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Cadernos de História da Educação

versión On-line ISSN 1982-7806

Cad. Hist. Educ. vol.21  Uberlândia  2022  Epub 13-Sep-2022

https://doi.org/10.14393/che-v21-2022-104 

Dossiê 2 - Museus Pedagógicos: diálogos ibero-americanos

El Museo Pedagógico en Argentina: nacimiento y avatares de una Institución renovadora (1883-1940)

O Museu Pedagógico da Argentina: nascimento e vicissitudes de uma instituição renovadora (1883-1940)

María Cristina Linares1 
http://orcid.org/0000-0002-2949-0723

1Universidad Nacional de Luján (Argentina). 25cristinamaria@gmail.com


Resumen

Los museos pedagógicos surgieron a partir de mediados del siglo XIX acompañando la formación de maestros y la construcción de los sistemas educativos nacionales. Eran centros que comprendían una biblioteca con obras de educación, legislación y otro tipo de documentos, como también mobiliario escolar y colecciones de materiales para la enseñanza. Abonaron a la circulación de ideas, prácticas y materiales escolares. Tenían un carácter prospectivo e instituyente de las nuevas metodologías, utillaje, política y estructura escolar, y la intención expresa de construir identidades nacionales. En la Argentina, la iniciativa de crear un museo pedagógico en el ámbito del Consejo Nacional de Educación, el Museo Escolar Nacional, anexo a la biblioteca y dirigido a la enseñanza primaria, fue entendida como motor para la renovación pedagógico-política y material de la educación. El museo era uno más de los mecanismos estatales dentro del sistema educativo para llevar a la sociedad, paulatinamente, a un nivel de “civilización”.

Palabras clave: Museo pedagógico; Argentina; Renovación escolar

Resumo

Os museus pedagógicos surgiram a partir de meados do século XIX acompanhando a formação de professores e a construção dos sistemas educacionais nacionais. Eram centros que incluíam uma biblioteca com obras pedagógicas, legislação e outros tipos de documentos, bem como mobiliário escolar e acervos de material didático. Eles subscreveram a circulação de ideias, práticas e materiais escolares. Tiveram um caráter prospectivo e instituidor das novas metodologias, ferramentas, política e estrutura escolar, e a intenção expressa de construção de identidades nacionais. Na Argentina, a iniciativa de criar um museu pedagógico no âmbito do Conselho Nacional de Educação, o Museu Nacional da Escola, anexo à biblioteca e voltado para o ensino fundamental, foi entendido como um motor de renovação político-pedagógica e material da educação. O museu foi um dos mecanismos do Estado dentro do sistema educacional para levar gradualmente a sociedade a um nível de “civilização”.

Palabra-chaves: Museu pedagógico; Argentina; Renovação escolar

Abstract

The pedagogical museums emerged in the middle of the 19th century accompanying teachers' training and the construction of the national education systems. They were centers which comprise a library with education works, legislation, and other kinds of documents, as well as school furniture and collections of teaching materials. They fostered the circulation of school ideas, practices, and materials. They had a prospective and instituting character as regards new methodologies, tooling, school policy and structure, and the express intention of building a national identity. In Argentina, the initiative to create a pedagogical museum within the scope of the National Education Council, the National School Museum, attached to the library and aimed at primary education, was understood as an engine for the political-pedagogical and material renewal of education. The museum was one of the state mechanisms in the education system to gradually take society to a level of “civilization”.

Keywords: Pedagogical museum; Argentina; School renewal

Sobre los Museos Pedagógicos

En principio vamos a establecer algunas diferencias, que no siempre se han tenido en cuenta, para tratar el tema de los museos pedagógicos.

Los museos pedagógicos comenzaron a surgir a mediados del siglo XIX en Europa, bajo distintas denominaciones: museo de educación, museo pedagógico, museo escolar, exposición escolar permanente; acompañando la formación de maestros y la construcción de los sistemas educativos. Creados en pleno auge de la constitución de los Estados naciones, la idea de renovar los aspectos pedagógicos de la educación se asoció al objetivo de construcción de la nacionalidad y al desarrollo de la ciencia y la técnica para favorecer el desarrollo industrial. Con el triunfo del modo de enseñanza simultánea y graduada, la renovación pedagógica incluía el método intuitivo articulado con fragmentos del positivismo. Este tipo de museo no reducía su organización a la preservación y exposición de materiales pedagógicos, sino que solía disponer de bibliotecas, editaba publicaciones diversas y resultados de investigaciones, realizaba ciclos de conferencias pedagógicas, diseñaba materiales educativos, etc. Se proponía no solo cumplir con una función recopiladora, sino principalmente formativa e instituyente, apuntando al perfeccionamiento docente, a la actualización pedagógica y a la renovación de la cultura material escolar.

