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Série-Estudos

versión impresa ISSN 1414-5138versión On-line ISSN 2318-1982

Sér.-Estud. vol.27 no.59 Campo Grande ene./apr 2022  Epub 30-Mayo-2022

https://doi.org/10.20435/serie-estudos.v27i59.1677 

Artigos

Ser Profesor y los significados de la Didáctica a través de la triple lección: renacimiento, conocimiento, compasión

Ivan Fortunato1 
http://orcid.org/0000-0002-1870-7528

Osmar Hélio Araújo2 
http://orcid.org/0000-0003-3396-8205

Emerson Augusto de Medeiros3 
http://orcid.org/0000-0003-3988-3915

1Instituto Federal de São Paulo (IFSP), Itapetininga, São Paulo, Brasil.

2Universidade Federal da Paraíba (UFPB), Mamanguape, Paraíba, Brasil.

3Universidade Federal Rural do Semi-Árido (UFERSA), Mossoró, Rio Grande do Norte, Brasil.


Resumen

En este texto, tomados por la preocupación por el futuro de la profesión docente como campo de formación para el desempeño profesional, escudriñamos los posibles significados de la Didáctica imbuidos en la última frase del libro “El tercero educado”, de Michel Serres: “Re-nacido, lo sabe, tiene compasión. Ahora puede enseñar”. Examinamos cada fragmento de la oración, buscando significados más profundos para el ejercicio dual de ser docente y ser docente-docente de nuevos docentes. En esencia, se trata de renacer, conocer y concienciar(se) diariamente.

Palabras clave: formación docente; didáctica; docencia

Resumo

Neste texto, tomados pela inquietação a respeito do futuro do magistério como campo de formação e atuação profissional, escarafunchamos os possíveis sentidos da Didática imbuídos na última frase do livro “O terceiro instruído”, de Michel Serres: “Re-nascido, ele conhece, ele tem compaixão. Agora sim, ele pode ensinar”. Examinamos cada fragmento da frase, em busca de significados mais profundos para o exercício duplo de ser professor e de ser professor formador de novos professores. Em essência, trata-se de renascer, conhecer e sensibilizar(-se) cotidianamente.

Palavras-chave: formação de professores; didática; docência

Abstract

In this text, taken by the concern about the future of the teaching profession as a training field for the professional performance, we scrutinize the possible meanings for Didatics embedded in the last sentence of the book “The Troubadour of Knowledge” by Michel Serres: “Re-born, he knows, he takes pity. Finally, he can teach”. We examine each fragment of the sentence, looking for deeper meanings for the dual exercise of being a teacher and being a teacher’s teacher. In essence, it is about being reborn, knowing and sympathizing daily.

Keywords: teacher education; didactics; teaching

1 INICIANDO

En este artículo se retoma un tema que viene de lejos: el Ser Profesor y el significado de la Didáctica. Se trata de mantener viva la reflexión sobre la enseñanza como oficio y vocación que sirve a la sociedad para transformarla. De este modo, como las cosas siempre cambian, los significados de la docencia y, por tanto, de la Didáctica, también varían, o al menos deberían hacerlo.

Los significados sobre los que reflexionamos aquí en este texto son los significados de hoy, no en una comparación nostálgica con el ayer, pero en una inmersión constante y profunda en lo que vivimos diariamente como profesores.

Hemos acompañado, en el ejercicio diario como formadores de docentes en cursos de pregrado, que muchos estudiantes reconocen la importancia de la docencia como pilar de la transformación social, pero no todos se ven en la profesión al terminar el curso (ARAÚJO; FORTUNATO; CASTRO, 2020). Lo que se percibe, en esencia, es que el sentido (por qué y para qué) de estar en una carrera es uno de los elementos más angustiantes para muchos de estos estudiantes, porque estudian para graduarse en lo que no pretenden aplicar (cf. lo visto, por ejemplo, en Araújo y Fortunato, 2020). Todavía nos dimos cuenta de que la Didáctica no ha favorecido la formación de profesores, probablemente porque no se renueva, no profundiza en la relación entre qué y por qué se enseña lo que se enseña, y no hace confrontar lo que uno es (en esencia) con lo que hace como profesor (HERRÁN; FORTUNATO, 2019).

Es necesario, inevitablemente, superar la idea de una didáctica magna, como la postulada hace siglos por Comenius, en la que habría una fórmula mágica capaz de enseñar todo a todos. No se trata de enseñar todo a todos, sino de enseñar todo lo que está en los programas ya hechos y en los currículos estandarizados, para que todos muestren resultados positivos en las pruebas a gran escala - ahí sí, se ajusta a los supuestos de una didáctica magna, porque todo está ya listo, formateado, sólo falta ejecutarlo.

