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Educação e Filosofia

Print version ISSN 0102-6801On-line version ISSN 1982-596X

Educação e Filosofia vol.31 no.62 Uberlândia May/Aug 2017  Epub Mar 09, 2021

https://doi.org/10.14393/revedfil.issn.0102-6801.v31n62a2017-p909a942 

Artigos

La filosofía realista y naturalista de John Dewey: contribuciones para una epistemología en la actualidad

The naturalistic and realistic philosophy of John Dewey: contributions to contemporary epistemology

A filosofia realista e naturalista de John Dewey:contribuições para uma epistemologia na atualidade

Edna Maria Magalhães do Nascimento* 

*Doutora em Filosofia pela Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG). Professora no Centro de Ciências da Educação, Departamento de Fundamentos da Educação, de Filosofia e do Programa de Pós-Graduação em Filosofia (PPGFIL) da Universidade Federal do Piauí (UFPI). E-mail: magaledna@yahoo.com.br


Resumen

El presente artículo analiza la epistemología realista y naturalista de John Dewey, para discutir su contribución para la epistemología en la actualidad. El eje de esta investigación consiste en articular los conceptos, experiencia y naturaleza de la epistemología de John Dewey a las contribuciones de autores contemporáneos. Al final, se pretende demostrar que el realismo de Dewey, por caracterizarse como naturalista, aporta contribuciones importantes para la epistemología actual cuando ésta es colocada en una vertiente contraria al objetivismo, pero sin prescindir de la ciencia. Al oponerse a la epistemología clásica, Dewey no pretende apartarse totalmente de esta área de la filosofía, sino que postular un nuevo modelo teórico en el que el conocimiento pueda ser comprendido como mediado por relaciones naturales, causales, cognitivas y culturales. Se revelará que esta perspectiva se anticipa a las vertientes actuales del conocimiento cuya explicación pasa por la noción de complejidad y holismo.

Palabras clave: Realismo; Anti realismo; Naturalismo; Experiencia; Naturaleza

Abstract

This project analyzes the realist epistemology and naturalist John Dewey, discussing his contribution to contemporary epistemology. The point of our research is to articulate the concepts and experience nature of John Dewey’s epistemology to the contributions of contemporary authors. At the end we intend to prove that the Dewey realism because it is characterized as a naturalist brings important contributions to current epistemology when you put in a shed contrary to objectivism, but without giving up science. To oppose the classical epistemology Dewey is not intended to depart completely from this area of philosophy, but postulate a new theoretical model in which knowledge can be understood as mediated by natural, causal, cognitive and cultural relations. Reveal that this approach is anticipated to contemporary aspects of knowledge whose explanation pass through the notion of complexity and holism.

Keywords: Realism; Anti-realism; Naturalism; Experience; Nature

Resumo

O presente artigo analisa a epistemologia realista e naturalista de John Dewey para discutir sua contribuição para uma epistemologia na atualidade. O eixo central desta investigação consiste em articular os conceitos ‘experiencia’ e ‘natureza’ da epistemologia de John Dewey às contribuições de autores contemporâneos. Ao final, pretende-se demonstrar que o realismo de Dewey, por caracterizar-se como naturalista, aporta contribuições importantes para a epistemologia atual, sobretudo quando esta é colocada numa vertente contraria ao objetivismo, porém sem prescindir da ciência. Ao opor-se à epistemologia clássica Dewey não pretendeu-se separar-se totalmente desta área da filosofia, mas postular um novo modelo teórico em que o conhecimento possa ser compreendido mediado por relações naturais, causais, cognitivas e culturais. Será demonstrado que esta perspectiva se antecipa às vertentes atuais do conhecimento cuja explicação passa pela noção de complexidade e holismo.

Palavras-chave: Realismo; Antirrealismo; Naturalismo; Experiência; Natureza

Presentación

Para Dewey, en el proceso de reconstrucción de la filosofía está colocado el desafío de articular la filosofía y la ciencia y, como consecuencia de esto, el cambio en el método operacional de la primera. Dewey desarrolló una doctrina que busca enseñar cómo el conocimiento se basa en la experiencia. Esa es la dimensión científico-naturalista de su obra. Su proyecto consiste en una rigurosa argumentación en contra de las explicaciones en que la experiencia y la naturaleza son presentadas con base en distinciones arbitrarias1. En Experience and Nature [Experiencia y Naturaleza], se presenta una óptica científica para la epistemología. Su argumento consiste en reivindicar una filosofía de la experiencia, en la medida en que ésta se apodera del método científico. En esta obra Dewey intenta justificar un sistema desarrollado desde la aplicación del método científico a la filosofía, pero teniendo como base una concepción filosófica de la experiencia. Las concepciones de Dewey respecto al conocimiento, al uso de la razón y de la naturaleza social de la filosofía, concurren para la constitución de su concepción de ciencia.

Su crítica a la noción tradicional del conocimiento como representación de la realidad es evidente. Por esto, Dewey pasa a designar el conocimiento como un conjunto de “creencias” y “proposiciones” tomadas como garantía de usos. Su objetivo es desarrollar un proyecto científico y metodológico que exigirá otra forma de hacer filosofía, que se caracteriza como una filosofía empírica. Aunque Dewey defiende una filosofía con una óptica científica, esto no significa que subordine la filosofía a la ciencia. De acuerdo con Araújo, Dewey se opone a la forma por la cual el problema epistemológico es formulado por la tradición, es decir, a partir de “una posición realista ingenua de que todo tipo de conocimiento es representación” […], sin considerar el proceso de conexión entre las cosas y entre el conocedor y las cosas2. En este proyecto de investigación, buscamos realizar una profundización teórica del concepto de conocimiento en Dewey y, por lo tanto, la defensa de una epistemología realista y naturalizada, así como los desdoblamientos del programa deweyano en relación a la articulación entre experiencia y naturaleza, filosofía y ciencia.

Por supuesto, la objeción de Dewey a la epistemología clásica consiste en su rechazo a considerar el conocimiento, de cualquier tipo, como una cuestión de representación mental, como la idea de un museo de la mente, en el que las cosas son etiquetadas por el poder de la razón. En este sentido, el conocimiento es conexión y no representación. No se lo puede tratar aisladamente, por sí mismo, sino que adoptando la perspectiva de la complejidad y de la utilidad. La propiedad correcta del tema del conocimiento por los hombres no es aquella que lo considera como un fin en sí mismo. Por el contrario, tiene que ver con las necesidades humanas reales.

El conocimiento tiene sentido como acción finalista que nos permite actuar en el mundo. Dada esta comprensión, se pretende investigar la filosofía realista de John Dewey, sus características naturalistas y aportes del Pragmatismo Deweyano para el establecimiento de una epistemología contemporánea de base naturalista que concibe el conocimiento como el producto de un mundo complejo e interaccionista. Así, los objetivos de este artículo son: desarrollar una profundización teórica de la epistemología de base naturalista y realista formulada por John Dewey y articular su filosofía a la etapa actual de la epistemología contemporánea, buscando acercamientos con los enfoques que consideran la relación entre mente y mundo, derivada de mediaciones y resultantes de complejidades e interacciones holísticas.

