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Revista Práxis Educacional

versão On-line ISSN 2178-2679

Práx. Educ. vol.18 no.49 Vitória da Conquista  2022  Epub 04-Jul-2023

https://doi.org/10.22481/praxisedu.v18i49.11270 

Artigos

EL ESPÍRITU DEL VALLE EN LA DECOLONIALIDAD PLANETARIA: PUERTA ANCHA EN LA RECIVILIZACIÓN DEL CONOCER EN LA EDUCACIÓN

THE SPIRIT OF THE VALLEY IN THE PLANETARY DECOLONIALITY: WIDE DOOR IN THE RECIVILIZATION OF KNOWLEDGE IN EDUCATION

O ESPÍRITO DO VALE NA DECOLONIALIDADE PLANETÁRIA: PORTA LARGA NA RECIVILIZAÇÃO DO CONHECIMENTO EM EDUCAÇÃO

Milagros Elena Rodriguez1 
http://orcid.org/0000-0002-0311-1705

1Universidad de Oriente, Departamento de Matemáticas - Cumaná, Estado Sucre, Venezuela; melenamate@hotmail.com


RESUMEN:

El espíritu del valle representa la apertura que conlleva todos las opulencias del conocimiento humano, en la que el centenario, la luciérnaga Edgar Morín en 101 años de vida sigue resplandeciendo y en la creación de sus obras. La profunda inclusión de la decolonialidad planetaria es la puerta ancha del espíritu del valle que nos incita a complejizarnos y complejizar a la luz de la complejidad en cualquiera de sus significancias: cosmovisión, teoría o transmetodología. Bajo esa apertura en la línea de investigación: decolonialidad planetaria-complejidad en re-ligaje, fundamentamos el espíritu del valle en la decolonialidad planetaria como la puerta ancha en la recivilización del conocer en la educación, en la vida, en el ser humano en general. Se realizó con el transmétodo la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica en los momentos: analítico, empírico y propositivo. En el momento propositivo en dos rizomas se concluye que: todo ser humano debe buscar la sabiduría como la máxima formación; la educación debe propiciar el pensar profundo, metacognitivo de alto nivel. Las obras de Edgar Morín rescatan el espíritu del valle, como una sátira de amor que dice que dentro de nosotros hay un potencial a desarrollar; usando toda nuestra conformación compleja: naturaleza-cuerpo-mente-alma-espíritu-Dios. Sí, tomemos consciencia y concientización que es urgente el des-ligaje y el re-ligaje hacia los problemas del planeta, nos incita a un cambio radical en la docencia, en la educación, volvamos al legado Freiriano, a complejizar nuestra dura realidad, empoderar a nuestros discentes para que busquen su liberación.

Palabras-clave: espíritu del valle; Edgar Morín; educación.

ABSTRACT:

The spirit of the valley represents the opening that entails all the opulences of human knowledge, in which the centenary, the firefly Edgar Morín in 101 years of life continues to shine and in the creation of his works. The deep inclusion of planetary decoloniality is the wide door of the spirit of the valley that encourages us to become more complex and complex in the light of complexity in any of its meanings: worldview, theory or transmethodology. Under this opening in the line of research: planetary decoloniality-complexity in re-linkage, we base the spirit of the valley on planetary decoloniality as the wide door in the recivilization of knowledge in education, in life, in the human being in general. The comprehensive ecosophical and diatopical hermeneutics was carried out with the transmethod at the moments: analytical, empirical and propositional. In the propositive moment in two rhizomes, it is concluded that: every human being must seek wisdom as the maximum formation; education should foster deep, high-level metacognitive thinking. The works of Edgar Morín rescue the spirit of the valley, as a satire of love that says that within us there is a potential to develop; using all our complex conformation: nature-body-mind-soul-spirit-God. If we become aware and aware that it is urgent to de-link and re-link to the problems of the planet, it incites us to a radical change in teaching, in education, let us return to the Freirian legacy, to make our harsh reality more complex, empower our students to seek their release.

Keywords: spirit of the valley; Edgar Morin; education.

RESUMEN:

O espírito do vale representa a abertura que comporta todas as opulências do conhecimento humano, em que o centenário, o vaga-lume Edgar Morín em 101 anos de vida continua a brilhar e na criação de suas obras. A inclusão profunda da decolonialidade planetária é a porta larga do espírito do vale que nos encoraja a nos tornarmos mais complexos e complexos à luz da complexidade em qualquer um de seus significados: cosmovisão, teoria ou transmetodologia. Sob esta abertura na linha de pesquisa: decolonialidade planetária-complexidade em religação, fundamentamos o espírito do vale na decolonialidade planetária como porta larga na recivilização do conhecimento na educação, na vida, no ser humano em geral. A hermenêutica ecosófica e diatópica abrangente foi realizada com o transmétodo nos momentos: analítico, empírico e proposicional. No momento propositivo em dois rizomas, conclui-se que: todo ser humano deve buscar a sabedoria como formação máxima; a educação deve promover o pensamento metacognitivo profundo e de alto nível. As obras de Edgar Morín resgatam o espírito do vale, como uma sátira do amor que diz que dentro de nós existe um potencial a desenvolver; usando toda a nossa conformação complexa: natureza-corpo-mente-alma-espírito-Deus. Se nos conscientizarmos e nos conscientizarmos de que é urgente desvincular e religar aos problemas do planeta, isso nos incita a uma mudança radical no ensino, na educação, voltemos ao legado freiriano, para fazer nossa dura realidade mais complexa, capacitar nossos alunos a buscar sua libertação

Palavras-chave: espírito do vale; Edgar Morin; educação.

Introdución

Rizoma naciente

La urgente necesidad ecosófica de complejizar, de la ecosofía en la Tierra como patria

El espíritu del valle tiene su herencia filosofía oriental; es una metáfora, se trata de una representación de una cuenca o la imagen de un valle a manera de cuenco a la que fluyen las aguas provenientes de las elevaciones circundantes. Representa uno de los capítulos del libro Tao Te Ching, también denominado Tao Te King, el autor Wade-Giles Lao Tzu, se le conoce como Lao Tse, Laozi, un viejo maestro chino; se tienen discusiones sobre los años antes del Señor Jesucristo en que vivió el pensador chino, creador del Taoísmo. Posee Lao Tse una moral individual basada en seguir el camino de la naturaleza, que es el Tao.

La obra Tao Te Ching designa en efecto que somos naturaleza, y que llevamos en si el espíritu de nuestro creador; y está en consonancia con las lecturas bíblicas que más adelante entretejemos; y en realidad hay una profunda sabiduría de Dios impregnada en la obra, que en las Sagradas Escrituras se manifiesta en todo su esplendor, donde se narra que el reino de Dios está en nosotros (MATEO 24:23-28, 37-41). Tao Te Ching es la obra una excepcional diatopia, conjunción de lo separado en topoi, por imposición occidental, se expresa por ejemplo que “[…] todo el mundo toma el bien por el bien, y por eso conocen qué es el mal. Porque, el ser y el no-ser se engendran mutuamente. Lo fácil y lo difícil se complementan. Lo largo y lo corto se forman el uno de otro. Lo alto y lo bajo se aproximan” (LAO TZU, 2021, p.3).

El espíritu del valle representa la apertura que conlleva todos las opulencias del conocimiento humano, en la que el centenario, la luciérnaga Edgar Morín en 101 años de vida sigue resplandeciendo y en la creación de sus obras en el Método. I. La naturaleza de la naturaleza (MORÍN, 1999) en adoptada como un punto de partida para la construcción de un método de pensamiento que consienta esgrimir de una forma novedosa y abierta el conocimiento humano, y superar el encierro y el fraccionamiento que lo determina (MORÍN, 1999).

Concibo, la autora en primera persona, esencia transparadigmática, trans más allá de los encierros y patrones, de cómo entiendo la profunda inclusión de la decolonialidad planetaria que esta es la puerta ancha del espíritu del valle que nos incita a complejizarnos y complejizar a la luz de la complejidad en cualquiera de sus significancias: cosmovisión, teoría o transmetodología. Bajo esa apertura en la línea de investigación: decolonialidad planetaria-complejidad en re-ligaje, vamos a fundamentar el espíritu del valle en la decolonialidad planetaria como la puerta ancha en la recivilización del conocer en la educación, en la vida, en el ser humano en general.

En ese conocer concebimos la máxima de que somos naturaleza en la Tierra como patria (RODRÍGUEZ, 2022a), en la que el ser humano es la complejidad: naturaleza-cuerpo-mente-alma-espíritu-Dios. Y el conocer es una gran significancia: civilización, conocimientos, saberes, transparadigmas entre otros. Todo ello lo realizaremos desde la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica como transmétodo, y la complejidad como transparadigma. Ello lo explicitamos en el rizoma que deviene.

Sin duda, no ha sido fácil para la construcción de la teoría de la complejidad penetrar en el conocer; paseándose Edgar Morín por apoyos que vinieron trastocando las ciencias y el paradigma rey: la teoría sistémica, la física cuántica, los fractales con las matemáticas de la complejidad, entre otras, montándose en hombros de gigantes como: Wade-Giles Lao Tzu, Michel de Montaigne, Raimón Panikkar, Heráclito de Efesios, entre otros; aunado a su agitada vida, participar en la política; entre sus aciertos y desaciertos como lo dice en su obra centenaria: Lecciones de un siglo de vida (MORÍN, 2021).

Tales excelencias en la construcción de los conocimientos han calado hondamente en la restructuración de todo el conocer, de quietar las amarras excluyentes que nos han venido llevando a la inhumanidad; más aún cuando la colonialidad global nos permea y veda el conocer complejo y el aterrizar en la practicidad concreta con la transdisciplinariedad; se ha venido entonces queriendo se complejo siendo colonial, ¡con que se come esto diríamos en el argot popular de este lado del mundo! ¿Cómo ser pensador complejo bajo la exclusión, la soslayación, el decadente ocultamiento de las potencialidades del sur global, como metáfora de todos los excluidos del planeta? Desde luego, se reconozca o no todo lo creado en el universo, toda la creación de nuestro amado Padre Dios, liberada por Jesucristo, es complejo.

En casi todas las investigaciones con complejidad rara vez, por decir casi nunca se menciona la necesidad de la decolonialidad planetaria como apodíctica de la complejidad (RODRIGUEZ, 2022b). Pareciera que la decolonialidad es una tara a la que los que se creen amos del conocer no quieren hablar, ni mencionar; ¿o es que la decolonialidad debe des-ligarse de los viejos patrones, y vicios coloniales y re-ligar a la planetariedad como lo explícito en la línea de investigación? ¿Qué es des-ligar y re-ligar? La primera interrogante se ira decantando, aviniendo en su respuesta en toda la indagación; en cuanto a la segunda pues des-ligar y re-ligar es una tarea urgente de la transmodernidad, que lleva el proyecto de la decolonialidad (RODRÍGUEZ, 2019).

Señala la luciérnaga de la humanidad al fundamentar la teoría de la complejidad: “[…] me he sentido empujado por la misma necesidad evidente de transubstanciación que aquella por la cual la araña segrega su hilo y teje su tela. Me he sentido conectado con el patrimonio planetario, animado por la religión de lo que une, el rechazo de lo que rechaza, una solidaridad infinita; lo que el Tao llama el espíritu del valle recibe todas las aguas que se vierten en él” (MORÍN, 1999, pp.38-39).

En el espíritu del valle, la puerta del conocer; el Espíritu Santo de Dios que nos permea de sabiduría, el sujeto investigador, sus subjetividades no puede estar excluidas de las investigaciones; el sentipensar de los sujetos investigadores, como la de la autora, su fe es prohibitiva en sus propias investigaciones reduccionistas, objetivadas, no conviene a la dominancia de la ciencia que se ha creído Dios, así en la decolonialidad Santiago Castro-Gómez utiliza la metáfora teológica del Deus Absconditus, donde narra que:

Como Dios, el observador observa el mundo desde una plataforma inobservada de observación, con el fin de generar una observación veraz y fuera de toda duda. Como el Dios de la metáfora, la ciencia moderna occidental se sitúa fuera del mundo (en el punto cero) para observar al mundo, pero a diferencia de Dios, no consigue obtener una mirada orgánica sobre el mundo sino tan sólo una mirada analítica. La ciencia moderna pretende ubicarse en el punto cero de observación para ser como Dios, pero no logra observar como Dios. Por eso hablamos de la hybris, del pecado de la desmesura. Cuando los mortales quieren ser como los dioses, pero sin tener capacidad de serlo, incurren en el pecado de la hybris, y esto es, más o menos, lo que ocurre con la ciencia occidental de la modernidad. De hecho, la hybris es el gran pecado de Occidente: pretender hacerse un punto de vista sobre todos los demás puntos de vista, pero sin que de ese punto de vista pueda tenerse un punto de vista (CASTRO-GÓMEZ, 2007, p. 83).

Con ello estamos comprometidos con un ser humano investigador con su fe y sentipensar que aporta esencias decoloniales fuera de los estatutos de religiones oprobias del planeta usadas para oprimir en la religiosidad; sabemos que para ello fue usada la imagen de Dios. Contrariamente como cristianos con Dios mantenemos una relación de reconocimiento como nuestro púnico creador, con Jesucristo su hijo nuestro salvador, en el que redimidos no nos comprometemos con opresiones sino con Él, si el mayor liberador de la historia. Con ese amor y compasión que traspasa las fronteras de la colonialidad, y que nos dice “[…] quien es sabio, que entienda estas cosas; {quien} es prudente, que las comprenda. Porque rectos son los caminos del SEÑOR, y los justos andarán por ellos; pero los transgresores tropezarán en ellos - OSEAS 14: 9” (BÍBLIA, 1960).

No podemos olvidarnos de la dignificación de la urgente compasión en la humanidad, del amor en cada uno de nosotros, pues los seres humanos tenemos una identidad común; “[…] no solamente compartimos el mismo código genético, la misma capacidad cerebral, sino también las mismas capacidades de emoción, de simpatía, de amistad, y entonces de odio. Tenemos igualmente entre nosotros un destino en común” (BAUDRILLARD; MORÍN, 2003, p.48). A ese destino común asistimos con la decolonialidad planetaria en tanto pensando en la inclusión sin preeminencias provee de compasión que nos lleve a reconocernos en medio de la gran crisis planetaria.

Rizoma Transmetodológico. ¿Por qué la connotación de rizomas?

El transparadigma y el transmétodo la hermenéutica comprensiva, ecosófica y diatópica que nos conjuga al espíritu del valle

Los rizomas son estructuras acentradas, sin centro, que en forma compleja y en la que toda conexión es vital; así el rompimiento con la tradicionalidad modernista de las indagaciones denotadas en las estructuras tradicionalistas de las investigaciones cualitativas o cuantitativas o las denominadas mixtas. Delueze y Guattari (2004) han dedicado todo un nombre de rizoma al prólogo de su texto Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia (DELEUZE; GUATTARI, 2004). El nombre de rizoma esta compaginado y en perfecta similitud con fractales.

Acá, en la presente investigación existe la posibilidad de conexiones entre cualesquiera dos puntos formando con ellas la totalidad de una meseta, “multiplicidad co-nectable con otras por tallos subterráneos superficiales, a fin de formar y extender un rizoma” (DELEUZE; GUATTARI, 2004, p.26). Por ello, parecerá en algún momento que se regresa al inicio o se llega al fin de la indagación. Se ratifica el rompimiento con la tradicio-nalidad de capítulos, de divisiones como: introducción, desarrollo, resultados y conclusiones, síndrome obligatorio de muchas revistas y postgrados. Lo rizomático rompe con la estructura vertical de la raíz, mas no por ello se constituye en un sistema ““dialéctico”, es decir, horizontal (…) Sino que se convierte en una red acéfala y asimétrica. Anarquismo ontológico” (DELEUZE; GUATTARI, 2004, p.23).

Los rizomas que presentamos son un entramado que no tiene centro, ni la raíz, ni el tallo, ni las hojas, todas se comunican y alimentan; así la investigación y su entramado muy complejo en la que se introduce y concluye, se analiza y reconstruye se vuelve de las hojas a la flor del árbol y luego a la raíz y se está en constante rapidez del todo a las partes y de las partes al todo; contrariamente a las introducciones, metodología, resultados y conclusiones con divisiones irrestrictas en las investigaciones colonizadas. Con ese subvertir el sujeto investigador es salvaguardado en los transmétodos, por ello su fe y subjetividades está presente en todo momento pues “en cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera - SANTIAGO 3:17” (BÍBLIA, 1960).

El transparadigma complejo y transdisciplinar, el transcomplejo, que no para buscar verdades acabas; sino para construir transepistemes, más allá del conocimiento tradicional, relacional y complejo, inacabado que pueda revisarse bajo otro lente cada vez que la realidad le reclama (RODRÍGUEZ, 2020a). Los transmétodos consienten, deconstruyendo y complejizando los métodos, la realización plena de la complejidad y transdisciplinariedad, teniendo en cuenta que Edgar Morín el terrible error de las disciplinas, en su carencia, parcelación y le deterioro de los límites disciplinarios en los que la comunicación de los saberes se hace cada vez más escasa (RODRÍGUEZ, 2021); en donde “cada disciplina intenta primero hacer reconocer su soberanía territorial, y, al precio de algunos flacos intercambios, las fronteras se confirman en lugar de hundirse” (MORÍN, 1984, p. 311).

El ejercicio del transmétodo la hermenéutica comprensiva, ecosófica y diatópica va a una tarea de no explicar lo exterior, aquello en lo que la experiencia se expresa, sino comprender la interioridad de la que ha nacido lo relativo a las categorías de las indagaciones; a todos sus saberes (RODRÍGUEZ, 2020b). Le permite a la investigadora interpelar los territorios temáticos de los conocimientos-saberes, la imaginación creadora, la actitud transvisionaria, la irreverencia frente a lo conocido, los modos de examinar la realidad, la criticidad en el hermeneuta que es la autora, la libertad de pensamiento; entre otras conjunciones que ayudarán a comprender necesidad de pensar y llevar la praxis la complejidad en todo el planeta (RODRÍGUEZ, 2020b).

Pasamos por los momentos: analítico, empírico y propositivo (SANTOS, 2003), en el analítico conjuntamente con el empírico, que hemos comenzado desde el primer rizoma hasta el siguiente se consultan autores de alto nivel cogitativo, conjuntamente con resultados de la autora de la investigación; hasta que en los dos últimos momentos los propositivos nos despedimos de los autores y vamos a propuestas para dar sustentos o esencias para la el estudio del espíritu del valle en la decolonialidad planetaria; con una obra Moríniana esencial que es el método I: la naturaleza de la naturaleza (MORÍN, 1999).

Es de resaltar que el transmétodo aporta inéditamente dos categorías esenciales: la ecosofía y la diatopia; hemos clarificado la ecosofía como el arte de habitar en el planeta, conformada por tres ecologías: social, ambiental y espiritual; considerando la complejidad del ser humano: naturaleza-cuerpo-mente-alma-espíritu-Dios: La diatopia imprime la minimización del pensamiento abismal impuesto por Occidente, de este lado del planeta en el Sur desde la masacre iniciada con la invasión en 1492. Esa conjunción de los topoi acerca con la natura de su existencia: concreción-abstracción; mente-alama; mente-espíritu; Sur-Occidente; Norte-Sur; mujer-hombre; blancos-negros; subjetividad-objetividad; subjetividad-investigaciones; sentipensar-investigaciones; entre otros.

La diatopia va aponer en sintonía estos topoi que son dignos de diálogos, y que sus personas que contienen el diferenciado puedan representar un abrazo reconciliable de comunicabilidad, donde uno no existe sin el otro (RODRÍGUEZ, 2020b). De hecho, la hermenéutica comprensiva ecosófica y diatópica deviene en la decolonialidad planetaria - complejidad de la conjunción de la hermenéutica ecosófica y la hermenéutica diatópica (RODRÍGUEZ, 2020b). Perseguimos con los momentos analítico - empírico, con el rizoma siguiente.

Rizoma analítico - empírico

La crisis: cada vez más distante del espíritu del valle, pero cada vez más evidente la necesidad de alcanzarlo

Los rizomas se rupturan para dar paso a lo indecible, a lo execrado a lo amamantado por el ocultismo y desmitificado de la vida, así con Edgar Morín, las Sagradas Escrituras y Wade-Giles Lao Tzu, y otros decoloniales planetarios con sus concepciones decoloniales, complejas; damos inteligibilidad al entramado de la crisis que muestra la necesidad de re-civilizarnos cada día, en todo sentido, y recibir el espíritu del valle; que veremos al final que hablamos del Espíritu Santo que nos redime y muestra la complejidad, como al comienzo contada en el Génesis, somos uno en la Tierra como patria.

Con Edgar Morín en el Método I: la naturaleza de la naturaleza, en el inicio del texto el espíritu del valle lo sabemos: “estoy cada vez más convencido de que los conceptos de los que nos servimos para concebir nuestra sociedad -toda sociedad- están mutilados y desembocan en acciones inevitablemente mutilantes” (MORÍN, 1999, p.22). Y ese sería el nombre de la crisis de la humanidad: la inhumanidad distante del espíritu del valle que desembocan en acciones inevitablemente mutilantes; pero esencial darnos cuenta: que ya no está oculta.

La decolonialidad de la vida, de la naturaleza es manifestada en la crisis con gran aporte a la inhumanidad, “estoy cada vez más convencido de que la ciencia antropo-social necesita articularse a la ciencia de la naturaleza, y que esta articulación requiere una reorganización de la estructura misma del saber” (MORÍN, 1999, p.22); pues hemos vivido como afirma Wade-Giles Lao Tzu “desde el no-ser comprendemos su esencia; y desde el ser, sólo vemos su apariencia” (LAO TZU, 2021, p.2). Todo ello nos lleva a la colonialidad del ser que es la infravaloración de la vida humana en el sur-global (MUJICA; FAVELO, 2019); donde sin duda es notorio que “la colonialidad del ser introduce el reto de conectar los niveles genético, existencial e histórico, donde el ser muestra de forma más evidente su lado colonial y sus fracturas” (MALDONADO-TORRES, 2007, 130-131).

La colonialidad de las ciencias al servicio de la disyunción es explicita y evidente pues “topamos con la omnipotencia de un principio de disyunción: condena a las ciencias humanas a la inconsistencia extra-física y condena a las ciencias naturales a la inconsistencia de su realidad social” (MORÍN, 1999, p.24). Todo ello ha llevado a la inhumanidad en el conocer, con visiones acabas donde no se ha visto ni siquiera un archipiélago de certeza en el profundo mar de incertidumbre como afirma Edgar Morín en el conocimiento. “La civilización moderna se autocomprende como más desarrollada, superior (lo que significará sostener sin conciencia una posición ideológicamente eurocéntrica). 2) La superioridad obliga a desarrollar a los más primitivos, rudos, bárbaros, como exigencia moral” (DUSSEL, 2000, p.49). Pero aún esos primitivos, siempre en pleno siglo XXI son considerados barbaros; y nos dejamos apabullar por la supuesta omnipresencia que dista mucho de humanidad.

El investigador colonizado común, como medio para hacer trascender lo conveniente del proyecto colonial global. Lo sabes y muchas veces seguimos el aberrante camino de la perdición del trascender los errores de las ciencias, el investigador ve cómo “se le ofrece la posesión exclusiva de un fragmento (…) Y le vemos convertido en un verdadero investigador científico, que obra en función de esta idea motriz: el saber no es producido para ser articulado y pensado, sino para ser capitalizado y utilizado de manera anónima” (MORÍN, 1999, p.24). Es de especial cuidado el hacer decolonial, desobedecer a la metodología de investigación (ORTIZ; ARIAS, 2019). En esa meseta andamos, entramamos mesetas para conformar rizomas, no definitivos sino rupturados en la espera de las inclusiones.

La colonialidad de la concepción compleja del ser humano, de la tierra, la erradicación de las preguntas iniciales de la vida justificadas con un reduccionismo perplejo, pero realmente: “¿qué es el hombre, qué es el mundo?, la remite actualmente, la ciencia a la filosofía, siempre incompetente en su opinión por el etilismo especulativo, la remite a la religión, siempre ilusoria en su opinión por su mitomanía inveterada” (MORÍN, 1999, p.25). Pero remite las preguntas sobre el ser a la religión; pero sin embargo usa a Dios y su figura como objeto de opresión como desde 1492 cuando nos invadieron y masacraron. Por ello, es urgente el giro decolonial, para ir a reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global (CASTRO-GÓMEZ; GROSFOGUEL, 2007).

El ser humano encadenado a un objeto en la colonialidad de la vida, un dialogo negado en su misma complejidad, distamos mucho de un diálogo dialógico - dialectico Freiriano “el hombre enmudece: aquí queda una mano-de-herramienta, allá una lengua-que-habla, en otra parte un sexo que aplasta un poco de cerebro. (…) Como el hombre, el mundo está dislocado entre las ciencias, desmigajado entre las disciplinas, pulverizado en informaciones” (MORÍN, 1999, p.25). Y doy salidas como coloniales en profundo ardor en el planeta con sus investigaciones es imperativo: caminar un nuevo horizonte de sentido histórico: defensa de la vida tierra, (des)colonialidad del tiempo y del saber en las resistencias ancestrales de Nuestra América (ARCE, 2020).

Adolece el ser humano del espíritu del valle, no va al valle en la búsqueda del conocer; el Espíritu Santo le espera con su magnífica sabiduría, la de Dios el único manantial profundo “y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro - EZEQUIEL 3: 23” (BÍBLIA, 1960). En ese postrar, en búsqueda de la salvación de nuestra alma y espíritu debemos volver cada vez más y darnos cuenta de la profunda desolación que es vivir sin Dios, vivir sin sabiduría, siguiendo al mundo cada vez más errado del camino del amor.

El urgente des-ligaje de la ciencia moderna y el re-ligaje hacia los problemas de la vida, del planeta que ella misma provoco, “¿qué significa esta cuestión, sino que la ciencia debe perder su respeto hacia la ciencia y que la ciencia debe cuestionar a la ciencia? Otro problema más que, aparentemente, aumenta la enormidad de los problemas que nos constriñe a renunciar. Pero precisamente este problema es el que nos impide renunciar a nuestro problema. ¿Cómo, en efecto, ceder al decreto de una ciencia en donde acabamos de descubrir una gigantesca mancha ciega? ¿No habrá que pensar más bien que esta ciencia sufre de insuficiencia y de mutilación?” (MORÍN, 1999, p. 25)

En el capítulo XXII de del libro Tao Te Ching se afirma que “lo humillado será engrandecido. Lo inclinado será enderezado. Lo vacío será lleno. Lo envejecido será renovado. Lo sencillo y puro será alcanzado, pero lo complicado y extenso causará confusión. Por esto, el sabio abraza la unidad” (LAO TZU, 2021, p. 24); nótese esta profunda verdad, y no es casualidad que en las Sagradas Escrituras sé afirme que “porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido - MATEO 23:12” (BÍBLIA, 1960). ¡Qué ha pasado con el ser humano que se han envilecido en lo fatuo e indigno, en la destrucción de la humanidad: o cuan falta de amor!

Y nos preguntamos, hacia donde vamos: ¿conformidad en el ser humano o re-ligar, transdisciplinar, complejizar?, y decido montarme en hombros de gigantes para responder, no quiero perder ninguna de estas palabras:

¿Podemos quedar satisfechos al no concebir al individuo más que excluyendo la sociedad, a la sociedad excluyendo la especie, a lo humano excluyendo la vida, a la vida excluyendo la physis, y a la física excluyendo la vida? ¿Se puede aceptar que los progresos locales en precisión vayan acompañados de un halo de imprecisión sobre las formas globales y las articulaciones? ¿Se puede aceptar que la medida, la previsión, la manipulación hagan retroceder la inteligibilidad? ¿Se puede aceptar que las informaciones se transformen en ruido, que una lluvia de micro-elucidaciones se transforme en oscurecimiento generalizado? ¿Se puede aceptar que las cuestiones clave sean enviadas a las mazmorras? ¿Se puede aceptar que el conocimiento se funde en la exclusión del cognoscente, que el pensamiento se funde en la exclusión del pensante, que el sujeto sea excluido de la construcción del objeto? ¿Que la ciencia sea totalmente inconsciente de su inserción y de su determinación sociales? ¿Se puede considerar como normal y evidente que el conocimiento científico no tenga sujeto, y que su objeto esté dislocado entre las ciencias, desmigajado entre las disciplinas? ¿Se puede aceptar semejante noche sobre el conocimiento? ¿Podemos continuar arrojando estas cuestiones a la basura? (MORÍN, 1999, p. 27-28).

El proyecto decolonial debe des-ligarse y re-ligar en medio de la colonialidad global, la necesidad de una decolonialidad planetaria-complejidad como transmetodología, más allá del reduccionismo. No hay manera de llegar a estadios liberadores del pensamiento y con ello del accionar si seguimos en las garras coloniales de investigar, de reducir al sujeto y con ello a todo cuanto toca; de excluir al investigador: “[…] hoy nuestra necesidad histórica es encontrar un método que detecte y no oculte las uniones, articulaciones, solidaridades, implicaciones, imbricaciones, interdependencias y complejidades” (MORÍN, 1999, p. 29). Y sin duda que la complejidad de la vida no sea desvirtuada o se entrame como definitiva; es un manantial que nos incita a investigar cada día más.

El rescate del sujeto investigador en la decolonialidad planetaria-complejidad, “[…] el sujeto que desaparece de su discurso se instala de hecho en la torre de control. Fingiendo dejar sitio al sol copernicano, reconstituye un sistema de Ptolomeo cuyo centro es su espíritu” (MORÍN, 1999, p. 38). Alerta en la decolonialidad planetaria: por más que se incluyan los saberes excluidos por más que las cosmovisiones hagan presencia, por más que las diatopías hagan su papel conciliador, aun así: “[…] el único conocimiento que vale es aquel que se nutre de incertidumbre y que el único pensamiento que vive es aquel que se mantiene a la temperatura de su propia destrucción” (MORÍN, 1999, p. 38).

La decolonialidad debe mantener su apellido bien puesto que la hace cada vez más digna de la re-civilización: planetaria es, pues ello nos hará que ocurran provocaciones como en Edgar Morín: “[…] me he sentido conectado con el patrimonio planetario, animado por la religión que los une, el rechazo de lo que rechaza, una solidaridad infinita; lo que el Tao llama el espíritu del valle «recibe todas las aguas que se vierten en él»” (MORÍN, 1999, p. 39).

En el capítulo XXII de del libro Tao Te Ching se afirma que “antes aún que el cielo y la tierra Ya existía un ser inexpresable. Es un ser vacío y silencioso, libre, inmutable y solitario. Se encuentra en todas partes y es inagotable. Puede que sea la Madre del universo. No sé su nombre, pero lo llamo Tao” (LAO TZU, 2021, p. 27), “con Dios están la sabiduría y el poder; suyo son el consejo y el entendimiento - JOB 12:13” (BÍBLIA, 1960). Sin duda el autor reconoce la existencia de Dios que llamó Tao, y que es presencia en nosotros siempre; concluyo que el espíritu del Valle, el espíritu puro que esta donde se acepte a Jesucristo y que nos provee de sabiduría es el Espíritu Santo. Con ello declaro insuficiente la crisis narrada, y paso de los autores al redimir de mis palabras en el momento propositivo, lleno de esperanza y fe, de la hermenéutica comprensiva, ecosófica y diatópica, el transmétodo.

Rizoma propositivo

El espíritu del valle en la decolonialidad planetaria, la puerta ancha en la recivilización del conocer en la educación

Con la ecosofía y diatopia en búsqueda de la sabiduría siempre regresé al espíritu del valle, es el Espíritu Santo que me permea y me dice que debo continuar anidando en el amor de Dios, el amor por la humanidad, su amor. Ahora vuelvo a recordar a quienes nos leen que Dios acá ocupa el centro del ser humano; no para desmitificar como se hizo con las religiones opresivas que usan la figura de Dios para dominar. Dios es el espíritu del valle que nos libera, el espíritu que nos salva.

Los rizomas se han rupturado, y aun cuando no lo hemos mencionado la condición humana del ser se ha permeado de: naturaleza-cuerpo-mente-alma-espíritu-Dios, nos religamos hacia nuestra constitución compleja; no nos negamos que no nos conocemos, que no sabemos nada en el mar de incertidumbre por eso incitamos a que la decolonialidad planetaria debe buscar esencias más allá de la filosofía sobre el misticismo y que es el hombre, debe ir en búsqueda de la sabiduría para habitar en el planeta; debe unirse a la recivilización de la humanidad en el sur global como metáfora de los excluidos; comenzando por nuestras cosmovisiones desde luego.

Con Edgar Morín en el Método I: la naturaleza de la naturaleza, en el inicio del texto el espíritu del valle hemos aprendido de que la inhumanidad esta distante del espíritu del valle que desembocan en acciones inevitablemente mutilantes; pero esencial darnos cuenta: que ya no está oculta. Nos gusta cuando sabemos que la crisis no está oculta y que muchos clamamos e investigamos las formas de vivir más humana. Las diferentes colonialidades deben ser confrontadas con más fuerza, e investigar las diferentes formas en que han ido mutando en la colonialidad global; no todo está develado, no todo lo que hacemos es de forma incluyente, decolonial. Mucho cuidado con todo eso.

La decolonialidad de la vida, de la naturaleza es manifestada en la crisis con gran aporte a la inhumanidad, Wade-Giles Lao Tzu, Edgar Morín, Heráclito de Efusos, Raimon Panikkar todos ellos han advertido desde sus diferentes cosmovisiones planetarias la crisis; pero el ser humano en su vedado pensamiento ha preferido seguir a los científicos, investigadores coloniales de la historia; desde la misma filosofía presocrática se tomó partido y preferencia por promover los legados e ideas soslayantes y clasificadores del ser humano. Bajo esa premisa no se existe tal planetariedad a la que anhelamos. De la misma manera, que no se puede pensar en decolonialidad excluyendo regiones o personas,

La colonialidad de las ciencias al servicio de la disyunción es explicita y evidente pues pese a los grandes avances cada día consideran menos: bien común, humanidad, amor, fe, buen vivir; cada día se execra más a los excluidos. Y es que quien dirige los resultados e impone la forma de conocer son los que dirigen la aldea global y el desenlace tan fuerte que vamos teniendo. Es eminente el atojo del ser humano por oprimir. Los paños de agua caliente en medio de la gran fiebre de la inhumanidad siguen subiendo la temperatura en la tierra, que responde y que muere.

Hacer decolonial, desobedecer a la metodología de investigación como el título de la obra que mencionamos, ir más allá de metodologías encasilladas en el repetir, todo ello es de interés cada vez más de los decoloniales planetarios que buscan ese espíritu del valle para conocer; que buscan en lo ocultado la sabiduría para salvaguardar el planeta. En ese misterio esta la puerta de la vida, en otro caminar desde el amor por el otro, desde el respeto a la diversidad esta la intuición cosmoteándrica a donde debemos caminar, si sabemos que el camino se hace al andar.

Sin duda, la filosofía tradicional como las ciencias, se olvidaron de la búsqueda de la esencia del ser humano, ¿qué es? ¿Cuál es su papel en la tierra? Pues disfrutarla, cultivarse, salvaguardarla y buscar cuál es su función, su devenir; si es buscar está dentro de nosotros mismos es porque en nosotros esta ese soplo de vida que Dios nos ha dado, si el espíritu del valle: su Espíritu Santo. Reconocer que dentro de nosotros yace el amor, esperando ser puesto en práctica con la compasión como manifestación de eternidad. Si busquemos, seamos humildes.

El ser humano encadenado a un objeto en la colonialidad de la vida, un dialogo negado en su misma complejidad, si es justo saber que dentro de nosotros mismos en nuestro cuerpo nos incomunicamos; lo que afecta una parte afecta el todo; si estamos alegres nuestro cuerpo rebota de alegría, si estamos triste nuestro cuerpo grita y puede enfermar. Desde nosotros mismos negamos un dialogo fructífero, ¿imagine que queda del diálogo dialógico - dialectico con nuestro semejante? Para ello, debemos reconocer nuestra capacidad de estremecernos ante la realidad del otro, de ponernos sus calzados y caminar con ellos un instante y comprendernos en nuestra relacionalidad.

Adolece el ser humano del espíritu del valle, si, ya lo dijimos; pero importante es reconocer que tiene como en el Libro de Ezequiel al Río Quebar, donde buscar la sabiduría; y ese adolecer no es falta de él; no, es desconexión, pues nuestras propias inhumanidades nos han desconectados; volvamos una vez más a buscar ese manantial de amor, esa sabiduría de Dios que está allí para empoderarnos de nuestras mejores virtudes y dones. Mostremos que somos capaces, si podemos.

Si tomemos consciencia y concientización que es urgente des-ligaje de la ciencia moderna y el re-ligaje hacia los problemas de la vida, del planeta que ella misma provoco, nos incita a un cambio radical en la docencia, en la educación, volvamos al legado Freiriano, vamos una vez más a complejizar nuestra dura realidad, a empoderar a nuestros discentes para que busquen su liberación; para que la fabriquen con su centro cultural incontaminado de alto valores cogitativos. Descubramos en ellos el poder hacer, lejos del motivo soslayador y dominador de la educación, liberemos, empoderemos.

En el libro Tao Te Ching su autor nos convida desde años antes de Jesucristo a buscar el manantial dentro de nosotros; y le entregamos el poder al sistema político del momento, quietemos esa mirada; busquemos el espíritu de valle, vamos con fuerza como Ezequiel al río Quebar; y desde nuestras trincheras mostremos que estamos hecho. Cuando nos preguntamos hace poco en la construcción: ¿conformidad en el ser humano o re-ligar, transdisciplinar, complejizar?, desde luego, des-ligar, para re-ligando podamos complejizar; rompamos las fronteras de las disciplinas que hemos impuestos como verdades acabadas y comprendamos que en la unión conseguimos más fuerza, más poder de conocer; jamás definitivas y que ello es posible consiguiendo diatopías, en vez de aceptar topoi; la transdisciplinariedad y la complejidad entonces para su ejercicio necesita de la concepción decolonial planetaria.

El rescate del sujeto investigador en la decolonialidad planetaria-complejidad, es de primerísima necesidad, la tal objetividad nunca existió, fue una anulación de la vida, del ser en general. Debemos tomar conciencia y subvertir el orden caducado y fracasado de las investigaciones; que han impedido que los legados de los liberadores grandes pedagogos no permeen la psique y el sentir del docente hoy, que sean disfrazados como visitas al panteón un domingo para asegurarse que la liberación está bien muerta. Esta realidad hay que desmitificarla en las investigaciones; estamos en ello.

La decolonialidad debe mantener su apellido bien puesto que la hace cada vez más digna de la re-civilización: planetaria, buscando en el espíritu del valle, volviendo cada vez más al ser humano, el amor por la humanidad; humildad ante el ser que espera por ser allí motivado, por el estudiante que buscan en el docente consuelo, démosle develación de sus dones; por el enfermo que busca sanidad en el médico, mostremos medicina preventiva, enseñémosle a comer, a cuidad su cuerpo. Podemos ir con Dios al amor y ejercicio de fe por su creación.

En el libro Tao Te Ching es digno de ser leído, de ser aprendió, es justo volver a las Sagradas Escrituras: la Biblia que Dios nos legó: el sabio gobierna de modo que vacía el corazón; el espíritu del valle no muere; la suprema bondad es como el agua circula; quien se enorgullece de sus riquezas atrae su propia desgracia; los tesoros corrompen al hombre; vivir es llegar y morir es volver.

Conclusión

Rizoma propositivo conclusivo

O la alcanzamos o perecemos: la sabiduría

Bajo la línea de investigación: decolonialidad planetaria-complejidad en re-ligaje, hemos fundamentado el espíritu del valle en la decolonialidad planetaria como la puerta ancha en la recivilización del conocer. En el libro Tao Te Ching y es bueno concluirlo: “el espíritu del valle no muere; se le llama la Madre mística. La puerta de la Madre mística es la fuente de toda realidad. Esta manifestación dura eternamente, parece tener una existencia ininterrumpida. Seguid este río de vida y no tendréis ninguna necesidad de inquietaros” (LAO TZU, 2021, p.7).

Sin duda, es Dios el que cautiva, desencadena; es la puerta que le conduce a la fuente de todo escenario y la liberación eterna del espacio-tiempo. Debemos re-ligarnos en búsqueda de la sabiduría de la inclusión de la decolonialidad planetaria; si ella apodíctica de la complejidad. Debemos esforzarnos siempre por obtener lo dado en esa soplo de vida, contada en Génesis, le barro se hace hombre con el Espíritu de Dios y con Él volvernos a nosotros mismos y conseguir ese manantial ecosófico de amor que nos dignifica y nos hace más humanos

Para despedirme en una necesidad volver cada vez más al Espíritu Santo, si al llamado en la antigua sabiduría el espíritu del valle, el libro Tao Te Ching, en su capítulo LXIII.

Actuar y no actuar, realizar y no realizar, sabroso e insípido, grande y pequeño, mucho y poco, en todo rige la virtud. Acomete la dificultad por su lado más fácil. Ejecuta lo grande comenzando por lo más pequeño. Las cosas más difíciles se hacen siempre abordándolas en lo que es más fácil, y las cosas grandes en lo que es más pequeño. El sabio no emprende grandes cosas, y en ello está su propia grandeza. El que promete a la ligera merece poco crédito. El que todo lo encuentra fácil difícil le será todo. Por esto, el sabio en todo considera la dificultad, y en nada le halla (LAO TZU, 2021, p. 68).

En el Espíritu Santo siempre consigo saber con esplendidez: “porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios - PROVERBIOS 2:6” (BÍBLA, 1960), des-ligar y re-ligar a las mesetas correctas es una obligatoriedad: “así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos - EFESIOS 5:15-16” (BÍBLA, 1960). “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie- SANTIAGO 1:5” (BÍBLA, 1960).

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SOBRE LA AUTORA

2RODRIGUEZ, Milagros Elena. El espíritu del valle en la decolonialidad planetaria: puerta ancha en la recivilización del conocer en la educación. Revista Práxis Educacional, Vitória da Conquista, v. 18, n. 49, 2022. DOI: https://doi.org/10.22481/praxisedu.v18i49.11270

Recibido: 25 de Agosto de 2022; Aprobado: 16 de Diciembre de 2022

Milagros Elena Rodriguez. Matemática. Doctora en Patrimonio Cultural. Doctora en Innovaciones Educativas. Docente Investigadora Titular de la Universidad de Oriente, Venezuela. http://lattes.cnpq.br/7127834972033651

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