Diferentes a los anteriores, los museos escolares surgieron a fines del siglo XIX con una función didáctica: acompañar las lecciones. Estaban formados por una serie de «cajas enciclopédicas» que contenían objetos para la enseñanza de la Botánica, la Zoología, la Anatomía y la Mineralogía, clasificados en series y grupos o por colecciones ubicadas en un espacio especial en las escuelas o en algún armario de un aula, incorporando materiales de flora, fauna y minerales de distinta procedencia, modelos para las clases de anatomía, la historia natural y también otros objetos para ser utilizados en las «lecciones de cosas».

Los museos sobre la educación, desde la perspectiva de la Historia de la Educación, son museos históricos. La mayoría fueron creados a partir de la década de 1980; otros mantuvieron una continuidad institucional desde sus orígenes como museos pedagógicos, pero sus objetivos y funciones han sido modificados. Estos museos pueden o no compartir objetivos pedagógicos específicos, es decir, involucrarse en discusiones sobre la educación actual o proponer proyectos educativos. En este escrito vamos a tratar el tema de los museos pedagógicos, especialmente en Argentina.

Algunos orígenes de Museos Pedagógicos

La creación de varios museos pedagógicos en Europa y América tuvo su origen en las exposiciones universales. En estas se presentaron materiales pedagógicos para la enseñanza, mobiliario, bibliografía, estadísticas, diseños arquitectónicos, etc. El objetivo principal era intercambiar internacionalmente adelantos técnicos y teóricos, asociando el desarrollo científico y pedagógico con la ampliación y producción del material escolar. Aunque las secciones educativas ocuparon un lugar secundario en dichas exposiciones, bastaron para impulsar la creación de este nuevo tipo de museos.

La incorporación de secciones especiales sobre la educación fue adquiriendo mayor importancia con el tiempo. Durante la Exposición de París, en 1867, los materiales escolares fueron presentados en el grupo X, bajo el rubro de: “los objetos especialmente expuestos teniendo en vista mejorar la condición física y moral de la población”. Entre los materiales expuestos figuraban planos de edificios escolares, aparatos, instrumentos, modelos y láminas, libros, atlas, publicaciones periódicas, trabajos de los alumnos, etc.

En la exposición de París de 1878, dichos materiales fueron colocados en un grupo aparte, el II, bajo el rótulo Educación y Enseñanza.

En estos grandes eventos, los avances tecnológicos, las riquezas naturales y los adelantos en materia educativa participaban del “ideal civilizador”. El pasado aparecía representado como elemento fundamental en una cadena de progreso y con intención homogeneizadora, al servicio del Estado y de la cultura burguesa dominante.

El Museo Pedagógico en la Argentina

En el caso argentino, vamos a seguir el devenir del museo creado en el ámbito del Consejo Nacional de Educación (CNE). Dicho museo surgió a partir de la Exposición Sudamericana Industrial, Agrícola y de Bellas Artes de 1882, en la que se llevó a cabo el Congreso Pedagógico. Aunque la Argentina ya había presentado una muestra en la Exposición Universal de París de 1867, no fue sino hasta la conformación del Consejo Nacional de Educación que se tomó la iniciativa de crear un museo pedagógico. Esto marca una diferencia con algunos museos europeos, en los que la iniciativa de crear museos pedagógicos surgió, en sus comienzos, de grupos de industriales. Esto se entiende en un contexto en el que los grandes productores de materiales escolares se localizaban principalmente en Europa y los Estados Unidos, y exponían sus obras en las exposiciones universales.

El CNE le encargó a una comisión especial el armado de una exposición de objetos escolares para que fuera presentada durante la Exposición Sud-Americana. Los objetos fueron recolectados en las escuelas, con mucha dificultad, por el escaso tiempo de antelación con que se contó, según expresó la comisión. La muestra se compuso de costuras y bordados, dibujos, caligrafía, textos, bancos y útiles escolares.

Un año después del Congreso Pedagógico, en 1883, el Consejo Nacional de Educación, bajo la presidencia de Benjamín Zorrilla, resolvió la creación de un “Museo Escolar Nacional” (que tendría las características de museo pedagógico) anexo a la biblioteca y dirigido a la enseñanza primaria. En 1886, habiendo pasado tres años y bajo la misma presidencia, se expresaron los propósitos que debían orientar las acciones de un museo pedagógico:

El progreso humano, en su elaboración continua y trabajosa, no cesa de arbitrar nuevos elementos, cambiar ó modificar métodos, procedimientos, sistemas, siempre aspirando al perfeccionamiento y persiguiendo siempre la difusión de los conocimientos humanos, la propagación al mayor número de las comodidades que proporcionan cada día los nuevos adelantos y los nuevos inventos. Este hecho que puede palparse diariamente en lo que atañe al comercio y á las industrias, no deja de producirse en las manifestaciones de la vida intelectual de cada pueblo y muy particularmente en lo que concierne á la educación de la juventud. […] la educación de un pueblo, es el principal factor con que se computa su estado de civilización. De aquí los Congresos y los Museos pedagógicos, que vienen a representar en la esfera educacional, lo que los tratados comerciales y las grandes exposiciones representan en la esfera industrial. […] los museos vienen a ser una fuente viva de informaciones, una exposición permanente de materiales que se necesitan o se usan, de los resultados que se obtienen, y hasta pueden ser una muestra tangible de las evoluciones y progresos sucesivos en uno o en varios países (El Monitor, 1886, p.1315; se mantuvo la ortografía del original; el subrayado es nuestro).

Como se observa en el texto anterior, el Museo Pedagógico estuvo pensado como motor para la renovación metodológica y material de la educación, una educación para la mayoría, primaria o básica. Ello estaba enmarcado en una concepción progresista y evolutiva de la historia, de carácter positivista, para una sociedad que debía alcanzar los adelantos técnicos brindados por la ciencia y en el marco de un capitalismo industrial que se pretendía desarrollar dentro del territorio nacional. La educación era la que finalmente elevaría a la sociedad a un estado de “civilización”.

Pero la concreción del museo, aparentemente, presentaba dificultades o la falta de apoyos necesarios ya que, entre 1883 y 1886, no hubo grandes cambios. La idea era poder llegar a concretar lo que otros museos pedagógicos en el mundo habían logrado. En ese sentido, un museo que se expuso como ejemplo fue el Museo Pedagógico de Bruselas, creado en 1878 y puesto en funciones dos años más tarde.

Nombramos a continuación las secciones que reunió aquel museo, para observar las características que se pensaba que debía tener un “típico” museo pedagógico: Administración, legislación, estadística; material de escuelas; útiles didácticos; cosmografía y geografía; historia; ciencias naturales; dibujo; conocimiento de las lenguas; ciencias varias (gimnástica, música, higiene, moral, escritura, etc.; revistas pedagógicas) y trabajos manuales.

En Argentina, todavía se estaba lejos de alcanzar aquel modelo. Pasaron dos años; en diciembre de 1888, el Consejo Nacional de Educación aprobó el Reglamento del Museo Escolar, incorporado a la Biblioteca Nacional de Maestros: El reglamento de la institución procura que el museo responda al objetivo de ser medio de difusión de todo lo relacionado con la educación primaria:

Art. 1°. El Museo Escolar Nacional establecido en la capital de la República está destinado a difundir en cuanto sea posible el conocimiento de las materias que comprende los diversos ramos de la Instrucción Pública especialmente para la Instrucción Primaria común que le está confiada.

Art. 2°. Los depósitos del Departamento Nacional de Educación se formarán con una doble colección de los materiales de enseñanza que contienen la base del Museo Escolar. (Reglamento del Museo Escolar, El Monitor de la Educación Común,1889, No 147, p. 334)

Para la formación de sus colecciones, el reglamento contempla tanto la acción del Estado nacional como del provincial, y también el recurso de préstamos o donaciones privadas.

Respecto del público al que estaba destinado el museo, por un lado se pensó en los alumnos de las escuelas y, por otro, a los docentes formados o en formación.

No queda claro, a partir del texto del articulado, cuál sería la experiencia que los alumnos podrían realizar en el museo; lo único que se desprende es la intención de que los escolares observaran lo que se presentaba en él. Ahora bien, analizando el inventario realizado un año y medio después, entendemos que este museo respondía más al modelo de museo pedagógico que al de museo escolar.

Uno de los principales objetivos que tenía era la difusión del método intuitivo lo que se evidencia en la profusa colección de carteles, mapas, cuadros y láminas, como así también en la incorporación de las ciencias naturales en los planes de estudio.

También se observa la ausencia de materiales relacionados con la enseñanza de la historia nacional, pues en aquel momento aún no existían estos materiales de producción local. Así lo evidencian las críticas de Mercante (1893) y Senet (1896) en sus respectivas publicaciones.

Volviendo al inventario del museo, podemos percibir en él la intención de “modernizar” e “higienizar” las prácticas escolares a través de la arquitectura, el mobiliario o el uso de ciertos útiles escolares. El estado de las escuelas en varios distritos del país presentaba deficiencias en cuanto a la arquitectura, la provisión de materiales didácticos, el mobiliario, la formación docente y los métodos implementados.

En 1893, la Argentina participó en la Exposición Colombina de Chicago, a la que envió parte del material de que disponía el museo: Legislación, reglamentos, programas, mobiliario, textos, memorias, informes, censos, edificios, conferencias, trabajos de los maestros y alumnos.

La articulación del método intuitivo con el positivismo naturalista argentino señaló la orientación que iba a tener el museo pedagógico en la Argentina. “El método intuitivo experimental ejerce en la enseñanza primaria, aplicado a las diversas materias que ella comprende y muy singularmente en las lecciones sobre cosas y en las ciencias naturales […]” (“Conferencia del Sr. Guillermo Navarro”, en El Monitor, 1894, p. 1.167). Esta relación promovió la utilización de objetos en las aulas expresada en dos vertientes: el establecimiento de las llamadas lecciones de cosas como asignatura y la promoción de colecciones o museos escolares en las escuelas.

El Museo Pedagógico en “Corredores”

El museo pedagógico continuó en proceso de construcción por varios años: “El museo escolar ha adquirido ya la apariencia de tal” (El Monitor, 1898, p. 92). Es significativa la incorporación de una disciplina novedosa: trabajo manual, aunque la necesidad de incorporar el trabajo manual a las disciplinas escolares ya había sido planteada con anterioridad.

Mudada la colección del museo en 1903 al nuevo edificio del Consejo Nacional de Educación (FIG. 1), ocupó la planta alta de la Biblioteca Nacional de Maestros (FIG. 2). Para entonces contaba con 693 objetos y fue visitado por 441 personas. También, por el sistema de préstamos a los maestros, figuran en ella 856 “objetos naturales, imitaciones plásticas o láminas para la enseñanza intuitiva”. “Se exhibe en él cuanto puede concurrir a facilitar la enseñanza intuitiva” (El Monitor, 1903, p. 64).

Fonte: http:/www.cienciayfe.com.ar/buenosaires/mirarx2.php?nroid=767

Figura 1: Nuevo edificio del Consejo Nacional de Educación 

Fonte: El Monitor, 1904: 1.379.

Figura 2: Biblioteca Nacional de Maestros  

Según un informe del propio museo, hacia 1904 éste iba progresando. El sentido dado a la palabra progreso se asentaba sobre la cantidad de visitantes (187 más que el año anterior), la cantidad de préstamos (248 más que el año anterior) y el incremento de sus colecciones (65 objetos, 23 por donación, 37 por compra, 2 del depósito de útiles y textos y 3 enviados por el Consejo). Para este período, el museo se define como institución complementaria de la escuela primaria y como un museo que refuerza el préstamo más que la exhibición.

Veintisiete años habían pasado desde la decisión de crear un museo pedagógico nacional con un sentido prospectivo e instituyente para crear y consolidar el sistema educativo, renovando la educación en sus aspectos político-pedagógicos. Sin embargo, en todo ese tiempo el museo no llegó a contar con un lugar adecuado. En sus últimos años, solo disponía de los corredores del Consejo Nacional de Educación: una historia muy diferente de la que vivieron algunos museos pedagógicos en otros lugares, como Francia, Bélgica y Uruguay, instituciones que aparecían como modelos a imitar.

Cuando Ramos Mejía accedió al Consejo Nacional de Educación, comenzó un nuevo impulso al museo, reforzando el sentido de museo escolar, modalidad que, como expusimos, había comenzado a extenderse en las escuelas de la Argentina. Pero no solo se daba respuesta a problemas político-pedagógicos o didácticos: la creación de museos escolares y museos pedagógicos se produjo en un momento en donde la cuestión de la “construcción de la nacionalidad” era un tema cada vez más prioritario.