El naturalismo empírico de John Dewey

Para designar su concepción de la realidad, Dewey inicialmente hace uso de las expresiones naturalismo empírico, empirismo naturalista y humanismo naturalista3. Desde esta perspectiva es posible identificar en su obra una articulación teórica entre el idealismo y el empirismo, especialmente cuando se combina el historicismo al cientificismo. Podemos inferir que ahí se está generando una epistemología naturalizada. Al mismo tiempo, su propuesta es mucho más ontológica que epistemológica. Sin embargo, ya sea vinculado a la epistemología, ya sea relacionado a otra área de la filosofía, lo cierto es que Dewey anuncia, a principios del siglo XX, parte de un programa filosófico de continuidad entre filosofía y ciencia, cuyas consecuencias se centrarán en obras desarrolladas por pensadores más cercanos del final de este mismo siglo.

Como ha señalado Barrena (2015),

“La experiencia pragmatista tiene una importancia fundamental, y podría llegar a decirse que de alguna manera el pragmatismo es la forma que ha adoptado el empirismo en la filosofía contemporánea, pues la experiencia viene a ser para los pragmatistas la única fuente segura para juzgar nuestras creencias. Sin embargo así como el empirismo hacía referencia fundamentalmente a una experiencia pasada, concebida como algo cerrado, como dominio privado do mental, la experiencia no es para los pragmatistas una conciencia subjetiva y privada contrapuesta a la naturaleza. Esta idea, señalaba Dewey en su libro La Experiencia y la naturaleza, hizo estragos en filosofía desde el siglo XX. Para el pragmatismo, en cambio, la experiencia es substancialmente apertura hacia el futuro, pues no se trata del inventario de algo acumulado, sino de la anticipación de posibles desarrollos”.4

Dewey sostiene que la Filosofía tradicional y la Psicología conspiraron para presentar el comportamiento humano como derivado de la fusión de entidades que estarían inicialmente apartadas. Uno u otro de esos elementos podrían ser seleccionados para recibir una atención especial. Esa atención es requerida sólo en el sentido de fortalecer la división5. Finalmente, si la experiencia ordinaria, conforme Dewey, identifica los dualismos como algo dado y establecido, esto transcurre de la atribución de una supuesta naturaleza intrínseca o a priori a estos mismos dualismos, sea por el sentido común, sea por el predominio del pensamiento racionalista en la cultura. Si ellos parecen indiscutiblemente establecidos, eso se entiende porque la “experiencia” que los rodea fue pre condicionada y estereotipada culturalmente por nosotros.6

Dewey argumentará que la filosofía solamente podrá ser útil cuando nos permita entender que es posible extraer de la experiencia rasgos generales y genuinos de la naturaleza que marcan las características de los seres, sean de los objetos físicos, sea de las condiciones humanas. Esta es la tarea principal de Dewey en el libro Experience and Nature [Experiencia y Naturaleza]: “mostrar algunas pinceladas de cosas experimentadas e interpretar su significado para una teoría filosófica del universo en el que vivimos [...]”7.

Considerándose que para el pragmatismo nada puede ser tomado como absoluto, de que ninguna expresión debe ser utilizada en definitivo y de que para cada proposición y para cada palabra se debe buscar su valor práctico, no hay lugar para una epistemología especulativa en la obra de Dewey. Una epistemología naturalista y realista desea encontrar en la experiencia vivida los rasgos constitutivos de esa misma experiencia8. Dewey explica que la filosofía clásica se mantiene en un sendero primitivo, sometida a un deseo mítico, en el que los hombres son guiados por discursos de encantamiento, involucrando principios eternos y perpetuos, como Dios, materia, razón, energía, concebidos como absolutos bajo los cuales puedan reposarse.

De acuerdo con Shook (2002), las líneas generales de la experiencia anunciadas en el libro Experience and Nature [Experiencia y Naturaleza] implican una oposición de Dewey al sensualismo empirista de Hume y Mill. Para este intérprete, Peirce y Dewey “encontraron que la experiencia presenta regularidades estables que hacen que algunos juicos universales sean adecuados en el caso de los procesos naturales”9. Así, la universalidad de la que Dewey trata no es la de un contenido universal o de un ente absoluto. La universalidad lo que requiere es el proceso de investigación, su posibilidad de aplicación en situaciones subsecuentes y su condición intrínseca de autocorrección. El pragmatismo de Dewey les da al pensamiento y a las relaciones de pensamiento una función primaria y constructiva10.

Finalmente, el concepto de conocimiento en Dewey no toma como punto de partida las certezas establecidas a priori, ya que solamente podemos conocer cuáles son las cosas al final del proceso de inquisición, sin que tenga sentido preguntar por el conocimiento, sino por el término “inquiry” que Dewey hereda de Peirce11. Dewey pasa a preferir el término inquisición, que se utilizará en el sentido de asertividad garantizada. Según De Waal12, se introdujo este término a partir de su obra Lógica, de 1938, para reemplazar el de creencia y conocimiento. La intención de Dewey era alejarse de las imprecisiones del término creencia, acuñado por James, y adoptar un lenguaje más científico y menos ambiguo en defensa de su naturalismo filosófico.

Dewey reclama un nuevo contexto en el que las nociones de experiencia y naturaleza, que históricamente han sido evaluadas como incompatibles, pueden incluirse como unidad. En la tradición racionalista, estas categorías solamente son comprensibles cuando son vinculadas a algo no natural y trascendental. Algo similar sucede en la tradición empirista, en la que el materialismo mecanicista trata de utilizar la idea de que la naturaleza sólo puede ser interpretada como algo mecánicamente determinado, fruto de las relaciones de causalidad y los principios empíricos y materiales13.

Nuestro autor afirma que el gran vicio de la filosofía tradicional era el intelectualismo arbitrario. La separación clásica entre apariencia y realidad parece un problema tan insoluble como la relación mente y cuerpo. Como consecuencia de estas antinomias, predomina la idea de discontinuidad, vinculada a la idea de superioridad de las cuestiones intelectuales a expensas de los temas de la experiencia. El anti intelectualismo de Dewey no implica subestimar la inteligencia y la razón, lo que sí quiere es asignarles la capacidad de tomar los datos de la experiencia para elevarlos a la condición de objetos de reflexión, con el propósito de obtener un conocimiento marcado por la instrumentalidad.

Según Dewey, el intelectualismo, predominante en la filosofía tradicional, contradice los hechos, debido a que “las cosas son objetos para ser manoseados, utilizados, trabajados, disfrutados y sufridos, más que las cosas conocidas”14. Este intelectualismo se convirtió, como método, soberano en filosofía; permanece ajeno a los hechos de la experiencia primaria, no sólo obligando a la adopción del método no empírico, sino también conduciendo a la concepción del conocimiento sólo por este sesgo. Dewey nos propone pensar de otra manera, afirmando que el conocimiento sólo tiene sentido si está concebido como una actividad inteligente, añadiendo a la complejidad de la experiencia y operando en el mundo a través de los procesos de acción y reflexión.

Así, Dewey se centra en la caracterización y la discusión de los dos tipos de experiencia: la experiencia ordinaria o primaria y experiencia secundaria, resultante de la adopción de procedimientos intelectuales de análisis. Con esta opción, piensa superar los enfoques clásicos de la filosofía que, aunque tienen por objetivo salir de los esquemas dualistas, acaban por proceder a las jerarquías y a las clasificaciones de la realidad mediante la asignación de valor de superioridad a dimensiones de lo mental a expensas del material, pero, paradójicamente, desarrollando llamadas síntesis envolviendo una realidad superempírica o trascendental.

