SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33 número67Los desafíos de la comprensión: un ensayo sobre la hermenéutica de la complexidadLa educación filosófica por medio de la narrativa: la experiencia de pensar la democracia índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Compartir


Educação e Filosofia

versión impresa ISSN 0102-6801versión On-line ISSN 1982-596X

Educação e Filosofia vol.33 no.67 Uberlândia ene./apr 2019  Epub 30-Ago-2021

https://doi.org/10.14393/revedfil.v33n67a2019-47803 

Artigos

Educación de, por y para la Democracia: la relación medios-fines en la filosofía de John Dewey

Education of, by and for Democracy: the means-ends relationship in the philosophy of John Dewey

Educação de, por e para a democracia: a relação meio-fim na filosofia de John Dewey

Horacio Héctor Mercau* 
http://orcid.org/0000-0002-8854-2204

*Doutorado em Filosofía pela Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Bolsista pós-doutorado Capes no Programa de Pós-graduação em Educação da Universidade de São Paulo (USP) em Ribeirão Preto/SP. E-mail: horacio.mercau@gmail.com


Resumen

La intensión del presente trabajo es la de explorar la relación medios-fines exponiendo que la misma se presenta en la obra de John Dewey como camino y horizonte coherente y consistente de su propuesta filosófica y educativa. La relación medios-fines dirige la investigación llevándonos a una comprensión del conocimiento como practica evaluativa y transformadora. Esta concepción epistemológica sienta las bases para repensar la educación y la democracia y brinda elementos suficientes para superar las dicotomías pensamiento - emoción, hechos - valores y sociedad-individuo. El método utilizado es la investigación. La educación y la democracia son los espacios en los cuales la relación medios-fines, ya sea en su fase natural o adaptativa, ya sea en su fase moral o critica, ya sea en su fase social o publica, encuentra unidad y continuidad. En la educación de, por y para la democracia la inteligencia y la actividad se interrelacionan mutuamente.

Palabras claves: Investigación; Educación; Democracia; Medios-fines

Abstract

The intention of the present work is to explore the media-ends relationship by explaining that it is presented in the work of John Dewey as a coherent and consistent road and horizon of his philosophical and educational proposal. The media-ends relationship directs research leading us to an understanding of knowledge as an evaluative and transforming practice. This epistemological conception lays the foundations to rethink education and democracy and provides sufficient elements to overcome the dichotomies thought - emotion, facts - values and society - individual. The method used is investigation. Education and democracy are spaces in which the means-ends relationship, whether in its natural or adaptive phase, whether in its moral or critical phase, whether in its social or public phase, finds unity and continuity. In the education of, by and for democracy, intelligence and activity are mutually interrelated.

Keywords: Research; Education; Democracy; Media-ends

Resumo

A intenção do presente trabalho é explorar a relação meio-fim, explicando que ela é apresentada no trabalho de John Dewey como um caminho e horizonte coerente e consistente de sua proposta filosófica e educacional. O relacionamento meios-fins direciona pesquisas que nos levam a uma compreensão do conhecimento como uma prática valorativa e transformadora. Essa concepção epistemológica lança as bases para repensar a educação e a democracia e fornece elementos suficientes para superar as dicotomias pensamento - emoção, fatos - valores e sociedade - indivíduo. O método utilizado é a investigação. Educação e democracia são espaços em que a relação meio-fim, seja em sua fase natural ou adaptativa, seja em sua fase moral ou crítica, seja em sua fase social ou pública, encontra unidade e continuidade. Na educação de, pela e para a democracia, a inteligência e a atividade estão mutuamente inter-relacionadas.

Palavras chaves: Investigação; Educação; Democracia; Meios-fins

Introducción

A la posición pragmatista le correspondería ser modesta. Un llamado a la modestia está en el investigador, quien debe asumir que hay una respuesta correcta a la pregunta en cuestión, pero no debe asumir que él tiene la respuesta correcta en la mano. La respuesta correcta, si hay una, es la que se obtendría si la investigación se continuara hasta donde pudiera llegar fructíferamente.

Vemos hoy la relevancia continua de la filosofía de John Dewey, especialmente en lo que se refiere a preguntas que están en la intersección entre la ética, la educación y la política. Según Dewey somos seres "solucionadores de problemas cooperativos, habituales". Desde esta concepción de la experiencia la inteligencia es rítmica y continua. Y no algo aparte de la naturaleza encarnada, habitual y reconstructiva de la experiencia humana. En función de ello las formas en que la inteligencia así interpretada plantean un desafío fundamental a las nociones tradicionales del agente moral, deliberación moral, público y educador. Las concepciones de Dewey de la naturaleza y la inteligencia humana proporcionan un marco útil para repensar muchos de los problemas asociados con una mejor comprensión de qué tipo de ciudadanos somos y cómo debemos vivir y educarnos.

