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Eccos Revista Científica

versão impressa ISSN 1517-1949versão On-line ISSN 1983-9278

Eccos Rev. Cient.  no.46 São Paulo maio/ago 2018  Epub 10-Jun-2019

https://doi.org/10.5585/eccos.n46.8346 

Artigos

¿La lucha como escuela? Saberes y aprendizajes en procesos de lucha y organización barrial en Mendoza, Argentina, durante 1970

Fight as a school? Knowledge and learning in processes of struggle and neighborhood organization in Mendoza, Argentina during 1970

A luta como escola? Saberes e aprendizagens em processos de luta e organização de bairros em Mendoza, Argentina, durante 1970

Natalia Baraldo1 

1Licenciada en Sociología (Universidad Nacional de Cuyo). Doctora en Ciencias de la Educación (Universidad Nacional de Córdoba) - Argentina nbaraldobet@yahoo.com.ar


Resumen

¿Podemos analizar las experiencias históricas de lucha y organización como prácticas productoras de saberes y aprendizajes? ¿Es posible, entonces, pensar la acción colectiva, en sus diversas manifestaciones, como un proceso educativo alternativo? A partir de estos interrogantes, este artículo intenta dar cuenta de la dimensión educativa de una experiencia de lucha y organización barrial que tuvo lugar en Mendoza, Argentina, tras el aluvión de enero de 1970. Identificamos los saberes y aprendizajes que fueron generándose en el proceso, así como algunos elementos de la cultura política que fueron construyéndose en la dialéctica dominación y resistencia. Aunque en este proceso los aprendizajes se producen tanto en quienes detentan el poder, como en quienes a través de su acción colectiva lo cuestionan, aquí focalizaremos en los aprendizajes de éstos últimos, basándonos en una investigación que utilizó fuentes orales y documentales, tomando como referencias téoricas las contribuciones de Maria da Glória Gohn y Edward Thompson.

Palabras clave: Aprendizajes; Mendoza; Lucha; Organización Barrial

Abstract

Can we analyze the historical experiences of struggle and organization as practices that produce knowledge and learning? Is it possible, then, to think about collective action, in its various manifestations, as an alternative educational process? From these questions, this article tries to give an account of the educational dimension of an experience of struggle and neighborhood organization that took place in Mendoza, Argentina, after the alluvium of January 1970. We identify the knowledge and learning that were generated in the process, as well as some elements of the political culture that was being constructed in the dialectic domination and resistance. Although in this process learning occurs both in those who hold power, and in those who, through their collective action, question it, here we focus on the learning of the latter, based on an investigation that used oral and documentary sources, taking as references the contributions of Maria da Glória Gohn and Edward Thompson.

Keywords: Learning; Struggle; Mendoza; Neighborhood Organization

Resumo

Podemos analisar as experiências históricas de luta e organização como práticas que produzem conhecimentos e aprendizagens? É possível, então, pensar a ação coletiva, em suas diversas manifestações, como um processo educacional alternativo? A partir dessas questões, este artigo procura dar conta da dimensão educacional de uma experiência de luta e organização de bairro ocorrida em Mendoza, Argentina, após a inundação de janeiro de 1970. Identificamos os saberes e aprendizagens que foram gerados no processo, bem como alguns elementos da cultura política que estavam sendo construídos na dialética dominação e resistência. Embora nesse processo a aprendizagem ocorra tanto para aqueles que detêm o poder como àqueles que, por meio de sua ação coletiva, o questionam, aqui nos concentramos no aprendizado destes últimos, a partir de uma pesquisa que utilizou fontes orais e documentais, tomando como referências teóricas as contribuições de Maria da Glória Gohn e Edward Thompson.