Ocurre que, en el desarrollo de su tesis fundamental en relación al concepto de experiencia, Dewey se presta a todo tipo de crítica, probablemente por el uso de un término difícil de definir. En el lenguaje común, la palabra experiencia es prácticamente no analizable porque se refiere a algo adquirido gradualmente que aceptamos sin muchos cuestionamientos. Cuando nos toca hablar de la experiencia, decimos que es directa e inmediata. Sin embargo, también podemos encontrar, en la gran parte de aspectos teóricos, la noción de experiencia en la dimensión de la conciencia privada separada de la naturaleza y del mundo, es decir, algo subjetivo y puramente mental, separado del estado objetivo de las cosas15.

Resulta que la experiencia fue concebida por las doctrinas tradicionalistas como algo no natural. Si fuera natural, no sería plena de confianza. De esta manera se pensaba en una dirección totalmente diferente, haciendo abstracción de su concreción y crudeza. La experiencia está diseñada de manera ideal e irreal. Lo curioso es que la tendencia a desacreditar la experiencia humana concreta no es sólo requisito de conducta de la filosofía profesional, sino que es algo que va más allá de preocupaciones técnicas. En realidad la filosofía se apropia de una subjetivación exagerada de lo que está sucediendo en la experiencia de la gente.

Basado en estas ideas, Dewey se opone tanto al empirismo clásico como al racionalismo cartesiano con respecto a la función asignada a la experiencia y el apego que esa tradición filosófica mantiene por lo universal y su consiguiente búsqueda por principios estáticos para asegurar la comprensión cognitiva del mundo. Así, para contrarrestar los dualismos de la filosofía tradicional, Dewey presenta su filosofía empírica como una forma de superación de las oposiciones binarias que transformaron la filosofía en un campo de batalla de “temperamentos” y “asuntos internos”.

Para contrarrestar esta maraña de teorías desarrolladas a partir de los “humores” de sus autores, Dewey sostiene que la filosofía debe utilizar otro método de investigación. De esta manera, el método empírico y el espíritu científico de inquisición y como experiencia requerirán el uso de teorías e hipótesis, debiendo extenderse a otras áreas de la cultura, en particular de la filosofía. Dewey sostiene que su referencia a la experiencia se deriva de la relación necesaria entre esta y el método empírico, dado que si esto fuera “adoptado en el filosofar, no habría ninguna necesidad de referencia a la experiencia”16.

No hay ninguna otra manera de entender la experiencia del conocimiento a menos que sea por la relación entre los procesos no cognitivos y los procesos cognitivos. Pensar en la experiencia sin la unidad entre estos procesos es condición para obtener determinados tipos de conclusiones que implican entidades extra naturales o sobrenaturales. Cuando no se tiene en cuenta esta unidad, la filosofía sigue su patrón clásico, es decir, elige los datos espirituales, el dominio mental sobre las otras esferas de la vida.

De esta manera, la filosofía tradicional, en lugar de asumir la reflexión sobre la constitución del proceso cognitivo, generador de nuestras creencias; en lugar de enfrentar las discusiones sobre el carácter natural y social del conocimiento, toma otro camino. En su crítica a la filosofía tradicional, Dewey observa que ésta no acepta la adopción de un método distinto al especulativo. De esta manera, el apego de los filósofos a lo que es simple, su amor por los “elementos” es algo recurrente en la historia de la filosofía. Sin embargo, la experiencia cruda se carga de la maraña y de lo complejo, pero la filosofía se apresura en huir para lejos con el objetivo de buscar algo más sencillo sobre el que pueda reposar. Al tratar de establecer la noción estática de la permanencia, de esencia real, de totalidad, las filosofías clásicas recurren a predicados laudatorios.

Permanence, universals, over plurality, change and particular is pointed out, as well as its effect in creating the traditional notion of substance, now undermined by physical science. The tendency of modern science to substitute qualitative events, marked by certain similar properties and by recurrences, for the older notion of fixed substances in shown to agree with the attitude of naïve experience, while both point to the idea of matter and mind as significant characters of events, presented in different contexts, rather than underlying and ultimate substances17.

En efecto, para Dewey, la experiencia no puede ser vista como diferente de la naturaleza, ya que es algo que penetra y se expande sin límites. Todo lo que existe es el resultado de un proceso de relaciones mutuas, por los cuales los cuerpos actúan entre sí, modificando uno al otro. La experiencia es ese proceso por el que un cuerpo actúa sobre otro cuerpo y así sufre una reacción. Dewey parte de un concepto amplio de la experiencia y tiene en cuenta no solamente los atributos puramente racionales. Lo que caracteriza la experiencia en este enfoque es su dinamismo, que ocurre de dos maneras: se activa cuando actúa sobre algo y su acción produce consecuencias; es pasiva cuando sufre o experimenta algo y recibe las consecuencias de su acción. El proceso implica la calidad de la acción, por lo que no hay ni pura actividad ni pura pasividad: la experiencia implica al mismo tiempo estos dos procesos.

La actitud dualista caracterizada por la distinción entre el particular, entendido como la experiencia de hechos únicos y el universal, es decir, las leyes y principios generales racionalmente determinados resultan en una posición reduccionista. Dewey indica que la experiencia así concebida es separada de sus componentes principales, es decir, de la relación con el medio ambiente, de los datos, de las sensaciones, de la experiencia primera. Dewey desarrolla una explicación naturalizante para aclarar cómo se originaron las distinciones arbitrarias entre la experiencia y la naturaleza y cómo deben ser superadas.

En esta explicación, de acuñación evolucionista, señala que los organismos fisiológicos, sea el hombre, sean los animales inferiores, participan en adaptaciones al medio ambiente para mantener el proceso de la vida. En lo referente al hombre, Dewey señala que, en el proceso vital, la inteligencia humana va descubriendo las mejores soluciones encaminadas a la experiencia, al proceso de adaptación. El cerebro y el sistema nervioso son un órgano y un sistema de acción y sufrimiento: actúan en el centro y sufren acciones exteriores. Si no hay ninguna violación de la continuidad histórica y natural, la experiencia cognitiva tiene su origen en la experiencia de tipo no cognitivo. Para Dewey, no tiene sentido hablar de una experiencia trascendental. Solamente cuando es olvidado el carácter temporal de las cosas experimentadas se conciben nociones como la “trascendencia” del conocimiento18.

De esta manera, desde el punto de vista de la experiencia, prevalecen los procesos interaccionistas. Un organismo puede estar envuelto en formas simples y limitadas de articulación consigo mismo y con su entorno, como sucede con las formas más simples de comportamiento biológico, o en una actividad más rica y extremadamente compleja, de naturaleza intelectual. De esta forma, este proceso implica relaciones en las que se obtienen incrementos derivados de la interacción de los organismos. Estos incrementos son cambios cualitativos obtenidos en el proceso de experimentación. Se trata de una ecuación que es adictiva debido a que el organismo es parte del mundo natural y no un obstáculo a parte. Esto involucra, por consiguiente, una ocasión para la continuidad e no para lo inverso19.

De esta manera, los principales componentes de nuestra relación con el medio ambiente pueden ser traducidos en experiencia anterior al pensamiento reflexivo, es decir, en la experiencia primaria, sin la cual nuestras capacidades cognitivas no se habrían desarrollado. Dewey presenta la idea de conexión y no de oposición entre los datos de la realidad y el pensamiento, valorando así en la experiencia la noción de continuidad. Todo está en la comunicación, en el proceso: hay un flujo continuo en la experiencia20.