Pero nosotros queremos otra educación y, por lo tanto, otra enseñanza. Como forma de resistencia, traemos la propuesta de una Didáctica en mayúsculas, que sea situacional, contextualizada y que se desarrolle a través del diálogo entre alumnos y educadores y la comprensión compleja del mundo. En esencia, se trata de pensar la docencia en sentido contrario a las propuestas de modelos a seguir, sino de forma orgánica, reflexiva, crítica, afectiva y dialógica.

A lo largo de los años de militancia como formadores de profesores, la inspiración para la permanencia (y la insistencia) en el trabajo de formación de nuevos profesores se encontró en varios autores, como en la Educación para la Libertad de Sumerhill (NEILL, 1984), en la Pedagogía de la Autonomía del patrón de la educación brasileña (FREIRE, 1996), en la Alegría de enseñar de Rubem Alves (1994), en las técnicas progresivas de Célestin Freinet (1975), en las investigaciones de Gatti (2010) sobre la formación de profesores, etc. Cada una de estas influencias, a su manera, nos ayudaba a (re)pensar la (nuestra) docencia y, de forma más amplia y compleja, el (nuestro) papel como formadores de profesores y las consecuencias de todo ello en la educación. Siempre - insistimos - para tratar de matizar cada vez más la importancia del profesorado en la deseada transformación del statu quo social, importancia que se justifica por la profesionalización.

Aun, con la valiosa ayuda de Nóvoa (2021), encontramos anclaje para reflejar toda esta preocupación por la docencia, la formación y la profesionalización docente en la conmovedora obra del filósofo francés Michel Serres; un outsider, en palabras de Silvio Gallo (2015), probablemente por la forma literaria y metafórica, pero sobre todo provocadora con la que trató una multiplicidad de temas a lo largo de su carrera; desde la filosofía y la historia de la ciencia, pasando por la guerra, la ecología y la literatura, incluyendo, entre estos, la educación. Entre las más de 50 obras publicadas, cabe destacar, según Nóvoa (2021), “El tercero instruido”, publicada en 1991, que aborda más profundamente las ideas del autor sobre la educación. Metafóricamente, en este libro la educación se ve como un camino en el que:

[...] aprender es lanzarse al río, tratando de cruzar a nado de una orilla a la otra. Pero lo importante es lanzarse al movimiento, ponerse en marcha, iniciar el proceso. Lo que cuenta es la travesía, mucho más que la llegada. Y este cruce es mezcla, es mestizaje, un encuentro fundamental con el otro, pero sobre todo el proceso de mezclarse con él, de confundirse con él. Enseñar y aprender no consiste en afirmar identidades, sino en perder identidades, producir mezclas y mestizaje, lanzarse a la aventura de lo desconocido para salir renovado de ella. Un encuentro con las diferencias, por tanto4. (GALLO, 2015, p. 238, traducido).

El libro que aborda esta aventura de cruzar lo desconocido es, sin duda, su obra más importante para la educación y su comunidad - profesores, alumnos, dirigentes, etc. - porque es inspirador, invita a la reflexión y es provocador. Se trata de la travesía, no de la llegada. Es decir, se trata del proceso (de enseñanza y aprendizaje) y no necesariamente de los resultados que puede aportar. La educación no se reduce a los momentos de la cosecha (notas en los exámenes, aprobación en los procesos de selección de la universidad o de la empresa), sino a descubrirse durante... durante las lecturas, durante las tareas individuales y colectivas, durante los diálogos, durante las explicaciones, durante la investigación... durante, esa es la palabra clave. La metáfora del cruce de Serres (1991) lo pone de manifiesto.

A pesar de la importancia fundamental de la obra, Nóvoa (2021, p. 89) destacó las dos últimas líneas del libro, “impresas al final de la página, casi como si fueran un extra”, como las más capaces de ayudarnos y encontrar algunas soluciones a nuestras preocupaciones sobre la producción de significados para la enseñanza. Aun así, estamos de acuerdo con Nóvoa (2021): es en estas líneas donde encontramos los sentidos más profundos de la profesión. Así que allí, justo al final del libro, de hecho, después del último párrafo, con una línea en blanco que separa el pasaje del resto del texto, Serres (1991) señaló:

Re-nacido, él conoces, él tiene compasión.

Ahora sí, él puede enseñar5”.

Nuestro objetivo aquí es profundizar en estas líneas, verbo a verbo, coma a coma, porque creemos sinceramente que estas palabras esconden la esencia de la enseñanza, como profesión y como forma de vida. Desvelar la esencia de la enseñanza es, al mismo tiempo, reconocer la Didáctica como una forma de proyectarse en la profesión, porque implica una complejidad de cuestionamientos sobre qué, para quién, cuándo, dónde, cómo y por qué se enseña. Continuamos el cruce.

2 RE-NACIDO

Lo primero que debemos decir a los que abrazan la enseñanza es que tenemos que hacer sobre nosotros mismos un trabajo de renacimiento. Ser profesor no es entrar en una profesión técnica o mecánica, es construir un camino que reúna lo que somos como personas y lo que seremos como profesionales. En la enseñanza trabajamos con la humanidad de los demás, nuestros alumnos, y nunca podremos hacerlo si no nos dedicamos también a cultivar nuestra propia humanidad. Somos como enseñamos y enseñamos lo que somos6. (NÓVOA, 2021, p. 89-90, traducido).

António Nóvoa (2021) nos ayuda a considerar la docencia en su sentido más amplio, desde la dimensión personal hasta la profesional. Nos dice que la docencia, de hecho, re-nace en cada situación concreta de autodescubrimiento/autoconstrucción personal y profesional. Así, abrazamos la idea de que el punto de partida y de llegada de la docencia es también un trabajo de autoconstrucción y autoformación que nos permite relacionarnos con el otro y con nosotros mismos. Por eso, más que afirmar que la docencia tiene como objetivo trabajar con la humanidad de los demás, es mejor reconocer que nunca puede dejar de partir de un trabajo de cultivo de la propia humanidad. Es exactamente sobre la base de este trabajo que podemos encontrar un camino hacia/para el re-nacimiento del que nos habla el autor. Vale, aquí, la afirmación de Alarcão (2020, p. 25) de que “[...] ser profesor (y crecer como profesor) implica conocerse a sí mismo, en lo que es y en lo que hace. La mejor actitud que conozco para tener el efecto es la actitud reflexiva”.

Se puede pensar en el trabajo de cultivo de la propia humanidad docente como el ejercicio de proponerse a sí mismo la resignificación de las cualidades personales y socioculturales; dar valor a lo vivido en la vida cotidiana personal y profesional, y ver en ello un medio susceptible de comprender la historicidad de los propios aprendizajes y, en consecuencia, resignificarlos en una perspectiva emancipadora. O, para decirlo mejor, se trata de interesarse más por la propia persona.

Parafraseando a Josso (2007), este trabajo de redefinición de la propia humanidad docente es pensar en sí misma, sensibilizarse, conmoverse, apreciarse y permitirse (re)aprender. Como señaló Alves (2012, p. 20), basándose en Paulo Freire “[...] el aprendizaje, característica intrínseca del ser humano, [...], precede al fenómeno de la enseñanza. Es aprendiendo como asumimos la condición de enseñar, y enseñando nos permitimos aprender”.

En este sentido, se puede pensar que es esta práctica de cultivar nuestra propia humanidad docente la que da razón de ser a la docencia. Esta razón debe entenderse también como emoción, de ahí la confrontación con la didáctica magna a través de una Didáctica situacional, mediante la cual no sólo se piensa en las formas de enseñar, sino a quién se enseña y, más fundamentalmente, por qué y para qué se enseña y qué se puede aprender también de quien pretende enseñar.

Así, el ejercicio de la propia humanidad docente es un verdadero “antídoto” para neutralizar las posibilidades de la enseñanza como profesión técnica o mecánica. La aridez de la docencia existe a menudo no porque no trabajamos la humanidad de los demás, sino porque nos empeñamos en no desarrollar un trabajo de re-nacimiento. Sin este trabajo de re-nacimiento corremos el riesgo de desarrollar una técnica “fría”, sin poder de humanización y movilización para el proceso de aprendizaje. Así, se trata de comprender que la docencia requiere el ejercicio de la propia humanidad para fortalecer los vínculos humanos. En este caso, siempre es saludable volver a Paulo Freire (2001, p. 264): “[...] la enseñanza no puede ser un puro proceso, como he dicho tanto, de transferencia de conocimientos del profesor al alumno”. Como señala Nóvoa (2021), en el magisterio, las dimensiones humana y profesional se articulan en el corazón de la profesión. Por ello, estas mismas dimensiones deben, en consecuencia, cultivarse también en la articulación. Es en este camino donde se mezcla lo que somos como personas con lo que somos como profesionales. Es, por así decirlo, la comprensión de que la docencia se concibe dentro de nuestra propia humanidad. Entendemos, además, que es una profesión que re-nace al mismo tiempo que el profesor re-nace como persona. Sólo el descubrimiento de este trabajo de re-nacimiento personal y profesional puede producir resultados y legitimar así la importancia de la docencia.

En la perspectiva Didáctica, lo que enseñamos está anclado en lo que somos, porque, vimos con Nóvoa (2021, p. 90) que: “Somos como enseñamos y enseñamos lo que somos”. Es decir, cómo enseñamos y cómo somos es lo que suma en la humanidad de los demás. En este caso, nunca podremos negar el papel de los profesores en el proceso de humanización de las sociedades.

Nunca hemos oído hablar de nadie que haya nacido profesor. Si así fuera, habría que negar la condición de inacabado del ser humano. Tal vez por eso Paulo Freire (1991, p. 58) escribió: “Nadie empieza a ser profesor un determinado martes a las 4 de la tarde... Nadie nace siendo profesor ni está marcado para serlo. Uno se forma permanentemente como educador en la práctica y en la reflexión sobre la práctica”. Así pues, ¿por qué no decir que Ser Profesor re-nace de un proceso continuo de re-nacimiento en la práctica y en la reflexión sobre la práctica?

El sentido de la Didáctica evidenciado en esta discusión recuerda que ser profesor es lanzarse a un proceso permanente de re-nacimiento que implica dejar atrás lo “conocido” y que da “seguridad para lanzarse a lo desconocido”. El término “cruce” es, por lo tanto, el más apropiado aquí, precisamente porque contiene la idea de la necesidad de un viaje. Y añadimos: de lo “conocido” a lo desconocido. El cruce es, pues, el ancla del Ser Profesor.

Un cruce que se construye con la duda, un paseo a la deriva, digamos, “dejado en manos” de nuestras propias dudas, miedos, claridad y compromiso con la humanidad de los demás y con nuestra propia humanidad. Es un viaje que se rompe en la práctica y en la reflexión sobre la práctica, una reflexión siempre vacilante, no necesariamente sobre el camino a seguir, ni mucho menos sobre lo correcto y lo incorrecto, sino porque la esencia de la docencia no se ajusta a ninguna “certeza”. La única certeza que tenemos es que las cosas siempre cambian.

3 ÉL CONOCES

Lo segundo que debemos explicar es la importancia del conocimiento. La misión de un profesor es llevar a los alumnos al conocimiento: no podemos devaluar el conocimiento para centrarnos únicamente en los alumnos, ni podemos ignorar a los alumnos para dedicarnos únicamente al conocimiento. La tensión conocimiento-alumnos está en el centro de la profesión docente y del trabajo de los profesores7. (NÓVOA, 2021, p. 90, traducido).

En consonancia con el argumento de Nóvoa (2021), esta sección tiene un doble propósito: pretende volver a examinar la importancia del conocimiento y, en consecuencia, el significado de la misión del profesor al llevar a los alumnos al conocimiento, tal como lo registrado por el autor. Y en esta relación inseparable: el conocimiento y la misión de un profesor, el esfuerzo permanente por buscar un espacio específico para enfocar al alumno como ser social.

Hay algo en la docencia que tiene que ver con el conocimiento. Ser profesor es enseñar y esa es la retórica más global sobre la profesión. El profesor enseña, por lo tanto, si no está en la clase, no está trabajando; y la frase termina ahí. Este es el destino de la profesión, custodiada por un contingente muy grande de la sociedad en su conjunto, que confunde dar clases con ser profesor. Por supuesto, no podemos negar la importancia del conocimiento para la constitución de las sociedades, pero sobre todo debemos considerarlo como un instrumento indispensable a la hora de formar seres con pensamiento crítico. Al mismo tiempo, se trata del conocimiento como una experiencia de descubrimiento plenamente humana.

En síntesis, el conocimiento es ante todo la capacidad humana de descubrir, de comprender (a uno mismo) y de construir nuestra propia humanidad y contribuir a la humanidad del otro. Por supuesto, no es el simple hecho de la existencia del conocimiento lo que determina su importancia para la vida en sociedad, sino su capacidad de transformar la humanidad de cada ser. Sin embargo, el conocimiento mantiene el devenir del acto de humanización.

Pero, como registró Nóvoa (2021, p. 90), el reconocimiento del valor inestimable del conocimiento en el corazón de la profesión docente no significa “ignorar a los alumnos para dedicarse únicamente al conocimiento”, sino tomar como misión “conducir a los alumnos al conocimiento”. Por eso es necesario volver a Paulo Freire (1996) y ser siempre conscientes de que conducir al conocimiento es fundamentalmente diferente de depositar sobres de información en los alumnos. Mientras que conducir es el acto de enseñar y aprender a través del diálogo, depositar es mera retórica seguida de la necesaria memorización.

Sin embargo, esta distinción entre conducir y depositar es una de las muchas cosas más fáciles de asumir en el discurso que en la efectiva práctica. Lejos de dar por cierta esta dicotomía del binomio teoría-práctica, queremos llamar la atención sobre lo que es efectivo como proceso de enseñanza en los centros educativos: el currículo oficial de las evaluaciones externas a gran escala como brújula para las actividades del aula, el material didáctico como apostilla, fórmulas, fechas, capitales...

Esto nos lleva al concepto defendido por Rubem Alves (1994, p. 10), cuando señala que en la escuela no hay alegría ni felicidad ni nada parecido, porque todos están demasiado ocupados con la literatura, la ciencia, las matemáticas o la historia; todo lo que se enseña, dice, debería ser un “deleite para el alma”. Sin ese deleite, dice Alves (1994, p. 34), lo único que tenemos es una escuela que funciona como una “picadora de carne” que, a través del trabajo curricular, transforma a todos sus alumnos [y profesores], en una “pasta homogénea”, preparándolos para ser útiles a la sociedad.

En este sentido, llevar al conocimiento puede ser un elemento de un engranaje mayor, engrasado por el statu quo social ya establecido, en el que cada persona busca encajar para formar parte. O bien, llevar al conocimiento puede ser un movimiento de conciencia, resistencia, transformación y ruptura. Por lo tanto, como ya se ha esbozado en este escrito, Ser Profesor, especialmente mediado por una Didáctica que se (re)construye circunstancialmente en oposición a una didáctica magna, es asumir la misión no sólo de conducir a los alumnos al conocimiento, sino de insertarlos en un espacio que les permita construir su propio conocimiento a través del diálogo, la participación, la curiosidad, la investigación y incluso la alegría de conocer.

Así pues, cuando volvemos a examinar la discusión aquí aprehendida, queda clara la importancia de una enseñanza del “conocimiento y para el conocimiento”. Declaramos, pues, que Ser un Profesor que Conoces es asumir la misión docente de enseñar, pero sin ignorar a los alumnos para dedicarnos sólo al conocimiento.

4 EL TIENE COMPASIÓN

Lo tercero que debemos recordar es el significado de la compasión, en el sentido filosófico del término. Entrega. Cuidar. Dedicación. Participación. Compromiso. Nadie es profesor en la indiferencia [...] Ser profesor es conseguir que cada alumno llegue lo más lejos posible en su propio camino8. (NÓVOA, 2021, p. 90, traducido).

De/en la compasión, cuya esencia fue bien desarrollada por Nóvoa (2021), nace y se establece la enseñanza. Como toda elección profesional tiene consecuencias, nos atrevemos a decir que quien decide Ser Profesor también se interesa y se responsabiliza por la humanidad de los demás, creando las condiciones para la realización del acto pedagógico cuya centralidad es la persona del alumno. Y es que, como nos dice Romanowski (2021, p. 3): “Contribuir a hacer el mundo humano es nuestra labor y nuestro compromiso como docentes para la humanización”. Así, como escribió Nóvoa (2021), la aproximación a la docencia en sentido compasivo tiene que ver con la entrega, el cuidado, la dedicación, la implicación y el compromiso en sintonía con la frase “Él tiene compasión”.

Inicialmente, este cuidado del profesor se evidencia en la entrega y dedicación a la profesión que conlleva un interés fundamental por estar en/con el mundo, creando relaciones y cuidando para “[...] sacar a la luz, la Persona que cada uno es capaz de ser, como traducción original de una cultura de pertenencia que es, también de todos los demás” (SÁ-CHAVES, 2018, p. 41). En lo que sigue, el cuidado de este profesor debe materializarse a través de su compromiso e implicación con la construcción del acto pedagógico como práctica de humanidad. De hecho, es en este sentido en el que López Carretero (2021, p. 6) nos dice que el maestro “Reconoce a cada criatura con su historia, respeta los tiempos subjetivos necesarios para estar presente, permite su propia forma de fluir y estimula a cada uno a encontrar la manera de elaborar su intimidad y compartir”.

El ejercicio de la docencia, en este sentido, es un ejercicio pleno de la Didáctica como movimiento epistemológico, crítico y de conocimiento sobre la enseñanza. Esto no es sólo en el sentido de entender cómo enseñar a partir de un plan de estudios organizado para cumplir con las autoridades educativas, interesadas en los resultados objetivos de las evaluaciones a gran escala. Pero en un sentido más amplio, que no sólo cuestiona el currículo y estas evaluaciones pensadas en “competencias”, sino en un sentido más vivo, orgánico y sensible a las personas que deben enseñar.

Por lo tanto, el sentido último de la compasión que nos recordaba Nóvoa (2021) no es sólo un sentimiento, sino el núcleo central del sentido de Ser Profesor. Es la máxima expresión del ejercicio docente, que le lleva, a través del cuidado, la dedicación, la implicación y el compromiso, a una actitud trans-formativa.

En este movimiento, Nóvoa (2021) nos recuerda que Nadie es profesor en la indiferencia. Por eso, en estas condiciones, la compasión vuelve a ganar notoriedad en este debate. La actitud de compasión es, por lo tanto, uno de los pilares que sustentan las relaciones humanas y sociales. La suplantación de la indiferencia pasa necesariamente por la compasión.

Así, como recomienda Nóvoa (2021), la indiferencia es incapaz de movilizar gestos de cuidado, implicación y compromiso. La posición que podemos asumir es que la indiferencia ataca frontalmente el sentido más profundo de la enseñanza. Esto se debe a que efectivamente somos seres de/para el cuidado. Es bajo estas condiciones que entendemos que la enseñanza nunca puede ser una falsa compasión, que deje al alumno a la deriva del destino, no permitiéndole desarrollar “[...] el sentido de realización como persona y el sentido de pertenencia a la comunidad humana” (SÁ-CHAVES, 2018, p. 38-39).

Se trata, como indicó Nóvoa (2021, p. 90), de entender que “Ser profesor es ponerse al servicio de los alumnos, de sus proyectos y de sus aspiraciones”. En este sentido, Ser Profesor es promover la humanidad de los demás y llevarlos a seguir un camino de descubrimiento de sus propias capacidades y ponerlas al servicio de la construcción de un mundo común. El inmovilismo no forma parte del ejercicio de la enseñanza y el aprendizaje. Se trata, por así decirlo, de llevar a los alumnos por caminos en los que se practica el respeto a las diferencias, se promueve la diversidad y se les hace mucho más conscientes, comprometidos y cooperativos.

Vale la pena reiterar que Ser Profesor, en el sentido que aquí se utiliza, es ponerse al servicio de la humanización del mundo. Cuanto más capaz sea el profesor de servir a las necesidades de la humanidad, más humana será la enseñanza. Cuando el ejercicio de la docencia se basa en el servicio a los alumnos, no hay ninguna barrera que le impida fructificar y transformar la humanidad de los demás. En este sentido, reiteramos que Ser Profesor y cuidar de la humanidad de los demás, sin dejar de cultivar la propia humanidad, son una realidad unitaria e indivisible.

5 AHORA PUEDE ENSEÑAR

Estas son las tres cosas que debemos decir a los que quieren ser profesores. Debemos hablarles de la importancia de la enseñanza para la humanidad, especialmente para combatir las desigualdades y promover una sociedad más inclusiva y equitativa. Debemos hablarles del papel central de los profesores, en el pasado y en el futuro. Deberíamos decirles que los profesores son insustituibles para educar a los niños y jóvenes, y que nunca serán sustituidos ni siquiera por la máquina más perfecta9. (NÓVOA, 2021, p. 91, traducido).

Nóvoa (2021) llama la atención sobre la importancia de la docencia en la constitución de la humanidad. Nos lleva a comprender que la docencia, hoy, no es más o menos importante que en el pasado. En este sentido, el proceso de humanización presupone siempre y necesariamente la acción del profesor. Así pues, ¿de qué sirve la docencia si no se ocupa de la humanidad de los demás? O, podríamos preguntar, ¿cómo hacer que el mundo sea humano sin la labor de los profesores? En este escenario, la docencia es de enorme importancia si queremos ser más humanos y menos indiferentes, a pesar de las diferencias que marcan las sociedades.

De un modo u otro, podemos decir que no hay un mundo más humano sin profesores, al igual que no hay docencia sin personas dispuestas a enfrentarse al statu quo y a luchar por un mundo más justo e igualitario, interesado en la vida. Por un lado, no hay razón para pensar que los profesores serán algún día descartados y, por otro, hay innumerables razones para entender que el vínculo más importante de la docencia es con la historia de la humanidad. Por eso nos atrevemos a decir que la historia de la humanidad es la historia de la propia profesión docente. Esto se debe a que el propósito de la docencia es desafiar a cada persona a dar razones de su existencia.

Es decir, ser profesor trasciende la mera tarea de transferir conocimientos curriculares, sino de humanizarse a través de su práctica. Precisamente por ello, la profesión docente no puede eludir el reto de problematizar, para transformar, el dramático escenario de desigualdades al que a menudo se ven sometidos miles de personas. Por eso insistimos contra una didáctica magna: no basta con enseñar la gramática, el álgebra, la tabla periódica, los tipos de accidentes geográficos... es necesario insertar la vida en la educación y eso no se consigue con una didáctica centrada en los métodos de transmisión de los conocimientos curriculares. Lo que se necesita es una Didáctica que tenga en cuenta la complejidad del mundo.

En una sociedad en la que los profesores son a menudo inferiores en relación con otras profesiones, colocados en situaciones que atentan contra su dignidad, esto no significa (ni impide) que la docencia siga siendo una profesión para todos aquellos que se sientan deseosos con compasión de contribuir a un mundo mejor a través de su profesión. No es sólo una profesión para hombres y mujeres que se dedican a “transmitir” sus conocimientos y/o a “inspirar” a los más jóvenes, sino sobre todo para todos aquellos que reconocen la importancia fundamental de otra sociedad, basada efectivamente en la cooperación, el respeto a la vida, a las diferencias, a los derechos y a los deberes, a la conciencia y a la libertad.

Así, en este escenario, es importante reflexionar sobre la importancia de la docencia para la humanidad hoy, como lo fue en el pasado y lo será en el futuro. Debemos ser conscientes, sin embargo, de la necesidad de una docencia cada vez más humana como praxis de libertad, tan bien esbozada por Paulo Freire, que impulse efectivamente a la humanidad hacia su plenitud humanitaria de vivir en armonía consigo misma, con los demás y con todo lo que nos rodea. Y hay que reconocer, sin lugar a dudas, que esas palabras suenan a utopía. Sin embargo, es en la esperanza de hacer de esa utopía una realidad concreta en la que se basa la praxis docente, como hemos aprendido de las enseñanzas de Paulo Freire en sus andanzas por el mundo.

Un segundo punto de/para la reflexión que nos presenta Nóvoa (2021) es sobre el papel insustituible de los profesores para la existencia de una sociedad más inclusiva y equitativa. Por lo tanto, la labor de los profesores como formadores puede ser un puente para el paso de los alumnos “[...] de una conciencia inmediata que es de sensaciones, experiencias y vivencias, a una conciencia reflexiva” (FINGER, 2010, p. 125). Por estas y otras razones deberíamos decir siempre a quien es o quiere Ser Profesor que “nunca será sustituido ni por la máquina más perfecta”. Tal vez, por eso la docencia sigue siendo una profesión “peligrosa” para los intereses del neoliberalismo y/o la explotación de la fuerza de trabajo humana.

Los principios de inclusión y equidad de los que nos habla Nóvoa (2021), concretados en prácticas, políticas sociales y leyes de derechos humanos atentas a los sujetos sociales emergentes (refugiados, migrantes, mujeres, negros, LGBTIQA+, entre otros), son negados y vistos como un mal que corroe las “viejas” prácticas del capitalismo. Al igual que los valores y principios democráticos son negados por gobiernos con claros intereses corporativos-financieros-neoliberales. En este contexto, ¿cómo se puede Ser Profesor hoy en día? ¿Es posible pensar, en nuestros días, en la docencia como una profesión insustituible? En consonancia con las ideas de Nóvoa (2021), reiteramos la importancia de la docencia para la humanidad, especialmente para superar la indiferencia ante las desigualdades. Al igual que reiteramos el papel indispensable de los profesores en el pasado y en el futuro, de la humanidad.

6 CONSIDERACIONES PARA CONTINUAR EL CRUCE

La conclusión a la que llegamos, basándonos en las aportaciones de Serres (1991) presentadas por Nóvoa (2021), es que ser profesor no puede escapar a el cruce - renacer; conocer y cuidar la propia trans-formación. Después del cruce; después es que somos capaces de transformarnos profundamente y, en consecuencia, de enseñar. Así, a pesar de las muchas dudas sobre lo que significa Ser Profesor, tenemos una certeza, al menos provisional: necesitamos el tiempo del cruce, ya sea para buscar respuestas a nuestras propias dudas o miedos, o para la reinvención de la acción de aprender y enseñar, o incluso para la investigación que nos lleve a nuevos conocimientos. Esto es lo que han hecho muchos profesores a lo largo de los años en la enseñanza. Y esto es lo que tenemos que hacer ahora. Si no lo hacemos, nos separaremos de la esencia propia de la enseñanza.

A menudo no nos damos cuenta de la necesidad de este tiempo de/para el cruce. Pero, poco a poco, con el paso del tiempo y de las experiencias vividas y los retos que emanan de las posibilidades de un nuevo mañana, nos toma la conciencia de que no podremos sustraernos a la necesidad del propio cambio. Junto con esta toma de conciencia, se renueva el sentido de Ser Profesor.

También concluimos que todo profesor pasa por un proceso de cruce, desde su formación inicial, hasta a lo largo de la profesión docente. Lo que también podemos destacar es que siempre después del cruce del re-nacimiento, conociendo y cuidando la humanidad de los demás y cultivando la propia humanidad, la claridad ocupa las ideas, trae experiencias diferentes y termina por mantener vivo el deseo de otros cruces. De ahí el deseo de experimentar el viaje como algo tan fundamental para la vida como los resultados que se cosechan de él; al fin y al cabo, la vida está en el momento presente del viaje vivido.

No cabe duda de que el profesor debe vivir, en el contexto de la enseñanza, la lucha contra las desigualdades para promover una sociedad más inclusiva. La propia docencia debe ser una respuesta a las cuestiones sociales, la defensa de la vida y el respeto a la dignidad de las personas. En otras palabras, la finalidad de la docencia es la búsqueda de la justicia y el bien común. Es oportuno recordar que la indiferencia ante este escenario es una forma baja de desconfiguración de la propia profesión docente.

Así como este texto es una persuasión y movilización sin pretensiones a la docencia, la profesión docente es también para la práctica de re-nacer, conocer y sensibilizar(se) cada día para desarrollar valientemente la educación como praxis liberadora.

REFERENCIAS

ALARCÃO, Isabel. Percursos da Didática. Aveiro: UA Editora, 2020. [ Links ]

ALVES, Cristovam da Silva. A constituição da profissionalidade docente: os efeitos do campo de tensão do contexto escolar sobre os professores. Tese de doutorado (Doutorado em Educação) - Pontifícia Universidade Católica, São Paulo, 2012. [ Links ]

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4Traducción libre del original: [...] aprender é lançar-se ao rio, buscando, a nado, atravessar de uma margem a outra. Mas o que importa é lançar-se ao movimento, partir, iniciar o processo. É a travessia que conta, muito mais do que a chegada. E essa travessia é mistura, é mestiçagem, encontro fundamental com o outro, mas especialmente o processo de misturar-se com ele, confundir-se com ele. Ensinar e aprender não consiste em afirmar identidades, mas em perder identidades, produzir misturas e mestiçagens, lançar-se à aventura do desconhecido para, dela, surgir renovado. Um encontro com as diferenças, portanto.

5Traducción libre del original: Re-né, il connaît, il a pitié. Enfin, il peut enseigner.

6Traducción libre del original: A primeira coisa que devemos dizer a quem abraça o magistério é que precisamos de fazer sobre nós mesmos um trabalho de re-nascimento. Ser professor não é entrar numa profissão técnica ou mecânica, é construir um caminho que junta aquilo que somos como pessoas e aqueles que seremos como profissionais. Na docência trabalhamos com a humanidade dos outros, os nossos alunos, e nunca seremos capazes de o fazer se não nos dedicarmos também a cultivar a nossa própria humanidade. Nós somos como ensinamos e ensinamos aquilo que somos

7Traducción libre del original: A segunda coisa que devemos explicar é a importância do conhecimento. A missão de um professor é conduzir os alunos ao conhecimento: não podemos desvalorizar o conhecimento para nos centrarmos apenas nos alunos, nem podemos ignorar os alunos para nos dedicarmos unicamente ao conhecimento. A tensão conhecimento-alunos está no coração da profissão docente e do trabalho dos professores.

8Traducción libre del original: A terceira coisa que devemos lembrar é o sentido da compaixão, no sentido filosófico do termo. Entrega. Cuidado. Dedicação. Envolvimento. Compromisso. Ninguém é professor na indiferença [...] Ser professor é conseguir que cada aluno vá o mais longe possível no seu próprio caminho

9Traducción libre del original: Eis as três coisas que devemos dizer a quem quer ser professor. Devemos falar-lhes da importância da docência para a humanidade, sobretudo para combater as desigualdades e para promover uma sociedade mais inclusiva e equitativa. Devemos falar-lhes do papel central dos professores, no passado e no futuro. Devemos dizer-lhes que os professores são insubstituíveis para educar as crianças e os jovens, e que nunca serão substituídos nem pela mais perfeita máquina.

Recibido: 16 de Septiembre de 2021; Aprobado: 20 de Noviembre de 2021

Ivan Fortunato: Doctor en Desarrollo Humano y Tecnologías y doctor en Geografía, ambos por la Universidad Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho, Rio Claro. Profesor en régimen de dedicación exclusiva del Instituto Federal de Educación, Ciencia y Tecnología de São Paulo (IFSP), campus Itapetininga. Profesor permanente del Programa de Posgrado en Educación de la UFSCar, campus Sorocaba. E-mail: ivanfrt@yahoo.com.br, Orcid:https://orcid.org/0000-0002-1870-7528

Osmar Hélio Araújo: Doctor en Educación por la Universidad Federal de Paraíba (UFPB) y maestro en Educación por la Universidad Federal de Ceará (UFC). Profesor adjunto de la UFPB/Campus IV (Litoral Norte), Centro de Ciencias Aplicadas y Educación (CCAE)/Departamento de Educación (DED). E-mail:osmarhelio@hotmail.com, Orcid:https://orcid.org/0000-0003-3396-8205

Emerson Augusto de Medeiros: Doctora en Educación por la Universidad Estatal de Ceará (UECE). Profesor adjunto del Departamento de Ciencias Humanísticas de la Universidad Federal Rural del Semiárido (DCH/UFERSA). E-mail:emerson.medeiros@ufersa.edu.br, Orcid:https://orcid.org/0000-0003-3988-3915

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