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Revista Brasileira de História da Educação

versão impressa ISSN 1519-5902versão On-line ISSN 2238-0094

Rev. Bras. Hist. Educ vol.20  Maringá  2020  Epub 01-Ago-2020

https://doi.org/10.4025/rbhe.v20.2020.e125 

DOSSIÊ

La Gazeta de Caracas en el albor del movimiento independentista: análisis de las noticias educativas publicadas en el diario decano de la prensa venezolana

A Gazeta de Caracas no início do movimento pela independência: análise de notícias educacionais publicadas no primeiro jornal da imprensa venezuelana

Gazeta de Caracas at the dawn of the independence movement: analysis of the educational news published in the first newspaper of the Venezuelan press

Jordi Garcia Farrero1  * 
http://orcid.org/0000-0002-9669-0485

1Universitat de Barcelona, Barcelona, España.


Resumen:

El presente texto estudiael comienzo del movimiento independista venezolano, desde la creación de un gobierno propio (Junta Suprema de Caracas) hasta la proclamación de la I República, a partir de la Gazeta de Caracas (1808-1822) como canal principal del nuevo ideario político. Han sido cotejadas todas las ediciones del primer diario caraqueño, que coincide con la instalación de las primeras imprentas (Pedro Grases), para poner de manifiesto las instituciones educativas más relevantes (escuelas de primeras letras, Universidad de Caracas, Escuela Náutica de La Guaira) y, al mismo tiempo, el pensamiento pedagógico de unageneración de intelectuales entregada a la causa de la libertad a principios del siglo XIX.

Palabras clave: Venezuela; proceso independencia; educación; humanismo ilustrado; liberalismo

Resumo:

Este texto estuda o início do movimento de independência da Venezuela, desde a criação de seu próprio governo (Junta Suprema de Caracas) até a proclamação da Primeira República, da Gazeta de Caracas (1808-1822) como o principal canal da nova ideologia política. Todas as edições do primeiro jornal de Caracas, que coincidem com a instalação das primeiras impressoras (Pedro Grases), foram reunidas para destacar as instituições educacionais mais relevantes (escolas de ensino fundamental, Universidad de Caracas, Escuela Náutica de La Guaira) e, ao mesmo tempo, o pensamento pedagógico de uma geração de intelectuais dedicados à causa da liberdade no início do século XIX.

Palavras-chave: Venezuela; processo de independência; educação; humanismo ilustrado; liberalismo

Abstract:

This text studies the beginning of the Venezuelan independence movement, from the creation of its own government (Junta Suprema de Caracas) to the proclamation of the First Republic, from the Gazeta de Caracas (1808-1822) as the main channel of the new ideology political. All the editions of the first Caracas newspaper, which coincides with the installation of the first printing presses (Pedro Grases), have been collated to highlight the most relevant educational institutions (elementary schools, Universidad de Caracas, Escuela Náutica de La Guaira) and, at the same time, the pedagogical thought of a generation of intellectuals dedicated to the cause of freedom in the early nineteenth century.

Keywords: Venezuela; independence process; education; enlightened humanism; liberalism

Introducción

Resulta difícil separar el estudio de la vida cultural venezolana y del proceso político que terminó con la independencia definitiva de dicho país suramericano (1811) del nombre del humanista Pedro Grases (1909-2004), sin olvidar el de Alexander von Humboldt (1769-1859), porque dejó negro sobre blanco descripciones muy significativas, tal y como veremos en la primera parte de este artículo. A modo de ejemplo, podemos recordar que Grases consiguió elaborar una obra monumental que aborda múltiples temáticas (Andrés Bello, la historia de la imprenta y del periodismo, el Libertador, Miranda) tras recuperar y leer, con gran voracidad y atención, las obras más importantes de la historia de Venezuela. Es evidente que consideraba la cultura escrita como un testimonio fundamental para conocer, deducir, reconstruir e interpretar el pasado (Grases, 1991). No en vano, también es cierto que su lugar de nacimiento estaba lejos de dicho país caribeño, puesto que se trataba de un municipio vinícola llamado Vilafranca del Penedès, situado a poca distancia de la ciudad de Barcelona, pero esto tampocopuede interpretarse como un obstáculo para que ahora podamos afirmar, sin exagerar lo más mínimo, que “[…] hizo de la exploración de Venezuela el desiderátum de su vida” (Consalvi, 2006, p. 18).

En este sentido, hay que hacer notar que Pedro Grases se exilió, en plena Guerra Civil española (1936-1939), a Venezuela, tal y como hicieron otros tantos catalanes a causa del avance y victoria final de las fuerzas franquistas (Marquès, 2019; Marquès & Martín, 2002). De ahí, pues, que convenga tener presente que el compromiso republicano de nuestro autor, doctor en Derecho y Filosofía y Letras -con la obtención de la máxima calificación académica1-, le condujo a aceptar la responsabilidad de ser el secretario particular de Carles Pi i Sunyer (1888-1971), alcalde republicano de la ciudad de Barcelona, que siempre tuvo muy buenas palabras de su trabajo. Sin embargo, a decir verdad, parece que su huida a tierras americanas fue producto más bien de la ayuda que brindó, junto al consejero de Gobernación Josep Maria Espanya (1879-1953) -que también tuvo que desplazarse a Francia-, a todos aquellos políticos e industriales que estaban amenazados por la violencia anarquista surgida tras el fracaso del levantamiento fascista (1936). El propio político republicano reconoce en sus memorias que “[…] se tramaba algo contra él” (Pi Sunyer, 1975, p. 404).

Sea como fuere, señalamos que el foco de este artículo son-desde una perspectiva histórico educativa, y teniendo en cuenta los estudios de Pedro Grases, que señalan la importancia de la imprenta en el proceso de la independencia de Venezuela y el periodismo como campo de batalla para conseguir los objetivos políticos-los momentos iniciales del proceso de independencia de Venezuela, que fueron más bien “[…] una rebelión de la élite, una especie de protesta elegante, intelectualizada, que pretendía producir cambios modestos en las condiciones locales y sustituir la autoridad peninsular española por el control caraqueño” (Lombardi, 1985, p. 134). Igualmente, no perderemos de vista los últimos años de la Venezuela colonial a través de las observaciones de Humboldt, que ya pudo contemplar la profundidad del sentimiento criollista, ni tampoco el resto de fases que finalmente convirtieron a Venezuela en un país soberano (1823). Ciertamente, este último periodo mencionado estuvo marcado básicamente por una contienda bélica, entre realistas y patriotas, con el objetivo de controlar el territorio. En cualquier caso, nuestro trabajo quiere mostrar cuáles fueron los primeros pasos que se dieron paraintentar construir una provincia pedagógica en un contexto que presentaba muchos déficits culturales y educativos (Simón Rodríguez, Miguel José Sanz) y, además, con unas instituciones que no tuvieron tiempo suficiente para consolidarse totalmente y, aún menos, de participar de la modernidad que se quería implementar.

Observaciones ilustradas de este rincón del Caribe hispánico

La provincia de Caracas es uno de los países más bellos y más ricos en producciones naturales que se han conocido en ambos mundos (Humboldt, 1980, p. 37).

Empezamos diciendo que, según se puede leer en el Calendario manual y guía Universal de forasteros en Venezuela para el año de 1810,que después analizaremos con más detalle, la provincia de Caracas “[…] tiene por límites al N. el mar de las Antillas: al S. la Provincia de Barinas, de donde la dividen las aguas del Río Boconó mezcladas con las del Guanare y Portuguesa, hasta entrar en el Apure: al E. de la de Cumaná por el Río Unare y Valle de Cupira: al O. la de Maracaybo en la boca del Río del Palmar, los Letreros de la Montaña de Obispos y el Sitio de Parajá” (Grases, 1952, p. 93). También expresa que su territorio, con una población de 450.000 habitantes aproximadamente, produce azúcar, añil, café, algodón y, por supuesto, cacao.

Así las cosas, ahora conviene recordar que Venezuela, el país que “[…] no pertenece a la Hispanoamérica consumidora de cereales y legumbres [...] sino a la que devora carne en cantidades increíbles” (Donghi, 2019, p. 36), fue explorada por muchos científicos a partir del siglo XVIII, que representan testimonios de primer orden para conocer minuciosamente su realidad natural y política (Codazzi, Depons, Dauxión, Moritz, Bellermann, Gumilla y tantos otros). Por ello, vamos a destacar seguidamente la expedición del científico alemán Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland (1773-1858) y, esta experiencia, que representóun antes y un después en su trayectoria biográfica-porque culminó su proceso de formación-, nos permitirá centrarnos específicamente en dos lugares de la geografía venezolana que tanta importancia cobraron durante el periodo histórico en que se enmarca este texto, a saber: la ciudad Caracas y Puerto de La Guaira.

Al hilo de lo que decimos, cabe dejar constancia de que el explorador alemán desembarcó, con un recibimiento muy hospitalario por parte de su gobernador Vicente Emparán (1747-1820), el día 16 de julio de 1799 en la ciudad venezolana de Cumaná, a pesar de que la idea inicial era hacerlo en el puerto mexicano de Veracruz, con escala en La Habana (Humboldt, 1980). El motivo de esta permuta en su itinerario a bordo de la fragata Pizarro fue simplemente la irrupción de una epidemia en dicha zona, pero la verdad es que nunca dejó escrito ningún tipo de temor a esta zona tórrida. Sea como sea, el interés científico en esta ciudad caribeña estuvo concentrado en el crecimiento vertiginoso de los árboles y las sistemáticas subidas y bajadas termométricas, y de ahí sus largas excursiones a las misiones de los indígenas chaymas (San Fernando) y el estudio de la singular cueva de Los Guácharos (472 metros de profundidad) de la zona de Caripe, habitada por un pájaro llamado Steatornis caripensis. Más adelante se desplazó, entrando por Puerto de La Guaira, hasta la ciudad de Caracas, que recordamos que fue fundada por Diego Losada (1511-1569), con el nombre de Santiago de León de Caracas (1567). Todo indica que el nombre escogido hace referencia a una hierba medicinal que existía en el valle donde está ubicada precisamente dicha localidad.

Digamos de paso que, a través de sus relaciones con la población caraqueña, descubrió que aún nadie había conseguido subir al cerro El Ávila, de la cordillera del litoral, que precisamente separa la capital del océano Atlántico. Existía, pues, un gran respeto por la altura de estas montañas, sin olvidar que están llenas de tigres y serpientes. Pues bien, organizó una excursión, con el permiso del gobernador Manuel de Guevara y Vasconcelos (1739-1807), para poder observar las diferentes zonas de vegetación, y se produjeron los siguientes encuentros tan significativos a tenor de nuestra temática: “Se unieron a Humboldt y Bonpland en la famosa empresa, un joven de 18 años, llamado Andrés Bello, y un fraile capuchino español, el Padre Fray Francisco de Andrújar, maestro de matemáticas en la Academia privada que un muchacho llamado Simón Bolívar (1783-1830) había tenido en casa antes de partir para España el mes de enero del mismo año de la llegada de Humboldt a la ciudad” (Grases, 1981a, p. 288). Pero no acaba aquí la cosa, porque José Antonio Montenegro, vicerrector del Colegio de Santa Rosa, que fomentó las reformas literarias y profesor de tantos intelectuales que fueron llamados a ser elementos importantes en el proceso de la independencia (Baralt, 1887,), elaboró un poema de la efeméride2 después de la gran conmoción social que produjo la vuelta de los excursionistas al núcleo urbano.

Antes, sin embargo, conoció Puerto de La Guaira, que también estaba afectado por una fiebre amarilla como la embarcación de Humboldt y, por este motivo, no permaneció durante mucho tiempo en este lugar, que amalgama el mar Caribe y la cordillera de los Andes, aunque esto no le impidió observar que era más bien una rada que un puerto y que “[…] el suelo era sumamente seco” (Humboldt, 1969, p. 65). Parece claro que el hecho de que fuera un lugar de barcos, marineros, antros de prostitución, personas de muchas nacionalidades y diferentes casuísticas personales, tal y como podemos leer en un cuento indispensable de Juan Bosch (2001), era el motivo principal de esta situación de emergencia sanitaria. Pero este contacto con el exterior también será fundamental a nivel pedagógico, porque en este sitio desembarcaban ideas renovadoras, provenientes básicamente desde España, como podremos ver líneas más abajo.

A esto hay que añadir que nuestro científico tambiénse desplazó hasta las zonas del río Orinoco y consiguió llegar hasta San Carlos, que es donde mezcla sus aguas, por el brazo Casiquiare, con el río Negro, uno de los principales afluentes del Amazonas. Tampoco podemos pasar por alto que viajó, tras la experiencia venezolana, hasta la isla de Cuba para llevar a cabo atentas observaciones de signo económico y social y, posteriormente, a Cartagena (Colombia), al volcán Puracé, a la montaña Chimborazo -que se consideraba el pico más alto de la Tierra en aquella época (6.310 metros)- y a las ciudades de Lima, Quito, Ciudad de México, Filadelfia e incluso Washington, donde fue recibido por el presidente estadounidense Thomas Jefferson en la Casa Blanca.Su propósito era claramente el siguiente: “[…] lo que me atraía a los bellos territorios de la zona tórrida no era ya el afán de una vida errante llena de aventuras, sino el deseo de ver una Naturaleza salvaje, grandiosa, rica en toda clase de productos naturales; la perspectiva de recoger experiencias que contribuyesen al progreso de la Ciencia” (Humboldt, 1981, p. 2).

Por consiguiente, no puede extrañarnos que los problemas directamente sociales (imperialismo, esclavitud, déficits culturales) no tengan mucha presencia en su obra y que su figura no haya sido identificada conla idea de la independencia venezolana, puesto que Humboldt era más partidario de las reformas que de las rupturas revolucionarias para alcanzar el progreso (Rodríguez, 2011). De ahí que no se halle ninguna referencia en su obra al informe presentado, unos pocos años antes de su llegada, por Simón Rodríguez (1769-1854), también conocido como Samuel Robinson,de su lectura encarnada de la obra pedagógica de Rousseau, en el cual denunciaba la situación de las escuelas de primeras letras de Caracas y, al mismo tiempo, planteaba una serie de reformas3. Se da parecida tesitura con una de las primeras acciones independentistas venezolanas (1797), protagonizada por los políticos venezolanos Manuel Gual y José María España y, asimismo, por diferentes revolucionarios españoles como el maestro mallorquín Juan Picornell (1759-1825), que se encontraba encarcelado precisamente en La Guaira a causa de la revolución de San Blas, que pretendía instaurar el régimen republicano en la metrópolis. Vale la pena señalar que Pedro Grases (1978), en su perseverante aventura bibliográfica de los impresos, consiguió reunir sus principales textos de ascendencia francesa: las Ordenanzas, Habitantes libres de la América Española, las Canciones y Derechos del hombre y del ciudadano con varias máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos.

Así, pues, parece evidente que estamos delante de un‘espectador no comprometido’4, porque estaba bien informado de todo lo que estaba ocurriendo en los círculos intelectuales de la ciudad de Caracas. Esto, sin embargo, tampoco fue un problema para que se convirtiera en una figura fundamental en la América de habla española. Incluso, podemos afirmar,un modelo de las investigaciones científicas modernas para estudiar tanto los recursos naturales (flora, fauna, minerales, ríos o fenómenos) como las costumbres indígenas y del resto de la sociedad; de esta manera, no puede sorprendernos el culto que continúa despertando su figura en Venezuela.Lo cierto de todo ello es que contribuyóa trasladar el mensaje del desarrollo de la ciencia y de la expansión del ideario neohumanista más allá de las fronteras europeas (Garcia, 2015). En otras palabras: “[…] representa en cierto sentido la extensión del culto al Libertador debido a la amistad existente entre von Humboldt y Simón Bolívar […]” y, en consecuencia, “[…] las pequeñas élites intelectuales venezolanas del siglo pasado sentían atracción por sus descripciones de la naturaleza del país, particularmente de la región del Orinoco” (Wionczek, 1977, p. 10).

Una generación de intelectualesentregada a la causa de la libertad

A este respecto, abordamos la siguiente cuestión en el bien entendido que la Venezuela colonial presentaba tres orientaciones físicas y comerciales; es decir, la parte del Caribe (cacao, trigo, tabaco), la meridional (ganado, tabaco) y, por último, la oriental (pellejos y ganadería en general). También es cierto, sin embargo, que no podemos olvidarnos de que el cabildo de Caracas, que “[…] solía hablar como si representara los intereses de todos los venezolanos” (Lobardi, 1985, p. 107), siempre tuvo una presencia más significativa respecto al resto de regiones, locual es un elemento que no podemos perder de vista teniendo en cuenta cómo fue el devenir de la Primera República venezolana. Por lo tanto, podamos afirmar que la capital siempre consiguió acumular más réditos políticos, económicos y sociales que el resto del territorio de este país que vive de cara al Caribe.

Todo ello se incrementó significativamente con el traslado del obispado de Coro a Caracas en el año 1636 y, por supuesto, la implementación -algo tardía, en comparación con otras tierras hispanoamericanas- de diferentes instituciones a lo largo del siglo XVIII. Nos estamos refiriendo a la creación de la Audiencia, la Capitanía General o la Intendencia de Venezuela (1776), que supuso la unión de todas las provincias bajo una sola jurisdicción fiscal. No cabe duda de que este proceso permitió que Caracas, con La Guaira como puerto central, obtuviese el mismo estatus que las ciudades de Panamá, Quito, Lima o Santiago de Chile. También merece especial atención el nacimiento, siguiendo el modelo de la Universidad de Salamanca y de Alcalá - como sucedió en las otras iniciativas de educación superior latinoamericanas (metodología y organización docente) -, de la Real y Pontificia Universidad de Caracas (1721) bajo el patrocinio del Seminario de Santa Rosa de Lima, fundado el año 1697. Luego fue el turno de la Universidad de Los Andes (1810), que continuaba la obra del Seminario de San Buenaventura (1785) y, además, es bien posible que fuera una respuesta a las críticas que surgieron en la ciudad de Mérida a tenor del centralismo caraqueño y, por consiguiente, la pérdida de cierta autonomía. Cabe recordar que esta institución académica fue, junto con la de Oaxaca y la de León de Nicaragua, de las últimas que se crearon durante el periodo colonial.

De forma paralela a este proceso de institucionalización venezolana de creación ilustrada, porque persigue fines económicos, militares y judiciales desde el reformismo borbón (Freites, 1995), ocurren las primeras insurrecciones contra la metrópolis. La primera de ellas fue protagonizada por Juan Francisco de León (1749) contra la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas (1728-1785), considerada la primera empresa monopolística-mercantil en América Latina, cuya actividad principal fue la compra y exportación del cacao, que representaba un tercio del total de las exportaciones (Donghi, 2019). Si bien es cierto que contribuyó a cohesionar el territorio y a crear la unidad de Venezuela como ente colectivo, tampoco se puede negar que usurpó sistemáticamente los recursos naturales a favor únicamente de los inversores vascos. Tuvo importantes repercusiones porque planteó cuestiones, como el problema de la burocracia española y la libertad del comercio, que después fueron fundamentales para los criollos y, por extensión, la élite caraqueña o los ‘mantuanos’de Caracas.

Así pues, con estos antecedentes, el 19 de abril de 1810 se estableció, con unas instituciones que todavía no habían tenido tiempo suficiente para consolidarse, la Junta Suprema de Caracas, que representa el primer gobierno propio tras no reconocer al Consejo de Regencia de España e Indias porque no existía igualdad jurídica con las provincias peninsulares. Es verdad que todavía mantiene fidelidad con la monarquía borbónica, pero representa “[…] una fecha símbolo por lo que desencadena, por lo que promete y por lo que permite. Para sus actores y para el discurso nacionalista que alimenta la historia patria” (Rojas, 2012, p. 94). Y, un año más tarde, queda confirmada esta voluntad, puesto quees ampliamente conocido que el Congreso proclamó, bajo la estela de la Sociedad Patriótica para la Agricultura y el Comercio (Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Miguel José Sanz), realmente su independencia jurídica. He aquí otra fecha importante, 5 de julio de 1811, en el ideario patrio. Excepto Coro, Maracaibo y Guayana, que continuarán formando parte del Consejo de Regencia, la cuestión es que las provincias venezolanas dejaron de serleales al rey Fernando VII (1784-1833) ytampoco querían aceptar ningún tipo de reformas borbónicas, tal y como se había planteado anteriormente. Así rezaba una de las partes más importantes de estaproclama fundacional:

En efecto, Estado independiente y soberano es aquel que no está sometido a otro: que tiene su Gobierno, que dicta sus leyes, que establece sus magistrados y que no obedece sino los mandatos de las autoridades públicas constituidas por él según la Constitución y reglas que se dan para su existencia política (Textos Oficiales de la Primera República de Venezuela, 1959, p. 20).

Bien mirado, esta aceleración de los acontecimientos no puede entenderse sin tener presente la situación política y militar que atravesaba el reino de España durante aquellos años. La cuestión es que Napoleón había tomado la mayoría de los lugares importantes de la península, y la Junta Central, convertida en regencia por cuestiones evidentes, quedó recluida en la ciudad de Cádiz, donde el liberalismo pudo elaborar un documento importante desde una perspectiva educativa: el Informe Quintana de 1813. De cualquier modo, quedó en entredicho la autoridad y la legitimidadde España y, por consiguiente, también se cuestionó dónde residía la soberanía que, después que el rey Fernando VII hubiese sido depuesto, se estaba llegando a la conclusión que había de estar en manos del pueblo. Todo ello es evidente que repercutió en Hispanoamérica, adonde llegaron las noticias mediante un ejemplar del periódico inglés Timesy, además, cabe recordar que ya existía una corriente antipeninsular, con influencias francesas y estadounidenses, por causa de las revoluciones que habían tenido lugar previamente en dichos países; corriente que circulaba por dichas tierras desde hacía un tiempo. El resultado de este proceso político es conocido: pérdida de todas las colonias, menos Cuba y Puerto Rico, durante el primer tercio del siglo XIX.

En cualquier caso, la Primera República, que estaba inspirada en los principios liberales y de la modernidad burguesa que forman parte del siglo XIX, comenzó a caminar, con un sinfín de obstáculos (terremoto con más doce mil víctimas mortales en Caracas y los avances de Domingo de Monteverde),a través de una convocatoria constituyente que confirma su orientación parlamentaria más occidental y, por supuesto, la publicación de diferentes folletos, hojas sueltas y algunos periódicos. De ahí que ahora sea conveniente recuperar una de las tesis más importantes de Pedro Grases: “[…] la historia de la introducción de la Imprenta en Venezuela es paralela a la de su emancipación” (Grases, 1981c, p. 321). Representa un testimonio único para leer algunos de los autores principales que constituyeron la ‘generación de la independencia’(Miguel José Sanz, Simón Rodríguez, Juan Germán Roscio, Juan Agustín de la Torre, Andrés Bello, José María Vargas, etc.)5 y, por consiguiente, conocer su posicionamiento político, económico, social y educativo, que estaba vinculado a diferentes movimientos renovadores. Vale la pena añadir que la mayoría de ellos fueron formados en la Real y Pontificia Universidad de Caracas a pesar de sus limitaciones; es decir, “[…] presencia tardía de los estudios médicos; escaso número de cátedras de Jurisprudencia y Medicina; ausencia de cátedras de Física experimental y Matemáticas; predominio exclusivo de la filosofía aristotélica-tomística; cortedad de bienes en el patrimonio universitario” (Leal, 1963, p. 19).

Además, nuestro autor catalán también considera que “[…] la imprenta fue casi inmediatamente el portavoz de las ideas de libertad desde el 19 de abril de 1810” (Grases, 1981c, p. XIII), lo cual conlleva, a nuestro entender, un espíritu liberal porque sólo puede garantizar su existencia a través de derechos como la libertad de imprenta o la tolerancia civil y política. No debe extrañarnos, por tanto, que la Constitución Federal de 1811 contenga artículos con esta misma orientación (artículo 181) o que el Congreso General Constituyente de Venezuela aprobase la Ley sobre libertad de imprenta6. De esta manera, pensamos que este tipo de cultura escrita debe ser interpretado como el principal soporte informativo para intentar llenar de contenido el proceso del ideario republicano y, por extensión, del resto de Hispanoamérica que había llegado a él antes: México (1535) o Lima (1583). Tampoco podemos perder de vista que su aparición también representó un elemento de modernidad a nivel cultural que rápidamente cruzó fronteras, con el epígrafe de ‘revolución de Caracas’, porque permitía orientar el pensamiento de los ciudadanos, algo fundamental en aquellos años convulsos.

Parece claro, pues, que la llegada de la imprenta, algo tardía -en sintonía con su desarrollo desde una perspectiva cultural e industrial7-,fue el acicate necesario para que comenzara la prensa periódica como vehículo del ensayo crítico mediante la Gazeta de Caracas (24 de octubre de 1808), aunque antes ya encontramos documentos muy importantes, la proclama A los pueblos y habitantes del Continente Américo-colombiano y la Carta dirigida a los españoles americano, impresos en la corbeta Leander, de Francisco de Miranda (1750-1816),quien estaba entregado a la causa de la libertad. Vale la pena destacar que este periódico, con otros homólogos en diferentes puntos de la geografía hispanoamericana (Gaceta de México, Gaceta de Buenos Aires, La Aurora de Chile, el Papel Periódico de La Habana y otros), consiguió ver la luz gracias a la adquisición, por parte de la Capitanía General de Venezuela, del taller de los escoceses Mateo Gallagher y James Lamb, y a la figura de Andrés Bello, quien elaboró el primer editorial, en el cual aprovecha para hacer un llamamiento a la participación en dicha empresa a todas las personas que tengan luces e inclinación por la literatura. Esta voluntad, con la de recibir donaciones particulares, fue constante para garantizar su continuidad.

Más tarde, el primer humanista de América Latina también publicó Calendario manualy guía universal de forasteros en Venezuela para el año de 1810, cuyo texto es considerado el primer libro impreso en la historia venezolana (Grases, 1952). En suma, reproducimos el siguiente fragmento, que pone de manifiesto cómo fue la andadura de este periódico semanal de 4 páginas durante los años que nos ocupan en este texto:

[…] la redacción de la Gazeta de Caracas fue llevada desde 1808 hasta 1812, sucesivamente, por Andrés Bello, desde la fundación del periódico hasta 1810; después, en pleno régimen de la Junta de Caracas, estuvo bajo la dirección de la Secretaría del Estado, probablemente con intervención personal de Roscio; y, proclamada la independencia, fueron los Redactores Francisco Xavier Ustáriz y Francisco Isnardy (Grases, 1981c, p. 190).

A la vista de lo expuesto, también conviene recordar que, a partir del 19 de abril de 1810como ‘fecha frontera’8en la historia venezolana, la Gazeta también estuvo acompañada de otros periódicos independientes que eran abiertamente patriotas y, por consiguiente, recogían totalmente su ideario político: El Patriota de Venezuela, Mercurio Venezolano, el Publicista de Venezuela y, especialmente, Semanario de Caracas (1810-1811). Este último periódico literario nos obliga a citar a dos autores muy importantes, que son Juan Baillío (1752-1816), considerado el impresor de la Independencia, y el licenciado Miguel José Sanz (1756-1814), como redactor político. Sus artículos son fundamentales para entender cuáles son los principales argumentos que sustentan su posicionamiento a favor de la causa independentista, que el mejor conocedor de su obra, Santiago Key Ayala (1874-1959), considera que constituyen un tratado para predicar y evangelizar, tal y como nos recuerda Pedro Grases (1981b).Así, todo ello nos sirve para recordar que, hasta la declaración de la independencia (5 de julio de 1811), la Gazeta dependía de la metrópolis (Vicente Emparan) pero, a partir de entonces, y especialmente por la aparición de dichos periódicos, la imprenta se tornó más “[…] agresiva, rencorosa e imponente […] esto explica por qué las publicaciones de 1810 a 1814 hicieron más daño a los españoles que todos los ejércitos republicanos” (Arístides Rojas apud Muñoz, 1959, p. XIII-XIV).Dicho de otra manera: “[…] tal fue el Semanario de Caracas, con el que se inicia en Venezuela el periodismo independiente y libre” (Grases, 1981b, p. 64).