Dewey cree que es necesario superar las doctrinas trascendentalistas y considerar otra perspectiva que garantice el flujo de los acontecimientos y la noción de continuidad. Está claro que la única manera de mantener la doctrina de la continuidad natural es reconocer los aspectos derivados y secundarios de las experiencias intelectuales o cognitivas. Resulta que, a diferencia de las posiciones clásicas, esta comprensión no supone una hipertrofia de la dimensión intelectual. Como se percibe, su teoría naturalista de la experiencia no toma el pensamiento como algo autónomo e independiente, sino que el pensamiento se entiende como una fase biológica de la experiencia del organismo. En la interpretación de Shook, Dewey habla de las etapas del pensamiento tratando de aspectos funcionales de la solución práctica de problemas, de modo que los seres humanos encuentren mejores instrumentos para interactuar con la naturaleza21.

El naturalismo nos hace observar que, desde las interacciones con el medio ambiente, un organismo experimentado puede establecer predicciones con respecto a eventos futuros, de modo que la situación actual se insiere en la historia del flujo de los acontecimientos. Basado en este entendimiento naturalista de la experiencia, Dewey pasa a defender el método empírico en la filosofía, cuya aplicación hace que el pensamiento, operando desde las contingencias observadas, se desarrolle de forma integrada con la realidad. Así, la función principal de la inteligencia humana es llevar a cabo la investigación, que es fundamentalmente la resolución de problemas.

El desarrollo del pensamiento y la reflexión sobre el mundo viene de la transformación que imprimimos a nuestros hábitos, creando nuevas condiciones de adaptación, derivados del flujo y reflujo de la experiencia. El aumento cualitativo a partir de la experiencia es el resultado de la utilidad de la inteligencia que se refiere a la previsibilidad. El naturalismo de Dewey sostiene que la realidad de la que la experiencia humana forma parte, es continua, no da saltos. En este sentido, para Dewey, donde hay vida hay comportamiento, hay actividad y, para que la vida pueda seguir, es necesario que esta actividad sea, a un tiempo, continua y adaptada al medio ambiente22.

Desde 1897 Dewey se dedicaba al estudio del empirismo naturalista como fundamento para su psicología social, su ética y su filosofía social. Su conexión entre el empirismo y los demás aspectos teóricos de su filosofía se basa en la noción práctica del conocimiento. Podemos decir que no se trata de una preocupación con el conocimiento en sí mismo, o con las ideas en sí mismas, porque sólo tiene sentido hablar sobre ideas mientras sean relativas al subsidio de uso social. Según Geiger, “lo que necesita explicarse es la eficacia pública, activa, selectiva de las ideas mientras funcionan en la real solución de problemas”23.

Por lo tanto, toda explicación empírica y experimental se relaciona con la actividad teleológica de la inteligencia. La actividad inteligente implica un proceso de aprendizaje a través de acciones creativas que se desarrollan en la experiencia, encaminada a superar los obstáculos que impiden el logro de los objetivos deseados. Este crecimiento es el resultado de las etapas que el pensamiento recorre y que darán al individuo un aumento de fuerza y flexibilidad en la tarea de resolución de las actividades más complejas. De esta manera, el progreso de la inteligencia humana resulta de su constante actividad24.

Naturalismo y realismo en la epistemologa de John Dewey

Dewey sostiene que la primera y quizás la mayor diferencia entre el método empírico y no empírico se encuentra en la selección del material original. Para un verdadero empirista naturalista, la discusión clásica de la filosofía, centrada en la relación entre sujeto y objeto, da lugar al problema de la identificación de las consecuencias decurrentes de esa relación, es decir, la distinción entre lo físico y mental, para nuestra vida diaria. Lo que quiere saber es cómo se dan los encuentros entre objetos físicos y los juicios inferenciales más complejos25. Por lo tanto, la capacidad de regulación, ofrecido por el método científico, promueve la comprensión del valor y del significado enriquecido en las cosas de la experiencia, con más grande clarificación, mayor profundidad, previsibilidad y continuidad.

El desarrollo de la ciencia da poder a un creciente “asumir el control, por la humanidad, de las herramientas más eficaces en relación con las condiciones de vida y la acción”26. Así, el propósito de una teoría, de acuerdo a Dewey, es dirigir la aplicación de la tecnología para producir el objeto donde aún no existe:

The office of physical science is to discover those properties and relations of things in virtue of which they are capable of being used as instrumentalities; physical science makes claim to disclose not the inner nature of things but only those connections of things with one another that determine outcomes and hence can be used as means27.

Esta previsión solamente es posible porque resulta de la continuidad de la experiencia, de tal manera que las filosofías que insisten en buscar indubitabilidades y universalidades conducirán a ontologías dualistas. Por otro lado, la previsibilidad no es algo absoluto, sino que falible. Aun así, el “error” inherente al proceso de conocimiento se utiliza para guiar experiencias posteriores. En definitiva, en esta concepción, la ciencia es siempre auto-correctiva. El falibilismo, lejos de ser un defecto de la experiencia, es algo que resulta del proceso de elaboración que involucra la utilización de los errores como informaciones útiles para experiencias futuras.28

En The quest for certainty (1929), Dewey propone ampliar el método de investigación de las ciencias experimentales en el campo de los valores morales y reafirma también que las cuestiones sociales serán inteligentemente resueltas en la proporción en que empleamos el método de la ciencia, que consiste en recopilar datos, diseñar hipótesis y ponerlas a prueba. En esta perspectiva, la línea de argumentación dominante en Experience and Nature [Experiencia y Naturaleza] es la que trata con del cambio metodológico de la filosofía. Dewey busca mostrar que la no utilización del método empírico lleva la filosofía a una serie de deficiencias, derivadas de la no coordinación de sus resultados con los acontecimientos de la experiencia diaria. Esto genera las siguientes tres grandes falacias de la filosofía tradicional: la primera está en la más completa separación entre sujeto y objeto; la segunda, en la exageración de las caracterizaciones de los objetos racionalmente conocidos en detrimento de las cualidades de los objetos de disfrute y sufrimiento; la tercera, en el aislamiento único de varios tipos de simplificaciones29.

De este modo hay una determinación de que los métodos no empíricos, que son empleados por la filosofía clásica, empiezan con los resultados de una reflexión que ya ha separado del objeto experimentado y sus condiciones dadas. El método empírico, por el contrario, debe observar cómo y por qué todo fue separado en sujeto y objeto, en naturaleza y operaciones mentales. Así resulta que hay una inversión: los productos reflexivos son tratados como si fueran primarios, o como si fueran originalmente “datos”30. Por esto, para el “método no empírico, objeto y sujeto; mente y materia (o cualesquier otras palabras e ideas que sean utilizadas), son separadas e interdependientes”31.

Sin embargo, hay la tentación constante de la filosofía, como lo demuestra su historia, en considerar que los resultados de la función de reflexión secundaria poseen en sí mismo y por sí mismos una realidad superior a los términos de cualquier otra experiencia. Como fue dicho, esta asunción de la filosofía como en el orden de los asuntos espirituales es tan profunda que generalmente se toma como punto pacífico, como algo que incluso no necesita ser discutido. Según Dewey, un ejemplo de esto se encuentra en la doctrina cartesiana y también en Espinosa,

[...] That emotion as well as sense is but confused thought which when it becomes clear and definite or reaches its goal is cognition. That esthetic and moral experience, that poetry may have a metaphysical import as well as science, is rarely affirmed, and when it is asserted, the statement is likely to be meant in some mystical or esoteric sense rather than in a straightforward everyday sense32.

