debía obedecerse ¿al obispo o al Concilio? De forma gravitante en esta región: a quién la fidelidad ¿a Bolatti o a Medellín? Esto es, a Guillermo Bolatti, en tanto máxima autoridad eclesial de Rosario cuya actuación en el Concilio pasó desapercibida,16 o a la Conferencia Episcopal Latinoamérica (CELAM) celebrada en Medellín en 1968 abrazada como “nuestro concilio”17 y a la cual el obispo siquiera fue invitado.

Las polarizadas respuestas alcanzaron un tono crítico durante el “68 Católico” (CASAPICCOLA, 2014 p. 112) que recorrió el mundo, las doce sedes arzobispales de la Iglesia Católica Argentina, deteniéndose especialmente en los conflictos desatados en Mendoza, Córdoba y San Isidro (1968-1969). El mismo clima se instaló en Rosario, en los púlpitos de las vicarías barriales o en la catedral, en las calles y en extensas editoriales de la prensa escrita.

Respecto del mencionado grupo de españoles que llegó a Rosario en 1964, cabe puntualizar que fueron 7 miembros de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA); entre ellos, Néstor García. Tempranamente (1965) los “curas obreros” evidenciaron su postura en favor de los cambios conciliares explicitando a Bolatti su interés por trabajar en las zonas marginales de la urbe, solicitando su traslado a las parroquias más alejadas. Al respecto, Nidelcoff precisa:

Mi marido, que entonces era cura, tenía contrato con Bolatti del 64 al 69. Pero empezó a hacer la experiencia de los curas obreros que era tan importante en Francia. Trabajaba en la [empresa] Laminfer. También trabajó en el puerto levantando vías y en una fábrica de horno de ladrillos en Pérez, esos que se hacían a mano (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

A la par, otros “cristianuchos”18 se iban agrupando bajo el entusiasmo que dominaba el ambiente católico, impulsando la creación de comunidades populares “[…] hicimos una vida en común; no de vivir todos juntos sino de compartir bienes: lo que ganabas era para la comunidad, vivíamos el cristianismo al tope” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018). Sin mayores pretensiones, dicha experiencia se nombra como el grupo de la calle “Ocampo al 6500”, un enclave popular con rasgos marginales ubicado en la zona oeste de Rosario.

Este y otros agrupamientos mediantemente estables y diseminados en distintas barriadas, gestaron acciones obrero-pastorales ciertamente complejas en sus dinámicas políticas, socioculturales y educativas atravesados por muchos puntos de fuga, recorridos irregulares y mediaciones territoriales. En los años posteriores al Concilio, los colectivos se fueron ampliando y consolidado en su praxis combinando, según cada caso, catequesis y liturgia con las teorías liberacionistas y/o adhiriendo al MSTM. Como se anticipara, Néstor García seguía la línea francesa de los llamados “curas obreros”. No obstante su labor proletaria fuera de la iglesia se sustentaba en el decreto conocido como Presbyterorum Ordinis (1965),19 llegado el momento de extender el contrato, Bolatti no lo suscribió. A criterio de Nidelcoff, tal posición “obstruccionista” fue, sin más, una sanción ideológica.

El caso de García y otros sacerdotes de la región fueron el emergente de una polarización que concentró los conflictos en clave de centro y periferia, considerando que las tensiones ya sumaban varios capítulos previos a la ruptura contractual con el español, según lo manifiesta el documento de más de 30 carillas entregado por los disidentes a Bolatti en octubre de 1968. Aquellas páginas demandaban avances pastorales conformes a las conclusiones de Medellín, mencionaban la falta de diálogo entre el Arzobispado-centro y el clero-periferia, y la nula renovación de una curia criticada con severidad.

El verano de 1969 por lejos resultó una tregua. El mutismo obispal que dejó el documento se escuchó como un ruido de negativas que devino en nuevas y más álgidas declaraciones. Lo distintivo de esta escalada fue el involucramiento de la opinión pública per se y en acciones directas como la distribución de comunicados en las misas dominicales incluida la Catedral, las detalladas crónicas en la prensa escrita y un par de copias que incluso se giraron al Vaticano.