Podemos decir que uno de los problemas más importantes de la filosofía de la investigación experimental de Dewey ha consistido en determinar de qué manera se manifiestan las conexiones y relaciones que se dan dentro de la investigación o relación medios-fines y cómo interactúan estas tres formas en las que se presenta la investigación: natural, moral y social. Considero que los beneficios de reivindicar la continuidad y ritmo de la relación medios-fines en todo proceso de investigación colaboran en lo que Dewey intento llevar a cabo toda su vida, a saber, superar dualismos erradicando las barreras entre clases sociales. La educación y la democracia son el motor y el horizonte de esta tarea urgente y fundamental. Y es a través de un proceso de investigación que podemos solucionar los problemas del pueblo atendido a sus intereses y a nuestras necesidades. Así mismo, al promover una investigación falibilista, experimental y publica estamos, ensayando de manera modesta y humilde, la construcción de herramientas generales para afrontar las consecuencias de los afectados a través de una educación que promueva un aprendizaje democrático y transformador en el cual se evalúen críticamente los valores de la comunidad. En función de ello podemos decir entonces que la investigación educa democráticamente al pueblo para juzgar las consecuencias.

Investigación

En todo proceso de investigación se opera la transformación efectiva del material existencial que incita a la misma indagación. De esta manera vemos que el concepto activo del conocimiento se impone, y se considera al medio que nos rodea como algo que deber ser cambiado si queremos conocerlo verdaderamente. Es decir, que una investigación exitosa desemboca en conocimiento. El conocimiento ahora puede caracterizarse como el producto cimentado y defendible de dicha indagación. En definitiva, para Dewey, el conocimiento como práctica es un método de control activo de la naturaleza y de la experiencia. Dewey nos dice que tenemos que dejar de pensar en el conocimiento de acuerdo con el modelo de un espectador. En cambio, tenemos que asumir una tarea de constructores como la de un carpintero (DEWEY, 1955, p. 180-181).

Todo proceso de investigación no sólo apunta a evitar un mal temido o a sortear un obstáculo límite, sino que, las más de las veces se dirige a la posibilidad de asegurar un bien como fin-en-perspectiva. Sin embargo, las soluciones que resuelven el conflicto no son aquellas que sólo se limitan a quitar de encima la sensación de los problemas, sino que son las que se enfrentan con el hecho real. Y la primera característica de la investigación es la de enfrentarse con los hechos reales. La investigación es el instrumento que el pensamiento humano, en su evolución, utiliza para pasar de una situación ambigua a una nueva situación; dicho proceso se lleva a cabo mediante un enriquecimiento de significado más coherente y estable.

Su compromiso político es resultado de una nueva concepción social de la inteligencia. Ve en los modos de acción de la ciencia el modelo normativo para una democracia responsable. En una democracia deweyana la función y el desarrollo de la actividad del ciudadano seguirán el proceder del investigador dentro de una comunidad científica. La inteligencia es nuestra en la medida que aceptamos la responsabilidad social de sus consecuencias. Esta socialización de la inteligencia da como resultado una redistribución más igualitaria del conocimiento. La socialización de la inteligencia en todo proceso de investigación es uno de los requisitos para la materialización social de la democracia. El compromiso político de Dewey es una reconstrucción de la democracia como una respuesta critica ante la perturbación entre las nuevas realidades sociales.

Todo proceso de investigación se despliega de manera práctica, funcional y social. No hay una manera simple de alcanzar la inteligencia sino solo a través de una educación cuidadosamente dirigida que pueda modificar los hábitos y disposiciones que se requieren para una actividad inteligente. En este sentido la experiencia no puede ser contrastada con el pensamiento, la razón o la inteligencia. La experiencia está llena de inteligencia y puede fundarse en ella. Según Bernstein (2010, p. 110-111), “la investigación surge de conflictos concretos y específicos dentro de las situaciones que vamos afrontando. Es el medio por el que resolvemos estas situaciones a través de la mediación del pensamiento. Es más, la experiencia y la investigación no se limitan a lo mental y privado. Las situaciones en las que estamos inmersos tienen polos objetivos y subjetivos y mediante la investigación podemos alterar el curso de la experiencia. Como el organismo vivo que es, el ser humano acciona y reacción con un mundo objetivo. Pero estas interacciones no tienen por qué ser ciegas y automáticas”.

Ahora bien, para interpelarnos por la continuidad y el ritmo en la investigación es importante insistir sobre un punto de capital importancia para el pensamiento de Dewey: se trata de la imposibilidad de distinguir entre medios y fines. Para Dewey todo fin es también un medio, y cada medio que sirve para lograr un fin es disfrutado o percibido como fin. La actividad que produce medios y la actividad que crea y lleva acabo fines se hallan íntimamente vinculados entre sí. El fin que se ha conseguido es un medio para otros fines; y la valoración de los medios es fundamental para todo fin actual y auténtico, que no quiera ser una fantasía vana, por noble y atractiva que resulte. Las cosas que se presentan como fines, en efecto, no son más que previsiones o anticipaciones de aquello que pueda cobrar existencia dentro de unas condiciones determinadas. Michael Eldridge (1998, p. 67) nos dice que el “genuino instrumentalismo” de Dewey requería una concentración no solo en los medios, sino también en los fines. Además, esta atención a las causas y efectos debe estar lo suficientemente bien informada e imaginada como para poder rastrear una variedad de relaciones causales y elegir la mejor ruta hacia el fin deseado. Y la mejor ruta sería aquella en la que los medios y los fines fueran compatibles entre sí. Esta compatibilidad se lograría cuando los medios fueran constitutivos del fin. Para Dewey los medios y fines son diferentes sólo en función de una “cualidad adicional”. El instrumentalismo de Dewey no estaba preocupado exclusivamente con los medios. Era una defensa de un instrumento que requería, de hecho, constituía, inteligencia tal como él la entendía. Ser inteligente era poder elegir, entre diversas conexiones casuales, la que mejor lograba el fin deseado. Esta elección, sostuvo, sería aquella en la que los medios eran constitutivos del fin.

