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Eccos Revista Científica

Print version ISSN 1517-1949On-line version ISSN 1983-9278

Eccos Rev. Cient.  no.49 São Paulo  2019  Epub Jan 17, 2024

https://doi.org/10.5585/eccos.n49.13349 

Dossiê 49 - Universidade, Ciência e Tecnologia e Mobilização do Conhecimento

LAS FRONTERAS DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA, LA CIRCULACIÓN DE SABERES ACADÉMICOS Y LA INTERVENCIÓN INTELECTUAL. UNA INCURSIÓN EN LA PRODUCCIÓN PERIODÍSTICA DE LA SOCIÓLOGA RURAL NORMA GIARRACCA

THE BORDERS OF THE PUBLIC UNIVERSITY, THE CIRCULATION OF ACADEMIC KNOWLEDGE AND INTELLECTUAL INTERVENTION. AN INCURSION IN THE JOURNALISTIC PRODUCTION OF THE RURAL SOCIOLOGIST NORMA GIARRACCA

AS FRONTEIRAS DA UNIVERSIDADE PÚBLICA, A CIRCULAÇÃO DO CONHECIMENTO ACADÊMICO E A INTERVENÇÃO INTELECTUAL. UMA INCURSÃO NA PRODUÇÃO JORNALÍSTICA DA SOCIÓLOGA RURAL NORMA GIARRACCA

Sandra Marisa Carli, Dra. en Educación, Profesora titular1 
http://orcid.org/0000-0003-4595-0133

1Dra. en Educación. Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani. Profesora titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Argentina


Resumen

En este artículo me propongo problematizar las fronteras de la universidad pública, la circulación de saberes académicos y la intervención en los medios de comunicación de académicos, a partir de revisar la noción de intelectual público. Para ello voy a identificar las transformaciones producidas en la profesión académica y en el sistema mediático, reconociendo sus elementos convergentes. Recuperando los resultados de una investigación sobre biografías académicas de figuras del campo de las Humanidades y de las Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires me detendré en el análisis de la producción periodística de la socióloga rural Norma Giarracca, que permite ahondar en las formas, estilos y dilemas de la transmisión publica del conocimiento producido en la investigación en Ciencias Sociales.

Palabras clave: Conocimiento; Fronteras de la Universidad; Intelectual Público; Periodismo; Profesión Académica.

ABSTRACT

In this article, I propose to problematize the borders of the public university, the circulation of academic knowledge and the intervention in the media of academics, starting from revising the notion of public intellectual. For this I will identify the transformations produced in the academic profession and in the media system, recognizing its convergent elements. Recovering the results of a research on academic biographies of figures in the humanities field, the social sciences of the University of Buenos Aires, I will stop at the analysis of the journalistic production of the rural sociologist Norma Giarracca. Will allows delving into the forms, styles and dilemmas of the public transmission of knowledge produced in social science research.

Keywords: Knowledge; Frontiers of the University; Public Intellectual; Journalism; Academic Profession.

RESUMO

Neste artigo proponho problematizar as fronteiras da universidade pública, a circulação do conhecimento acadêmico e a intervenção na mídia dos acadêmicos, a partir da revisão da noção de intelectual público. Para isso, são identificadas as transformações produzidas na profissão acadêmica e no sistema midiático, reconhecendo seus elementos convergentes. São recuperados os resultados de uma pesquisa sobre biografias acadêmicas de figuras no campo das humanidades e das ciências sociais da Universidade de Buenos Aires, delimitando a análise na produção jornalística da socióloga rural Norma Giarracca, que permite aprofundar as formas, estilos e dilemas da transmissão pública do conhecimento produzido na pesquisa em ciências sociais.

Palavras-chave: Conhecimento; Fronteiras da Universidade; Intelectual Público; Periodismo; Profissão Acadêmica.

1 Introduccion

En este artículo me propongo problematizar las fronteras de la universidad pública a partir del análisis de la circulación y reelaboración de saberes académicos resultantes de procesos de investigación, en la prensa gráfica. Parto de la hipótesis de que el conocimiento universitario constituye un bien público que se reconfigura y puede ser reapropiado en diversos ámbitos y por diversos destinatarios, que adquiere nuevas significaciones a partir de la capacidad de interrogar/interpelar la realidad social y la de diversos actores, y que puede devenir en un insumo crucial tanto para el diseño de políticas públicas como para la resistencia a las mismas.