El Museo Escolar Sarmiento (1910-1940)

El Museo Escolar Sarmiento fue la continuidad del Museo Escolar Nacional del Consejo Nacional de Educación, no solo por su dependencia institucional, sino también por su conformación.

Como parte de la conmemoración del Primer Centenario de la Revolución de Mayo, el Consejo Nacional de Educación, presidido por Ramos Mejía, organizó entre otras iniciativas una Exposición Escolar y un Museo Histórico. La conmemoración transcurrió en un clima festivo y, a la vez, hostil. Dentro del contexto de las naciones occidentales, el Centenario en la Argentina se coloca en el cuadro temporal de construcción de identidades nacionales que comenzó a mediados del siglo XIX hasta la culminación de la Primera Guerra Mundial, caracterizado por procesos de homogenización de identidades dirigidos principalmente por las elites gobernantes en contextos de industrialización y urbanización. Se suma a este panorama, como contrapartida, la emergencia de un movimiento obrero internacionalista, que encontraría sus límites en la defensa de la patria en peligro, como ocurrió durante la Primera Guerra Mundial. En cuanto a la Argentina, hay que tener en cuenta dos importantes aspectos:

  • - La ola inmigratoria que había recibido durante el último cuarto del siglo XIX. Los inmigrantes eran proveedores de mano de obra para un mercado en rápida expansión.

  • - La crisis de la oligarquía, que había comenzado en la década de 1890, dejando a la vista una creciente ilegitimidad de su autoridad y la lucha entre fracciones al interior de la misma.

En este contexto, y apoyada quizá por la cercanía de los festejos del Centenario, se produjo una profundización del nacionalismo.

Una de las principales características de la gestión de Ramos Mejía fue la expansión administrativa, mediante el aumento de agentes estatales y controles destinados a consolidar la burocracia, manteniendo una dirección fuerte y centralizada de su presidente.

Se reformaron los planes de estudio con objetivos “nacionales y patrióticos”; la obligatoriedad de ser argentino o nacionalizado para acceder al cargo de maestro y la apelación al poder de la imagen mediante la creación de museos, la “pedagogía de las estatuas” y la producción de materiales escolares. Cada escuela debía procurarse de los medios para una enseñanza “objetiva de la historia”. Objetos varios como retratos, armas, láminas.

En este contexto se proyectó la creación de un Museo Histórico Escolar y una Exposición Escolar, ambos llegarían a ser parte del futuro Museo Escolar Sarmiento. El Museo Histórico Escolar, se componía de Cartas geográficas en color o en relieve, Reproducción fotográfica de las cartas geográficas antiguas, Planos topográficos, escenas históricas.

Por su parte, la Exposición Escolar se conformaría a partir del material seleccionado que trabajaron las escuelas durante el año 1910 y con una serie de cuadros y relieves sobre historia nacional que el Consejo compró a Carlos M. Biedma.

Luego de finalizada la exposición, el Consejo decidió que permanecieran abiertas las muestras del Museo Histórico Escolar y la Exposición Escolar en los meses del receso de verano (diciembre y enero) para que pudiera ser visitada por los maestros de Territorios y Colonias, para lo cual “recibirán gratuitamente el pasaje” (Ramos Mejía, 1910).

Es así que nació la idea de convertir ambas exposiciones en un museo “[…] en donde se hallarían objetivados todos los tópicos de los programas, dando una preferente atención […] a la Historia Patria” (Ramos Mejía, 1910, p. 423).

El Museo Escolar Sarmiento nació a partir de los materiales del Museo Escolar Nacional que funcionaba en el CNE y con las muestras preparadas para el Centenario del Museo Histórico Escolar y la Exposición Escolar. Además, se sumó el patrimonio heredado del Museo Pedagógico que dependía del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública y materiales adquiridos en los Estados Unidos.

Ramos Mejía intentaba imprimir al nuevo museo una orientación que reforzara el concepto de museo escolar:

Para satisfacer las exigencias actuales de la instrucción no basta la exposición de ejemplares y cuadros agrupados en materias afines con un criterio científico, sino que es menester ofrecer un lugar donde se ejerciten realmente la inteligencia escolar no solo observando sino también trabajando, no solo en forma pasiva sino activa; que el museo, en una palabra, sea la futura escuela práctica y experimental del maestro y del educando (Ramos Mejía, 1910: 242; el subrayado es nuestro).