Las finalidades de las que Dewey nos habla pueden ser analizadas desde tres perspectivas: la primera es el término de una transacción; la segunda, el fin-en-perspectiva que es imaginativamente proyectado y deseado, y, tercero, la consumación de una experiencia controlada. En referencia a la primera concepción de finalidad podemos decir que en Knowing and the known Dewey (1947/2003, LW 16: 113) define a la "transacción", como una investigación de un tipo en el que las descripciones existentes de eventos se aceptan solo como tentativas y preliminares, de modo que las nuevas descripciones de los aspectos y fases de los eventos, ya sea en forma ampliada o reducida, se pueden realizar libremente en cualquier lugar etapa de la indagación.

Con relación a la segunda concepción de finalidad podemos decir que en Naturaleza y ExperienciaDewey (1948, p. 301) nos dice que los fines-en-perspectiva son imaginativamente proyectados y deseados, y buscan la consumación de una experiencia controlada. Nosotros podemos investigar y deliberar; somos capaces de formular fines-en-perspectiva, fines elegidos para resolver los conflictos de situaciones concretas y para causar la aparición de estados de cosas juzgadas como deseables. Estos fines-en-perspectiva están, en parte, determinados por las normas y los parámetros de nuestra experiencia compartida en comunidad, y en parte, por las demandas de la situación concreta en la que están implicados. La crítica es una manera de comprender, evaluar y enfrentarse con conflictos específicos.

Por último, como Dewey (2008a, p.118) dice en El Arte como Experiencia todo fin como consumación debería ser una obra de arte que entra en la experiencia de aquellos que activamente la comparten y toman parte de la misma. Las artes son modos de tener experiencias en los cuales a través del uso imaginativo de un medio, la viveza de la criatura viva es reavivada y a esta viveza se le da un orden vital a través de la forma. Las artes son modos de energía que funcionan como formas de comunicación. El arte comunica a través de la celebración de las cualidades de la experiencia. El arte comunica porque nos pone al alcance, en unidades claras, las cualidades de la experiencia que experimentamos de manera directa.

En toda transacción tenemos fines cualitativos (fines) y una secuencia del desarrollo, que es el (medio) en el que las estructuras y funciones interactúan para producir una experiencia que es diferente pero manteniendo un equilibrio. Dewey piensa que el equilibrio del organismo se mantiene a pesar de las dimensiones siempre cambiantes de los problemas a resolver, es decir, de las adaptaciones funcionales (medios) que en toda experiencia se llevan adelante para alcanzar determinados fines-en-perspectiva (fines). El equilibrio del organismo queda demostrado por el hecho que las estructuras y funciones inter- actuantes están conectados a través de un patrón rítmico. Lo social es el lugar donde se unifican el carácter natural, instrumental y expresivo de la experiencia y en donde la unidad y la pluralidad se manifiestan como una tensión necesaria para el desarrollo de la misma. La investigación es un (medio) por el cual se alcanza una consumación (fin) o un ajuste del comportamiento para la satisfacción individual y comunitaria de bienes o valores. Y es la educación y la democracia, como locus social, en el que se unifican el carácter transaccional, instrumental y expresivo de la investigación. La educación y la democracia como elementos unificadores marcan simplemente el descubrimiento por parte de la naturaleza de una forma de selección más corta y económica de lo que ella había conocido previamente.

Ritmo continuo: emoción-inteligente / evaluación-creativa / comunicación-cooperativa

Dewey defiende la continuidad entre los procesos naturales y los procesos morales. De esta manera redefine la adaptación o ajuste dentro de la condición social humana. Como dice en “Evolución y ética”, oponiéndose a Huxley, de que “las condiciones con respecto a las cuales debe usarse ahora el término "ajuste" incluyen la estructura social existente con todos los hábitos, demandas e ideales que se encuentran en ella. Si es así, tenemos razones para concluir que "el más apto con respecto a la totalidad de las condiciones" es el mejor; que, de hecho, la única norma que tenemos de los mejores es el descubrimiento de aquello que mantiene estas condiciones en su integridad. Lo no apto es prácticamente lo antisocial” (DEWEY, 1947/2003, EW 5: 39). El desarrollo de las estructuras culturales más aptas son las que contribuyen al mantenimiento de la cohesión de la sociedad donde se desarrollan sus actividades. Lo no apto es lo antisocial. Por esta razón la democracia y el entender institucional de los conflictos son valores adaptativos (DEWEY, 1947/2003, EW 5: 36-37).