Palavras-chave: Aprendizagens; Luta; Mendoza; Organização Vicinal

1 A modo de introducción

Este artículo se propone dar cuenta de la dimensión educativa de una experiencia de lucha y organización barrial que tuvo lugar en Mendoza tras el aluvión de enero de 1970.1 Intentamos identificar los saberes y aprendizajes que fueron generándose en el proceso, así como algunos elementos de la cultura política que fueron construyéndose en la dialéctica dominación y resistencia. Aunque en este proceso los aprendizajes se producen tanto en quienes detentan el poder como en quienes a través de su acción colectiva lo cuestionan, aquí focalizaremos en los aprendizajes de éstos últimos, basándonos en una investigación que utilizó fuentes orales (entrevistas a protagonistas de dichos procesos) y documentales (artículos periodísticos de la época).

Hay muchas formas de analizar las luchas y experiencias de militancia y organización de la Argentina de las décadas de 1960 y 1970. Sin embargo, una lectura pedagógica de esos procesos no ha sido predominante en el sinnúmero de publicaciones, revistas y películas que han dado cuenta de aquellos años. No nos referimos exclusivamente a lo acontecido en el ámbito de la escuela o a las actividades más allá de ella, como la alfabetización de adultos, sino a la práctica social y política en sí misma; al componente aprendizaje que está presente en estos procesos, tan poco advertido por la investigación social y educativa. Una valiosa excepción sobre dicho período es el artículo de Alfieri, Nardulli y Zaccardi (2008) sobre la tarea barrial de la Juventud Peronista. Sin focalizar necesariamente en esa etapa, contribuciones fundamentales para este tipo de indagación representan en Argentina las líneas de investigación cimentadas por María Teresa Sirvent, Sandra Llosa, Norma Michi, Álvaro Javier Di Matteo, Anahí Guelman, Adriana Puiggrós y Lidia Rodríguez. En Brasil encontramos las contribuciones de Roseli Caldart, Miguel Arroyo y Maria da Glória Gohn. De la obra de ésta última autora nos apoyaremos mayormente en esta oportunidad, para realizar un ejercicio de análisis sobre los saberes y aprendizajes producidos en una experiencia de lucha y organización barrial que tuvo lugar en la Provincia de Mendoza, Argentina, en la década de 1970.

Compartimos el supuesto de que los movimientos sociales (en adelante MS), como un tipo específico de acción y participación colectiva, “son formas renovadas de educación popular” (GOHN, 2005, p. 43), en el sentido de serle propio un carácter educativo que comienza a desarrollarse en el proceso de constitución del propio movimiento. Al no existir un programa previamente definido, aquello que se conoce y se aprende va siendo elaborado y construido en la propia práctica social de la población organizada en MS. Por lo tanto, de lo que se trata es de analizar dicha práctica, entendida en un campo de relaciones de fuerza.

Aunque la noción de pueblo nos parece problemática por su carga ideológica, así como por la diversidad de realidades y sujetos que ha designado a lo largo de la historia, nos resulta sugerente el esquema analítico que consiste en focalizar la relación pueblo-poder como un proceso de aprendizaje atravesado y constituido en la dialéctica dominación y resistencia; proceso que va generando una cultura política de una nación a lo largo de su historia (GOHN, 2003). Aunque en este proceso los aprendizajes se producen tanto en quienes detentan el poder, como en quienes a través de su acción colectiva lo cuestionan, aquí focalizaremos en los aprendizajes de éstos últimos.

2 ¿Qué acción colectiva? Una breve descripción

El 4 de enero de 1970 se produjo un aluvión en la Provincia de Mendoza, Argentina, que dejó como saldo 1700 refugiados, más de 200 viviendas destruidas y al menos 24 muertos, todos pobladores de viviendas precarias o ‘villas miseria’. Una de las zonas más afectadas fue Villa del Parque del Departamento de Godoy Cruz, donde los curas del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM)2 que allí vivían socorrieron en la Parroquia Virgen del Valle a 60 familias obreras que perdieron su casa, y varias hasta sus parientes. A las tareas de auxilio se sumaron de inmediato jóvenes de barrios cercanos - algunos militantes otros no-, quienes se nuclearon en torno al cura párroco.

Si bien el gobierno local atribuyó las causas de la tragedia a un fenómeno natural, más tarde sería confirmado que el aluvión podría haberse evitado si se hubieran concretado obras de mantenimiento del dique contenedor. Antes del aluvión, existían en la zona núcleos aislados de viviendas precarias sin ningún tipo de organización o acción colectiva que vinculara a los pobladores. Fue a partir del refugio que los afectados se conocieron entre sí y compartieron una necesidad común. En ese marco, los sacerdotes impulsaron la autoorganización de las familias para luchar por una vivienda digna que respondiera a sus intereses. En primer lugar, se conformó la Comisión de Aluvionados para realizar gestiones ante el gobierno, que fue la primera instancia de representación de los vecinos. Ante la falta de respuestas, impulsaron rápidamente la acción directa: una ocupación de terrenos (dispersada horas después por la policía), manifestaciones durante la visita del Presidente de la Nación, y movilizaciones a la sede de gobierno3. Además de las respuestas evasivas, las promesas incumplidas o el ofrecimiento de soluciones parciales a los afectados, el gobierno dictatorial intentó dispersar y desarticular la lucha ofreciéndoles el traslado a la sede de un seminario católico, alejado de la ciudad. Contrario a lo que sucedió en el resto de los centros de refugiados4, el grupo de Virgen del Valle rechazó el ofrecimiento5 y resistió en un campamento. En éste último, también se consolidó un núcleo de militantes - formado por un sector de quienes llegaron a colaborar y el cura párroco -, cuyos lineamientos fueron rápidamente acercándose a los del Peronismo de Base (PB)6. Fue este núcleo el que organizó el campamento, entendiéndolo como una experiencia vivencial de justicia y de autogobierno, incentivando la participación directa de los pobladores a través de la división de tareas y la práctica asamblearia en la organización de la vida cotidiana7. En ese proceso - sostenían - se irían asumiendo mayores niveles de organización y conciencia.

Tras meses de resistencia, lograron finalmente la adjudicación de los terrenos ocupados y la construcción de viviendas, bajo las condiciones exigidas por la incipiente organización. Nacía así el barrio, llamado por los vecinos Virgen del Valle.

Ya en el barrio, los esfuerzos militantes se orientaron a transformar la práctica del campamento en una organización estable, inspirada en el modelo de la Cooperativa Integral del Barrio San Martín. Se organizó también la Unión Vecinal, aunque no legalmente sino como entidad representativa frente al Estado. Simultáneamente se avanzó en la organización política: la militancia se ampliaba significativamente con la incorporación de vecinos (fundamentalmente la población más joven) en diversas instancias: la mayoría en la Coordinadora Peronista8 y algunos en el PB9. Hacia 1971 promovían la constitución de una herramienta de articulación de las organizaciones de base de los barrios del Oeste, que no prosperó en sus objetivos pero desde la cual se coordinaron dos acciones importantes: una movilización durante ese mismo año ante un nuevo aluvión que afectó especialmente a los barrios obreros de la periferia, con la cual se logran varias reivindicaciones y la participación en las jornadas de lucha recordadas como el Mendozazo (abril de 1972).

Con el acceso del peronismo al gobierno en 197310, las definiciones del proceso revolucionario por parte del PB no cambiaron substancialmente (se ha tomado el gobierno pero no el poder). Así, el acento de la militancia continuó en la organización y la acción directa desde las bases como método fundamental de construcción de poder popular. En Virgen del Valle se concretaban tres iniciativas que expresan las definiciones políticas hegemónicas de la organización barrial: la escuela, denominada por los vecinos ‘República de Cuba’; una fábrica de blocks de gestión vecinal articulada al Estado; y la sistematización de la historia de lucha desarrollada a través de la obra El Aluvión. Esta última tuvo amplia participación comunitaria y constituyó una experiencia educativa en sí misma, dinamizada por miembros del Elenco Arlequín11. En el guión se relataba la vida antes del aluvión, el momento de la tragedia, el inicio de la lucha por la vivienda y la conquista final: la construcción del barrio en los terrenos ocupados por la incipiente organización barrial. (BARALDO, 2016b)

3 ¿Qué sujetos? ¿Qué aprendizajes?

Observamos que a partir de un hecho dramático, del refugio en la Capilla y luego en el campamento, comienza no sólo un germen de organización, sino de una convivencia e identidad colectiva que no existían entre los pobladores antes de la catástrofe. Dicha identidad comenzó a forjarse desde los primeros días al compartir el refugio y comenzar a organizarse como ‘aluvionados’ para resolver el problema de la vivienda. Más tarde, se reafirmaba en contraposición frente a quien negó la posibilidad de atender las demandas (la administración estatal durante un gobierno dictatorial en crisis tras el Cordobazo). La respuesta evasiva y represiva del Estado, lejos de dispersar los esfuerzos, profundizó la conciencia colectiva en torno a los intereses comunes y reafirmó la posición de los afectados de continuar la lucha por una vivienda digna en la zona.

Es posible identificar aquí un proceso de aprendizaje fundamental que Sirvent (2008) señala como eje clave de todo trabajo de educación popular: la desnaturalización de la situación de injusticia en la que vivían antes del aluvión. El proceso de organización y lucha modificó en los afectados la percepción de su realidad. La vivienda digna no sólo pasa a visualizarse como una necesidad, sino como un derecho violado. Objetivamente, este derecho ya estaba violado o negado antes del aluvión (vivir en una ‘villa miseria’). Sin embargo, es a partir de allí y de la respuesta represiva y evasiva del Gobierno del Estado que pasa a ser visualizado como tal por los pobladores. En otras palabras, la necesidad y la negación de un derecho son definidas subjetivamente. Tendríamos así uno de los elementos centrales que definen a un MS, siguiendo a Gohn (2006a) y Scherer-Warren (2008). Señala esta última autora:

A carência por si só não produz movimentos sociais. O movimento resulta do sentido coletivo atribuído a essa carência e da possibilidade de identificação subjetiva em torno dela. Resulta também da subsequente transformação dos sujeitos em atores políticos, da respectiva transformação das carências em demandas, destas demandas em pautas políticas e das pautas políticas em ações de protestos. Além disso, para se observar o surgimento de um movimento social propriamente dito, esse deve ter a capacidade de auto-identificação coletiva em torno de conflitos, de adversários centrais a serem enfrentados e da construção de projetos e utopias de mudança. (SCHERER-WARREN, 2008, p.508)

Por otra parte, vimos que los refugiados de otros centros no siguieron un curso de acción como el de Virgen del Valle, sino que aceptaron el traslado al Seminario. Es decir que no es sólo la tragedia ni el haber quedado sin casa lo que da origen a este movimiento que lucha, sino la posibilidad de visualizar, definir esa situación como injusta y la convicción de que podía modificarse a través de la propia acción. Puede observarse aquí cómo la necesidad o carencia (de vivienda) es transformada en demanda y reivindicación; proceso que puede considerarse otro aprendizaje fundamental en la experiencia relatada. Reivindicar supone que la responsabilidad de una situación no radica en el propio sujeto o en causas naturales o mágicas. Es decir, se aprende que la situación de injusticia tiene responsables concretos y palpables. Esta es otra expresión, ahora en el plano de la acción, del proceso de desnaturalización que mencionábamos antes.

Vinculado a lo anterior, en la relación de los afectados con el gobierno, se genera otro aprendizaje: la definición de un adversario con intereses contrapuestos. Dicho saber se construyó en la experiencia práctica con la administración estatal, en las respuestas de ésta frente al accionar de los vecinos (desalojo, respuesta evasiva durante las manifestaciones y gestiones). Sin embargo, al percibir intereses contrapuestos pero no cuestionar explícitamente el conjunto de las relaciones población-Estado y la propia situación de dominación/explotación, podemos afirmar que la conciencia colectiva en esta fase o momento es de carácter estrictamente reivindicativo. Lo anterior se reafirma al no aparecer proyectos de cambio social, sino limitarse a la lucha por la vivienda. Es decir y siguiendo el aporte de distintos autores (BORJA, TOURAINE), hasta aquí tenemos el germen de un movimiento popular urbano de carácter reivindicativo; carácter que se modificaría entre los años 1972-1973, cuando las demandas económico-corporativas quedaron subordinadas a otras de carácter político. Esto se expresó en las iniciativas comunitarias de 1973, en las que se explicitó claramente el alineamiento político-ideológico de la organización barrial a favor de la ‘patria socialista’.