Planteaba, por lo tanto, un museo-escuela, orientado tanto hacia el alumno como al docente:

Es, ante todo, un centro docente destinado a desenvolver la enseñanza en forma fácil, amena, rápida y comprensiva. […] El museo es no solo la casa donde aprenden sus conocimientos científicos […], sino un lugar donde se crearán hábitos de estudio, […] y reconforta [rán] su espíritu con el ejemplo de los próceres y las enseñanzas de los maestros (Ramos Mejía, 1910, p. 424).

Además de funcionar como un modelo de museo escolar a la par de los museos instalados o por instalarse en las escuelas, cumpliría con las funciones de un museo pedagógico, en lo relativo a su objetivo de formación docente. El público potencial en el que se estaba pensando cuando se desarrolló el proyecto eran los estudiantes de primaria, los maestros y los estudiantes de magisterio.

El Museo se Concreta

En 1911 asume como director (honorario) del museo Carlos M. Biedma y como subdirector Luis María Jordán, ex director del Museo Pedagógico dependiente del Ministerio. En el mes de julio el Museo Escolar Sarmiento fue abierto al público.

El alcance y la categoría que Ramos Mejía le quiso dar al museo quedaron plasmados en su constitución. El edificio que lo albergaba era la escuela Sarmiento (Callao 450), una de aquellas construcciones calificadas como “escuelas palacio”, ubicada en un lugar céntrico de la ciudad de Buenos Aires y muy cercana al Palacio Sarmiento, donde funcionaba el Consejo Nacional de Educación.

La idea del museo-escuela quedó así concretada: “Podría decirse que es una gran escuela, provista de una cantidad enorme de material de enseñanza y en donde irá a recibir sus lecciones frecuentemente el mayor número posible de educandos” (El Monitor, 1911: 156). Sería una “escuela modelo” para consolidar el “normalismo” de base cientificista e intuitivista.

A solo un año de su constitución, el museo comenzó a recibir críticas y el espacio designado para el museo en 1910, de a poco, iba a sufrir constricciones. Sin el respaldo político de sus mentores, en particular el de Ramos Mejía, la suerte del museo cambiaría. En principio, el 12 de febrero de 1913 se autorizó (mediante el expediente 1.231) a la Presidencia del Consejo para que adoptara las medidas necesarias a fin de que desde el 1º de marzo, la escuela Sarmiento se reabriera en su local propio de la calle Callao 450, debiendo al mismo tiempo proyectar lo relativo al mejor funcionamiento del Museo Escolar Sarmiento. Días después, el 15 de febrero (expediente 1.441): “Siendo escasa la inscripción obtenida por la escuela N° 4 del C. E. 1º”, se resuelve que la Oficina de Decorado Escolar funcione en el mismo edificio. Por último, en 1914 se fundó en el edificio la Escuela Normal Sarmiento N° 9, que aún continúa funcionando, y el museo pasó a ubicarse en la calle Charcas 10811.

De los datos relevados en la revista El Monitor, pudimos observar que el museo continuó en actividad realizando actos públicos, conferencias y clases magistrales, tales como: “La finalidad de la escuela primaria”, “Clase sobre gráficos de expresión”, “Procedimientos que se emplean en la educación de los niños que concurren a las escuelas de niños débiles”, “Conferencia sobre el ahorro escolar” (1915). Se realizaron conferencias mensuales sobre principios y práctica de la enseñanza para directivos y maestros (1918), y también se participó en exposiciones internacionales: “El Jurado de la Exposición Internacional realizada en San Francisco (E.U.), en 1915, ha otorgado al M E S una medalla de plata, con su correspondiente diploma, por su colaboración en la parte de Educación de la República Argentina, en esa Exposición” (El Monitor Nº 529, 1917, p. 183).

Si este tipo de actividades demuestran que el Museo Sarmiento continuó siendo una institución pedagógica, otras actividades nos confirman que también fue un museo escolar. Bajo la dirección ad honorem de María A. Torrá, el 30 de junio de 1916 se inauguró la “Sala de los Niños” en el Museo Escolar Sarmiento, “cuya tendencia de museo-escuela se acentúa con esta nueva y simpática idea” (El Monitor,1916, p.58). En el programa del museo para 1918 se contemplaba “Recibir diariamente visitas de escuelas o grados preparándose en cada caso un programa de clases apropiado a la edad y capacidad de los niños visitantes” (El Monitor, 1918, p.12).