La defensa por parte de Dewey de la continuidad entre lo natural y o moral se da dentro de la condición social humana. Esta condición humana es el elemento integrador y equilibrador: “No tenemos que entrar aquí en la cuestión desconcertada de la herencia de los caracteres adquiridos. Sabemos que a través de lo que llamamos opinión pública y educación, ciertas formas de acción se estimulan y alientan constantemente, mientras que otros tipos son objetados, reprimidos y castigados constantemente” (DEWEY, 1947/2003, EW 5: 39). Es en la relación medios-fines donde podemos ver en funcionamiento dicha noción de continuidad y equilibrio que Dewey defiende y presenta como alternativa de evolución y ajuste. Y son la democracia y la educación los dispositivos que cumplen, hoy por hoy, de manera eficaz y eficiente, el rol de medios-fines: “Si personificamos la naturaleza, podemos decir que las influencias de la educación y la aprobación social y la desaprobación en la modificación del comportamiento del agente marcan simplemente el descubrimiento por parte de la naturaleza de una forma de selección más corta y económica de lo que ella había conocido previamente. La modificación de la estructura no es ciertamente un fin en sí mismo. Es simplemente un dispositivo para cambiar la función. Si se pueden idear otros medios que hagan el trabajo de manera más eficiente, entonces mucho mejor. Ciertamente, marca una ganancia distinta para lograr esta modificación en una misma generación en lugar de tener que confiar en la extinción de la serie de formas a través de una secuencia de generaciones. Ciertamente está implícito en la idea de la selección natural que los modos más efectivos de variación deberían seleccionarse finalmente”. (DEWEY, 1947/2003, EW 5: 50).

a. La investigación natural

La investigación surge cuando hay alguna perturbación debida a discordancias activas, un conflicto entre los factores de una experiencia no-intelectual anterior. El objetivo de la búsqueda específica es localizar la dificultad e idear un método para enfrentarse a ella. Toda investigación está en sí misma controlada y orientada por el contexto más amplio de la experiencia en el que tiene lugar. Dewey (1955. p. 33-41) en La Reconstrucción de la Filosofía afirma que la lógica tiene fundamentos empíricos y aplicaciones experimentales. El problema de la lógica consiste en la posibilidad de desarrollar y emplear métodos inteligentes en las investigaciones que se plantean como medios para la reconstrucción deliberada de la experiencia. Uno de los principales intereses de la teoría lógica radica en dar cuenta de la incardinación del pensar en el entramado más amplio de la actividad humana. El pensar comienza con los conflictos concretos de la experiencia que dan lugar a nuestra confusión. Los hombres no piensan si no tienen dificultades que solucionar.

Desde esta perspectiva naturalista del conocimiento es necesario que haya un organismo que reaccione o se comporte de determinada manera. Un organismo actuando manifiesta su impulso vital. Y el conocimiento es promover de cierta manera y llevar adelante el impulso vital. Esto comporta cambios determinados en las cosas. En Naturaleza Humana y ConductaDewey (1964, p. 234) nos dice que el conocimiento es una reacción orgánica (conducta) que afecta al contenido de la conciencia. El impulso vial es un deseo primario. En cambio, la inteligencia es secundaria y en cierto sentido derivada pero no esclava del impulso. Ahora bien, algunas veces el deseo no significa un mero impulso, sino un impulso que tiene el sentido de un objetivo. Aquí vemos que para Dewey (1964, p. 236) el deseo y el pensamiento no pueden oponerse. El deseo incluye en sí mismo al pensamiento. Pero la gran cuestión es saber hasta dónde ha llegado la labor del pensamiento, cuan adecuada es su percepción del objeto que lo dirige. El impulso vital puede ser una complacencia emocional y no un fruto de la investigación. La emoción sin pensamiento es inestable, se desvía hacia cualquier canal lateral abierto por los viejos hábitos.

La interacción orgánica o transacción se convierte en investigación cuando se prevén consecuencias existenciales, es decir, cuando se examinan condiciones ambientales y seleccionan actividades de respuesta a situaciones existenciales finales. La investigación es la transformación dirigida o controlada de una situación indeterminada en otra unificada. La transformación es existencial. El pensamiento puede suministrarnos los medios necesarios para llevar a cabo el cambio de condiciones pero por sí mismo no puede llevarlo a cabo. Pero únicamente la ejecución de operaciones existenciales dirigidas por una idea o fin en que ha desembocado en el pensamiento y la emoción puede acarrear la reordenación de las condiciones ambientales para obtener una situación unificada. Es en la interacción donde vemos la relación medios-fines desenvolviendo las emociones y los pensamientos de manera dinámica y continua a través de un ritmo biológico, psicológico y social que denota la serie funcional que posee de manera unificada y equilibrada.

b. La investigación Moral

Dewey nos propone un examen crítico de la experiencia a través de un proceso de investigación moral. El mismo es la base para articular y justificar nuestras obligaciones, de manera que podamos decidir inteligentemente lo que deberíamos hacer en situaciones concretas. En “La Lógica de los juicios de la práctica” Dewey (1947/2003, MW 8: 14-82) desarrolla las bases de este análisis crítico de la experiencia. Aquí analiza la naturaleza y forma de la confirmación de criterios prácticos en general. Dewey se abre en un intento de refutar la presunción de que las decisiones sobre lo que es preciso hacer difieren en especie de aquellos juicios de hecho, en donde las primeras son hipotéticas. Dewey sostiene que los fallos de hecho son todos condicionados por la aceptación de los diversos presupuestos, por lo general no explicitados, acerca de los procedimientos adecuados para la afirmación de una observación como "hecho" y para la confirmación de esas afirmaciones. Por lo tanto, sostiene que, “en el sentido explicado todas las proposiciones que son descubrimientos o constataciones seguras, todas las proposiciones categóricas, serían hipotéticas, y su verdad coincidiría con su probada consecuencia efectuada mediante una actuación inteligente” (DEWEY, 1947/2003, MW 8: 22).