Sin embargo, surge otro interrogante para nosotros fundamental: ¿Por qué de 10 centros de refugiados, sólo el de Virgen del Valle tomó este camino? En otras palabras: ¿Qué condiciones específicas hicieron posible aquel pasaje de la necesidad a la reivindicación, aquel aprendizaje de que la lucha y la autoorganización de los afectados era un camino eficaz para resolver la situación? En el caso señalado, consideramos que el factor fundamental que lo explica es la presencia de determinados actores sociales (MSTM, PB), que actuaron no sólo como asesorías, sino como agentes dinamizadores del proceso desde el interior del mismo.

Sería necesario dar cuenta, entonces, de algunos elementos vinculados a la composición social y al “principio de articulación interno” (GOHN, 2006a, p. 256-257) de este movimiento popular urbano en su fase de gestación. Mirar a sus protagonistas implica reconocer la existencia de distintos sujetos sociales y colectivos que interactuaron y construyeron la experiencia: los pobladores, los sacerdotes del MSTM y los militantes del PB. Los pobladores constituyeron parte de ese nuevo proletariado urbano que se conformó a mediados de la década de 1960. Llegados recientemente de zonas rurales, sin experiencias previas de organización ni de militancia política, éstas recién comenzaron luego del aluvión y las luchas desarrolladas. Aún sin militancia previa, sí existía una identidad política mayoritaria (peronismo). Por su parte, los jóvenes voluntarios (de los cuales algunos eran militantes del PB) en general procedían de la universidad y en varios casos se trataba de hijos de obreros. Aún proviniendo de otra fracción de clase, los Sacerdotes del Tercer Mundo (STM) vivían y trabajaban como obreros en la zona y la mayoría se había comprometido orgánicamente dentro del PB, organización ligada al clasismo y a una práctica antiburocrática enmarcada en un proceso de construcción socialista entendida bajo el liderazgo de Juan D. Perón.

Para el MSTM de Mendoza, el peronismo (y su máximo líder) también debía ser una expresión univoca de la clase obrera y el pueblo explotado (CONCATTI, 1972). Su posición “peronista-clasista”12 (MARTÍN, 1992, p. 221), contrastó con la corriente nacionalista que comenzó a hegemonizar en el Movimiento a nivel nacional a partir de 1972. (MARTÍN, 1992, p.171)

En cuanto a los métodos de construcción, el PB-FAP combinó simultáneamente la organización desde las bases y la lucha antiburocrática (como experiencia colectiva del conjunto) con la formación de cuadros13 (como cualificación de la militancia en sus diversas instancias: CP, PB, FAP). La educación liberadora fue una herramienta importante para la organización y la politización de la comunidad en su conjunto, que estaba fuertemente ligada a una concepción vivencial de lo político-organizativo: “lo que efectivamente desaliena a las masas [decía el MSTM local] es una conciencia triunfal, una experiencia vivida de que las condiciones que se padecen son superables y superadas […] Lo que convence que los dominantes no son todopoderosos y tienen pies de barro, es verlos temblar y retroceder.” (CONCATTI, 1972, p. 25-26)

Intentando un ejercicio de síntesis, en el Cuadro I que presentamos a continuación damos cuenta de los saberes y aprendizajes generados en el proceso analizado, de acuerdo con algunas de las dimensiones que supone un proceso educativo de estas características (GOHN, 2006b). Mientras que la dimensión cognitiva se refiere a la visión del mundo, la normativa se focaliza en los códigos de comportamiento. Finalmente, destacamos la dimensión vinculada con la construcción de identidad, que consideramos especialmente significativa en el caso estudiado. Entendemos esta distinción sólo a los fines analíticos, ya que las tres dimensiones mencionadas se encuentran estrechamente relacionadas.

4 Palabras finales

El compromiso de los Sacerdotes del Tercer Mundo (STM) en momentos tan dramáticos, la sede parroquial como albergue y espacio de organización para exigir soluciones al problema de la vivienda, definieron los elementos centrales del proceso quedando reflejado en la identidad comunitaria y en su nombre mismo. Los ejes y criterios organizativos construidos en esa etapa continuaron en el barrio, configurando las prácticas de organización interna de los vecinos en la resolución de las nuevas necesidades colectivas. Los aprendizajes generados en la experiencia colectiva inicial giraron en torno a la percepción de la vivienda en la zona como un derecho legítimo y al reconocimiento del valor de la propia acción como método para el logro de esa y otras demandas no atendidas por la administración estatal. Se configuró así una lógica de acción territorial que combinaba simultáneamente la autogestión y autoorganización cooperativa junto con la reivindicación al Estado a través de medidas de acción directa y pública (toma de terrenos, manifestaciones). En esta lógica de acción colectiva, pueden identificarse elementos emergentes que tensionaron la cultura dominante al romper con la tradicional dependencia clientelar respecto al Estado.

Saberes y aprendizajes generados en la acción colectiva 

Dimensiones Cognitiva Normativa Identitaria
Saberes/ Aprendizajes -Desnaturalización de la injusticia: hay causas y éstas pueden modificarse a través de la acción colectiva.
-La vida organizada como una lucha.
-La organización colectiva como respuesta, camino.
- Los logros no como concesiones sino como conquistas de un colectivo, un nosotros (ver D. identitaria) frente a un ellos, definido como contrario, antagónico, enemigo (según los momentos y niveles de organización)
-Respeto por normas colectivas (campamento).
-Aprendizaje de la organicidad: respeto a la instancia colectiva de toma de decisiones por sobre las acciones individuales aisladas con el gobierno, basadas en el “clientelismo” y el “amiguismo” con los funcionarios. (Se desaprende así la dependencia, un código de la cultura política dominante vigente desde tiempos coloniales GOHN, 2003, p. 174)
Construcción de un Nosotros, inexistente antes de la catástrofe y del proceso desarrollado. Identidad colectiva como construcción dinámica en la dialéctica acción colectiva-coyuntura:
-Nosotros los aluvionados (damnificados por el aluvión, 1970)
-Nosotros el Barrio Virgen del Valle (después de la conquista de los terrenos ocupados y la construcción de viviendas, y como continuidad de la acción cooperativa y artística ya en el barrio)
-Nosotros los pobres, vecinos y trabajadores desempleados o mal pagados; es decir una identidad de clase (1971 en movilización de varios barrios populares durante la Vendimia).
-Nosotros el pueblo, ocupamos, resistimos, luchamos, conquistamos; como síntesis dialéctica que permite el proceso de construcción colectiva de la obra de teatro El Aluvión, 1973)

Fuente: Elaboración propia.

Por otro lado, con su acción de resistencia el grupo de Virgen del Valle cuestionó la orientación dominante de la política urbana configurada desde la concepción desarrollista (Desarrollo de Comunidades) cuya respuesta, en este caso, consistía en un plan de traslado a una zona alejada y la construcción de viviendas por el sistema de ayuda mutua.

Podría pensarse así en los gérmenes de una nueva cultura política que fue elaborándose en la dialéctica entre dominación y resistencia, entre lo nuevo y lo tradicional. Esto queda de manifiesto al observar el modo en que las identidades peronista y religiosa actuaron como soporte de todo el proceso, al tiempo que fueron resignificadas al nutrirse de las concepciones y prácticas de ruptura que aportaban los agentes que dinamizaron el proceso organizativo desde el interior del mismo (MSTM/PB). Lo nuevo se fue construyendo desde la legitimidad que otorgaba lo tradicional. Nos resulta así desafiante volver a pensar con Thompson (1995) cómo la cultura popular es al mismo tiempo rebelde y conservadora. Un ejemplo de lo que estamos diciendo puede observarse en el rol que desempeñó la figura/autoridad del sacerdote en la legitimación de las prácticas combativas.