Con el objetivo de explorar los alcances de este proceso de circulación y reapropiación del conocimiento académico, que asume nuevas y complejas significaciones a partir de su traducción para un público más amplio, indagaré las intervenciones en medios gráficos de una referente del campo de las ciencias sociales de la Argentina. Me refiero a Norma Giarracca, socióloga especialista en temas rurales, que ha tenido una activa participación en el debate público sobre las problemáticas socioambientales y territoriales, vinculadas con el avance del agronegocio y el modelo sojero, la crisis de la agricultura familiar, el desplazamiento de las comunidades indígenas de sus territorios, el impacto de la contaminación y fumigación de tierras, el desarrollo de resistencias de las comunidades.

En un escenario histórico en el cual, tanto a nivel nacional como internacional, se cuestiona la utilidad del conocimiento científico de las humanidades y las ciencias sociales, revisar las contribuciones académicas en los medios de comunicación, nos permite adentrarnos en los alcances que los saberes procedentes de la investigación adquieren al convertirse en herramientas para cuestionar el desarrollo de modelos económicos y políticas neoliberales. Dichas intervenciones expanden las fronteras de la universidad pública, potenciando sus alcances políticos y polémicos, amplían el campo de lo decible y lo pensable a partir de información y conocimientos nuevos y al mismo tiempo revierten en el mejoramiento de la calidad cultural del periodismo.

2 Fronteras de la Universidad Pública, profesión académica e intervención pública: la Universidad y el periodismo

Desde el punto de vista teórico la pregunta por las fronteras de la universidad pública abre una serie de indagaciones posibles sobre los vínculos entre la universidad y los medios de comunicación, pero también entre distintas posiciones de académicos y académicas en el espacio público. La noción de frontera alude tanto a los límites institucionales que demarcan una construcción histórica con identidad propia, un adentro, como al carácter precario y poroso de esos límites, su apertura y su permanente conexión con el afuera, con el devenir temporal, con lo contingente. Las fronteras de la universidad deben ser entendidas como espacios de circulación/tránsito/tráfico/pasaje/intercambio de sujetos, saberes, objetos, lenguajes y experiencias. Como sugiere Grimson (2011: p118), “investigar sobre las fronteras y comprender los sentidos que revisten (…) implica suspender los presupuestos etnocéntricos, derivados ya sea de la geopolítica estatal, ya sea de los diversos romanticismos populistas”; y considerar las cuestiones identitarias y los regímenes de significación. En este caso se trata de revisar los presupuestos etnocéntricos de la universidad para reflexionar sobre los elementos particulares y compartidos con el periodismo.

Lo que nos interesa analizar en este caso es la circulación de saberes académicos producidos en el marco de procesos y prácticas de investigación científica en otros ámbitos, como el periodismo, que comportan distintos soportes y géneros. Si bien la docencia universitaria constituye un ámbito privilegiado en el cual la producción de investigación es trasmitida a través de la enseñanza por parte de investigadores e investigadoras que se desempeñan también como profesoras y profesoras, exigiendo una trasposición didáctica de los saberes para su apropiación por parte de estudiantes de grado y/o posgrado, el periodismo conlleva otros desafíos. Por un lado respecto del lenguaje, en tanto la escritura periodística suele reclamar mayor sencillez y precisión; por otro respecto del público lector que puede exceder el perfil propio del sector universitario y/o de las ciencias sociales, para ampliarse a nuevos destinatarios-lectores. Entre ellos deben incluirse también actores sociales referenciados (movimientos de resistencia), agentes gubernamentales (funcionarios de políticas públicas) y corporaciones (transnacionales).

Se abre la pregunta por la transferencia social del conocimiento universitario a través de los medios de comunicación, sea vía la divulgación científica o la popularización de la ciencia, términos que designan diversas prácticas especializadas e inclusive programas ministeriales. Sin embargo, la relación entre universidad y periodismo es de vieja data. En tanto ámbitos que forman parte del espacio público democrático (HONNETH, 2013) tienen la responsabilidad común de la educación de la ciudadanía; comparten la tarea de formación cultural en sentido amplio, en un caso a través de la formación académica en sentido estricto, en el otro en aquello vinculado con la formación de la opinión pública.