Siguiendo con este análisis crítico de la experiencia también aborda el tema de los valores. Los “valores” se entenderán análogos a los “hechos”. La experiencia se da, relativamente hablando, de manera inmediata y directa como respuesta subjetiva a una situación, a la par con las experiencias subjetivas de los sentimientos, como oír, oler. Esas experiencias, Dewey sostiene, nunca constituyen conocimientos. La experiencia inmediata transforma la aprensión en una “observación”. Esa observación es meramente anecdótica hasta que se haya confirmado por otro proceso intelectual. Sólo después de dicha confirmación o proceso de investigación la observación se convierte en un “hecho”. Puesto que los hechos son intelectuales, no pueden existir antes de que hayan sido construidos. Del mismo modo Dewey sostiene, un valor habla sobre la bondad, la belleza, la eficiencia o rectitud. Un hecho determinado se crea sólo como resultado de una serie de procesos intelectuales puestos en marcha en todo proceso de investigación. Así como nada es un hecho en Dewey (1947/2003, MW 8: 35) hasta que se haya verificado, nada es o puede tener un valor hasta que no haya sido creativamente evaluado por la investigación moral: “En este proceso, las cosas se vuelven valores, - algo que no poseían antes de, a pesar de que tenían sus eficiencias. En cualquier riesgo de choque, esta doctrina debe estar expuesta en toda su desnudez. Juzgar un valor consiste en involucrarse en instituir un determinado valor en caso de que ninguno sea dado”.

Los valores al igual que los hechos, son revisables. Los valores intervienen en cualquier situación en que sea necesario ajustar conscientemente experiencia y conducta, es decir, en cualquier forma de investigación como acción inteligente. Todo juicio que sirva para determinar la acción pertinente en una situación dada es un juicio de la práctica. Como Dewey (1947/2003, MW 8: 36) observa, lo que él llama “valoración” se ha caracterizado tradicionalmente como “un proceso de aplicar algún fijo o determinado valor a los diversos productos de la competencia de una situación, lo que supone una previa valoración estándar de valor y consiste en comparar diversas mercancías con el estándar como el valor supremo. Esta hipótesis requiere de exanimación. Si es buena, priva a la posición que ha sido tomada, de cualquier validez”.

Con la importancia de la investigación moral podemos decir que el objetivo de la filosofía para Dewey es educar a los hombres para que reflexionan sobre los valores humanos más elevados, al igual que han aprendido a reflexionar sobre aquellas cuestiones que pertenecen al ámbito de la ciencia y de la tecnología. Ambas son actividades sociales en el sentido de que los resultados científicos-tecnológicos tienen consecuencias sociales. Por esta razón quizás los valores humanos más elevados de lo que habla Dewey sean aquello en los cuales sus consecuencias posibles tengan relación directa y profunda con la sociedad. Esta idea ser relaciona con la perspectiva de Dewey de que para ser científica, la investigación social debe “brotar de las tensiones sociales”.

c. La investigación Social

Dewey piensa que la psicología nos describe como organismos activos en un medio cambiante y la lógica muestra los usos de nuestra facultad simbólica para reconstruir las situaciones existentes en connivencia con nuestro aparato sensorio - motor, por ello entonces tendríamos que acentuar el carácter práctico de la realidad. No hay otra realidad para nosotros que la realidad por hacer. Ahora bien, si conocer es producir un cierto cambio en una realidad, entonces, cuanto más revelara ese cambio, más transparente y adecuado sería dicho conocimiento. Por esta razón, el tipo de conocimiento que resulte ser válido será el que participa activamente en un cambio para que éste tenga lugar de la forma requerida. En “El carácter práctico de la realidad” nos dice que: “si la realidad está ella misma en transición (…) entonces la tesis de que el conocimiento es la realidad provocando en sí misma un tipo de cambio concreto y especificado parece ser la que cuenta con más posibilidades a la hora de cimentar sobre ella una teoría del conocer que se mantenga íntegramente en contacto con lo genuino y lo válido” (DEWEY 2000, p. 161).

Para Dewey quienes mejor llevan adelante este cometido (que el conocimiento una vez que ha tenido lugar produce una diferencia en las cosas) son, el moralista y el experimentalista. Hasta ahora hemos intentado mostrar la actividad de uno y otro a través de la función de investigación que ambos llevan adelante. Por un lado, en relación a la investigación natural, la ciencia experimental es el reconocimiento de que ninguna fin-en-perspectiva tiene derecho a ser llamado conocimiento en tanto no haya sido sometido a la función de las condiciones físicas de la que habrá de surgir el objeto al que el fin-en-perspectiva se refiere. Y en segundo lugar, en relación a la investigación moral, es claro que los juicios morales tratan sobre cambios que es preciso hacer y evaluar. En definitiva, podemos decir que una realidad que no sea para un uso o cambio determinado es indiferente para el conocimiento: “Todo esto sugiere al menos que una “realidad- por- conocer”, una realidad que sea el objeto adecuado del conocimiento, es una “realidad-de- usos- y- no- usos”, directa o indirectamente, y que una realidad que no sea en algún sentido de usos, o de implicaciones para el usar, es absolutamente indiferente por lo que al conocimiento toca” (DEWEY, 2000, p. 162).