Las huellas educativas en la Gazeta de Caracas: entre la capital venezolana y Puerto de La Guaira

Está claro que el conjunto de las publicaciones aparecidas a partir del 19 de abril de 1810podría ser denominado como la ‘artillería del pensamiento’del movimiento independentista. Así, por ejemplo, ‘Reflexiones o derechos de la América del Sur y México y libertad de cultos’, de William Burke en la Gazeta de Caracas9. También ocurre una cosa parecida con las piezas periodísticas de contenido únicamente educativoque ahora abordaremos, si bien es cierto que la escuela fue un fenómeno tardío en este país, dado que sólo existían algunos conventos de los franciscanos y dominicos, y a partir de 1628, los jesuitas fundaron su primer gran colegio en la ciudad de Mérida. Se considera que esta institución empezó a implementarse realmente en el último tercio del siglo XVIII a raíz de que el “[…] retraso en el desarrollo económico, social, científico e ideológico de España y sus colonias había traído como consecuencia el retraso en la alfabetización” (Lasheras apudMora, 2009b, p. 75). De esta manera, dejamos constancia de que la implementación de la imprenta en Venezuela no vino precedida de la universalización de las escuelas de primeras letras, que podría garantizar un acceso a las letras más amplio en la sociedad, si bien las Constituciones de la provincia de Barinas, Mérida o la provincia de Caracas (Grases, 1978) recogían este anhelo.

En esta línea, y con la idea de contextualizar la situación educativa de aquellos años, recuperamos el ‘Informe sobre educación pública durante la colonia’, elaborado, antes del año 1804 según Grases, por el licenciado Miguel José Sanz, que fue un profesor muy activo a favor de la renovación de los estudios de Derecho10. He aquí, pues, un texto-denuncia sobre la educación en Caracas que, a su entender, puesto que está en sintonía con el Discurso sobre la educación popular (1775) de Campomanes, es muy mala porque prioriza la memorística, la inculcación de puntos de orgullo y de vanidad; la lectura de una única tradición académica que se encuentra alejada de la modernidad (Nebrija, Aristóteles, Gonet y Larraga) y, por último, contribuye a la separación entre blancos que quieren ser letrados, curas o frailes y el resto de la población, que tienen que contentarse en ser labradores. En fin: “[…] no se puede esperar magistrados sabios, ciudadanos ilustrados, los que, no abusando de la autoridad para satisfacer sus pasiones, ni de la religión para ocultar mejor su ignorancia bajo el velo de la ignorancia y de la superstición, ni del poder ni de las riquezas para oprimir a los pobres, serían el adorno de la sociedad y los activos promovedores de la prosperidad pública” (AAVV, 1961, p. 210).

Fuente: O autor a partir de la Gazeta de Caracas (1960a, 1960b)

Cuadro 1 Relación de noticias educativas aparecidas en la Gazeta de Caracas 

Tal y como podemos observar en este cuadro 1, se confirma nuevamente que el centro neurálgico de aquellos momentos políticos que estamos estudiando fue la ciudad de Caracas como residencia de la Capitanía General y de tantas autoridades y tribunales superiores. Una muestra de ello es que la mayoría de las noticias ocurren en la capital de Venezuela, aunque también es significativa la presencia dePuerto de La Guaira, algo que nos recuerda que comenzaron a proliferar muchas escuelas en el resto de provincias a partir de segunda mitad del siglo XVIII (Mora, 2009b). Sea como sea, está claro que esta recopilación presenta un abanico de ideas pedagógicas renovadoras que conecta en el ambiente que se respiraba, a propósito de la generación de la independencia mencionada más arriba, durante aquellos años en este país suramericano y, por extensión, en el resto de América Hispana, donde estaban sucediendo procesos políticos muy similares. Ante tal panorama, y teniendo en cuenta nuestro interés de estudio, es necesario especificar que la ilustración venezolana fue “[…] fundamentalmente hispánica” (Leal, 1963, p. 11).

Si entramos ya en el análisis de las noticias, cabe destacar tres claves interpretativas: la referencia a los maestros de cada iniciativa pedagógica (M. H. Garnezey, L. Blanc, José Benis, Carlos Alva), lo que demuestra la importancia de su figura y, por otro lado, la mención de una escuela pública de primera educación, que sirve para enfatizar su vocación de alfabetizar a la población en un contexto de desigualdad y de pobreza. De ahí que los pobres sólo tengan que hacerse cargo del coste del papel y pluma. Es definida con estas palabras: “[…] que enseñará con mayor zelo, á leer, escribir y contar, doctrina católica, historia sagrada por Fleury, ortografía, gramática castellana, y reglas de urbanidad, y cortesía” (noticia del 16/10/1810 apud Gazeta de Caracas, 1960a). Sin embargo, también aparece una institución educativa que “[…] cada uno pagará mensualmente con arreglo à la especie de estudio que emprendiere” (noticia 30/04/1811 apud Gazeta de Caracas, 1960a). Y, por último, dejamos constancia de los planes de estudios que acompañan algunas noticias, porque están basados en el principio ilustrado del pragmatismo utilitarista (Feijoo, Campomanes, Jovellanos). A tenor de lo expuesto, no es una cuestión menor que tengan tanta importancia asignaturas como matemáticas, agrimensura, astronomía, idiomas extranjeros, que, en algunos casos, se complementan con el dibujo, tal y como sucedió con las escuelas fundadas por Sociedad Económica Amigos del País de Caracas, creada por el general José Antonio Páez (1829).

Todo ello también queda reflejado en un intento fallido de fundar -sin olvidarnos de la clase de gramática, que fue patrocinada por el obispo Antonio González de Acuña, a quien luego se le anexó una escuela desempeñada por José María Butrón y Miguel de Landa (1788)- una cátedra de matemáticas y pilotaje (Baralt, 1887). En este sentido, vale la pena recordar la carta que Alexander von Humboldt envió al doctor José Antonio Montenegro porque, en ella, señala cuáles deben ser las principales orientaciones de la Academia de Matemáticas, Física y Química que acabaría fundado más tarde el Real Consulado de Caracas:

[…] deséase instruir la juventud, no solamente, en las matemáticas, según los principios elementales, conforme a los cuales se divide y mide un terreno o la altura de una montaña o se construye una máquina; sino que se pretende igualmente comunicar los conocimientos relativos a la agricultura y a las artes, al modo de beneficiar el añil, azúcar, fabricar ladrillos, etc. Solicitase un profesor a quien se pueda recurrir para tomar de él la instrucción necesaria en lo relativo a la utilidad que pueda sacarse de una producción vegetal, del jugo de una raíz, y sobre el valor de un mineral que se descubre (Humboldt, 1980, p. 37).