Basado en la adopción del método no empírico, la filosofía tradicional queda sin salida al momento de abordar el problema de cómo es posible el conocimiento; de cómo un mundo externo puede afectar una mente; de cómo procesos mentales pueden alcanzar y aprehender objetos definidos en oposición a ellos, es decir, en términos cartesianos, de cómo es posible que la sustancia pensante (res cogitans) pueda aprehender algo diferente, una antítesis de la misma, es decir, la sustancia extensa (res extensa).

A partir de ahí, Dewey revela cómo el filósofo racionalista, al abordar el problema mencionado anteriormente, queda en una situación incómoda, porque sus premisas convierten el hecho del conocimiento algo no natural y no empírico. Actuando así, los filósofos tradicionales reducen la totalidad de la realidad a sus aspectos particulares. Por ejemplo, un pensador se convierte en materialista metafísico cuando niega la realidad de lo mental, otro se convierte en idealista psicológico al sostener que la materia y la fuerza son solamente eventos psíquicos disimulados. Las soluciones para una relación satisfactoria entre la consciencia y el mundo son abandonadas; la búsqueda de la misma se convierte en una tarea sin esperanza o entonces resultada en escuelas diversas que acumulan complicaciones intelectuales mutuamente para alcanzar, al final de un largo y tortuoso camino, lo que la experiencia ingenua ya sabe.

Para Dewey la experiencia tendría que ser, tanto en la filosofía como en las ciencias naturales, el punto inicial y terminal de la investigación, poniendo problemas y atestiguando propuestas. Si el método empírico fuera adoptado en el filosofar, la experiencia no habría sido relegada a un lugar secundario y casi accidental como lo fue en la escuela cartesiana. Dewey asegura que asumir la perspectiva de una filosofía histórica y contingente es una manera de debilitar a los discursos dominantes de las ontologías clásicas que se interponen en el camino de la comprensión de la fuerza del método empírico en filosofía”33. Dewey sostiene que cuando se descuida la conexión entre los objetos científicos y los eventos de la experiencia primaria, el resultado es una imagen de un cuadro de cosas indiferentes a los intereses humanos. Según Geiger, la experiencia servirá como un profiláctico elemento en contra la discontinuidad, pues podrá ser utilizada para corregir el empirismo parcial que selecciona sólo algunos aspectos de la experiencia como reales34.

Para contrarrestar un subjetivismo radical, Dewey explica que no es posible reducir la experiencia solamente al proceso de experiencia, tratado como algo que es completo en sí mismo. Es como si llegásemos a una situación donde un acto de experimentar tuviera por objeto tan solamente a sí mismo, dirigido a definir los estados y procedimientos de conciencia en lugar de las cosas de la naturaleza. No es apropiado considerar como experiencia tan sólo los estados y procesos de la conciencia.

En la naturaleza vemos las cosas y no la observación de uno mismo. Sin embargo, podemos tomar la observación como un objeto de estudio y lo mismo se hará con el pensamiento, en la medida que estos objetos no sean aislados de la experiencia. Sin embargo, ha prevalecido en la filosofía tradicional una manera de considerar la conciencia particular subjetiva en contraste con la naturaleza. Esta forma de explicación reproduce la idea que la naturaleza y experiencia “son nombres para cosas que nada tienen que ver una con la otra”35. Hemos llegado al absurdo, según Dewey, “de experimentar tan sólo a nosotros mismos; de experimentar estados y procedimientos de conciencia, en lugar de cosas de la naturaleza”36.

Para hacer frente a esta tradición cartesiana, Dewey presenta mejores argumentos acerca de los estándares apropiados para la comprensión intelectual de la constitución de nuestras creencias. Su argumentación sobre la concepción empírica del pensamiento pone “los sujetos” como centros de la experiencia. En este sentido, se constata que en la historia de la filosofía, fueron raras las veces en las que se reconoció el papel de la experiencia como unidad integrada. Aristóteles fue el que más se acercó a este intento, pues reconoció la contingencia del ser. Aun así, nunca abandonó su predilección por el fijo, cierto y acabado. Su teoría de las formas y de los fines es una teoría de la superioridad que tiene en el ser las cualidades inmutables; su física busca fijar una serie de intervalos de la relación entre la necesidad y la contingencia, jerarquizada de tal manera que la necesidad indique los grados de la realidad y la contingencia mida las deficiencias del ser37.

Entre los modernos, tenemos algunos ejemplos, como Bacon, Locke y Hume, del intento de recurrir a un concepto de experiencia que sea creada por el ser humano, que esté más cercana a la tierra que al cielo, una metafísica aplicada a las ciencias naturales y a las distintas ramas de la experiencia. Sin embargo, lo que predominó en la tradición filosófica era la falta de conexión entre los objetos mentales en sus relaciones con experiencias vitales38.

A pesar del agudo y penetrante poder de la observación de los griegos, su ciencia es una extensión de los hábitos sociales adquiridos por ellos. El descubrimiento del sujeto es el descubrimiento reflexivo del papel desempeñado en la experiencia por determinadas personas, en sus formas de pensar, actuar, soñar, desear. Sin embargo estos resultados serían otros si la filosofía hubiera optado por el método empírico. Esto porque, a través de este último, ésta habría realizado la reflexión sobre lo subjetivo a partir de la experiencia y no fuera de la misma. Pero la filosofía tradicional hizo abstracción del origen empírico y del uso instrumental de la conciencia de tal manera que lo mental se constituyó como aislado y separado, autosuficiente y encerrado en sí mismo.

Relación entre filosofía y ciencia

De Waal afirma que, para Dewey, “el caso paradigmático de adquisición del conocimiento no es el del científico o del filósofo que de brazos cruzados contempla éste o aquél tema en sus estudios profundos”, pero proviene de la aparición de un problema concreto que requiere una respuesta39. Esta emergencia se deriva de lo que Dewey llamó de situaciones indeterminadas, una vez que toda reflexión es el resultado de una situación problemática: “en un mundo sin problemas, no habría ningún pensamiento”40. De la situación problemática se derivan las respuestas confrontantes y los choques se resuelven cuando el proceso de la reflexión nos hace adoptar una de las respuestas o cuando existe reconciliación a través de un plan de acción. Nuestro autor aclara que, en el momento en que obtenemos el producto de la reflexión, esta se detiene hasta que nos encontremos en una nueva situación indeterminada41. Del proceso que abarca de una experiencia inicial a la experiencia reflexiva encontramos una situación de acción y reacción del pensamiento, que se van constituyendo y mejorando alrededor de una inteligencia operativa y reflexiva al mismo tiempo. Este derecho de inteligencia marca la emancipación, porque “purifica” y reconstruye los objetos de nuestra experiencia primaria o directa. Dewey sostiene incluso que:

Since the psychological movement necessarily coincided with that which set up physical objects as correspondingly complete and self-enclosed, there resulted that dualism of mind and matter, of a physical and psychical world, which from the day of Descartes to the present dominates the formulation of philosophical problems42.

Pensar que la autoconsciencia nos daría las verdades fundamentales y decidiría lo que estaría de acuerdo o no con la razón apunta para la certeza de la infalibilidad del conocimiento. Dewey afirma que éste es un tipo de falacia filosófica que el cartesianismo nos impone. Por el cartesianismo, deberíamos abandonar las creencias del mundo exterior a través de la aceptación de creencias fundacionales, es decir, creencias mantenidas por intuición intelectual de verdades inmunes al error, es decir, creencias sacadas de nuestros estados mentales. Por ende, el conocimiento es tratado como un dato anterior a cualquier conocimiento empírico. Dewey se opone a esta estrategia: propone una metafísica descriptiva y denotativa, es decir, correspondiente a una ontología que, para ser capaz de observar y registrar los rasgos generales de la existencia, tenga en cuenta también el instrumento de esta nota, es decir, la reflexión humana y las condiciones sociales que solicitan43.

Podemos inferir que el recurso de Dewey a situaciones indeterminadas para referirse a una etapa pre-reflexiva conduce al papel filosófico de la duda en el proceso de conocer. Según De Waal, a diferencia de los cartesianos Dewey siguió la teoría de la duda y la creencia de Peirce, “en el que la inquisición es, asimismo, el producto de una aflicción de algún tipo y concluye cuando este aflicción es mitigada”44. La duda siempre está relacionada con una situación indeterminada, de modo que la relación entre la duda y la creencia puede fomentar un equilibrio homeostático. Así, el problema del conocimiento tanto para Dewey cuanto para Peirce se coloca en términos naturalistas. Al caracterizar el naturalismo de Dewey, De Waal escribe:

El comportamiento humano, incluso los trabajos más teóricos, están en continuidad con el comportamiento de los llamados “organismos inferiores”. No hay ninguna diferencia de especie entre Einstein al desarrollar su teoría de la relatividad y una langosta al coger un camarón que siempre se le escapa45.

Justificar la creencia de que la ciencia puede apuntar soluciones a problemas filosóficos es el reto de Dewey. La cuestión propuesta por él es: ¿por qué la filosofía era considerada un saber que no puede asumir cuestiones de la ciencia y viceversa? Dewey denuncia que, en el proceso de división del trabajo en relación con el saber, la filosofía se quedó con las cuestiones morales y espirituales, y la ciencia, con las “cuestiones prácticas”; demuestra que esta división sólo refuerza una vez más los dualismos de la tradición occidental entre conocimientos prácticos y teóricos.

Según Korblitzh, la tendencia deweyana de reclamar un insight científico para la filosofía está presente incluso en los autores tradicionales. Descartes, por ejemplo, “ha sido ingenuo al buscar una epistemología que fuera aislada de la mejor ciencia disponible en su época”46. Resulta que no había una buena ciencia en la época de Descartes. Aun así, su objetivo en las Meditaciones fue “encontrar algo en la ciencia que posiblemente fuera estable y duradero”47. Como su obra precedió a la Revolución Científica, el encontró sus fundamentos epistémicos fuera de la ciencia. Pero Dewey sostiene que, mientras la filosofía reclame para si una independencia en relación a la ciencia, los filósofos han tomado diferentes fuentes y conclusiones de otras áreas del conocimiento, en particular de la ciencia que ha prevalecido en sus respectivos tiempos. Resulta que introdujeron los resultados directamente en la filosofía, sin comprobarlas aunque sea con los objetos empíricos donde se originaran, o con los objetos empíricos para los cuales se destinaban. Para ilustrar mejor, Dewey escribe:

This Plato trafficked with the Pythagoreans and imported mathematical concepts; Descartes and Spinoza took over the presuppositions of geometrical reasoning; Locke imported into the theory of mind the Newtonian physical corpuscles, converting them into given “simple ideas”; Hegel borrowed and generalized without limit the rising historical method from mathematics the notion of primitive indefinable propositions, and given them a content from Locke’s simple ideas, which had in the meantime become part of the stock in trade of psychological science48.

Dewey estaría de acuerdo al decir que, a diferencia de Descartes, hoy tenemos una buena ciencia a la que podemos recurrir. Dewey también podría convenir que los emprendimientos científicos se divorcian de la filosofía. La filosofía, como revela, “negoció” con la ciencia, pero su problema no radica en exceso de teorización sino en el uso de conclusiones científicas sin relacionarlas con objetos empíricos. Dewey no postula para la filosofía tareas fuera del área de la jurisdicción de esta disciplina. El autor analiza la brecha entre filosofía y ciencia, mostrando que, tradicionalmente, se decía que las ciencias eran productos de la investigación empírica, mientras la filosofía fue ejercitada a priori. Resulta que, en medio de los grandes cambios dentro de la sociedad y a las grandes contribuciones derivadas del desarrollo científico es contradictorio mantener la filosofía fuera de ese dominio.

Como ya reiterado, el problema consiste en el gran vicio de la filosofía que es el mantenimiento de un “intelectualismo” arbitrario. Esta causa hace que Dewey mire el favorecimiento de los objetos cognitivos en detrimento de otras características que despiertan deseo, que desencadenan la acción y producen pasión. Es como si estas cualidades de vida no tuvieran realidad y que, por este motivo, no contribuyeran a la investigación científica. Dewey señala que es necesario atacar la noción de un acceso privado al hecho, de que algunas partes de la experiencia son intrínsecamente más privilegiadas que otras. Por lo tanto, declara que no tienen ninguna realidad innegable como las que son atribuidas a las propiedades matemáticas, mecánicas o electromagnéticas49. Dewey enfatiza que

The only way to avoid a sharp separation between the mind which is the centre of the processes of experiencing and the natural world which is experienced is to acknowledge that all modes of experiencing are ways in which some genuine traits of nature come to manifest realization50.

El método empírico aplicado a la filosofía pretende recoger inicialmente los objetos groseros, macroscópicos y rudos de la experiencia primaria, con el fin de volver a escalar desde una experiencia más refinada, la secundaria, cuyo proceso consiste en una reflexión continua y dirigida. De esta manera, tanto los objetos de la ciencia como los de la filosofía provienen del mismo sistema secundario y refinado51. Lo que ocurre es que, en el contexto de la ciencia experimental, la experiencia es, como Dewey cita, el punto de partida y de llegada de la investigación. Es decir, “las ciencias naturales no sólo sacan el material de experiencia primaria, así como regresan a ella en el contexto, para probarse”52.

Así, en contraste con los conceptos intuitivos de los racionalismos con miras a una síntesis supra empírica de la experiencia, la filosofía de Dewey es empirista. Este autor demuestra que su crítica en el uso tradicional del método no empírico en filosofía no se produce porque hay un exceso de teorización. En realidad, lo que quiere mostrar es que hay en el método no empírico una falla en el uso de los resultados refinados y secundarios, ya que no se toman como sendero, llevando a algo en la experiencia primaria. De este modo se produce, en filosofía, “el fracaso triple”:

First, there is no verification, no effort even to test and check. What is even worse, secondly, is that the things of ordinary experience do not get enlargement and enrichment of meaning as they do when approach through the medium of scientific principles and reasoning. This lack of function reacts, in the third place, back upon the philosophic subject-matter in itself. Not tested by being employed to see what it leads to in ordinary experience and what new meanings it contributes, this subject-matter becomes arbitrary, aloof- what is called “abstract” when that word is used in a bad sense to designate something which exclusively occupies a realm of its own without contact with the things of ordinary experience53.

Son estas consideraciones que causan la repugnancia de mucha gente hacia la filosofía. Esa última se atascó a la creencia de que los objetos de reflexión se logran solamente por aquellos métodos que emplean la idea de lo racionalmente obligatorio como siendo “reales” en sí mismos y para sí mismos, sumamente verdaderos. Según Dewey, la filosofía se ha quedado atascada a los obstáculos del método no empírico. Está frente a “callejones sin salida” o “rompecabezas”, que se solucionan simplemente llamando a los objetos de la experiencia primaria de meras apariencias, meras impresiones o apelando a algún otro nombre despreciativo54. Para Dewey, las filosofías que abaratan y condenan la experiencia principal se alejaron de los asuntos de la vida diaria y condujeron a una desestima popular en relación con la filosofía.

La experiencia no admite división entre acto y materia, sujeto y objeto, cosa y pensamiento, porque todo esto implica unidades, son conexiones. Vida denota función y actividad integral, en el cual organismo y ambiente se incluyen. La historia comprende los logros alcanzados, las tragedias sufridas, el comentario humano, el registro de interpretación. Tanto la vida cuanto la historia incluyen objetos biológicos, fisiológicos, geográficos, naturales, sociales. Esta unidad integrada debe ser el punto de partida para el pensamiento filosófico55. Por consiguiente, los atributos de la vida y de la historia, objetos y pensamientos están en el mismo contexto. Vida e historia incluyen lo que los hombres hacen, sus experiencias, lo que ellos buscan, lo que aman, creen, soportan y, también como hombres, lo que producen con sus acciones y sufren con las acciones ajenas. También incluye las formas por las cuales sufren, desean y disfrutan, miran, creen, imaginan, etc.56

Una reflexión sobre nuestras creencias nos conduce a experiencias por las cuales fueron originadas. La diversidad de nuestras creencias afecta enormemente nuestras nuevas creencias y anticipaciones de la experiencia. Esta diversidad está determinada por factores sociales. Entonces percibimos que creemos en muchas cosas, no porque eso es lo que es, sino porque nos hemos acostumbrado a pensar de esa manera, por una serie de razones: proceden del peso de la autoridad, o de la imitación, o del prestigio o de la educación, o del efecto inconsciente del lenguaje. Aprendemos, por ejemplo, que las cualidades que atribuimos a los objetos deben ser imputadas a nuestras propias maneras de tener experiencia de los mismos y que, a su vez, son debido a la fuerza de las interconexiones sociales y de lo habitual57.

Si tenemos en cuenta nuestros modos personales de creer, veremos la extensión con la que esos modos son establecidos por la tradición y por las costumbres. Ocurre que la falta de un método empírico condujo al aislamiento de los objetos en relación con su origen y su uso instrumental. Aplicando este enfoque a la investigación psicológica, los objetos relacionados a la experiencia interna fueron concebidos como constituyendo un mundo mental aislado y separado, en sí mismo, autosuficiente y cerrado en sí mismo. Esta trayectoria de “psicológico” coincidirá con otra perspectiva, la que sería: aquella que toma los objetos físicos como completos y cerrados en sí mismos. Esto dio lugar a “camadas de dualismos” los cuales, desde Descartes hasta hoy, dominan la manera en la que los problemas filosóficos se formulan58.

Según Dewey, la falta de comprensión del proceso de conocer deriva del no reconocimiento de la calidad primaria y final de la experiencia cruda. Esta cualidad de experiencia cruda es primaria mientras se presenta de modo no controlado; es final en cuanto es ofrecida de una forma más controlada y significativa59. El no reconocimiento de esta calidad primaria y final llegó a ser posible a través de los procedimientos y productos de una particular experiencia reflexiva. En sus argumentos sobre las consecuencias del descubrimiento cartesiano de los objetos subjetivos a la filosofía, Dewey argumenta que, en la vida real, tal avance fue un importante factor en la liberación de los seres humanos, no obstante, con respeto a la reflexión filosófica, los efectos fueron negativos.

A partir de este descubrimiento, posturas mentales y formas de experimentar fueron tratadas como autosuficientes y completas, como originarias o como siendo los únicos datos fiables y, por tanto, indudables. Dewey sostiene que la prevalencia del subjetivismo en la filosofía promovió el desmembramiento de la unidad de la experiencia en su originalidad constitutiva. Esto condujo a la separación entre pensamiento y la acción, la teoría y la práctica, la reflexión y la acción, el ser y el existir. En palabras de Dewey:

[...]This the traits of genuine primary experience, in which natural things are determining factors in production of all change, were regarded either as not- given dubious things that could be reached only by endowing the only certain thing, the mental, with some miraculous power, or else were denied all existence save as complexes of mental states, of impressions, sensations, feelings60.

Para Dewey, es innegable que el avance de la ciencia es uno de los mayores logros de la especie humana. Sin embargo, el empleo del método empírico en el contexto de las cuestiones filosóficas todavía no se ha hecho realidad. Este método nos da una historia de dominación sobre el mundo, a través de la convocatoria de eficaces herramientas en su aplicación las condiciones de la vida y de la acción. Cuando estas condiciones son descuidadas, es decir, cuando las conexiones entre los objetos científicos y los acontecimientos de la experiencia primaria son despreciadas, se obtendrá la imagen de un mundo de cosas indiferentes a los intereses humanos, porque están separados de la experiencia.

A diferencia de la filosofía tradicional, en los descubrimientos científicos los procesos de reajuste favorecen a nuevos razonamientos y nuevos cálculos, y ni por un momento los científicos consideran menospreciar las características de la experiencia primaria, como hicieron a menudo los filósofos. Partiendo de esta idea, Dewey dice: “El material del método científico es continuo con el mundo concretamente experimentado”61. Sin embargo, cuando los filósofos aportan a sus teorías las condiciones refinadas de la ciencia, los resultados son empleados no para iluminar objetos antiguos de la experiencia, sino más bien para lanzar descrédito en éstos y para empezar nuevos y artificiales problemas relacionados con la realidad y la validez de la experiencia no reflejada62. Lo que el método empírico requiere de la filosofía es que esté conectada con la experiencia primaria y que los métodos refinados regresen a lo mismo.

La presencia del pragmatismo deweyano en la actualidad de la epistemología

Una epistemología hoy no puede ignorar el esfuerzo de Dewey al describir el mundo en su complejidad, una mezcla de orden y desorden, de certeza y de incertidumbre, de trigo y cizaña, argumentando que el reconocimiento de ese hecho tiene una importancia fundamental para la construcción de una epistemología naturalista. La filosofía clásica, en cambio, sale en busca de lo eterno e inmutable en el ser, se basa en el conocimiento derivado de una ciencia primera que proporciona una base común y universal, así como los principios racionalmente puros. Así, se concibe como una ciencia que está más allá de la experiencia y cuyo procedimiento se basa en un saber contemplativo o teórico. La filosofía se dedicaría al estudio de las cosas que existen independientemente de los hombres y sus acciones, como si eso fuera posible. La idea de una teoría de la contemplación de lo eterno es rechazada por Dewey, así como la supuesta capacidad de la mente de intuir verdades indudables; esto es lo que le opone al cogito cartesiano.