Esta concepción del conocimiento como una actividad modificante identifica a la experiencia como una acción inteligente y creativa siendo ella una fuerza activa destinada a transformar el mundo, medir el valor de las ideas en función de su adecuación a las situaciones problemáticas o concebir las ideas como constitutivamente corregibles. Si las ideas demuestran su valor en la lucha contra los problemas reales, y si cada individuo tiene el derecho y el deber de contribuir en la elaboración de ideas capaces de guiar positivamente la acción humana, se hace evidente que tampoco las ideas morales, los dogmas políticos o los prejuicios de la costumbre poseen especial autoridad. Ellos deben someterse al control de sus consecuencias en la práctica, y hay que aceptarlos, rechazarlos o modificarlos responsablemente, basándose en el análisis de sus efectos. En Naturaleza Humana y ConductaDewey (1964, p. 326) nos dice que “la inteligencia se va haciendo nuestra en el grado en que la usamos y aceptamos la responsabilidad de las consecuencias. No es nuestra ni por origen ni por producción”.

En los dos apartados anteriores vimos que la conducta y la moral son realidades sociales. Ambas dependen de hechos que surgen de las relaciones activas de los seres humanos entre sí, de las consecuencias de sus actividades mutuamente entrelazadas en la vida del deseo, la creencia, el juicio, la satisfacción y la inconformidad (DEWEY, 1964, p. 340). Ahora bien, hay diferencias respecto a la calidad de lo social. Como dijimos, la investigación social debe “brotar de las tensiones sociales”. Los problemas filosóficos surgen por dificultades ampliamente sentidas en la práctica social. En la Opinión Pública y sus problemasDewey (2004. p. 70) establece los parámetros para llevar a cabo una investigación social. La misma es un método que procede sobre la base de las interrelaciones. Para Dewey el “hombre no está meramente asociado de facto, sino que se convierte en un animal social a través de la configuración de sus ideas, sus sentimientos y su conducta deliberada”. Tales interrelaciones son descritas como actos observables o consecuencias. Dichas consecuencias puede ser directas o indirectas. Cuando las consecuencias se extienden más allá de los directamente implicados en su generación a parecen los afectados indirectamente dando originen a lo público: “los afectados indirectamente formaron un público que tomó medidas para salvaguardar sus intereses, y para ello se instauró el acuerdo mutuo y otros medios de pacificación para dirimir los problemas” (DEWEY, 2004. p. 66). En el capitulo "La búsqueda de la gran comunidad" y después de hacer su distinción característica entre "democracia como idea social y democracia política", Dewey piensa que habría que alcanzar una expansión de la "democracia como una idea social" de modo que el público pudiera participar más significativamente en su propio gobierno. Para alcanzar este cometido la principal dificultad es la de descubrir los medios por los cuales un público disperso, móvil y múltiple pueda reconocerse a sí mismo hasta el punto de definir y expresar sus intereses (DEWEY, 2004. p. 137).

En 1927 pensaba que las condiciones que eran necesarias para construir un público democráticamente organizado eran un tipo de conocimiento y de percepción que no existían en ese momento. El medio como siempre es la investigación. Es la comunicación libre y sistemática la que nos proporciona los elementos necesarios para una libre investigación. Para Dewey el conocimiento es comunicación además de comprensión. Y es la comunicación de los resultados de la investigación social la formadora de opinión pública. La política que promueve al público debe estar informada. El público existe cuando tenemos un proceso de investigación sistemático, libre, exhaustivo, contemporáneo y cotidiano (DEWEY, 2004, p. 151-154). La “gran comunidad” en la que estaba pensando Dewey es una sociedad en la que las enmarañadas consecuencias, resultado de las actividades asociadas, se conozcan en un sentido pleno para que surja un público organizado y relacionado cooperativamente. Vemos que la relación medios-fines es adoptada por el proceso de investigación en el cual el fin es la construcción de una comunidad y el medio una comunicación plena y una cooperación organizada que se plasma en un público consciente y comprometido hacia adelante. Vemos también que es la investigación social continua, interconectada y reiterada la que puede brindarnos el material para una opinión duradera de los asuntos del público.

Educación de, por y para la Democracia

La filosofía de la educación es el aspecto más significativo de la filosofía. Para Dewey (1952b, p. 193) “el conocimiento se obtiene a través de procesos educativos que no terminan en la simple adquisición de conocimiento y formas de habilidad, sino que tienden a integrar el conocimiento adquirido en disposiciones y actitudes duraderas”. En este sentido podemos señalar que la educación para Dewey es el medio primordial por el cual se obtiene la unidad del conocimiento con los valores que operan en la conducta humana al igual que con los cambios que se plasman en la realidad. En este sentido podemos decir que la educación resalta el carácter continuo dentro de la relación medios-fines. El aprendizaje es representativo de una continuidad experimental. En Democracia y Educación Dewey propone que la consumación se puede llevar a cabo a través de una transformación y perfeccionamiento de la comunidad. Para ello hace falta que la escuela se consolide como una sociedad democrática. En este sentido, para poder llevar la democracia al campo educativo, primero hay que conocer y comprender aquello a lo que llamamos “democracia”. Para Dewey la democracia es una forma de vida, es un sistema de organización social y es un conjunto de hábitos en los que se busca el desarrollo de cada persona en cooperación con los demás. Todo proceso relacional de medios-fines es unificado a través de la educación y la democracia.