Entretanto, las protestas de los fieles de la capilla “del padre García”, pusieron de manifiesto su “liderazgo indiscutible” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018). En aquella barriada, el cura-obrero había desplegado prácticas20 que tejieron fuertes lazos en una comunidad que ahora resistía tanto su salida como la llegada del sacerdote reemplazante. Cuando en febrero de 1969 este último emprendió alguna crítica sobre el querido párroco depuesto, los fieles irrumpieron la homilía al grito de “¡que se vaya!” (CASAPICCOLA, 2014 p. 135). La protesta prosiguió con un grupo de partidarios que se instaló en la curia para lograr una entrevista con Bolatti, finalmente desalojados por la policía provincial. La misma reprobación popular se renovó el domingo siguiente con la nutrida presencia de parroquianos y cuatro clérigos “disidentes”. El obispo condenó duramente estas acciones categorizándolas en términos jurídicos “amotinación, obstrucción de la celebración del culto y grave escándalo” (apud CASAPICCOLA, 2014, p. 141). En tanto algunos fieles optaron por no regresar a la capilla, otros reiteraron su ida a la Catedral repitiéndose la escena de tensión y represión policial.

El saldo inmediato de estas y otras situaciones de similar tenor terminó en lo que se conoce como “la renuncia de los 30 [sacerdotes]” presentada a la conducción de la Diócesis en marzo de 1969, mimeografiada a la prensa y repartida entre los fieles. El conflicto siguió su ascenso tanto en una guerra de comunicados (MAYOL; HABEGGER; ARMADA, 1970) como de acciones directas harto detalladas en las crónicas.

Los hechos descriptos son una página pública de la historia local, pero Nidelcoff nos ofrece otra de índole privada y a la sazón secreta al explicar que Néstor:

[…] tenía el apoyo del obispo de Rafaela [Santa Fe] que le había dado un documento que no podía hacerse público salvo que lo metieran preso y para que tuviera alguna relación con la Iglesia […] cosa muy importante porque nosotros no teníamos la cobertura de un partido político. [Antonio Alfredo] Brasca le hizo un contrato secreto a Néstor (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Bajo esta cobertura, García prosiguió su tarea trasladándose a un barrio cercano, en tanto Nidelcoff ya se hallaba en la comunidad pastoral o grupo de “la calle Ocampo”. Vale decir, la autora fue parte de un disperso pero agitado colectivo laico que protagonizó la rebeldía conciliar,21 formando grupos y reuniéndose “no solo con católicos sino con todos” y entendiendo al evangelio “como algo testimonial”; más aún, como una estrategia territorial:

Yo era una vaca sin cencerro. Una persona de gran fe y de gran mística, pero no me movía en estructuras de la iglesia (…) yo quería trabajar con niños ¿y cómo se empieza en un barrio que no tiene nada. Entonces tuve que empezar con la catequesis, cosa que no entraba en mis planes en absoluto, no porque yo lo rechazara porque era católica y lo fui muchos años [pero] la catequesis me daba una presencia en el barrio (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Llegará allí en 1965, el mismo año en que se lanza el sello Editorial Biblioteca, aquel que publicará - por primera vez - Maestro Pueblo.

La escritura: el olvido de la calle Ocampo y la foto de “Santa Lucía”

A lo largo de las entrevistas, la autora despeja, en varias oportunidades, las confusiones observadas sobre el origen del libro: “Todo el mundo me asocia a [escuela y barrio] Santa Lucía donde estuve después, pero yo comencé mucho antes. Mi experiencia y el libro eran mi cabecita y la casilla [vivienda precaria] de la calle Ocampo” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018). Esta fue entonces su primera y gran experiencia de educación popular, no obstante - según nos dice y se corrobora en los trabajos explorados - “no trascendió”, como sí sucedió con la posterior radicada en el barrio Santa Lucía.