Los balances históricos sobre la educación superior en el mundo global han puesto en primer plano el reclamo de potenciar la transferencia del conocimiento a la sociedad o la aplicación del conocimiento científico, a partir de presunción de la disociación entre la producción académica y las políticas públicas y el desarrollo productivo en sentido amplio. Mientras tanto en el caso de los medios de comunicación, se afirma cierto vaciamiento de calidad cultural a partir del avance del periodismo-empresa, la espectacularización de las noticias, la información como mercancía, la exaltación del efecto. Si bien la mayor especialización del conocimiento producido en la universidad, coincide con el crecimiento del periodismo especializado (desarrollo de secciones y suplementos en los diarios), siendo contemporáneas la mayor exigencia de investigación universitaria con el boom del periodismo de investigación, la necesidad de una formación general sigue vigente. Un texto de hace unos años, resultado de un evento académico sobre la formación de periodistas, afirmaba que para la práctica periodística era necesario contar cada vez más con una formación general para recuperar la calidad del relato. (ENTEL, 1997)

En la historia reciente de la Argentina la expansión del sistema de educación superior y los procesos de profesionalización académica se desplegaron junto con el crecimiento del sistema de medios de comunicación. El desarrollo de la profesión académica, que privilegia la investigación, se produjo en el marco de tendencias globales del productivismo académico y de consolidación del sistema global de educación superior. En tanto, el sistema de medios sufrió procesos de concentración inéditos. Como señala de Moraes (2013) el sistema mediático actual se caracteriza por la transmisión mediática en actualización continua a partir de la revolución digital, por la capacidad de fijar sentidos e ideologías, formas opiniones y trazar líneas predominantes del imaginario social, por la apropiación de diferentes léxicos al servicio de sus interés particulares, por celebrar el mercado y por el control selectivo de informaciones, de la opinión y de las medidas de valor que circulan socialmente.

Pero así como se produce un proceso de concentración mediática, la revolución digital ha habilitado nuevos procesos de autoría a partir del estallido del ecosistema mediático. Tal como señala Ramonet (2013) emerge la figura del ciudadano-informador que puede ser un aficionado o un experto universitario, que domina un saber y que en este sentido puede saber más que el periodista. Afirma la existencia de una competencia entre aficionados expertos y periodistas profesionales que se manifiesta en el periodismo digital y en las redes. La demanda universitaria de democratización del conocimiento a partir de nuevas propuestas de universidad (de los movimientos sociales, indígenas, entre otras) coincide con la demanda de diversidad de voces en los medios y el auge del periodismo alternativo.

Frente a la industrialización de las noticias y la aceleración tecnológica la producción académica (libros, artículos, informes) deviene en un insumo valioso para el relato periodístico.

La estrecha relación entre el sistema corporativo de medios y el mejoramiento de tecnologías de información y comunicación que permiten la acumulación sin precedentes de informaciones para decisiones estratégicas de las empresas, tiene en su reverso el valor de los conocimientos que se producen en la universidad que permiten la descripción y comprensión de fenómenos sociales. En tiempos de aceleración histórica, informan y destruyen mitos e ignorancias, y habilitan posicionamientos e intervenciones nuevas de actores sociales.

En Argentina, profesores y profesoras han intervenido en forma regular en los medios de comunicación desde la recuperación de la democracia en 1983, en calidad de expertos invitados o colaboradores regulares. Por otra parte en muchos casos, y en particular en el campo de las humanidades y las ciencias sociales, se ha combinado el oficio periodístico con la enseñanza universitaria. Resulta evidente hoy la valorización de las competencias en el área de comunicación en la universidad esa partir de las demandas de divulgación del conocimiento académico. También el desarrollo de canales públicos de televisión en diversos países ha propiciado la participación de sujetos del mundo universitario, sea como invitados o en la producción de programas.

Tiene sentido aquí retomar la noción de intelectual público que adquiere relevancia para comprender la particularidad de estas intervenciones de académicos y académicas que se modulan a partir de la decisión de ‘utilizar’ los conocimientos producidos en el marco de la investigación para analizar e interpretar y tomar posición frente a fenómenos vinculados con sus objetos de estudios. Se ha producido el estallido de la noción clásica de intelectual asociada a la figura del escritor, para considerar las interacciones entre las figuras de intelectuales y expertos desbordando las fronteras marcadas entre la academia y el estado, para explorar en cambio las formas de constitución del conocimiento social (NEIBURG; PLOTKIN, 2004). Por otra parte se ha producido el reconocimiento de distintas figuras intelectuales, entre las que se encuentran los periodistas, comúnmente desdeñadas en la historia intelectual (FIORUCCI, 2013). Asimismo, cabe destacar que investigaciones sobre las condiciones del trabajo intelectual de académicos indican la pérdida de su cualidad creativa a partir del énfasis puesto, entre otros rasgos, en la competencia entre pares, la hiperproductividad medida en términos cuantitativos, la evaluación individual, la hiperespecialización. (NAIDORF, 2012)

En este caso, sin embargo, al analizar una figura intelectual clásica, una profesora e investigadora universitaria que comienza a intervenir en el ámbito periodístico, excediendo el espacio y las reglas de la profesión académica, notamos que se potencia la función intelectual al dar visibilidad en los medios interpretaciones sobre diversos fenómenos de relevancia social, cultural y política, asentadas en saberes especializados procedentes de las prácticas de investigación. En contextos de avances de políticas neoliberales y poderes transnacionales y de avance de las denominadas fake news, las intervenciones periodísticas de figuras procedentes del campo académico constituyen un modo, no solo de democratización del conocimiento, sino de profundización de la democracia.

3 Norma giarracca y las ciencias sociales: entre la investigacion academica y el periodismo crítico

En el marco de investigaciones que tuvieron por objeto la reconstrucción de biografías académicas de figuras del campo de las humanidades y las ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires, nos hemos detenido en las prácticas de docencia, investigación y extensión de profesoras de la generación que ha iniciado sus trayectorias en los años 60 del siglo XX y se encuentra aún en actividad (CARLI, 2016). A partir de la recuperación de la democracia en Argentina en el año 1983, se produjo la reinserción en las cátedras universitarias luego de la dictadura militar y la conformación de proyectos y equipos de investigación, comenzando el despliegue de la profesión académica en sentido estricto, en contextos institucionales de fuerte inestabilidad. Al mismo tiempo desarrollaron en algunos casos una intervención en los medios gráficos regular, en una primera etapa en torno a fenómenos vinculados con el avance de políticas de corte neoliberal durante los gobiernos de Carlos Saúl Menem, en la segunda a la coyuntura de crisis social generalizada de los años 2001 y 2002, y la tercera vinculada con las políticas públicas de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner a partir del año 2003.

La figura que nos interesa analizar en este caso es la socióloga Norma Giarracca, especialista en estudios rurales, que fuera una importante referente del campo de las ciencias sociales en la Argentina. Sus intervenciones públicas en medios gráficos en la tercera etapa auscultan el avance del modelo de agronegocios e identifican la emergencia de problemáticas sociombientales, de conflictos sociales y de movimiento de resistencia en distintos territorios.

Una breve reseña biográfica de Giarracca revela. Estudió la carrera de Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras durante de la Universidad de Buenos Aires durante los años 60, luego de graduarse en 1968 combinó la docencia, la investigación y la militancia política, se desempeñó en la Secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería entre 1970 y 1976; ante el golpe militar de 1976 se exilia primero en el Reino Unido y luego en México, donde realiza estudios de maestría e investigaciones, participó, entre 1980 y 1982 en el Instituto de Capacitación FAO-Coordinadora de Desarrollo Agro-Industrial, de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hídricos y se graduó como Master en Sociología, por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México, con su tesis sobre “La integración del campesinado al complejo agroindustrial tabaco.”; retorna a la Argentina en 1983 y se inserta como docente de la carrera de Sociología en la recién creada Facultad de Ciencias Sociales, a cargo de la materia Sociología rural como profesora adjunta y en 1997 como profesora titular; en paralelo comienza a desarrollar actividades de investigación en el Instituto de Sociología, luego denominado Instituto de Investigaciones Gino Germani y llega a coordinar el área de Estudios Rurales y crear el Grupo GES (Grupo de Estudios Rurales) y el Grupo de Estudios de los Movimientos Sociales en América Latina (GEMSAL); llevó adelante la dirección proyectos de investigación a nivel nacional y regional y la formación de equipos; fue coordinadora del Grupo de Trabajo de Desarrollo Rural de CLACSO y directora de la Maestría de Investigación Social de la UBA. La publicación reciente de una amplia selección de sus trabajos académicos por CLACSO muestra la relevancia de esta figura. (GIARRACCA, 2017)

Su participación en medios gráficos se produce en particular en el diario Página 12 entre los años 2006 y 2014. Este diario fue creado en 1987, siendo su fundador y primer director el periodista Jorge Lanata y el vicedirector Ernesto Tiffenberg, y a partir de 1994 Fernando Socolowiwz, su principal accionista. El diario se ha destacado por la participación de reconocidos periodistas y escritores, y por un estilo innovador que combino la crítica ácida, el humor y las notas de investigación. Según encuestas del propio diario su lector promedio tiene entre 18 y 52 años y procede de sectores socioeconómicos medios y altos. Durante la década del 90 tuvo un rol fuertemente crítico con las políticas del gobierno de Carlos Saúl Menem; durante los años en los que publicó Norma Giarracca sus notas el diario mantenía una mayor afinidad con las políticas de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, y contaba con pauta oficial para su sostenimiento. Las notas de Giarracca fueron críticas de las políticas oficiales en el tema rural. Cabe señalar que en la etapa que analizamos el diario transitaba entre la tradición grafica del oficio periodístico y el avance de la digitalización. Mientras en los años 90 el dispositivo mediático había concentrado la capacidad de representación simbólica de la sociedad y había ocupado el lugar de la política, el estallido social y político de fines de la década y el comienzo de una nueva etapa política a partir de las elecciones de 2003 se caracterizó por la apertura de un debate sobre la concentración mediática y el reclamo de una diversidad de voces (Lazzaro, 2010), que llevaría en 2009 a la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual No 26.522.

En el período 2006-2014 Norma Giarracca publicó sola o en coautoría más de 30 notas sobre temáticas vinculadas con su área de investigación, la sociología rural. Las notas fueron publicadas en las distintas secciones del diario: “El país”, “Sociedad”, “Opinión”, “El mundo”, “Universidad” y el suplemento Cash, especializado en economía. En las notas firmaba como “Titular de Sociología Rural e investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA”, y en las últimas agregaba “Coordinadora del Área de Estudios Rurales”. Es decir, hacía constar sus credenciales académicas como fundamento de autoridad de las notas.

El corpus de notas se refieren globalmente a los recursos naturales y la explotación capitalista, en torno a tres grandes fenómenos: 1) el modelo de agronegocios, la transformación del campesinado y la agricultura familiar, el avance de la sojización; 2) el modelo minero extractivista, 3) la instalación de pasteras. A partir de estos fenómenos ahonda en otros temas derivados: las consecuencias de la fumigación con agroquímicos y la minería a cielo abierto sobre la salud de la población y la contaminación de aguas de los ríos y la emergencia de conflictos y movimientos de resistencia, también caracterizados como “rebeliones” desde 2001 hasta el 2014.

Una mirada transversal de las notas indica que combinan una lectura “desde arriba” (centrada en las tendencias globales del capitalismo y las políticas nacionales) y una lectura “desde abajo” (centrada en la situación de las poblaciones, en la actuación de actores sociales, en el desarrollo movimientos de resistencia). Pero también incluyen una reflexividad sobre el papel de la universidad, el conocimiento y el rol intelectual de académicos y académicas, lo que debe estimarse como una autoreflexividad sobre el compromiso público de la sociología.

En las notas encontramos también elementos que permiten identificar el pasaje del género académico al género periodístico a partir de la selección de referencias claves de la investigación y de una resolución en la narrativa. La alusión a debates teóricos de distintos períodos, el análisis de procesos históricos, de datos relevantes, la descripción de políticas públicas y decisiones gubernamentales, la caracterización de fenómenos y la identificación de actores individuales y colectivas del país y de América Latina, en un texto pautado por el Diario en cuanto a su extensión, supone un ejercicio en el terreno de la escritura que potencia la función intelectual.

La opción de distinguir aquellas notas en las que predomina un enfoque que denominamos “desde arriba” respecto de otras en las que predomina un enfoque “desde abajo”, se vincula con las propias consideraciones de la autora sobre su obra y su producción investigativa, en el sentido de haber transitado de la tradición de la sociología a los estudios postcoloniales. Pero también de la actuación en las políticas públicas de los primeros 70 siendo muy joven, al desarrollo de investigaciones con fuerte trabajo de campo con pobladores y trabajadores, así como la cercanía y acompañamiento a los movimientos de resistencia.

En la nota “desde arriba” titulada “Avance del agronegocio” (PAGINA 12, 2006) se destaca como subtítulo: “Los trabajadores del campo representaban el 24 por ciento de la Población Económicamente Activa total en 1970, mientras que en 2001 eran sólo el 8 por ciento.” La precisión de ese dato como aquel con el que comienza la nota que establece el número de hectáreas del campo argentino, su extensión y el predominio de lo que llama ‘trabajadores transitorios’ tiene un efecto de desmitificación del llamado mito del campo argentino, a partir de datos científicos. Por otra parte caracteriza el fenómeno del agronegocio situando la convergencia entre cambios tecnológicos, empresas y Estado:

En la actualidad no sólo las maquinarias reemplazan a la mano de obra sino que, por ejemplo, la semilla no se produce sino se compra y en las grandes extensiones que se logran formar a través de arriendos y contratos, los trabajos son llevados a cabo por “servicios de terceros”. Es importante remarcar que todo esto se produce dentro de un modelo de desarrollo agropecuario que está sostenido por una serie de arreglos institucionales por parte del Estado. “Agronegocio” es la nominación a esta situación generada, que dio otra vuelta de tuerca a “la modernización capitalista en el agro.”

En la nota se registra el esfuerzo por distinguir la agroindustria del agronegocio a partir de sus consecuencias sociales evidentes, concluyendo que:

Si aquél conformaba un sistema de fuertes desigualdades internas pero con inclusión, éste configura un sistema de exclusión: disminución del número de trabajadores ocupados, arrinconamiento y expropiación de tierras campesinas bajo el derecho de la Ley Veinteañal, despojo de tierra de comunidades aborígenes, etc. En el modelo neoliberal del “agronegocio” el trabajo es escaso y, como en el resto de la economía, mal pago. Además la convivencia del “agronegocio” con territorios campesinos y aborígenes es imposible sin una política del Estado que, por ahora, está ausente a pesar de los fuertes reclamos y protestas en tal sentido.

En Agronegocios y conflictos en la Argentina (PAGINA 12, 2008) predomina la perspectiva histórica cuando sitúa los años 70 y el papel de la Secretaria de Agricultura en 1973 en la redistribución de la renta agraria con la sanción de la Ley de Arrendamientos Forzoso, la Ley de Renta Normal Potencial y la Ley Agraria, cuestión que se liga con su propia biografía; a partir de 1976, la transformación de la estructura economía del país y el crecimiento de una nueva “gramática agroindustrial”; y finalmente a partir de los años 90 el modelo de agronegocio con un menor peso de los propietarios rurales tradicionales y mayor de las corporaciones internacionales. Esa genealogía histórica la auxilia para sostener una posición crítica respecto de la política pública del gobierno de Cristina Kirchner vinculada con las retenciones móviles a la soja y al girasol en el año 2008, que llevaría a una intensa confrontación con el sector del campo de sectores intelectuales, que concebía como errada. En el diario, también leído por sus colegas universitarios, plantearía su posición fundada en el conocimiento científico del fenómeno en juego:

Este deslizamiento del conflicto desde los actores poderosos - extranjeros y nacionales- que realmente manejan concentradamente el negocio agrario en la Argentina hacia los propietarios agrarios tradicionales, me parece un juego político peligroso. Fomentar esa “picardía” oficial, sobre todo desde “opinólogos” que celebraron el modelo sojero o ignoraron de qué se trataba hasta hace unas semanas, me parece una irresponsabilidad infinita. No creo tener que aclarar que estoy a favor de las retenciones y de limitar la expansión sojera (y hasta prohibirla cuando es transgénica por muchas razones, incluida la salud pública), pero ese debate debe darse en el Congreso Nacional, que es donde se transforma el enemigo en adversario y se renuncia a la violencia como forma de decisión-caracterización del fenómeno (ej. agronegocios) y estilo de análisis.

En este fragmento de la nota resulta evidente se combina la impugnación por falta de un conocimiento del fenómeno que de fundamento a las posiciones políticas (conocimiento versus opinión) y la polémica con la orientación y concepción de la política del gobierno (el congreso como espacio del debate), y que se vincula con la mención en el inicio de la nota de la académica Chantal Mouffe, que fuera una figura de consulta del gobierno.

En las notas en las que predomina un enfoque “desde abajo” Giarracca caracteriza los movimientos de resistencia emergentes a partir del avance del agronegocio, la minería y las pasteras. La atención a los conflictos sociales tenía como antecedentes un diario personal que escribiría durante la crisis de los años 2001 y 2002. En este caso en el tratamiento de los conflictos en los territorios recurriría a nuevos insumos teóricos desde una mirada que articula el conocimiento de las tendencias globales del capitalismo con la atención a los actores locales, que formaron parte de sus investigaciones. En las notas la revisión crítica de las ciencias sociales forma parte del análisis. En la nota titulada “Zapatismo y política”, escrita en coautoría, Diana Itzú Gutiérrez Luna, socióloga de la UAM (PAGINA 12, 4 de junio de 2014), en ocasión del aniversario de la aparición del movimiento zapatista señalarían: “habrá que desactivar en cada uno de nosotros y colectivamente los viejos modos coloniales y decimonónicos del conocimiento, que enuncian que existe un solo modo democrático de generar política, que, a lo sumo, necesita ser retocado.”

La experiencia de conocimiento cercana, a través de la investigación y de las múltiples convocatorias de participación a encuentros y jornadas, la conducirían en las notas a ahondar en los fenómenos de resistencia. En la nota “La violencia como trauma” (PAGINA 12, 5 de abril de 2010) ahonda en los procesos argentinos, localizando lo que denomina como la “violencia estatal”:

Desde 1984 nos propusimos desactivar para siempre estos rasgos del Estado y, sin embargo, la violencia estatal insiste en aparecer como el síntoma de un viejo trauma. En estos tiempos nuevamente se juegan los territorios, pero ya no les son arrebatados a las poblaciones originarias por el Ejército, sino que son ocupados por grandes corporaciones económicas internacionales o inversores nacionales con un reiterado apoyo institucional.

La mención al “trauma” resulta paradigmática, en tanto expresa la estrecha relación en la Argentina de las ciencias sociales con el psicoanálisis, que permite avanzar sobre interpretaciones más complejas de los fenómenos sociales.

Frente a esa violencia renovada, la autora de la nota identifica la modalidad de resistencia de los actores locales:

Las poblaciones que defienden estos territorios otorgados a privados para explotarlos de modo extractivo y contaminante han demostrado una gran sabiduría para enfrentarse a las corporaciones y socios. Utilizan la “acción directa” bajo una lógica de protestar orientada a entorpecer los elementos que interesan al capital pero nunca dañando a los cuerpos, a las personas.

Aunque también se detiene en discutir la representación de los medios sobre los conflictos sociales, que coloca la violencia en el lugar equivocado:

La situación de Andalgalá, en la Catamarca minera que resiste férreamente un segundo emprendimiento, nos alarma porque después de la feroz represión del 15 de febrero los medios locales están construyendo una imagen del movimiento asambleísta como violento, destinada seguramente a justificar un nivel represivo mayor o aislar a la asamblea.

Sobre esa modalidad de resistencia se detendría en otra nota, ahondando en las crisis de las teorías de las ciencias sociales sobre la relación entre dominantes y dominados, y reconociendo la “novedad” histórica de resistencia que se expresan en el espacio público. En la nota titulada “De las resistencias cotidianas al espacio público” (PAGINA 12, 8 de marzo de 2014) da cuenta de la historicidad de las experiencias sociales, que la conduce a someter a crítica las teorías heredadas. La nota publicada en ocasión del día de la mujer le permite identificar el protagonismo de las mismas:

La novedad, a nuestro juicio, es que las resistencias ocultas, cotidianas, que no se manifestaban frente al dominador, cambiaron y desde unas décadas atrás son manifiestas, con discursos explícitos, permanentes y hasta formadoras de sociedades “otras” o por lo menos, generadoras de alternativa.

En casi todos estos fenómenos de resistencias con discursos explícitos, radicales, permanentes, capaces de generar experiencias sociales nuevas, están las mujeres en el centro de la escena. Mujeres campesinas, mujeres indígenas pero también, y es muy importante en nuestro país, están las de los territorios amenazados por las actividades extractivas en expansión.

Esta caracterización de los conflictos y las resistencias recurriría a una interpretación teórica. Será el acervo de los enfoques postcoloniales y sus categorías las que comenzaron a estar presentes en las notas. En “El racismo nuestro de cada día” (PAGINA 12, 12 de enero de 2013) pone en relación la crítica colonial con tesis del revisionismo histórico y de los pensadores nacionales de los años 60 que formaron parte de sus lecturas juveniles:

Cierta clase media que soluciona todo con “la educación” la clama para estos menesteres, sin conciencia de que, precisamente, en ella se centra gran parte del problema. La matriz de dominación colonial del poder operó sobre el saber y el ser; es decir, en el modo de generar conocimiento, de aplicarlo y en la configuración de sujetos donde la socialización vía educación es un dispositivo de primer orden. Esta matriz no fue modificada en 1810 sino que se perfecciona en esa saga de criollos ilustrados que vieron en el “indio” los males del progreso, que buscaron “blanquear” el país con inmigración europea para llegar al Centenario de Mayo disputando un lugar en el “mundo civilizado”.

Sólo operando desde de unas prácticas “decoloniales” en todas las instancias de los espacios sociales, económicos, culturales, artísticos, profesionales y sobre todo educativos en todos sus niveles, podemos conducirnos por un sendero que modifique la matriz colonial de dominación y configure sujetos densos y capaces de “convivencialidad” (Iván Illich), es decir de generar una vida digna en equilibrio y armonía entre todos y también con la naturaleza.

De la categoría clásica de “campesinado” pasaría a su resignificación como un mundo ampliado de nuevos actores y un nuevo modo de vida que luego articularía con el concepto de “buen vivir” o de “vida digna” aymara o quechua. En la nota “Honrar el conocimiento” (PÁGINA 12, 17 de abril de 2009) presenta más bien un movimiento campesino que incluye productores de conocimiento en una asociación virtuosa:

“Campesinado” es no sólo una referencia a un actor social, sino una opción frente al modelo del “agronegocio” que implica otra reproducción material de la vida, de los alimentos, pero también otro mundo social y cultural. Es un mundo integrado no sólo por los trabajadores de la tierra, comunidades indígenas, sino por comerciantes, agrónomos, maestros, médicos, universitarios, científicos, artistas, periodistas y por todos los que sienten incomodidad y hartazgo ante lo que el neoliberalismo deparó a la agricultura y la producción de alimentos.