Como dijimos anteriormente son la democracia y la educación los dispositivos que cumplen, hoy por hoy, de manera eficaz y eficiente, el rol de medios-fines. Podemos decir que una educación de, por y para la democracia tiene la tarea de asumir el problema de la relación existente entre la educación y las necesidades y posibilidades de la situación social. Vemos una alianza entre educación y democracia. Por un lado, las herramientas para determinar los hechos reales y generalizando sobre la base de causa y efecto, y por otro lado, nos expresa los elementos para valorar las consecuencias derivadas de tales hechos a la luz de los problemas sociales. De esta manera nuestros valores se manifiestan como fines-en-perspectiva y los conocimientos nuestros medios para alcanzarlos. La democracia establece fines y la educación los métodos para llegar a ellos. Pero al mismo tiempo la democracia ofrece los medios para seguir avanzando de manera continua en el aprendizaje. Por su parte la educación, a la hora de escoger lo que se debe enseñar, nos ofrece el reconocimiento de la importancia de la continuidad de las experiencias y la organización de las mismas. Así mismo, la democracia, colabora en la comprensión del mundo circundante y la formación de valores y acciones que nos capacitan para enfrentar nuestros problemas sociales. Según Dewey (1952b, p 58) “sólo si la futura generación aprendiera en la escuela a comprender las fuerzas sociales operantes, las direcciones en que se mueven y el modo en que se entrecruzan, las consecuencias que producen y las que producirían si se las entendiera y manejara con inteligencia - sólo si las escuelas facilitaran es comprensión, tendríamos alguna seguridad de que atienen al llamado que les formula la democracia”.

En 1939 Dewey pensaba que los fines democráticos necesitan métodos democráticos para su realización. Algunos de los métodos que identificó fueron los “métodos de consulta, persuasión, negociación, inteligencia cooperativa” (DEWEY, 1947/2003, LW14: 367-368). La democracia, entonces, para Dewey es una maquinaria política: elecciones frecuentes, sufragio universal, gobierno de la mayoría, protección de las minorías, pero también es más que eso. También es, y más fundamentalmente, las prácticas cotidianas de consulta, persuasión, negociación, e inteligencia cooperativa. Pero estas actividades no solo definen la democracia: también son un fin y un medio. La democracia como fin se produce al participar en consulta, persuasión, negociación, inteligencia cooperativa. Estas actividades democráticas son las legítimas herramientas de la democracia. Ambos son medios y fines. Podemos decir que es la educación la encargada de promover y propiciar caminos de aprendizaje de las prácticas cotidianas de consulta, persuasión, negociación e inteligencia cooperativa y la democracia tiene el compromiso de construirlas y establecerlas.

Así mismo podemos decir que los medios democráticos no están limitados a lo discursivo, a hablar y pensar, excluyendo la fuerza física e institucional. La relación medios-fines requería que la práctica, incluida la práctica política, fuera inteligible. Él mismo se había involucrado en la práctica política. Pero no había explicitado la tecnología política empleada de la misma manera que él y otros habían desarrollado en el plano de lo educativo. En consecuencia, podemos pensar que su filosofía de la investigación y con ello la relación medios-fines estaba incompleta. Carecía de la ventaja política de que debía ser la práctica verdaderamente inteligible que él proponía. Esto, sin embargo, no es así. Dewey se había involucrado en algunas de las actividades que constituyen dicha tecnología. Sus actividades políticas (discursos, artículos, declaraciones públicas y presidencias) también fueron formas de investigación social. Se conducía políticamente de una manera que exhibía la forma de investigación social que había defendido durante mucho tiempo.

Por lo tanto, es importante reconocer la forma de sus actividades políticas para ver la forma en que anticipó la inteligencia social que esperaba que llegara a existir de manera más general. Ante esto podemos decir que su actividad política no sólo fue una forma de comprometerse con una investigación social, sino que también podría relacionar conceptualmente la misma investigación (método en el que se estructura la relación medios-fines) con el contenido de su visión de la democracia. Y en este sentido la educación es el horizonte y camino que da sentido a la misma actividad democrática. Dewey recordando unos de los discursos públicos de Horacio Mann nos dice que él mismo “preguntaba si los niños en nuestras escuelas eran educados sólo con referencia a sí mismos y a sus intereses privados, o con referencia a los grandes deberes y prerrogativas sociales que les esperaban para cuando fueran adultos” (Dewey, 1952b, p. 56).

En Experiencia y Educación, Dewey (1958, p. 50-51) nos dice que la continuidad experimental y el equilibrio transaccional no se pueden separar uno del otro. Son los aspectos longitudinal y lateral de todo proceso de investigación. Situaciones diferentes se suceden unas a otras. Pero a causa de la continuidad se lleva algo de la anterior a la siguiente. Cuando un individuo pasa de una situación a otra, su mundo, su ambiente, se amplía o se contrae. No se encuentra viviendo en otro mundo sino en una parte o aspecto diferente de uno y el mismo mundo. Lo que ha adquirido en conocimiento y habilidad en una situación se convierte en un instrumento para comprender y tratar efectivamente la situación siguiente. El proceso sigue en tanto la vida y el aprendizaje continúan. Un mundo dividido, un mundo cuyas partes y aspectos no están unidos es, a la vez signo y causa de una personalidad dividida. Una personalidad plenamente integrada sólo existe cuando experiencias sucesivas se integran. Aquélla sólo puede formarse cuando se edifica un mundo de objetos conexionados. Y es la investigación con su lógica de medios-fines la que expresa y conoce las conexiones que se dan en el mundo. Al mismo tiempo la educación como medio y fin expresa y ahonda la continuidad experimental dando unidad la relación general y la democracia, como medio y fin, la enriquece y ensancha el equilibrio transaccional dando un ritmo a las conexiones del mundo natural, moral y político.