Algunos intelectuales argentinos señalaban que el Museo Sarmiento se diferenciaba de un museo pedagógico tal como se los definía en América o Europa. En ese sentido, el inspector técnico general Reyes M. Salinas defendía, en el discurso de inauguración de la Sala de los Niños, que al Museo Sarmiento se le hubiera dado el nombre de museo escolar en vez de pedagógico, porque

no debe ser un archivo de cosas viejas usadas por niños y maestros de otras épocas o de cosas que de alguna manera se relacionan con la educación, sino una verdadera escuela de ambiente en que se hace revivir el alma de las cosas para que sirva de ejemplo, de comprobación y de estudio (El Monitor, 1916, p. 59)2.

El museo debía proyectarse como un modelo de lo que debería ser un museo escolar en cada escuela, pero, a la vez, se planteaba como museo pedagógico, es decir, modelo de la materialidad y las prácticas escolares que se querían instituir.

Luis María Jordán, subdirector del museo desde 1911, llegó a ser su director en 1919. Fue un defensor de la articulación de los dos conceptos de museo: el museo escolar, basado en la metodología de la enseñanza intuitiva, y el museo pedagógico, orientado a la formación y el perfeccionamiento de los docentes. Por esos años, continuaron suscitándose inconvenientes y disputas respecto del emplazamiento del museo. En noviembre de 1920 se reanudaron las conferencias que habían sido interrumpidas por las refacciones del local, y en 1921, a diez años de su creación, continuaban los problemas que afectaban a la institución desde sus inicios: la falta de un local adecuado, de materiales completos y de personal técnico. Para hacer frente a esta situación, se profundizó la metodología del préstamo.

Jordán también marca los préstamos como una cualidad del Museo Escolar Sarmiento que lo diferenciaba de los museos pedagógicos de Uruguay, Chile y Brasil, que no prestaban material, pues respondían a un tipo de museos pedagógicos enfocados en presentar una colección de objetos que demostraran la evolución de la ciencia pedagógica. En los Estados Unidos, solo algunos museos prestaban material; el de París, por su parte, “presta muy poco y solo da facilidades para la consulta de los libros”. Algunos cantones suizos tienen museos con carácter circulante, “pero el trámite administrativo es engorroso y el material escolar reducido” (Jordán en El Monitor, N° 588, 1921, pp.162-163). Los alemanes, antes de la Gran Guerra, tenían establecimientos de primer orden, pero no se había generalizado entre ellos el régimen de préstamos de material. Además de los anteriores, Jordán menciona los museos escolares de Rusia (Petrogrado), Japón (Tokio), España, Italia, Suecia, Noruega, Bélgica, Portugal, Holanda, Grecia y Dinamarca, pero aclara que “ninguno presta el material”. En 1936, estando el Museo a cargo de Carlos A. Salinas, se continúa ofreciendo formación para maestros, clases de taxidermia y otras técnicas, recibiendo a grupos de docentes y alumnos y dando materiales en préstamo a escuelas y docentes. Paralelamente, por iniciativa del CNE, se instaba a la creación de museos pedagógicos regionales en provincias y territorios, como filiales del Museo Escolar Sarmiento3. Sin embargo, la revista La Obra publicó una fuerte crítica al museo: “Es que el museo Sarmiento no presta la utilidad que de él se esperaba cuando se propuso su creación. Solo cumple bien una parte de su cometido: es un museo. Y un museo de cosas muertas” (“Museos escolares regionales en provincias y territorios”, en La Obra, 1936, p. 384). Según esta publicación, el museo solo se aprovechaba para las clases “modelo” que realizaban las alumnas de las escuelas normales, pero las escuelas no recibían ningún beneficio, ya que no estaban informadas del material con que contaba el museo.

En 1940, siendo presidente del CNE Pedro M. Ledesma, el Consejo publicó el expediente4 que daría por terminada la trayectoria del museo: “1°. Sustituir la designación de la dependencia denominada Museo Escolar Sarmiento por la de Oficina de Ilustraciones, Decorado y Cinematografía Escolar Domingo Faustino Sarmiento” (El Monitor, 1940, p. 162).