Huelga añadir que la creación de dicha cátedra no fue posible hasta la reforma universitaria decretada por el Libertador Simón Bolívar (1827).

Al conjunto de las anteriores consideraciones, hay que añadir los establecimientos ubicados en Puerto de La Guaira. Es evidente que no es un sitio cualquiera porque nos recuerda, como sucede con Brasil, Uruguay o Argentina, la vertiente más atlántica de Venezuela pasando por el mar del Caribe. Históricamente había ocupado esta misión Santa Ana de Coro, primera ciudad fundada en Venezuela por Juan Martínez de Ampués (1527). De cualquier modo, este puerto, conectado totalmente a la ciudad de Caracas a pesar de la cordillera, representa la entrada y la salida de mercancías y de personas de forma diversas, como antes hemos visto con Humboldt, pero también es el sitio que permite la llegada de nuevas ideas, y algunas de ellas revolucionarias. Ciertamente, esta relación tan estrecha con el mar contribuyó a que el Consulado de Caracas establecierala Escuela Náutica de La Guaira (1811), con los maestros Vicente Parrado y Pedro María Iglesias. Podemos leer en la Gazeta (1960b) que se hizo mucho hincapié, una vez más, en los estudios matemáticos (aritmética, geometría, trigonometría, geometría, cosmografía) y en el dibujo hasta el terremoto de 1812, que terminó con esta propuesta pedagógica-militar. No cabe duda de que esta escuela fue creada a imagen y semejanza del Real Instituto Asturiano (1794), cuyaprincipal finalidad pedagógica recordamos: “[…] promover los conocimientos útiles para perfeccionar las artes lucrativas, para presentar nuevos objetos al honesto trabajo, para dar nueva materia al comercio y á la navegación, para aumentar la población y la abundancia, y para fundar sobre una misma base la seguridad del estado y la dicha de sus miembros” (Jovellanos, 1979, p. 137).

En efecto, está claro que todas estas experiencias que impulsan el estudio de las cienciascon un carácter utilitario de instrumento de desarrollo social y económicocontribuyeron a situar la educación en el discurso político por aquellas fechas. De ahí que no pueda extrañarnos que aflore este asunto, como un derecho fundamental más en sintonía con el pensamiento ilustrado, en los textos legislativos de más trascendencia elaborados por parte del movimiento libertador. A modo de ejemplo, resaltamos los siguientes artículos: “[…] la sociedad debe favorecer con todo su poder los progresos de la razón pública, y poner la instrucción al alcance de todo […]” en los ‘Derechos del pueblo’ (Grases, 1978, p. 241) y, en la ‘Constitución Federal’ de la I República, “[…] la Sociedad debe proporcionar auxilios a los indigentes y desgraciados, y la instrucción a todos los ciudadanos” (Grases, 1978, p. 258).

Por último, llama la atención que la Real y Pontificia Universidad de Caracas, Universidad Central de Venezuela a partir de 1826, y gracias al triunfo republicano en la batalla de Carabobo, no sea mencionada en ningún momento en la Gazeta. Se mantuvo, a exposición de la opinión pública, como uno de los focos conservadores más importantes (Leal, 1963; Rojas, 2005). Al mismo tiempo, sin embargo, debemos recordar que en el interior de esta institución se produjo un debate importante entre los partidarios de mantener la tradición académica aristotélico-tomista, que eran más bien defensores del sistema monárquico, y los que querían dialogar con la modernidad cultural (Descartes, Newton, Rousseau, Condorcet), que conectaban más con las tesis emancipadoras e, incluso, convierten la universidad en ‘poderosa palanca’ a favor de la República11. Un alejamiento ilustre del patrón escolástico fue, por ejemplo, la cátedra de Filosofía ocupada por Baltasar de los Reyes Marrero (Mora, 2009a). Por este motivo, podemos encontrar en este último grupo las huellas de la influencia de la Ilustración española a partir de la llegada clandestina de libros a la ‘Tierra firme’ de la América del Sur vía Puerto de La Guaira, algo que todavía nos hace sospechar más que se destaque un acto académico tan aparentemente ingenuo como es una entrega de premios en la Universidad de Mérida (15/02/1812). Conviene tener presente que la universidad siempre ha sido foco de preocupación para los poderes establecidos (Iglesia y Estado metropolitano, en esta ocasión) a lo largo de la historia.

Apostilla final

Finalizamos este texto destacando que uno de los propósitos políticos que distinguen el período iniciado a partir del 19 de abril de 1810 (creación de la Junta Suprema de Caracas y proclamación de la I República) también fue el de establecer, a pesar de todos los déficits culturales y sociales, las bases de la creación de una provincia pedagógica. Tampoco puede sorprendernos, porque esta voluntad formaba parte del liberalismo, junto con la de la libertad de prensa, que está tan presente en las páginas de la Gazeta de Caracas. Así, pues, no cabe duda de que todo ello también respondía a la preocupación de la ‘generación de la independencia’ por la situación educativa de la Venezuela colonial, tal y como se ha puesto de manifiesto en los textos de Simón Rodríguez y Miguel José Sanz antes mencionados. Este proyecto político no consiguió, sin embargo, el éxito esperado. Las causas de la caída de la Primera República fueron, en opinión de Bolívar, las siguientes: “[…] la Constitución federativa, la ‘filantropía’, la pésima administración de los revolucionarios en materias económica y financiera, la falta del ejército permanente, el terremoto y las facciones, decisivo y ‘mortal veneno’ para la patria” (Parra-Pérez, 1959, p. 467, énfasis agregado por el autor).