Conclusión

Como dije al comienzo del trabajo creo que la posición pragmática debería ser modesta. Un llamado a la modestia está en el investigador. El otro llamado a la modestia es del filósofo, que debe contentarse con especificar solo principios metodológicos muy generales. Sobre principios más particulares, el filósofo debe permanecer agnóstico. No le corresponde sólo al filósofo decir cómo debe ser la reflexión moral y política. El educador por su parte también debe ser modesto pero por sobre todas las cosas tener presente la continuidad y equilibro que se da en cada uno de los procesos de enseñanza tomando como paradigma a la investigación. Por otro lado, aunque he defendido una visión de la educación y la democracia como dispositivos medulares de la investigación y aunque ello tiene variadas implicaciones prácticas, no he defendido este o aquel rotulo de la democracia o de la educación. No sería prudente decir que ellas se han apoyado en los acuerdos sociales y políticos que diferirán de un lugar a otro, porque la historia, los ciudadanos y los vecinos diferirán de un lugar a otro. Como educadores e investigadores, procedemos lo mejor que podemos en las situaciones en las que nos encontramos y esa sería la clave del conocimiento y la enseñanza del mismo. Como enfatizó Dewey, el pragmatismo debe ver la moral y la política como un problema, y esos problemas variarán según las prácticas sociales, los sistemas de dominación y opresión, la composición religiosa de una población y muchas otras circunstancias.

Siguiendo los caminos de Dewey, he querido restablecer una significación y expresividad vigorosa de las conexiones que se dan en relación medios-fines y que confronte los dualismos que heredamos, y que se comprometa con un holismo cooperativo e inclusivo. Tarea que considero le compete a la filosofía y a la educación como democracia. La filosofía tiene la tarea de alcanzar niveles más profundos de significación y expresividad de la experiencia y la investigación educativa y democrática ofrece los medios para llevar a cabo este cometido. La intensificación de la experiencia puede llevarse adelante a través de la investigación, la cual colabora en el enriquecimiento de los valores en una sociedad democrática. Y es la educación en la diversidad la que promueve y construye un ser inteligente que puede elegir, entre alternativas conexiones casuales, la que mejor logre el fin deseado y por sobre todas las cosas abierto al diálogo continuo libre y honesto.

Referencias

BERNSTEIN, Richard J. Filosofía y democracia: John Dewey. Herder: Barcelona, 2010. https://doi.org/10.2307/j.ctvt9k4tbLinks ]

DEWEY, John. The future of philosophy. In: BOYDSTON, Jo Ann; HICKMAN, Larry (Orgs.). The collected works of John Dewey, 1882-1953. The Later Works, 1925-1953. v. 17: 1885-1953. Electronic Edition, 1947/2003. p. 467-471. [ Links ]

DEWEY, John. La experiencia y la naturaleza. Traducción de José Gaos. México: Fondo de Cultura Económica, 1948. [ Links ]

DEWEY, John. Lógica: Teoría de la investigación. Traducción de Eugenio Imaz. México: Fondo de Cultura Económica, 1950. [ Links ]

DEWEY, John. La busca de la certeza: un estudio de la relación entre el conocimiento y la acción. Traducción de Eugenio Imaz. México: Fondo de Cultura Económica, 1952a. [ Links ]

DEWEY, John. El hombre y sus problemas. Traducción de Eduardo Prieto. Buenos Aires: Paidós, 1952b. [ Links ]

DEWEY, John. Democracia y educación: una introducción a la filosofía de la educación. Traducción de Lorenzo Luzuriaga. Buenos Aires: Losada, 1953. [ Links ]

DEWEY, John. La reconstrucción de la filosofía. Traducción de A. Lázaro Ros. Buenos Aires: Aguilar, 1955. [ Links ]

DEWEY, John. Experiencia y educación. Traducción de Lorenzo Luzuriaga. Buenos Aires: Losada, 1958. [ Links ]

DEWEY, John. Naturaleza humana y conducta: introducción a la psicología social. Traducción de R. Castillo Dibildox. México/Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1964. [ Links ]

DEWEY, John. El carácter práctico de la realidad en “La miseria de la epistemologia”. Ensayos de pragmatismo. Edición, Traducción y notas de Angel Manuel Faerna, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000. [ Links ]

DEWEY, John. La opinión pública y sus problemas. Traducción de Roc Filella. Madrid: Morata, 2004. [ Links ]

DEWEY, John. El arte como experiencia. Traducción de Jordi Claramonte. Barcelona: Paidós, 2008. [ Links ]

ELDRIDGE, Michael. Transforming Experience: John Dewey’s cultural instrumentalism. Nashville: Vanderbilt University, 1998. [ Links ]

Recibido: 02 de Abril de 2019; Aprobado: 27 de Noviembre de 2019

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons