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Revista Exitus

versión On-line ISSN 2237-9460

Rev. Exitus vol.11  Santarém  2021  Epub 10-Mayo-2022

https://doi.org/10.24065/2237-9460.2021v11n1id1563 

Artigos

RESILIENCIA CULTURAL Y EDUCACIÓN PROFESORAL VERSUS POSMODERNIDAD-POSVERDAD

RESILIÊNCIA CULTURAL E EDUCAÇÃO ESCOLAR VERSUS PÓS-MODERNIDADEPÓS-VERDADE

CULTURAL RESILIENCE AND PROFESSORAL EDUCATION VERSUS POSTMODERNITY-POST-TRUTH

Juan Carlos Rodríguez Cruz1 
http://orcid.org/0000-0002-8785-7255

Luiz Bezerra Neto2 
http://orcid.org/0000-0002-6388-3467

Yanely Rodríguez Parra3 
http://orcid.org/0000-0003-2087-9588

1Doutor em Ciencias Pedagogicas pela Universidad Holguin "Oscar Lucero Moya", Cuba (2008). Licenciado em Educação (2002). Professor Titular da Universidade de Holguin. Tem ampla experiencia na direçao de teses de mestrado e doutorado. Experticias em Pedagogia, Antropologia, Desenho Curricular, Historia da Pedagogia, Filosofia da Educação, Epistemologia da Educação, Metodologia da Investigação Social e do Ensino da Historia, bem como direção de atividades de pesquisa e praticas dos estudantes.

2Graduado em Filosofia pela Pontifícia Universidade Católica de Campinas, especialista em Economia do Trabalho e Sindicalismo com mestrado e doutorado em Educação pela Universidade Estadual de Campinas, pós doutorado pela Universidade Federal da Bahia - UFBA. Professor associado da Universidade Federal de São Carlos, atuando na graduação e na pós-graduação. É coordenador do Grupo de Estudos e Pesquisas sobre Educação no Campo-GEPEC. Bolsista produtividade CNPq.

3Doutora em ciências médicas. Profesora de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín.


RESUMEN

El trabajo aborda la relación de las categorías resiliencia cultural, educación, posmodernidad y posverdad, donde la categoría educación se trabaja en estrecha relación con la resiliencia para enfrentar los desafíos de un mundo cambiante y diverso; en la que la posverdad es parte intrínseca de la posmodernidad, la cual genera contenidos engañosos y donde la educación profesoral resiliente tiene el encargo de educar en la objetividad científica. Se parte de un texto platónico, el Mito de la Caverna, por ser uno de los primeros textos antiguos que expresa la dialéctica objetiva del conocimiento que transita desde lo oculto a lo desoculto, desde la sombra a la luz, con el objetivo de ir desenvolviendo el contenido del pensamiento en el devenir de la educación y la cultura. Se realiza un análisis de algunos antecedentes teóricos de carácter idealista subjetivo que han servido de base o sustento a corrientes actuales de pensamiento como los llamados fake news. Por último se ocupa de la resiliencia cultural y de la educación científico- práctica de los docentes como un proceso de resistencia y adaptación a las embestidas de la posverdad en una época de cambios y de incertidumbres, que ha originado la posmodernidad.

Palabras clave: Resiliencia; Educación; Posmodernidad

RESUMO

O trabalho aborda a relação das categorias resiliência cultural, educação, pósmodernidade e pós-verdade, onde a categoria educação trabalha em estreita colaboração com a resiliência para enfrentar os desafios de um mundo diversificado e em mudança; em que a pós-verdade é uma parte intrínseca da pósmodernidade, que gera conteúdos enganosos e onde a formação de professores resilientes é encarregada de educar para a objetividade científica. Parte de um texto platônico, o Mito da Caverna, por ser um dos primeiros textos antigos que expressa a dialética objetiva do conhecimento que transita do oculto ao não oculto, da sombra à luz, com o objetivo de se desdobrar o conteúdo do pensamento no futuro da educação e da cultura. É feita uma análise de alguns fundamentos teóricos de cunho subjetivo idealista que tem servido de base ou suporte para correntes de pensamento atuais como as chamadas notícias falsas. Por fim, trata da resiliência cultural e da formação científico-prática de professores como um processo de resistência e adaptação ao ataque da pós-verdade em um tempo de mudança e incerteza, que deu origem à pós-modernidade.

Palavras-chave: Resiliencia; Educação; Pós-modernidade

ABSTRACT

This paper addresses the relationship between the categories of cultural resilience, education, postmodernity and post-truth, which the education category works closely with resilience to face the challenges of a changing and diverse world; in which post-truth is an intrinsic part of post-modernity, which generates misleading content and where resilient teacher education is charged with educating in scientific objectivity. It starts from a Platonic text, the Myth of the Cave, as it is one of the first ancient texts that expresses the objective dialectic of knowledge that transits from the hidden to the unseen, from the shadow to the light, with the aim of unfolding the content of thought in the future of education and culture. An analysis is made from a theoretical background of a subjective idealistic nature that have served as the basis or support for current thinking such as fake news. Finally, it deals with cultural resilience and the scientific-practical education of teachers as a process of resistance and adaptation to the onslaught of post-truth in a time of change and uncertainty, which has originated post-modernity.

Keywords: Resilience; Education; Postmodernity

RESILIENCIA CULTURAL Y EDUCACIÓN PROFESORAL VERSUS POSMODERNIDAD-POSVERDAD

Marx, en la tercera tesis sobre Feuerbach explicita con claridad “que el propio educador necesita ser educado.” (MARX, 1955, p.427). El profesor o educador en su proceso de formación pedagógica, no solo aprehende las herramientas didácticas que le permiten su desempeño profesional, sino que debe pertrecharse de contenidos multidisciplinarios e interdisciplinarios que le permitan una cultura general y de ahí, con esos conocimientos culturales, poder transformar la realidad socio-educativa. Una vez graduado debe continuar con su proceso de formación, una formación continua, ascendente, investigativa y de valoración donde se transforme a sí mismo y pueda transformar a sus educandos.

Esa transformación se da en un proceso de reciprocidad educador-educando donde el educador educando se educa. Para ello el conocimiento filosófico, tanto idealista como materialista, es de vital importancia para él, cuya asunción o postura del profesor frente a estas dos tendencias le sitúa en un escenario favorable o desfavorable con respecto a la ciencia. Por tanto debe saber discriminar entre los conocimientos idealistas objetivos y materialistas dialécticos de mucha valía que deben ser aprovechados y otros del idealismo subjetivo y del materialismo contemplativo, no transformador, que deben ser desechados por sus pocas aportaciones.

Estos discernimientos de contenidos, una vez aprehendidos, deben estar en función de la práctica con sus estudiantes. De ahí que, a partir de esta práctica según Porlán (1993), un profesional

[…] deja de ser un mediador pasivo entre teoría-práctica, para convertirse en un mediador activo que desde la práctica reconstruye críticamente su propia teoría, y participa, así, en el desarrollo significativo del conocimiento y la práctica profesional.” Porlán (1993, apud VERGARA, 2016, P.76).

Al convertirse el profesor en un agente activo del conocimiento se convierte, no solo en un educador-transformador de sus estudiantes, sino en un educador-transformador de sí mismo, capaz de haber producido su propia teoría a implementar; de esta forma el educador es capaz de aprender a aprender. Al transformarse a sí mismo crea herramientas de tipo psico-filosóficas que le permiten una resiliencia cultural, es decir una adaptación a los cambios continuos de la sociedad. Al saber aprender a aprender, aprende a decir y saber hacer; de esta forma el profesor se crea una cultura de saber relacionar e interrelacionar los conocimientos. Al sustentar, dicha cultura de relación, en una ideología fundamentada en principios políticos, éticos, estéticos e históricos le permitirá transformar de forma gradual su ámbito social.

El ámbito social educativo puede ser transformado por el profesor a partir de su propio perfeccionamiento donde juegan un papel fundamental dos categorías: la resiliencia cultural y la educación; ambas estrechamente relacionadas constituyen una dualidad.

La resiliencia y la educación como dualidad han sido trabajadas por variada autoría entre los que se encuentran Ginzo (1999); Muños y Sotelo (2005) y De Maya (2019). Todos los investigadores mencionados relacionan en diferentes áreas del conocimiento educativo ambos conceptos. Pero es Prado (2017) el que se acerca más al tema objeto de estudio que desarrollan estos investigadores que suscriben. Este autor considera que

[…] La resiliencia y la educación están concebidas como un resorte moral […] y se constituyen ambas en un soporte que puede reforzar la cualidad del profesor […] está representada por procesos que poseen las mismas características del pensamiento y del hombre de nuestra época: multidimensional, abierto siempre a una transformación cada vez más compleja que le exige cumplir con su tarea existencial. (PRADO, 2017, P.151.)

El profesor para cumplir con su tarea o encargo social, tarea de hecho cada vez más compleja en un mundo posmoderno, tiene que enfrentarse a disímiles y profundas situaciones de carácter social, político y tecnológico. Por tanto la capacitación del docente exige cada vez más de conocimientos de diferentes materias incluyendo el de las herramientas de la información y las comunicaciones. Este quehacer profesoral, como señala Ávila (2010) es

[…] una de las principales dificultades a las que se enfrentan los educadores actuales que pertenecen a generaciones que tuvieron que soportar la irrupción de las nuevas tecnologías de la información, la comunicación y su impacto en la vida cotidiana. (ÁVILA et al; 2010, p.59).

Las tecnologías constituyen herramientas, que instrumentadas en el plano educativo-formativo son generadoras de desarrollo; pero el profesor antes de hacer uso de ellas debe haberse creado una cultural que abrace conocimientos históricos, psicológicos, antropológicos, filosóficos y esencialmente de filosofía de la educación para enfrentar los embates que acarrean hoy los influjos posmodernos de la posverdad en el campo educativo y tecnológico. De esta forma el docente o profesor está en condiciones de enfrentar los cambios culturales y, por tanto, ser resiliente ante un mundo atiborrado por la información.

Para que el profesor pueda crearse una capacidad resiliente a los cambios culturales debe ser un permanente investigador que sustente sus conocimientos sobre una educación científica. Esto quiere decir una educación sustentada en la verdad, en los últimos adelantos de la ciencia.

Por tanto, el objetivo o fin que persigue este trabajo es demostrar cómo la resiliencia cultural y la educación profesoral pueden contrarrestar la influencia posmoderna y con ella la posverdad, en un mundo en que la educación en todos los niveles se torna cada vez más cambiante y diversa por los impactos de las nuevas tecnologías. Para cumplir con este objetivo se emplean métodos de análisis como la crítica de fuentes que toma como procedimientos los métodos del pensamiento lógico: análisis y síntesis, inducción y deducción e histórico lógico.

Para seguir el camino del conocimiento, en el contexto de este artículo, y demostrar lo antes planteado se toma como punto de partida un texto de la obra El Mito de la Caverna de Platón, por ser uno de los primeros textos de filosofía de la educación antigua, que permite apreciar cómo el conocimento transita desde lo oculto a la luz o a la verdad y cómo con la verdad poder enfrentar de forma educativa las embestidas actuales de la seudo verdad o posverdad.

La verdad, y la educación inculcada en ésta, siempre fue objetivo de los primeros pensadores. Por eso desde los filósofos antiguos hasta los cientistas modernos, la verdad ha sido esencia de búsqueda y de encuentro. Los pensadores de diferentes épocas, a lo largo de la historia, han creado métodos de investigación para sus análisis, marcados por las dos tendencias de pensamiento que se han debatido, desde entonces, en el discurso filosófico: la materialista y la idealista.

En esa búsqueda de encuentro, Platón, filósofo del período clásico de la antigüedad, en su obra El Mito de la Caverna intenta acercarse a la verdad haciendo coincidir lo real o verdad con la cosa, a través de un proceso de intelección o “como lo llamó durante mucho tiempo el pensar occidental adæquatio intelectus et rei”. (HEIDEGGER, 2007, p.284).

En esta relación científico-educativa y de ruptura con la ignorancia a partir de las ideas, brinda una forma filosófico-educativa de acercarse a la verdad o de llegar al conocimiento verdadero, como búsqueda de la idea del bien; para tal fin emplea términos de análisis como caverna, sombra y luz; pero también sugiere de una forma más sutil para un examen, lo oculto y lo desoculto.

Platón hace hincapié en la sombra y la luz como par dialéctico, que se oponen y presuponen, como medio para llegar a la verdad, a través del movimiento dialéctico; y, a la vez, permite a estos investigadores, valorar este dúo dialéctico desde la perspectiva de su esencia por su notoria proyección educativa. Este contraste se aprecia cuando señala:

[…] Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;… los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor (PLATÓN, 2015, p.3).

Este referente alegórico, aunque procede de un idealista antiguo, su idealismo es objetivo, educativo, dialéctico y transformador. Esto permite ir desentrañando la argumentación presentada e ir desmitificando el idealismo subjetivo de hoy, sus causas, oposiciones y consecuencias educativas que sumergen a la actualidad contemporánea en el caos y la ignorancia y esto, solo puede lograrse, a través de los análisis de contenido y de una correcta educación a profesores en formación y a profesores en ejercicio como agentes encargados de llevar los nuevos conocimientos a sus estudiantes, como una vía actual de transformación.

Para lograr esos nuevos conocimientos, en esta actualidad cultural en la que se debaten diferentes concepciones y tendencias de pensamiento dentro de la llamada posmodernidad, se tienen presente las siguientes ideas a desarrollar:

  • Lo posmoderno, como concepto plural interactuante, que crea rasgos e ideas y permite que toda expresión material o espiritual esté sometida a la prueba de la crítica y cualquier voz no autorizada asevere si la relación del pensamiento con la cosa es verdad o mentira;

  • Lo posmoderno donde prevalece mi verdad, que es la verdad en la que creo, y fuera de ella no hay más verdad;

  • La posverdad, dentro de lo posmoderno, que está más allá o después de lo que hasta hoy se ha considerado verdad y, por tanto, se le considere una mentira, porque más allá de la verdad no hay verdad; y, por último, en forma de pregunta;

  • ¿Existe una resiliencia y una educación, ante estos embates, que pugne contra esos argumentos usando como herramienta la cultura?

Para el logro de este fin es ineludible valorar algunos antecedentes dentro de la filosofía idealista. Esto permite comprender uno de los procesos de pensamiento más profundos que se han extendido hasta el presente y que impactan hoy en el acontecer educativo.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS FILOSÓFICOS DE CARÁCTER IDEALISTA SUBJETIVO QUE HAN PERMEADO LA EDUCACIÓN Y SE REFLEJAN EN EL ACONTECER EDUCATIVO DEL PRESENTE SOBRE LA VERDAD Y LA MENTIRA. IMPACTO Y VALORACIÓN

Las múltiples reflexiones sobre la verdad, desde la Filosofía Antigua hasta el presente filosófico, la han conceptualizado, definido y comparado con la idea de Dios, con lo divino, es decir, con contenido idealista; exceptuando el quehacer del materialismo dialéctico e histórico, el cual considera a la verdad un resultado de la relación del sujeto con el objeto mediado por la actividad o práctica social y, por tanto, la educación debe darse sobre la base de esta relación.

Al hacer un análisis y valoración de las principales ideas de este trabajo en torno a la forma en que deben educarse los profesores para ser resilientes antes los bombardeos informativos de la llamada posmodernidad, es preciso hacer hincapié en algunos postulados del arsenal teórico idealista que han antecedido al siglo XXI; el siglo de las grandes y aceleradas comunicaciones que, en muchos casos, sustentados en esas premisas tergiversan la verdad, cuyos contenidos sumen a profesores y estudiantes en el obscurantismo. De ahí la importancia de la crítica a esta concepción posmoderna como expresión del idealismo subjetivo.

Muy apreciable para el análisis de estos antecedentes idealistas son los criterios de Max Stirner (1976), el cual sentenciaba en su libro El único y su propiedad: “…lo divino mira a Dios, lo humano mira al hombre. Mi causa no es divina ni humana, no es ni lo verdadero, ni lo bueno, ni lo justo, ni lo libre, es lo mío; no es general, sino única, como yo soy único. Nada está, para mí, por encima de mí”. (MAX STIRNER, 1976, p.11).

Ante esta arremetida stirnirista, ¿dónde está el contenido de su Yo cuando su causa no es ni divina ni humana? Y, ¿qué valores se concentran en él, si para su época, la idea de Dios, era la idea suprema de verdad y lo justo y lo verdadero eran ya desde antaño, de acuerdo al Derecho Natural, valores considerados eternos y donde la esencia de la educación que se impartía tenía como verdad a Dios? ¿Acaso se consideraba un demiurgo o un no producto de las relaciones sociales? ¿O es que desde el siglo XIX se inicia la deconstrucción del macizo cultural que heredó, desarrolló y educó la civilización occidental?

El único y su propiedad es una fuente de inspiración para posteriores análisis filosófico-educativos de carácter idealistas. Un caso: la filosofía Nietzscheana. Si para Stirner (1976) su causa no era divina ni humana y consideraba que “Dios es un ególatra” (STIRNER, 1976, p.13), para Nietzsche (1979) en el Crepúsculo de los Ídolos la causa es de todos “…es el ocaso de los grandes valores eternos que han dominado una civilización y un modo de vida, un ocaso que tal vez preceda a una nueva aurora llena de promesas, a una transvaloración de todos los valores”. (NIETZSCHE, 1979, p.8). En Stirner nada existe por encima de él, porque esa es su verdad. En Nietzsche una transvaloración que va más allá del hombre como tal. Un hombre más allá del hombre o mejor un poshombre y que él denominó superhombre, porque ya en ese ocaso de los grandes valores Zaratustra había considerado que “Dios ha muerto”. (NIETZSCHE, 2021, p.5).

En Así habló Zaratustra refiere:

Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo? Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de sí mismos: ¿y queréis ser vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal más bien que superar al hombre? ¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa. (NIETZSCHE, 2021, p.5).

¿Qué es para este filósofo el superhombre? ¿Algo que está más allá del hombre, como tal? Si algo supera al hombre, entonces ya no es un hombre, porque ha dejado de serlo, a partir del momento en que el pensamiento de Nietzsche con envoltura difusa de la realidad, es decir, idealista, lo expresa a través del prefijo súper. Este superhombre que se expresa en la figura de Zaratustra “ha sido entendida como tipo idealista de una especie superior de hombre, mitad santo, mitad genio.” (NIETZSCHE, 2021, p.5). Si Nietzsche considera que el mono para el hombre es una vergüenza dolorosa y que el hombre lo sea para el superhombre, dejando de ser lo que es: ¡hombre!, entonces ya no hay más hombre, si se entiende la doble naturaleza del hombre: la biológica y la social y dentro de lo social lo cultural y educativo. Y si no hay más hombre después de esta doble naturaleza que defienden los marxistas, ¿cuál es la idea final del hombre?

¡La idea exaltada del superhombre!, según Nietzsche. Pero este avance del hombre al superhombre no es un avance desde la sombra hasta la luz en el conocimiento científico, como Sócrates, con su filosofía, educa a Glaucón; ni desde el hombre en estado real, objetivo, hasta un estado de crecimiento material y espiritual con sus crecientes necesidades, como enseñan los clásicos del materialismo dialéctico, es decir, el hombre en pleno desarrollo; sino un retorno desde la luz hasta la sombra, la degradación del hombre junto a su conjunto de valores, pero al ser degradado, pasa a un estado en que la cosa como real ya no sería el mono ni un hombre-mono, pero tampoco algo que esté por encima del hombre, es decir hombre más que hombre y que, a la vez la cosa fuera verdadera; porque el hombre existe solo como hombre porque vive una vida socio-educativa y práctica.

Por tanto no hay coincidencia verdadera entre lo subjetivo y la cosa, porque en este caso, lo único real es el hombre. La idea del superhombre como cosa está definida, pero de una forma idealista y al no tener una materialización práctica que compruebe su veracidad, entonces no es verdad. ¡La idea del superhombre es una mentira!

Sin embargo, volviendo a la idea de Nietzsche cuando señala yo enseño el superhombre, esta idea está relacionada de una forma u otra con la educación que él enseña o quiere que se enseñe, una educación de servidumbre, una educación en que el superhombre sirva, ejecute y no piense; no se forme socialmente, solo salte. Por eso en su obra Sobre el futuro de nuestras instituciones educativas,Nietzsche (2011), señala que “… una enseñanza de verdad debería reprimir con todos sus esfuerzos las ridículas pretensiones de una autonomía de juicio y habituar al joven a una obediencia estricta bajo el cetro del genio.” (NIETZSCHE, 2011, p.504).

Aquí es cuando fracasa la concepción idealista educativa del superhombre, cuando aspira, no al progreso del hombre en proceso de producción y reproducción de su vida material, que crea a la vez, sus propios valores; sino a un ascenso, a un salto con valores transmutados que lo alejan de su esencia, sin tomar en cuenta la práctica, como afirman los marxistas, porque “a base de la práctica, el fin subjetivo del hombre coincide con el mudo objetivo”. (KOPNIN, 1983, p.172). Es decir, la práctica permite a los hombres hacer coincidir el intelecto con la cosa, y en esa búsqueda de encuentro llegar a la verdad, a través de un proceso de educación, como se enseña en el Mito de la Caverna, porque la verdad debe ser “reflejo fiel, acertado, de la realidad en el pensamiento, reflejo comprobado.” (ROSENTAL, 1981, p.479).

¿Acaso este idealismo reaccionario y burgués del superhombre, que es más que hombre, o está más allá o después del hombre, según las diferentes interpretaciones, ha dejado de ser hombre para convertirse en un hombre mentira? ¿Acaso este superhombre u hombre-mentira, transvalorado y a la vez transfigurada su realidad, puede haber penetrado en la ideología y la educación actual contemporánea con la llamada posverdad o superverdad o más allá de la verdad; resultado de la desolidificación o liquidez de los tiempos modernos y el impulso de las corrientes filosóficas burguesas del siglo XX?

Ya en el siglo XIX se había escuchado la famosa expresión de Marx y Engels derretir lo sólido; y, según Bauman (2004), se refería al tratamiento con que el confiado y exuberante espíritu moderno aludía a una sociedad que encontraba demasiado estancada para su gusto y demasiado resistente a los cambios ambicionados, ya que todas sus pautas estaban congeladas.

El espíritu investigador de Bauman (2006) va más allá de la frase derretir lo sólido y en su libro, Modernidad Líquida, señala que “la fluidez o la liquidez son metáforas adecuadas para aprehender la naturaleza de la fase actual en muchos sentidos nueva de la historia de la modernidad.” (BAUMAN, 2006 p.5). Esa modernidad líquida, en que lo sólido comienza a disiparse y a suscitar lo fluido, es a lo que a algunos autores como Lyotard (1987); Harvey (1998) y Lipovetsky (1986) les permitió acuñar el término posmodernidad, aunque Baudelaire en el siglo XIX lo había aplicado a la cultura. Es, entonces, cuando:

[…] la posmodernidad representa el momento histórico concreto en el que todas las trabas institucionales que obstaculizaban la emancipación individual se resquebrajan y desaparecen, dando lugar a la manifestación de deseos personales, la realización individual, la autoestima. (LIPOVETSKY, 2006, p.23).

En ese resquebrajamiento cultural de las instituciones y la proclamación no solo de la emancipación individual que ha acarreado el individualismo y el narcisismo, ha creado al unísono un “desencanto y monotonía de lo nuevo, cansancio de una sociedad que consiguió neutralizar en la apatía aquello en que se funda: el cambio.” (LIPOVETSKY, 2006, p.9). En época temprana de la antigüedad Heráclito (2007) sentenciaba “lo único constante es el cambio”, (HERÁCLITO, 2007, p.7) pero el cambio puede estar precedido por acontecimientos negativos o positivos. El siglo XX pugnó en un debate entre las corrientes idealistas y el marxismo, éste como metarrelato sufrió un áspero porrazo por los acontecimientos internacionales que, luego lo intentaron desacreditar.

Esta desacreditación, a finales de la centuria pasada, fue resultante de todo un acontecer político cultural que impregnó a la sociedad mundial; no solo por la supremacía capitalista, sino por las concepciones epocales de corte cultural que transgredieron principios, cánones y valores que se habían jerarquizado y se tenían por paradigmas a seguir.

Al quebrantarse estos paradigmas que con celo había creado y modelado la modernidad durante siglos, entra en crisis lo viejo establecido y entra en crisis también la cultura, al no encontrar la magia con la que había soñado; ni la brújula que ella misma creó, a través de la educación que impuso a los diferentes estratos sociales y que luego ayudó a desmagnetizar.

Este periodo de crisis está constituido, a juicio de estos autores, por una tríada mediacional, que constituye la esencia de la posmodernidad. Esta triada se expresa: entre lo moderno que muere; lo posmoderno nuevo que subsiste y no está más allá de lo moderno porque es moderno; y el futuro incierto por venir, pues aún no ha creado su propia luz. Entonces, la posmodernidad es considerada por estos investigadores, como

[…] crisis renacentista de la modernidad […] crisis o tribulación que en su más avanzado desarrollo se desvanece y nace de ella un eslabón que concatena el pasado con lo nuevo que está por definir. Es la incertidumbre de un mañana que no tiene un molde al que se logre precisar todavía. (RODRÍGUEZ; BEZERRA, 2019, p.508).

Sería descabellada la idea precisar la fecha de ese molde para este siglo, porque el siglo XXI afincado en esos acontecimientos arranca con un desarrollo acelerado de las tecnologías y las comunicaciones y sin una saeta que le indique un rumbo cierto; en una época de cambios acelerados donde, cada vez más, lo sólido se desvanece pasando a un estado de licuefacción y de información líquida donde;

[…] la falta de horizontes es causa de un sentimiento de deriva, pues faltan las referencias necesarias para apoyar las decisiones y, al carecerse de certezas, todo es posible. Ese cuestionamiento del modelo vigente es el que sirve de base o fundamento a la idea de la posverdad (AZNAR, 2021, p.52).

La posverdad, como algo que está más allá de la verdad y, por tanto, si está más allá de la verdad, no es verdad, es parte intrínseca de la posmodernidad, porque ésta la originó y la desarrolla y, a su vez, está estrechamente relacionada con la información líquida o los fake news que penetran de forma sutil en la educación, fundamentalmente, en la educación de los más jóvenes, sin soslayar a docentes o profesores. Un contenido desacertado y no formal que es consumido por millones de personas. Estos fake news son

[…] aquella información no sustentada o confirmada, que tiene bases más parecidas al rumor, en contraparte a la información sólida que se podría entender como la información documentada, razonada y enriquecida con puntos de vista igualmente sustentados en datos que comprueben su veracidad.” (RAMOS, 2018, p.293).

Petar Jandrić (2018) señala que es “una compleja mezcla de datos, información, conocimiento y sabiduría; verdad y engaño; hecho y emoción; razón e instinto, que ha establecido relaciones cada vez más complejas en la era digital.” Petar Jandrić (2018 apud ÁLVAREZ RUFS, 2018, p.54).

La era digital transgrede la esencia de la verdad de forma vertiginosa, con modelos culturales que no están regidos por pautas establecidas, al límite de que cada cual tiene su verdad y fuera de ella no hay más verdad, o donde mi verdad es la verdad y la verdad objetiva

[…] es descalificada como una suerte de engaño filosófico, todo será una cuestión de perspectiva o punto de vista: aquel desde el que cada uno observa una realidad que no admite objetivación. Bajo esta premisa, el posmodernismo denuncia que quienes dicen decir la verdad no están más que exponiendo una posición ideológica; esto es, tratando, de hecho, de naturalizar y universalizar su punto de vista, que además responde a sus intereses y es contrario a los intereses de los demás. En suma, de acuerdo con Michel Foucault, una cuestión de poder. (ARIAS, 2018, p.1).

El poder, ¡sí!, de decir y tergiversar todo cuanto sea alcanzable sin hurgar en las causas, desenvolver las contradicciones y medir connotaciones secuenciales o consecuencias inmediatas a corto, mediano y largo plazo y sin ningún cargo de conciencia. La cuestión, ¡sí! de no escudriñar en lo oculto, como sugiere Platón en la alegoría, para llegar a lo menos oculto y acercarse a la verdad; y en ese acercamiento encontrar el punto esencial entre lo subjetivo y la cosa, como verdad evidente, verdad como aquella a la que aludía Cervantes (2005), a través del personaje del Quijote: “…cosas veredes, amigo Sancho, que harán fablar a las piedras”. Cervantes (2005 apud BOLADO, 2017, p.1)

Las cosas verdaderas que hacen hablar a las piedras, pueden considerarse verdades objetivas donde,

[…] el contenido de los conocimientos humanos, no depende de la voluntad ni de los deseos del sujeto, la verdad no se construye según la voluntad o el deseo de los hombres, sino que se determina por el contenido del objeto reflejado, y ello condiciona su objetividad. (ROSENTAL, 1981, p.480).

¿Dónde encontrar, a la sazón, la no verede, la desobjetivación de la verdad, o la posobjetivación de ésta que es sinónimo de posverdad y, por tanto, de mentira, en un mundo posmoderno y licuefaccionado por la información? Se encuentra en “reforzar prejuicios […] para reforzar prejuicios, manipular emociones.” (BERCKEMEYER, 2017, p. 26). Para manipular emociones se emplean los fake news que “van desde la manipulación o la extensión de cortinas de humo, generar ruido mediático para encubrir informaciones de mayor enjundia al desprestigio de una institución hasta el puro beneficio económico”. (AZNAR, 2021, p.36).

En la finalidad de la mentira está el beneficio político o económico y para obtener este beneficio el que miente pondera en detrimento de la objetivación de la verdad. Para lograr tal fin se resume aquí lo que a juicio de Hazard-Owen (2017) puede ejecutarse. “…En primer lugar la información estar dirigida a las emociones, en segundo lugar tener apariencia de legitimidad, en tercero tener una publicación efectiva en Internet y en cuarto lugar ser amplificado en la red tanto en Twitter o Facebook.” HazardOwen (2017 apud Vila de Prado, 2018, p.10).

La información, al estar dirigida a las emociones, pasa por un proceso de intelección del comunicador y, por tanto, por un proceso de ideologización; y el que recibe la información no razona, consume un volumen macizo de ésta, y se engaña porque lo engañan y el engañador es engañado y su engaño se le convierte en un bumerán, en el Malleus de su conciencia, porque “los sujetos productores de la posverdad, como los sujetos receptores se integran a una teatralidad de la mentira, del simulacro, producida por los poderes hegemónicos.” (HAIDAR, 2018, p.3).

La teatralidad de la mentira producida por los poderes hegemónicos se sustenta, esencialmente en palabras, en ese juego archiconocido del lenguaje, esa lengua de madera, parafraseando a Valenzuela (2017), especial para construir discursos engañosos, que llegan a convencer porque resultan atractivos, tranquilizadores, o quizá convenientes. Por tanto, al difundir noticias falsas, la teatralidad de la mentira no crea realidades paralelas, sino que distorsiona la imagen de la realidad con imágenes recreadas, a través del discurso hablado o escrito, permeando de esa forma la educación y tergiversando su esencia.

En esa práctica discursiva se ponen en duda, o en tela de juicio, la verdad y la mentira, y es a lo que Ralph Keyes (2011 apud MANRIQUE, 2016, p.163) denominó “veritativo”; cuya denominación estos investigadores que suscriben la interpretan como sinónimo de mentira, porque veritativo designa lo que “no es verdad ni es mentira como nuevo valor de la posverdad”, (MANRIQUE, 2016, p.163) y, por tanto, es mentira. Porque “la palabra… - como sentenció Saramago -; y en este caso el vocablo veritativo-,…no muestra. La palabra disfraza”. Saramago (2015 apud Manrique, 2016, p.1).

La palabra disfraza la verdad cuando refiere las apariencias de ella, como las sombras a contra luz en la alegoría de Platón. Sócrates enseña sobre las apariencias a Glaucón y le expresa que los prisioneros creen que aquello que observan es el mundo real, sin percatarse de que son solo aspectos de las sombras de esos objetos.

La palabra al igual que la observación, si no son concomitantes con la cosa, aunque se expresen en el dominio del conocimiento y se le designe o considere cultura, jamás serán ni verdad ni esencia cultural. Lo esencial en la cultura “sólo puede, en consecuencia, realizarse en el dominio y sobre la base de lo más desoculto, es decir, de lo aleethéstaton, es decir, de lo más verdadero, o sea de la verdad propiamente dicha. La esencia de la cultura se funda en la esencia de la verdad”. (HEIDEGGER, 2007, p.287).

Adentrarse en la esencia de la verdad, en lo cognoscible de la cosa u objeto que aún no se conoce, obliga a un alto rigor científico, pero también a una determinada conciencia que se exprese en sus dominios: político, social, económico y educativo; una conciencia social adquirida, no de forma espontánea, sino como un producto de la educación, cuyos contenidos deben ser planificados, orientados, fijados y controlados por las diferentes instituciones de enseñanza en el ámbito de todos sus niveles. Esta conciencia está regida por el ser, es decir, por la existencia de su portador, dentro de un modo de producción de la vida material. Marx (1859) señala que “…no es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia”. Carlos Marx (1859 apud Cohen, 1986, p.8).

La conciencia, al ser determinada por la existencia social del ser dentro de un modo de producción de la vida material y estar signada por lo político crea consecuentemente el elemento ideológico, como parte inherente de un proceso de vida social y, en este proceso, de acuerdo a las condiciones políticamente dadas se crea también la falsa conciencia como expresión del intelecto socialmente político. ¿Qué es la falsa conciencia? Algunos investigadores de la Escuela de Frankfurt, consideran que “es el estado por el cual los miembros de una sociedad toman decisiones, en apariencia libres, pero en realidad mediadas por la estructura ideológica dominante, que en última instancia son contrarias a sus propios intereses.” (CABALLERO, 2013, p.4).

En esta falsa conciencia, en la que los miembros de una sociedad toman decisiones en apariencia libre, pero mediada por la estructura ideológica y la insuficiente educación, aparece nuevamente como un espectro la posverdad. Ésta está signada por el elemento ideológico, que generalmente subyace, y los que practican la posverdad o mentira, aunque se consideren libres y felices de decir retahílas de simplezas, como verdades objetivas, no son más que cautivos del propio orden social que las instituyó y las reproduce; y, al unísono, les crea una vida de mentira.

A partir de lo anterior, ¿existe, a la sazón, una resiliencia cultural y una educación asequible por parte de los profesores con su encargo social de educar en lucha contra las arremetidas seudo-culturales, originadas por la posmodernidad- posverdad y que, por tanto, no forman parte de la búsqueda de la esencia de la verdad?

En el plano de la educación existe, sí, una lucha que no admite alternancia, solo admite desarrollo; una lucha de resistencia por conservar la esencia cultural de la cultura a través de la educación institucionalizada. Pero esta esencia cultural, a su vez, debe ser reforzada continuamente; también de forma continua debe ser reforzada la educación con su sistema de métodos; porque cultura y educación constituyen la mejor dualidad tributaria que practica y da para la sociedad los mejores significados y sentidos axiológicos; y cuyos portadores valorales se resisten a que esos significados sean barridos por la fragua virulenta de la desculturación. A esa resistencia es a lo hoy se le denomina resiliencia.

La investigadora brasileña Mendanha Brandão (2011) brinda información valiosa sobre los orígenes de la palabra resiliencia y considera que:

[…] em relação às origens etimológicas, pode-se dizer que a palavra “resiliência” comporta a ideia, presente na física, de um retorno ao que se era. A palavra vem do latim resilio, resilire. Resilio, de acordó com dois dicionários latim-português (Faria, 1967; Saraiva, 2000), seria derivada de re (partícula que indica retrocesso) e salio (saltar, pular), significando saltar para trás, voltar saltando”. (BRANDÃO, 2011, p.265).4

De acuerdo al contenido semántico de las palabras re y salio, no quiere decir, en modo alguno, que se marche hoy hacia atrás; ni todo vuelva al mismo status quo, porque se negaría a la dialéctica como un proceso de desarrollo en el que solo se retorna para avanzar como un espiral, pero sí es el punto de arranque de futuros análisis del concepto resiliencia.

Muchos investigadores han teorizado al respecto. Becoña (2006) somete a análisis varias definiciones del concepto aportadas por diferentes investigadores entre los cuales cita a los siguientes:

Garmezy (1991), quien define el concepto resiliencia como «la capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante». Masten (2001) lo define como «un tipo de fenómeno caracterizado por buenos resultados a pesar de las serias amenazas para la adaptación o el desarrollo». Y, para Luthar Cicchettiy Becker (2000) la resiliencia se refiere a «un proceso dinámico que abarca la adaptación positiva dentro del contexto de una adversidad significativa»” Garmezy; Masten; Luthar Cicchetty Becker (1991; 2001; 2000 apud BECOÑA, 2006, p.127-128).

En todas las definiciones que Becoña (2006) somete a análisis, está la palabra adaptación. Adaptación frente a la adversidad y a la capacidad para recuperarse de forma positiva.

Entonces, a partir de los antecedentes expuestos, ¿cómo la educación profesoral puede ser resiliente frente a las adversidades culturales en la era de la posmodernidad- posverdad, para que desarrolle una docencia con calidad y logre, desde la verdad objetiva, transformar su ámbito social?

RESILIENCIA Y EDUCACIÓN PROFESORAL FRENTE A LA POSMODERNIDAD - POSVERDAD EN LA ERA DE LAS COMUNICACIONES.

Los problemas de la educación y de la formación de docentes con calidad quedaron explicitados por la UNESCO en el Proyecto de Estrategia a Plazo Medio 2014-2021. (LLIVINALAVIGNE, 2021). Estos problemas fueron detectados a nivel global, por lo que es una fisura que acarrea grandes y profundos cambios negativos para la sociedad futura. Por tanto la educación de profesores debe ser una constante preocupación, no solo de la UNESCO, sino de todas las instituciones educacionales que se dan a la tarea de formarlos, pero en esa formación debe ir incluida una educación resiliente. Para formar una educación resiliente lo primero, como señala ESCUDERO (2009), es

[…] desarrollar la capacidad de relacionar los conocimientos, el desarrollo de hábitos intelectuales, el cultivo de habilidades superiores de pensamiento, el aprender a aprender, así como a la construcción activa del conocimiento y la elaboración de proyectos de investigación. P.83

Al relacionar conocimientos y cultivar habilidades superiores el profesor o educador adquiere herramientas metodológicas que le permiten investigar toda, o casi toda, la documentación de un determinado tema objeto de estudio y someterlo a un examen riguroso, científico apartándose cada vez más del idealismo subjetivo permeable a los contenidos y a las formas de la educación. De esta forma le permite discriminar entre lo que es verdad o no. Al unísono activa el conocimiento para futuros proyectos de investigación que le permiten adentrarse en las esencias de la verdad, es decir, en los conocimientos de la ciencia.

Una vez pertrechado de estos conocimientos, es juicio de Ferrater (1999) que el profesor debe tener presente el planteamiento disciplinar porque

[…] es el que predomina en la actualidad a partir de la enseñanza ofrecida en la mayoría de los sistemas educativos. El criterio de este planteamiento es la organización y selección de los contenidos a partir del ordenamiento lógico formal de la disciplina académica. Esto supone seguir las estructuras internas de cada una de las disciplinas o áreas de conocimiento, que se justifica por las relaciones lógicas que presentan entre sí los elementos o las ideas. Ferrater (1999 apud ÁVILA, 2010, P.65).

Las relaciones lógicas que presentan entre sí los elementos o las ideas en las estructuras internas de las diferentes disciplinas permiten al profesor establecer, a través de la práctica docente puntos de contactos y hacer emerger o determinar, a partir de estas relaciones, contenidos interdisciplinarios. Estos contenidos ya determinados permiten, en primer lugar, conocimientos sólidos, científicos, objetivos.

En segundo lugar, el profesor debe tener presente, como una transversal del proceso de adquisición de conocimientos, el estudio de la cultura y de la historia; de la política y la moral como formas de la conciencia social y, en especial, de la identidad cultural como modeladora de la esencia de un pueblo-nación; por que la identidad ha marcado sus pautas a lo largo de los siglos y ha permitido jerarquizar valores de identidad bajo los cuales han vivido generaciones y han asumido estos valores en la práctica como verdad.

En tercer lugar, el profesor debe proyectar esos valores culturales defendidos como verdad, sin cerrar la brecha de la cultura, ni considerar la verdad en fase terminada, sino en proceso; sustentados y guiados por el acervo de ser y hacer de la mayoría, porque la mayoría representa lo que de forma convencional ha sido significativo-aceptado, constituyéndose en tradición cultural y de hecho en identidad cultural.

Los docentes o educadores con un bagaje cultural científico y didáctico se encuentran en condiciones de enfrentar, junto a sus estudiantes, los barruntos desfasados de la posmodernidad y con ella las enjundias de la posverdad o fake news. Para ello debe hacerse uso de las herramientas informáticas y de las comunicaciones, en especial, el Internet. Pero como se ha planteado de forma reiterada esto se logra a través de la práctica educativa. Esta práctica, como señala Monserrat (1992),

[…] no ha de consistir en un simple proceso de socialización, si más, en los valores hegemónicos que se transmiten y reproducen, sino en un proceso dialéctico en el que, de forma planificada o como consecuencia ineludible de las contradicciones intrínsecas, se generan propuestas alternativas y actitudes críticas.” (MONSERRAT, 1992, p.30).

Por tanto, si es un proceso dialéctico como señala Monserrat (1992), entonces “la práctica docente se caracteriza por ser dinámica por sus constantes cambios, contextualizada, porque es in situ, y compleja, porque el entendimiento se da de acuerdo al tiempo y espacio. (VERGARA, 2016, p.1). De esta forma relacionando conocimientos interdisciplinarios de forma dialéctica, a través de la práctica; penetrando las esencias objetivas de la verdad y desechando los idealismos subjetivos de la posverdad, que atraviesan el pensar con los llamados fake news, el profesor se encuentra en condiciones de ser un profesor resiliente culturalmente.

De esta forma el profesor resiliente se encuentra en condiciones de transformar su ámbito social a través de la educación científica y con calidad. Así, el educador cumple su encargo con la sociedad y cumple con el precepto platónico de la educación, al considerar que el verdadero camino del conocimento transita desde las sombras a la luz; coincidiendo este precepto con el camino del conocimento planteado por Lenin (1986), desde la dialéctica materialista, el cual, parafraseándolo estos autores, consideraba que se da desde la contemplación viva al pensamiento abstracto y del pensamiento abstracto a lo concreto pensado.

CONCLUSIONES

La educación en sus variadas prácticas es la vía idónea para que el docente o docentes se apropien de verdaderos conocimientos multidisciplinares, en un proceso de interrelaciones dialécticas que permiten que el profesor se eduque educando.

La filosofía idealista de Platón es una filosofía dialéctico-educativa que muestra el camino del conocimiento en lo referente a que enseña que el conocimiento transita de lo oculto a lo desoculto, de la ignorancia a la inteligencia; del no saber al saber real como verdad.

La idea del superhombre, como esencia de la filosofía de la educación de Nietzsche, es esencialmente idealista y reaccionaria, es un reflejo deformado de la realidad en cuanto la cosa u objeto no es percibido por lo subjetivo a través de la práctica social de los hombres, en su proceso de producción y reproducción material.

La posmodernidad es resultado de la caída de los paradigmas o metarrelatos del siglo XX, una pugna entre las corrientes idealistas y el marxismo, entre la permisividad y la no permisividad, entre la verdad y la posverdad, entre la certidumbre y la incertidumbre; esta penetra en todas las esferas de la sociedad y, en especial, la esfera de la educación.

La posverdad y los fake news son resultado de la posmodernidad. La posverdad en tanto pos deja de ser verdad. Los fake news, compañeros de armas de la posverdad, constituyen su distorsión.

La resiliencia cultural y la educación constituyen una dualidad en el proceso de formación profesoral. Esta dualidad permite que el profesor en su práctica educativa sea capaz de crearse una capacidad para resistir los bombardeos seudoculturales de los fake news y su adaptación a dichos embates.

4Traducción libre al español de los autores: “en relación a los orígenes etimológicos, puede decirse que la palabra resiliencia expresa idea de verdad, presente en la física, de un retorno a lo que era. La palabra viene del latín resilio, resiliere. Resilio, de acuerdo con dos diccionarios latín-portugués (Faria, 1967; Saraiva, 2000), sería derivada de re (partícula que indica retroceso) y salio (saltar) lo que significa saltar para atrás, volver saltando”.

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Recibido: 20 de Diciembre de 2020; Aprobado: 07 de Mayo de 2021; Publicado: 08 de Mayo de 2021

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