Al interior de este proceso organizativo, y como acontecimiento emblemático del mismo, se estrenaba en 1973 la obra El Aluvión, la cual constituyó una instancia de reflexión crítica sobre lo vivido que, en ese marco, fue recreado. Lo que antes era percibido por los vecinos como una vivencia individual y aislada (“esto me pasó a mí, yo vine del campo”; “llegamos con mi familia y nos instalamos en un ranchito al lado del zanjón”), pasó a ser reconocido como parte de una experiencia colectiva. A su vez, la indagación en las causas que provocaron esas decisiones individuales y familiares, la comparación con otros casos, entre otros mecanismos utilizados para transitar de lo personal a lo colectivo y de lo particular a lo general, permitieron que esa experiencia fuera leída como parte de un proceso social más amplio, cuyo fundamento había que buscar en el problema de la migración campesina del campo a la ciudad y el origen de las villas miseria.

Finalmente, es posible afirmar una coincidencia de principios organizativos y definiciones políticas en la praxis que resultó de la convergencia de los STM y el PB-FAP en Mendoza. Para ambos el poder se entendía como una construcción desde las bases, a partir de pequeñas batallas cotidianas en las que se iba identificando y confrontando a las clases dominantes14; un proceso que superaba la mera acumulación de fuerzas y debía pre-anunciar rasgos de la sociedad socialista en cada organización de base15. Lo anterior se relaciona con la definición del proceso revolucionario como Guerra Popular y Prolongada (GPP); como una Larga Marcha de construcción de poder popular hacia la toma del poder total en la que la lucha armada, desprovista de su impronta foquista, debía pasar a manos del pueblo como garantía de que el proceso revolucionario estuviera liderado por la clase trabajadora.

Referencias

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Notas

1El mismo se basa en investigaciones anteriores (BARALDO, 2006 y 2016a; ésta última realizada con financiamiento del Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Técnicas (CONICET).

2El MSTM surge en 1967 tras la rápida adhesión de cientos de sacerdotes argentinos al Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo. Si bien en términos cuantitativos representó menos del 10% del clero argentino, se trató del nucleamiento más importante que disputó las orientaciones al interior del aparato eclesiástico.

3Los hechos relatados ocurrieron durante el mandato Juan Carlos Onganía, miembro de las Fuerzas Armadas, quien había llegado al poder en 1966 tras el derrocamiento del Presidente Arturo Illía. Con distintos representantes al mando del Poder Ejecutivo, el gobierno de facto de autodenominó “Revolución Argentina” y se perpetuó hasta marzo de 1973, cuando las elecciones dieron el triunfo a la fórmula Cámpora- Solano Lima, de la alianza llamada Frente Justicialista de Liberación (FREJULI).

4La Capilla de Virgen del Valle fue uno de los diez centros en que se distribuyeron las 1700 personas afectadas por el aluvión. Diario Mendoza, 06/01/1970, p.3 y 07/01/1970, p.4.

5“Yo les explicaba; la misma gente se daba cuenta. Son 20 km de la ciudad. ¿Cómo la gente iba a trabajar allá? O sea, la gente perdía su trabajo, comía de arriba, que es lo peor que le puede pasar a un obrero.” Entrevista a cura párroco (noviembre 2002).

6Las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), organización político-militar vinculada al PB, surgieron en 1968 y fueron otra expresión de la izquierda peronista, definiéndose por lo que se denominaba la “patria socialista”, en contraposición a la “patria peronista”. Esta última fue la bandera de los sectores del peronismo provenientes de la burocracia sindical, el aparato partidario y el empresariado. Aunque su peso político fue menor que el de otras organizaciones como Montoneros, el PB-FAP representó una corriente crítica al interior de la propia izquierda peronista al cuestionar fuertemente el carácter movimientista y policlasista del peronismo; ensayando hacia 1971 lo que llamó como Alternativa independiente de la clase obrera y el pueblo peronista, lo que en algunos agrupamientos llegó a significar el cuestionamiento del liderazgo del propio Perón. Ver Duhalde y Pérez (2003) y también el estudio pionero de Cecilia Luvecce (1993).