Desde luego, es evidente que los establecimientos educativos y las nuevas metodologías pedagógicas que propagaban las páginas de la Gazeta como elementos para acceder al idealizado objetivo de la educación pública no tuvieron mucho recorrido. Se consumó el hecho que “[…] la independencia no podía solventarse en el campo de la discusión pacífica de las ideas” (Grases, 1981c, p. 35) y, de esta manera, aquel ambiente intelectual fue sustituido por otro más castrensepuesto que empezó una guerra civil que terminó, tras la Capitulación de San Mateo (25 de julio de 1812), con la victoria de las fuerzas realistas (Domingo Monteverde). También es cierto que más tarde cambió radicalmente la situación. A su vez, ponemos de relieve que existieron medidas de protección a la infancia durante la contienda bélica,según podemos leer precisamente en una noticia de dicho periódico fechada el 13/9/1811: “[…] que los comandantes de los Batallones de Combate y demás Cuerpos Militares que hay en esta ciudad no admitan en ellos ningún estudiante” (Gazeta de Caracas, 1960a, p. 3).En suma: queda confirmado que esta publicación representa una fuente de primer orden para medir cuál era, tal y como hemos podido ver a lo largo de este artículo, el sentido mayoritario del sentimiento criollo durante aquellos años, y su participación en los movimientos políticos y pedagógicos más renovadores de Occidente.

Ahora bien, finalizamos este texto señalando, sin perder de vista que estamos hablando de dos contextos totalmente distintos, la existencia de un puente entre el ambiente de aquellos años, con la Gazeta de Caracas como expresión de la ‘modernidad ilustrada’12, y el momento que Pedro Grases llegó a Venezuela. Ello significa que instituciones como las Academias de la Lengua y de la Historia, la Biblioteca Nacional o el Instituto Pedagógico Nacional, fundado por Mariano Picón-Salas el año 1947, mantenían la llama de aquel primer humanismo que apreciabala cultura escrita y, a pesar de un sinfín de obstáculos, quería llenar de contenido educativo y cultural dicho país suramericano porque significaba defender la dignidad humana. Naturalmente, el profesor e investigador académico catalán también contribuyó con su docencia en el Liceo Fermín Toro, la formación de los primeros venezolanos en archivología y biblioteconomía en la Universidad Central de Venezuela, las tertulias sabatinas que se realizaban en su casa (Sambrano, 2006) e, incluso, la fundación de la Universidad Metropolitana (1970) con una donación previa de su biblioteca que era, ni más ni menos, que 70.000 volúmenes. De ahí, pues, que este nexo temporal quede sostenido por su tarea de rescate cultural constante de los siglos XVIII, XIX y XX, dado que representa una vía totalmente humanista y liberal que en la actualidad no tienen el mismo predicamento.

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1Destacamos que más tarde fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona (24 de abril de 1985) y, en su discurso, realiza un paralelismo entre dos grandes humanistas, a saber, Andrés Bello y Manuel Milà i Fontanals, que también sirve para unir sus dos culturas (venezolana y catalana).

2“ Sabio Barón de Humboldt, que la alta frente / del Ávila soberbio hoy has pisado / y en su empinada silla colocado, / dominas nuestro vasto continente: // No necesitas, no, de esa eminente / situación para ser por mí admirado, / pues de altura mayor en lo elevado / te celebra la Europa justamente. // La celestial esfera tachonada / de luminosos astros, instrumento / astronómico forma tu morada; // Y asombroso te hace el gran talento: / Que dejando la tierra ya humillada / te da por mejor silla el firmamento //” (Grases, 1981a, p. 289).

3Nos estamos refiriendo, como es lógico, a ‘Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento’. Véase en Grases (1974).

4Esta definición tan ajustada del científico alemán es obra de Botting (1981).

5Expresión tomada prestada del texto ‘La generación de la independencia (y esquema para una investigación del siglo XVIII venezolano)’, en Grases (1981a).

7A modo de ejemplo, el historiador Jaume Vicens Vives (1959) nos recuerda que no fue hasta 1936 que se fundó la Confederación de Trabajadores de Venezuela.

8Expresión prestada de Reinaldo Rojas (2012).

9Cabe recordar que este último texto provocó una respuesta por parte de la Universidad para defender el poder eclesiástico. Véase: Leal (1983). Aunque no fue hasta 1830 que fue decretada la libertad de cultos, remarcamos que la I República aprobó una ley para abolir el Tribunal de la Inquisición en toda la Confederación de Venezuela (1812).

10Véase ‘Discurso pronunciado en el acto de la solemne instalación de la Real Academia de Derecho público y español, el 8 de diciembre de 1790’(AAVV, 1961).

11Véase ‘El claustro respalda la Declaración de la Independencia de 5 de julio de 1811’, en: LEAL (1983). Es conocido que después fue tachado por mandato del comandante realista Domingo de Monteverde.

12Expresión prestada de La Gazeta de Caracas… (2017).

Cómo citar este artículo: Farrero, J. G. La Gazeta de Caracas en el albor del movimiento independentista: análisis de las noticias educativas publicadas en el diario decano de la prensa venezolana. (2020). Revista Brasileira de História da Educação, 20. DOI: http://dx.doi.org/10.4025/rbhe.v20.2020.e125 Este artículo se publica en modalidad de acceso abierto bajo la licencia Creative Commons Attribution 4.0 (CC-BY 4).

Recibido: 30 de Junio de 2020; Aprobado: 03 de Julio de 2020

*Autor para correspondencia: E-mail: jgarciaf@ub.edu

Jordi Garcia Farrero possui PhD pela Universitat de Barcelona. Professor do Departamento de Teoria e História da Educação da Universitat de Barcelona. Pesquisador associado do Grupo de Pesquisa em Pensamento Pedagógico e Social (GREPPS). Suas linhas de pesquisa são principalmente o estudo de discursos pedagógicos contemporâneos, a história da ideia de universidade e o ensino na História da Educação.E-mail: jgarciaf@ub.edu

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