A nuestro entender, y sin desmedro de la persecución y censura que luego detallaremos como un factor central que colaboró en tal desplazamiento e invisibilización, es pertinente deslizar una suerte de hipótesis estética; esto es, la imagen que ilustra la publicación del libro. A saber:

Fuente: Fondo documental: Vigil. Subfondo: 1953 - 1977 Funcionamiento. Grupo Documental: Fototeca. Serie: Álbumes.

Imagen 1 Fotografía de tapa de Norberto Púzzolo para la primera edición (1974) 

Como puede observarse, en un primer plano, un grupo de niños y niñas juega con ladrillos; de fondo, otro lo hace con las ruedas de algún vehículo, seguido por una casa humilde y una mujer que los observa recostada sobre la puerta de ingreso. El único elemento que anuncia una escena escolar son los guardapolvos blancos. La asociación básica que entonces hicieron los primeros lectores locales en los años ’70 y aún hasta nuestros días, es sencilla: esa maestra se llama María Teresa Nidelcoff, esa casa es la escuela de Santa Lucía y esa foto estampa el libro Maestro pueblo.

Simbólicamente, puede decirse que los ladrillos con los juegan los niños de Santa Lucía, en realidad se hornearon ocho años antes en el “grupo Ocampo”. Comenzando con visitas semanales cada vez más frecuentes, la docente hizo de ese espacio su lugar de residencia permanente cuando “una familia me prestó parte de su terreno. Montamos una casilla vieja y empezamos a hacer tarea extraescolar. Yo era la única universitaria, los demás eran todos obreros” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Entre tantas actividades y proyectos que el recuerdo deja pasar, se describen las clases de apoyo con acceso a una “bibliotequita”, la producción de una revista autogestiva, las charlas de educación sexual y difusión de métodos anticonceptivos, la confección de títeres y funciones de teatro que involucraban la escritura de la obra, el ensayo y la representación. Tales propuestas se debatían y decidían en un régimen asambleario siguiendo una fórmula simple y harto efectiva: “Una tarea, un voto. Había que tener una tarea cumplida para tener voto en la asamblea popular”, mayoritariamente conformada por las madres y padres de los niños y niñas considerados los “fracasados del sistema”; descubriendo “todo lo que se podía hacer con los fracasados”; comprendiendo ya por fin “que no existen los niños fracasados”. Entonces sí “después [1973] me fui a Santa Lucía, pero yo ya tenía el libro escrito” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Ahora bien, según lo revela el listado de referencias bibliográficas, teóricamente el trabajo se nutrió de las lecturas de Célestin Freinet (1970) y respectivas influencias de corte cooperativista sobre el campo institucional (VÁZQUEZ; OURY, 1968). También con los aportes de Antón Makarenko (1967), desde la incipiente circulación de Paulo Freire (1967; 1970) y los embrionarios estudios críticos de corte sociológico sobre el sistema educativo argentino (TEDESCO, 1970). Como un espejo ubicado a miles de kilómetros en el valle de Mugello (Florencia, Italia), la lista en cuestión suma el caso de la “Escuela de Barbiana” también desarrollada en plena década del ’60. Una experiencia creada por el sacerdote Lorenzo Milani; “una escuela clasista […] un lugar dedicado a los más pobres, a los más desfavorecidos por la sociedad” (GUICHOT REINA, 2006-7, p. 97), igualmente apartada, igualmente comunitaria, igualmente ecuménica, igualmente desafiante a la autoridad eclesial.