Ese honrar el conocimiento local, conlleva la interpelación al periodismo, a la universidad y a la ciencia. En la misma nota Giarracca cuestiona la responsabilidad social ante el ocultamiento del conocimiento científico que difunde en forma pública:

El periodismo cuando es autónomo e independiente de las grandes corporaciones, la ciencia cuando no está al servicio de la ganancia neoliberal y la universidad cuando retoma su apelación a los hombres libres, dejan de jugar para el encubrimiento del sufrimiento humano que acarrean las nuevas tecnologías de punta del agronegocio y apoyan -directa o indirectamente- los reclamos de muchos campesinos de todo el mundo: la fumigación con glifosato contamina y causa enfermedades, malformaciones y muerte.

Su cuestionamiento abierto a la política científica, que supuso entonces el cuestionamiento de los efectos nocivos de los agroquímicos, que realizara junto con su marido el economista doctor en Economía Agraria e Investigador Superior del CONICET Miguel Teubal y el Dr. Andrés Carrasco, ex presidente del CONICET e investigador del Laboratorio de Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA, se expresaría en las notas del diario:

¿por qué la ciencia no había investigado hasta ahora las consecuencias del glifosato en las células o los embriones? ¿Por qué son muy pocas voces periodísticas las que dan a conocer estas catástrofes sanitarias? ¿Por qué las agencias nacionales de ciencia siguen teniendo convenios y hasta un Premio Monsanto -la empresa productora del agroquímico en base a glifosato-?

En la nota “Conflictos sociales y ética académica” (PÁGINA 12, 6 de mayo de 2011) se detiene en un problema de actualidad, que se vincula con la investigación académica sobre conflictos sociales y el interés de organismos y agencias internacionales en un contexto geopolítico particular. La noción misma de conocimiento público supone pensar en sus usurarios, quienes y para qué tienen derecho a acceder a un conocimiento producido en el marco de procesos de investigación y orientados al reconocimiento del activo papel de la sociedad civil contra el avance de las políticas neoliberales:

Las universidades públicas tienen información sobre conflictos sociales, existen amplios bancos generados por investigadores y organizaciones sociales en múltiples formas de colaboración y en el marco de un ineludible compromiso y principios éticos. Esa información, en forma agregada, ha estado siempre a disposición de los poderes públicos que deseen discutir políticas de tierra en los ámbitos donde el Estado democrático discute estas cosas. No hacen falta bancos de conflictos con información pormenorizada de los sujetos y los territorios para llevar a cabo estas tareas. No interrogo acerca de para qué un organismo internacional, paradigma del modelo neoliberal, necesita esa información; es un problema del Estado argentino averiguarlo. Deseo interrogar acerca de si la universidad pública es la institución que debe facilitar ese conocimiento. Pregunta que reenvía a una cuestión ética y autorreflexiva en la formación del cientista social para poder hacer frente y resolver estas aporías.

La mención de las “aporías” expresa un dilema crucial que enfrenta el conocimiento público en un contexto histórico en el que la digitalización aumenta la visibilidad de la información y del conocimiento y por lo tanto la cantidad de “usuarios” con fines disímiles. La democratización del conocimiento y el acceso público supone entonces una aporía, como destaca la autora de la nota.

4 Palabras finales

Me propuse problematizar las fronteras de la universidad pública a partir del análisis de la circulación de saberes académicos procedentes de la investigación científica en ciencias sociales en los medios de comunicación. Para ello revisé algunos aportes teóricos y situé las transformaciones históricas producidas en el sistema de educación superior y en la profesión académica y en el sistema mediático y el periodismo, tomando en cuenta la colaboración que el conocimiento universitario puede ser tener en la calidad cultural del periodismo. Al analizar las contribuciones periodísticas de la socióloga rural Norma Giarracca sobre problemáticas vinculadas con la explotación capitalista de los recursos naturales y sus consecuencias sociales, en una etapa de avance silencioso del modelo de agronegocios global, es posible reconocer la potenciación de la función intelectual en el espacio público, en un contexto científico en el que las reglas de la profesión tendieron a debilitarla, así como la capacidad de anticipación a través del conocimiento público de los riesgos socioambientales que sufre la población en general y el empoderamiento de los actores locales que resisten. Esa anticipación revela la importancia de la intervención pública de académicos y académicos y sus alcances posibles en la transformación o reorientación de políticas públicas y prácticas sociales.

Referencias

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Recibido: 28 de Marzo de 2019; Aprobado: 03 de Mayo de 2019

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