Dewey protagoniza el debate que tomará cuerpo en la filosofía contemporánea en la segunda mitad del siglo XX. En los países de lengua inglesa, en la primera mitad del siglo XX, había una actitud bastante hostil hacia una epistemología naturalizada. Su resurgimiento ocurre en la segunda mitad de ese mismo siglo, en la obra de Quine, en el artículo Epistemology Naturalized. Ese ensayo trae a la luz la discusión que Dewey emprendió en el comienzo del siglo sobre la inevitable conexión de la filosofía con las ciencias. Como componente de ese contexto, se encuentra el rechazo a los dualismos de la tradición filosófica en la tesis de Quine sobre los Two dogmas of Empiricism [Dos dogmas del empirismo]. Tanto el dogma del reduccionismo como el dogma de la separación entre lo analítico y lo sintético pertenecen a la misma orden de preguntas que Dewey había investigado. Es el propio Quine quien declara:

Filosóficamente estoy conectado a Dewey por el naturalismo que dominó sus tres últimas décadas. Con Dewey, yo sostengo que conocimiento, mente y significados son partes del mismo mundo con los que ellos tienen que ver y que ellos tienen que ser estudiados con el mismo espíritu empírico que anima la ciencia natural. No hay lugar para una filosofía a priori.63

Consciente de que no hay una filosofía a priori, Dewey tiene como propósito argumentar a favor del concepto de experiencia en la perspectiva de su pragmatismo y discutir a partir de allí la cuestión del método filosófico frente al método empírico. Entiende que los significados y las creencias pueden ser comprendidos como entidades mentales, pero son resultantes de los procesos interaccionistas, del llamado arte social. Por lo tanto, no pretende reeditar las antiguas disputas filosóficas entre aquellos que están simplemente tratando cuestiones filosóficas por medios empíricos y los más tradicionales, que sostendrán que ese uso no dará lugar a la investigación puramente filosófica.

Dewey concordaría con Quine, que la teoría de la copia, o mejor, la teoría representacionista en sus varias formas, permanece cerca de la principal tradición filosófica, el racionalismo, pero también de una actitud típica del sentido común. Y Quine concordaría con Dewey que esa separación entre la experiencia de una mente privada y la del mundo físico está presente tanto en el sentido común como en la filosofía técnica.

Por lo tanto, Dewey se dispone a pensar el conocimiento desde bases naturalizantes, principalmente porque rechaza la clásica relación epistemológica entre sujeto y objeto, puesto que ésta no considera la complejidad de relaciones entre la constitución y la producción del conocimiento.

Sobre esta afirmación quineana, cuando nos encontramos con las creencias en torno a las divisiones de la experiencia, así como con la jerarquización y la clasificación de los conocimientos, esas situaciones parecen tan obvias y tan triviales que el sentido común muestra no tener necesidad de análisis, o incluso, de definición de los pares de términos envueltos: cuerpo-mente, sujeto-objeto, individuo-sociedad, medio-fin, etc. Esas dualidades aparecen como si fueran preestablecidas. En el marco del sentido común, no hay lugar o sentido para hablar en interacciones, por el contrario, sólo para el mantenimiento de una división precaria en torno a la experiencia.

La filosofía de este objeto científico adoptará un método que, en primer lugar, nos impedirá de crear problemas artificiales que desvíen la energía y la atención de los filósofos de los problemas reales que surgen del objeto actual; en segundo lugar, nos proporcionará un medio para comprobar o verificar los resultados de la investigación filosófica, haciendo con que los productos de esta última, conforme productos reflexivos secundarios vuelvan a la experiencia de la cual proviene y, en tercer lugar, por la observación de cómo funcionan los posteriores experimentos, los productos filosóficos adquirirán valor empírico, es decir, proporcionarán contribuciones significativas a la experiencia común de los hombres en lugar de ser meras curiosidades, “con etiquetas adecuadas, en algún museo metafísico”.64

Consideraciones finales

El presente artículo asume que una epistemología naturalista no puede prescindir del método empírico, esto será requerido por ser, conforme a Dewey, el único capaz de hacer justicia al investigar la experiencia. Con esto tenemos la intención de revelar que Dewey toma la experiencia como una unidad integrada de su concepción del conocimiento. La unidad entre ciencia y filosofía hará posible, según Dewey, la ruptura con explicaciones abstractas sobre el eterno e inmutable, el ser verdadero y en su lugar permitirá la aparición de hipótesis explicativas sobre la experiencia real de los hombres. Por lo tanto, anticipamos en afirmar que el objetivo de la epistemología deweyana llevará a cabo, en el campo de la filosofía, investigaciones para el desarrollo, en el ámbito de los problemas humanos, en la esfera de la vida moral, con el mismo éxito que tienen los científicos en el campo de la investigación científica.

En este análisis sobre el conocimiento, comprendemos que las reglas de la ciencia no están desmembradas de la vida democrática. Para Dewey, el ideal experimental y el comportamiento democrático se funden. Por lo tanto, combina las virtudes morales con las intelectuales. El investigador experimental tiene como objetivo el comportamiento democrático, con libertad de expresión, participación, cooperación, para que sus investigaciones puedan servir como instrumentos de acción del hombre en el mundo, contribuyendo al desarrollo de una experiencia más calificada. Por lo tanto, para Dewey, la mentalidad científica es una herramienta de uso social.

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1En lo que respeta a nuestra interpretación de la concepción de experiencia en Dewey, agradecemos al Prof. Paulo Margutti por las críticas y sugerencias.

2ARAUJO, 2008, p. 02.

3(DEWEY, 1958, p.1a).

4(BARRENA, 2015, p. 34).

5(GEIGER, 1958, p. 09).

6(GEIGER, 1958, p. 09).

7(DEWEY, 1958, p. 2a).

8(DEWEY, 1958, p. 28).

9(SHOOK, 2002, p. 150).

10(DE WAAL, 2007, p. 16).

11ARAÚJO, 2008, p. 02).

12(DE WAAL, 2007, p. 170).

13(DEWEY, 1958, p. 3a).

14(DEWEY, 1958, p. 17).

15(GEIGER, 1958, p. 07).

16(DEWEY, 1958, p. 08).

17(DEWEY, 1958, p. XI).

18(SHOOK, 2002, p. 150).

19(GEIGER, 1958, p. 19).

20(DEWEY, 1958, p. 28).

21(SHOOK, 2002, p. 150).

22(DEWEY, 1958, p. 103).

23(GEIGER, 1964, p. 68).

24(SHOOK, 2002, p. 138).

25(DEWEY, 1958, p. 19).

26(DEWEY, 1958, p. 11).

27(DEWEY, 1958, p. XII).

28(DEWEY, 1958, p. 153).

29(DEWEY, 1958, p. 33).

30(DEWEY, 1958, p. 28).

31(DEWEY, 1958, p. 28).

32(DEWEY, 1958, p. 19).

33(DEWEY, 1958, p. 06).

34(GEIGER, 1958, p.16).

35(DEWEY, 1958, p. 8).

36(DEWEY, 1958, p. 11).

37(DEWEY, 1958, p.48).

38(DEWEY, 1958, p.12).

39(DE WAAL, 2007, p. 160).

40(DE WAAL, 2007, p. 160).

41(DE WAAL, 2007, p. 160).

42(DEWEY, 1958, p. 15).

43(DEWEY, 1958, p. 06).

44(DE WAAL, 2007, p. 160).

45DE WAAL, 2007, p. 161.

46(KORBLITZH, 2008, p. 253).

47(DE WAAL, 2007, p. 161).

48(DEWEY, 1958, p. 34).

49(DEWEY, 1958, p. 25).

50(DEWEY, 1958, p. 24).

51(DEWEY, 1958, p. 03).

52(DEWEY, 1958, p. 03).

53(DEWEY, 1958, p. 06).

54(DEWEY, 1958, p. 09).

55(DEWEY, 1958, p. 06).

56(DEWEY, 1958, p. 06).

57(DEWEY, 1958, p. 10).

58(DEWEY, 1958, p. 12).

59(DEWEY, 1958, p. 12).

60(DEWEY, 1958, p. 16).

61(DEWEY, 1958, p. 25).

62(DEWEY, 1958, p. 25-26).

63(QUINE, 1969, p. 69).

64(DEWEY, 1958, p. 15).

Recibido: 10 de Junio de 2016; Aprobado: 19 de Abril de 2017

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