Finalmente, hay un texto ausente en la publicación que sin embargo se narra como un “libro de cabecera” que “a los trece o catorce años leí porque lo tenía mi hermana, una docente muy actualizada. Ese libro me marcó bastante”. Se refiere a La escuela rural unitaria del maestro Luis Iglesias (1915-2010) cuyas páginas provocaron grandes agitaciones pedagógicas.22 Para nuestra autora, se volvió “un sistema de trabajo”, agregando que la estancia de formación que hiciera en Francia (Burdeos) a finales de los años 60, la conectó con las novedades que estaba produciendo la sociología francesa (BOURDIEU y PASSERON, 1970), y le permitió comprender que la pluma de Iglesias estaba cargada de los postulados de la llamada Escuela Moderna de Freinet; “el maestro rural de Iglesias, es Freinet puro” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Ciertamente, dicho corpus expresa un conjunto de ideas y debates que, como bien explicita, “ya estaban publicadas” pero no por ello propagadas entre el común del magisterio local.23 Bien puede decirse que aquí cobra fuerza su formación y trayectorias. A nuestro entender, ello tiene un peso específico a la hora de traccionar y abrir estas lecturas a tantos otros. En tal sentido, la originalidad del libro no sólo resulta del esfuerzo corporal y situado en el territorio, sino también intelectual en la propia destreza que adquirió para traducir diversas tendencias teóricas despojándose de un lenguaje academicista pleno de sentidos compartidos en la docencia.

Desde tales referencias y vivencias, revisó entonces la “evidencia” ante sus ojos:

[…] trabajé un año entero con los pibes de mi barrio, me miré los cuadernos de cantidad de ellos teniendo acceso a los libros que usaban. En mi ranchito de madera, conectaba todo: esos niños, los llamados fracasados del sistema y los métodos adecuados, pero sobre todo con acción porque ahí lo importante es ver la clara influencia de las clases sociales. Entonces, el libro está escrito muy rápido porque si vos lo lees no está ni pulido. Yo trabajé un año recopilando material y entonces por eso también les gustó a los maestros, porque hablaba de los libros que ellos usaban, de la forma en que ellos corregían los cuadernos (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

He allí la síntesis que ofrece sobre los orígenes y escritura de Maestro Pueblo: “mi cabecita y la casilla de calle Ocampo”.

La diáspora: entre censuras locales y propagaciones internacionales

Entretanto, el libro cobraba notoriedad circulando incluso antes de 1974,24 la autora también “se movía” a causa de una escalada de persecución político-ideológica:

[…] yo me había mudado de Ocampo al 6500, yo me había ido a vivir a una vivienda precaria porque no me daba más el cuerpo por el miedo, porque cuando lo detuvieron a mi marido ya me daba mucho miedo quedarme sola, y entonces dentro de la misma zona me mudé que ahí teníamos más militantes, teníamos una comunidad cristiana y ahí teníamos más gente y nos movíamos más y me sentía más protegida (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

La detención que relata refiere no solo a Néstor García sino también a los sacerdotes Arroyo, McGuire y Ferrari en agosto de 1971. Si bien se repitieron los repertorios de acción de 1968, estos episodios ya comportaban nuevos gradientes de peligrosidad y avanzada de las fuerzas de seguridad (FF.SS) bajo el imperio de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Vale decir, involucrando a los detenidos en redes y/o contactos con grupos “subversivos”.

Hacia finales del breve interregno democrático (1973-1976), una efervescencia cultural y radicalización política-ideológica convivía con un clima cada vez más enrarecido y asfixiante de persecuciones, crímenes e inicio de una nueva oleada de exilios25, producidos por FF.SS. estatales y paraestatales, alcanzando especialmente a grupos de base y organizaciones orgánicas reformistas o revolucionarias. En dicho escenario, el devenir de Maestro Pueblo se recuerda así:

El libro de Brasil creo que publicó poco después del editado acá. La gente de Brasil contactó a la editorial de Vigil. Eso lo olvidé mucho tiempo. Después sí me acordé que me habían preguntado si yo tenía interés al respecto y yo dije “bueno”, pero en ese momento lo que a mí me importaba era saber dónde iba a dormir esa noche y no dónde iba a publicar un libro (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Efectivamente, en 1975 “Uma escola para o povo” tuvo su copyright en Brasiliense Editora y una vida letrada internacional prosiguió en 38 ediciones, mientras otra local se extinguía en un acumulado de prohibiciones, quemas, detenciones ilegales y desapariciones forzadas, alcanzando tanto a la autora y su obra como a los primeros editores.26 Ya sobre 1976, Nidelcoff recuerda que “todos me decían que me fuera del país cuanto antes”, pero sucedió la detención de García tras una cacería que comenzó la misma noche del 24 de marzo de 1976, día del golpe de Estado.