Fin de Ciclo

¿Qué sucedió entre el deseo manifiesto de que el museo fuese "un organismo vivo, en relación directa con los maestros y escuelas de la comarca" y de “quitarle el carácter solemne y suntuario”, como pretendía Luis María Jordán, y el “museo de cosas muertas”, como lo describía la revista La Obra? Y sobre todo, ¿por qué dejó de existir?

Pensamos que el cierre del museo no se explica por razones pedagógicas o didácticas, ya que el método intuitivo seguía vigente y, tanto los representantes del movimiento de la Escuela Nueva como los más normalistas, más allá de las diferencias en sus prácticas, utilizaban este método y hacían uso de museos escolares para sus clases.

Por un lado, entendemos que las escuelas ya se estaban proveyendo de materiales para la enseñanza, fundamentalmente de láminas, aunque también de otro tipo de objetos que componían grandes o pequeños museos escolares. A raíz de ello, los pedidos al Museo Escolar Sarmiento comenzaron, lentamente, a decrecer.

Cuadro 1: Préstamos y Visitantes en el Museo Escolar Sarmiento 

Año Préstamos Visitantes
1903 856 441
1904 1104 628
1911 4500 s/d
1912 10.000 s/d
1913 18.900 s/d
Abril de 1924 10.210 3.221
Octubre de 1924 12.641 5.196
Abril de 1926 6.403 2.757

Datos construidos en base al Monitor de la Educación

Los datos que disponemos son pocos y parciales (Cuadro 1.); sin embargo, podemos realizar algunas inferencias a partir de ellos. Si durante todo el año 1903 se efectuaron 856 préstamos en lo que era el Museo Escolar Nacional y en 1924, siendo Museo Escolar Sarmiento, en un solo mes (octubre) se realizaron 12.641 préstamos, podemos acordar en que se produjo, entre ambas fechas, un estimable aumento de sus actividades, en cuanto a préstamos se refiere. Lo mismo si observamos la cantidad de visitantes: 441 durante 1903 y 5.196 durante el mes de octubre de 1924. En el lapso de veinte años, el museo creció. Ahora bien, si comparamos los meses de abril de 1924 y 1926 en cuanto a los visitantes y los préstamos, observamos una merma sustancial en la última fecha. La mayor demanda de los pedidos era de láminas: 3.800 durante abril de 1924, 4.900 durante octubre del mismo año, 3.200 en abril de 1926.

Por otro lado, es significativo que el cierre del Museo Sarmiento coincidiera con la inauguración oficial del Museo Argentino para la Escuela Primaria en el Instituto Bernasconi, en 1939 por iniciativa de Rosario Vera Peñaloza, un museo escolar de grandes proporciones con respaldo económico suficiente.

El Museo Escolar Sarmiento, hacia 1939, no contaba con un espacio adecuado para exposiciones y dentro del presupuesto del CNE, la partida para el museo era la más baja entre todas las partidas de las demás reparticiones y en ese año, registraba “ventas” además de los préstamos de material escolar que venía realizando para distintas escuelas de la Capital, territorios, provincias y museos regionales. Esto puede ser un síntoma del desmantelamiento que estaba sufriendo el museo.

Por último, pensamos que el carácter prospectivo e instituyente que tuvo el museo pedagógico del CNE en sus primeros momentos, a finales de la década de 1930 ya no era necesario: las bases del sistema ya estaban constituidas. La difusión y puesta en práctica del método intuitivo y la construcción de una identidad nacional a través de materiales construidos para y en la Argentina eran objetivos ya logrados.

Referencias

MERCANTE, Víctor (1893). Museos escolares argentinos y la escuela moderna. Buenos Aires, Imprenta de Juan Alsina. [ Links ]

RAMOS, Juan P. (1910). Historia de la Instrucción Primaria en la República Argentina, 1810-1910 (Atlas Escolar). Buenos Aires, Jacobo Peuser. [ Links ]

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1Esa manzana de la ciudad de Buenos Aires ya no existe, debido a las obras que se realizaron para construir la Avenida 9 de Julio durante la presidencia de Agustín P. Justo, a partir de 1937.

2A finales de 1916, era director del museo José Berrutti, y subdirector Luis María Jordán.

3Resolución del CNE del 5 junio 1936, en El Monitor No 762, p.118

4Expediente 29375/M/938, en El Monitor No 816, p. 162.

Recibido: 09 de Septiembre de 2021; Aprobado: 11 de Noviembre de 2021

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