7Se dieron su propia organización para realizar las tareas domésticas y fijar las normas para la vida interna: “entre todos se daban su mismo gobierno. Tal es así que acá nunca entró la policía. Acá hubieron problemas de prostitución, y la misma gente fue y les dijo: ‘nosotros tenemos chicos, tenemos hijos, por favor no. Si siguen, se van’. Y así un montón de cosas que se fueron dando.” Entrevista a Cura Párroco, óp. cit.

8A comienzos los ‘70s, grupos del PB junto al miembros del MSTM local dieron origen a la Coordinadora Peronista (CP), con el objetivo de articular las tareas de militancia en distintos ámbitos que venían realizando pequeños grupos no articulados a ninguna estructura orgánica. Internamente, la CP se dio una organización por frentes: barrial, estudiantil o universitario y gremial, unificados por una mesa de coordinación con responsables rotativos. Hasta 1973, donde el PB comienza a aparecer públicamente en algunos conflictos gremiales o en movilizaciones, la CP fue una de las referencias concretas de su accionar en Mendoza.

9Un vecino militante del PB, afirma que 30 vecinos militaban activamente en la CP. No contamos con información precisa sobre la cantidad que se incorpora al PB, pero de acuerdo a los testimonios no se trató de incorporaciones masivas , ya que el PB era una organización de cuadros.

10Si bien las elecciones de 1973 producen en el PB una crisis interna seguida de un desbande, la organización se mantuvo al margen de disputar y ocupar cargos decisorios de gobierno y siguió apostando al fortalecimiento de la organización de base en los barrios y en las fábricas. Otra característica fue su temprano cuestionamiento al foquismo y el lugar que desde allí se le asigna a la vanguardia. Aunque estaba a favor de la lucha armada, consideraba que ella debía ser tarea de la clase obrera y el pueblo explotado en la construcción de un ejército popular para la toma del poder (y no sólo del gobierno) hacia el socialismo.

11El elenco Arlequín, dirigido por Ernesto Suárez, fue un grupo de teatro independiente perteneciente al Instituto Cuyano de Cultura Hispánica de la Ciudad de Mendoza. Desde sus orígenes, sus obras tuvieron un contenido de explícita crítica social. Ver al respecto Henríquez (2006).

12Martín no menciona la militancia de la mayoría de los STM de Mendoza en el PB (tampoco Mauricio López, 1989), que para nosotros es lo que explica la posición clasista que el autor advierte con sorpresa.

13Para la formación de cuadros se destacan las reuniones de estudio y reflexión por frentes, utilizando escritos de Juan D. Perón, los Cuadernos de Educación Popular elaborados por Marta Harnecker y Laura Uribe, entre otros materiales.

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“P: ¿solamente se discutía de los problemas del barrio o también se analizaba esto que pasaba, la realidad nacional, se hablaba esto en las reuniones del barrio, se discutía?

Vecino:“Claro que se discutía. Íbamos discutiendo casos… o sea, en ese entonces, los curas han sido organizados siempre y nos tiraban línea, nos bajaban línea para poder entrar en la discusión. La discusión, sin ninguna duda, como vuelvo a repetir, era: estaba señalado un objetivo y para eso teníamos que organizarnos; se intentaron inclusive hasta chacras comunitarias […] La cooperativa iba a hacer block para construir los cierres, continuar las ampliaciones, pero con continuidad de trabajo.” Entrevista a Pedro (nombre ficticio), vecino de Virgen del Valle y militante de la CP y el PB (marzo 2002).

15“Nosotros practicábamos de alguna manera el socialismo dentro de la organización del barrio: las asambleas, las organizaciones, la horizontalidad, el todos iguales, el buscar para que todos vivieran mejor… la igualdad… todos los grandes, grandes ideales estaban ahí explícitos y en la práctica. Esto era generar la conciencia de cómo se tenía que vivir… Lo otro, la estructura, no nos [la] planteábamos.” Entrevista a Cristian -nombre ficticio- militante del PB (septiembre 2003). Las cursivas son mías.

Recibido: 09 de Enero de 2018; Aprobado: 15 de Junio de 2018

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