Ya lo habían ido a buscar dos veces. Después allanaron mi casa y lo fueron a buscar por segunda vez y él se escapaba. Lo pillaron once días antes de irse [a España], ya tenía el billete [pasaje] Estuvo ahí en el Servicio de Informaciones [Centro Clandestino de Detención y Tortura], y hay que decirlo que Bolatti lo ayudó; Bolatti lo salvó. Tenía mucha mano con los militares. Yo quería salvar a Néstor y él se quería sacar de encima a Néstor. Se movió y lo expulsaron sin juicio ni nada. Lo llevaron en un coche a Buenos Aires con una ametralladora, a la gente le decían que eran periodistas. Néstor no sabía quién lo tenía; yo sí sabía que lo tenía la policía de Santa Fe. No nos mataron por un pelo (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Ambos sobrevivieron a la Argentina dictatorial y vivieron en el exilio. También el Maestro Pueblo argentino pervivió en ejemplares postergados y/o atesorados con terror, en la versión autorizada en Brasil o aquella otra gestada de forma inconsulta en Colombia.27 El libro se desenlazó de la autora e inversamente; en sus palabras “[…] fue muy difícil integrar a esa María Teresa. Tuve que elegir, o vive una o vive la otra” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018). Las ramificaciones de tal escisión prosiguieron hasta la apertura democrática:

[…] mi hermana estaba en una asamblea de maestros y se le acerca una persona, una mujer que ella no sabe quién es, y le pregunta: ¿usted es algo de María Teresa Nidelcoff? Y le dice sí, es mi hermana. Dígale que traigo el encargo de decirle que en Brasil hay una cuenta de banco a su nombre con dinero (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Un empeñoso destino reparatorio parece acoplarse a lo anterior cuando -en paralelo - una religiosa amiga visitó al ex cura en España en los tardíos 80. Por ella supieron de la existencia de “Uma escola para o povo”; mejor decir, que aquel convenio se había efectivizado. Inmediatamente, el (ahora) matrimonio madrileño Nidelcoff y García, comenzó el rastreo de la versión brasilera facilitado por el dato certero de la editorial y el ambiente de los libros en el que a la sazón estaba Néstor. Supo entonces que no era “una editorial cualquiera” sino obra de Caio da Silva Prado Júnior. Su hijo, Caio Graco da Silva Prado, o sencillamente “el señor Prado” como se lo recuerda en los hechos, “se portó muy bien” cuando finalmente se produjo el “emocionantísimo” encuentro entre la autora y el segundo editor en una importante feria del libro en Barcelona. Estando allí:

[…] mi marido empezó a averiguar entre los stands brasileños y esta editorial. Cuando se apersona y dice quien es, la reacción del hombre fue: “¡está viva! está viva!” porque él no me encontraba […] iba a Buenos Aires, me buscaba entre las listas de desaparecidos y no me encontraba. Entonces nos juntamos y me dijo lo que le habían dicho a mi hermana: que tenía depositado el dinero de las no sé ya en cuántas ediciones estaba, y me pagó un montón de dinero. O sea, encontré un señor honrado (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018).

Consideraciones finales

El libro analizado en lo que respecta a su publicación, recepción, circulación, propagación y vigencia, expuso un variopinto lectorado diseminado en varios países de América Latina. En distintas oleadas, Maestro Pueblo trazó itinerarios divergentes pero sostenidos en más de cuatro décadas. Durante su ciclo inaugural en Argentina (1974-1977), se leyó ávidamente entre maestros/as que respondieron a la interpelación-invocación de Nidelcoff. En un tiempo de entusiastas renovaciones político-pedagógicas, e igualmente dominado por tendencias tecnocráticas ligadas a la planificación y el rendimiento escolar, irrumpió como un texto “cercano” concebido como una suerte de “manual” para “aplicar” la inasible utopía en las aulas.

Tras la censura dictatorial, deambuló subterráneamente como un acto de resistencia a la espera de los tiempos democráticos, para entonces ser legado a noveles docentes o estudiantes en una transmisión ciertamente doméstica; un boca a boca sin fuerza editora. En este punto, es dable sopesar que, de no haber sido prohibido durante el terrorismo de Estado, Maestro Pueblo habría seguido el mismo vértigo de venta masiva que tuvo fuera del país.

También el lectorado transnacional e intergeneracional evidenció una recepción harto positiva con el mismo rasgo discursivo al tiempo que constatable en las agotadas ediciones que se sucedieron entre 1974 y hasta 2004 en Brasil y Colombia, alcanzando desde allí una amplia distribución en varios países del Caribe y el Cono Sur. Uno y otro dato cualitativo y cuantitativo acabaron por ubicarlo como un “clásico” de la educación popular en las múltiples acepciones de tal polisémico concepto.

Lo antedicho no fue el único denominador común para el conjunto de estos lectores. También se registró una notable ausencia de información, reiteración de datos ambiguos o ya erróneos en lo particular de la biografía de la autora y la experiencia situada que diera razón al icónico texto.

Con ello, una pregunta recorrió este trabajo: ¿Qué posibilitó el dato curioso de la falta de datos?

Las mejores respuestas se hallaron en un registro apegado a los hechos y procesos narrados por Nidelcoff confrontados con otras fuentes en un doble plano micro y macro. Vale decir, siguiendo el intenso tramo de una vida transitada por convulsionados escenarios que permitieron identificar y reponer específicas coyunturas anudadas a los tempos de la creación de los arquetipos “pueblo” y “gendarme”, resultando finalmente una tríada epocal. Tres elementos clave de carácter colectivo, pero asumidos subjetivamente para ser volcados en un puñado de páginas: la maestra-trabajadora, la maestra-evangelizadora y la maestra-autora. Así y como tantos otros docentes de su generación, Nidelcoff asumió su condición de trabajadora al calor de las luchas gremiales del magisterio con sus conflictos y resistencias dentro y fuera de las aulas. Ello se acopló sin mayores tensiones a su fe católica en tanto se dieron causes comunes de agitación bajo el espíritu de una renovación cristiana postconciliar. Deseosa de trabajar en favor de la infancia “fracasada” de los sectores populares, hizo del talante evangelizador una acción estratégica para conquistar el territorio barrial, gestando junto a otros una experiencia educativa y comunitaria: la olvidada “casilla de la calle Ocampo”. Una maestra autora emergió entonces de la praxis que integró el mundo de las prácticas y las teorías. Una rica trayectoria en cuanto a formación y elaboración intelectual, se combinaron con saberes construidos en el acto de enseñar y aprender, no solo en la barriada marginal sino en instituciones formales, públicas y privadas, laicas y confesionales, en profesorados y claustros universitarios dentro y fuera de Argentina.

Por último, las escasas informaciones y/o deformaciones advertidas, responden a la irrupción de los “gendarmes” cuando dejaron de ser una metáfora de papel para volverse una cruenta realidad bajo un nuevo periodo dictatorial que tuvo gradientes de criminalidad sin precedentes. En el terror y la huida por la supervivencia, el libro llegó a lejanos territorios sin referencia-autor o lugar-edición, pues, ni editores ni escritora estaban ya para explicar sus propósitos político-pedagógicos, multiplicando en el tiempo los silencios, las omisiones y los errores de un “morto che parla”.

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1En adelante: Maestro Pueblo.

2Entre los años 1959 y 1977, “Constancio C. Vigil” fue una asociación civil creada por los vecinos de un barrio obrero ubicado en la zona sur de Rosario (Santa Fe). De carácter progresista, laica y gratuita, desarrolló múltiples actividades y experiencias financiadas por una exitosa rifa que llegó a comercializarse en gran parte del territorio argentino. Puntualmente, abarcó proyectos educativos (jardines de infantes, instituto secundario, escuela primaria y universidad popular), culturales (servicio bibliotecario y editorial), científicos (museo de ciencias naturales y observatorio astronómico), recreativos (centro recreativo, cultural y deportivo), servicios sociales (caja de ayuda mutua, guardería y centro materno infantil) y productivos (talleres automotores, herrería, carpintería y construcciones).

3La descripción se sintetiza desde documentos que detallan los pedidos recibidos de instituciones educativas en diversas localidades, así como la respuesta de la editorial y el servicio bibliotecario (venta y distribución) obrante en el Fondo documental: Vigil. Subfondo: Funcionamiento 1959-1977. Grupos Documentales: Biblioteca y Editorial. Serie: Folletos de difusión.

4Bajo la figura de una intervención “normalizadora” y luego “liquidadora”, el 25 de Febrero de 1977 la entidad quedó bajo el control del gobierno de facto provincial, la armada argentina, el ejército, la policía y civiles contratados por la intervención en diferentes etapas que, al cierre del período dictatorial (1983), devino en la cuasi destrucción de su patrimonio. Asimismo, se produjeron detenciones ilegales, desaparición forzada y aplicación de tormentos a los editores y/o miembros de la Comisión Directiva, configurando lo que se conoce como delitos de lesa humanidad. Tras la recuperación de los bienes que sobrevivieron al saqueo en el año 2013, la entidad fue señalizada como “Sitio de Memoria del Terrorismo de Estado” y se halla en etapa de reconstrucción.

5El inventario resultante (2013) arrojó un total de 30.000 libros de un acervo que originalmente llegaba a la cifra de 85.000 publicaciones entre servicio bibliotecario y editorial. De Maestro Pueblo, se hallaron solo tres ejemplares. En Fondo documental: Vigil. Subfondo: Funcionamiento 1959-1977. Grupo: Biblioteca. Serie: Inventarios.

6Véase apartado “La escritura: el olvido de la calle Ocampo y la foto de Santa Lucía”.

7Objeto de estudio que vigorosamente cobra impulso en la agenda historiográfica. (DIKER, 2006; CALDO, 2013; BILLOROU, 2015; CARLI, 2016; FIORUCCI, 2013; 2016; FERNÁNDEZ PAIS, 2017; entre otros).

8Se visitaron 145 sitios.

9Realizadas en noviembre de 2017 y abril de 2018, en oportunidad de breves visitas a la Argentina. Nidelcoff reside en Madrid desde 1976. En adelante, Entrevistas a MTN, 2017; 2018.

10“El muerto que habla”, expresión italiana popularizada en Argentina con la masiva corriente inmigratoria.

11Declaración de los miembros de la Comisión Pro-Mejoras del Magisterio. El Litoral, Santa Fe, 15 de marzo de 1971, p. 3.

12Declaraciones del Papa Pío XII en 1953. Texto integro publicado en Vinatier, Jean (1978) Le cardinal Liénart et la misión de France. Paris: Le Centurión. Recuperado en: <https://issuu.com/cristianismeijusticia/docs/es175>. Acceso en: 15 mar. 2019.

13Hoy Facultad de Humanidades y Artes, UNR.

14La Asamblea Nacional del Magisterio reunida en Córdoba se solidarizó con los maestros santafesinos. El Litoral, 5 de marzo de 1957, p. 3. Con el apoyo de numerosas instituciones se descuenta que la totalidad de los docentes no se presentarán a trabajar. EL Litoral, 9 de marzo de 1957, p. 2. En el cuarto día de la huelga de maestros la ausencia de alumnos ha sido casi total. El Litoral, 14 de marzo de 1957, p. 3.

15Periodo de facto entre 1966-1973.

16Se destaca su discurso de octubre de 1964 centrado en el comunismo al que calificaba como una “herejía” y “un peligro muy grande”. Instó a que se lo declarara como “intrínsecamente contrario a la doctrina católica”. Su pedido no tuvo lugar (Apud CASAPICCOLA, 2016, p. 89).

17“Pronunciamiento de 13 sacerdotes de Tucumán”. La Nación, 19 de marzo de 1969 (apud CASAPICCOLA, 2016, p. 140).

18“Como les llamábamos entonces a los jóvenes cristianos un poco contestatarios porque estaba “La Armada Brancaleone” [film de 1966] que se nombraban a sí mismos los “cristianuchis”. (ENTREVISTAS a MTN, 2017, 2018).

19“Sobre el ministerio y la vida de los presbíteros”, punto 20. Recuperado en: <http://w2.vatican.va/content/vatican/it.html>. Acceso en: 3 abr. 2019.

20Entre otros, supresión de aranceles de bautismos, casamientos y funerales; participación de los laicos durante los sermones y diálogo con los fieles en la celebración de la misa.

21A excepción de los episodios de febrero y marzo de 1969 en los cuales no participó ya que se hallaba en Francia, cuando, hacia finales de 1968, viajó con una beca para realizar un curso de postgrado en Pedagogía General y Sociología de la Educación.

22Especialmente en la década del 60 cuando el maestro comienza a dirigir el periódico “Educación popular”. Al respecto, dirá “[…] efectivamente, era de agitación, nosotros manejábamos ideas pero en el sentido de provocar inquietudes”. Por lo dicho, Iglesias fue detenido durante treinta días en 1962. IGLESIAS, LUIS. El camino de un maestro. Buenos Aires: INFD Comunicación [2008]. 40 min. Disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=yR_PMkTEgLo>. Acceso en: 15 mar. 2019.

23Vale como ejemplo los libros de Paulo Freire. Ante nuestra pregunta respecto de su acceso masivo durante los primeros ’70, Nidelcoff dirá “Freire circulaba entre personas como yo, más inquietas, pero un maestro de escuela no leía a Freire […] a mí la Universidad me manda a un seminario en Buenos Aires que dictó Freire, y lo conocí por eso, porque estaba en el ámbito universitario” (ENTREVISTAS a MTN, 2017; 2018). Coincidimos con la autora en estas precisiones epocales. El pedagogo brasileño y la propia Nidelcoff se des-cubrieron masivamente tras el retorno a la democracia en 1983.

24La autora explica que un borrador circuló entre algunos docentes meses de la primera edición.

25Este momento se conecta con la anterior emigración de intelectuales académicos y científicos de las universidades durante el periodo de facto comprendido entre 1966-1973. La propia Nidelcoff, junto a decenas de profesores de la UNR, renunciaron a sus cátedras hasta retornar en 1973.

26“Una de las acusaciones más graves que me hicieron fue la publicación de ¿Maestro Pueblo o maestro gendarme? de María Teresa Nidelcoff publicado en colección Praxis”. Entrevista realizada a Raúl Frutos (2009), ex bibliotecario mayor de “Constancio C. Vigil” detenido en mayo de 1977 y alojado Centro clandestino de detención y tortura, emplazado en la ex Jefatura de policía de Rosario.

27La autora explica que nunca se la consultó ni dio consentimiento a la editorial de Colombia. Tampoco recibió los beneficios económicos por derecho de autor. Se desconoce cómo, cuándo y por vía de quién/es se gestionó tal publicación. En consultas realizadas a la empresa ECOE, se confirman las reediciones bajo su sello entre 1974 y 1995. Igualmente, los primeros editores (Editorial Biblioteca) hicieron saber que, a diferencia de la autorización prestada para su salida en Brasil, nunca lo hicieron en el caso colombiano.

Recibido: 08 de Abril de 2019; Aprobado: 22 de Mayo de 2019

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