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Revista Brasileira de Política e Administração da Educação

versão impressa ISSN 1678-166Xversão On-line ISSN 2447-4193

Revista Brasileira de Política e Administração da Educação vol.36 no.1 Goiânia jan./abr 2020  Epub 27-Jul-2020

https://doi.org/10.21573/vol36n12020.96324 

Dossiê

Risieri Frondizi y Alberto Taquini (h): trayectorias y experticias dedicadas a transformar la universidad argentina de mediados del siglo XX

Risieri Frondizi e Alberto Taquini (h): trajetórias e conhecimentos dedicados a transformar a universidade argentina de meados do século XX

Risieri Frondizi y Alberto Taquini (h): trajectories and dedicated expertise to transform the Argentine University in the middle of 20th century

DANIELA MERCEDES WAGNER1 
http://orcid.org/0000-0002-6078-0200

MARIA ROSA CARBONARI2 
http://orcid.org/0000-0003-4442-6989

1 Univeridad Nacional de Río Cuarto , Argentina .

2 Univeridad Nacional de Río Cuarto , Argentina .


Resumen

Desde mediados del siglo XX, la preocupación por la democratización de laeducación, se trasladó de los ámbitos escolares de educación básica a la universidad. En ese contexto, en diferentes países latinoamericanos se presentaron propuestas para transformar la política de enseñanza superior, lo que lleva a indagar y reconocer quienes fueron los intelectuales que se comprometieron con el cambio o la política de transformar ese ámbito educativo. En ese sentido, el presente artículo aborda las trayectorias intelectuales del filósofo y antropólogo Risieri Frondizi y del médico Alberto Taquini (hijo) desde la perspectiva de lanueva historia intelectual; es decir, historizar a estos sujetos actuando en sus respectivos contextos y en interacción con otros actores de la época.

Palabras-clave: Gestión universitaria; Trayectoria de intelectuales; Universidad y Desarrollo

Resumo

A queda pela democratização da educação passou da educação básica para a universidade. Desde meados do século XX, diferentes países latino-americanos desenvolveram propostas para transformar a política de ensino superior. Nesse sentido, este artigo tem como objetivo identificar Risieri Frondizi e Alberto Taquini (filho) como intelectuais, suas estratégias e projetos para a universidade. E entendê-los, a partir da nova história intelectual, como sujeitos agindo no entrelaçamento moldados por suas trajetórias pessoais e pelo clima da época.

Palavras-Chave: Gestão universitária; Trajetória de intelectuais; Universidade e Desenvolvimento

Abstract

Since the mid-twentieth century, the concern of democratisation of education is carried out by school fields in basic education at the university. In this context, different Latin American countries were submitted proposals to transform the political education with respect to the high education. In this respect it seeks to recognize who were the intellectuals that were committed to change or the police of transforming and reforming particularly that educational field. This article addresses to the intellectual trajectories of the philosopher and anthropologist Risieri Frondizi and of the physician Alberto Taquini (son) from the perspective of the new intellectual history; that is, to historicize these academic people acting at their respective contexts and the interaction with other actors of the time.

Key words: University management; Trajectories of intellectuals; University and Development

INTRODUCCIÓN

Desde mediados del siglo XX, la preocupación por la democratización de laeducación se trasladó de los ámbitos escolares de educación básica a la universidad. En ese contexto, en diferentes países latinoamericanos se presentaron propuestas para transformar la política de enseñanza superior. De allí que el presente artículo tiene como objetivos indagar y reconocer quienes fueron los intelectuales que se comprometieron con el cambio o la política de transformar ese ámbito educativo.

Apoyado en la perspectiva de la nueva historia intelectual, que considera a los sujetos actuando en sus respectivos contextos y en interacción con otros actores de la época, este escrito presenta: en primer lugar, el entretejido entre el contexto histórico y el clima de ideas propios de los años de 1960 a nivel internacional y latinoamericano; posteriormente, se sitúan las trayectorias académico-intelectuales de Risieri Frondizi y Alberto Taquini (h), en el clima político e ideológico particular de Argentina en los “largos sesenta”; por último, se exponen los aspectos principales de las propuestas que para la educación superior plantearon, el Dr. en filosofía, Risieri Frondizi en La Universidad en un mundo de tensiones. Misión de las Universidades en América Latina (1971) y el Dr. en medicina, Alberto Taquini (h) en Nuevas Universidades para un nuevo país (1972).

La lectura de aquellas obras, en el entretejido con las trayectorias personales de sus autores y el clima de época, permiten reconocer posicionamientos y estrategias, a veces compartidas y otras diferenciadas, desarrollados por Frondizi y Taquini a la hora de trabajar por la implementación de sus proyectos. Finalmente, se realizan algunas reflexiones en dirección a reconocer, en la perspectiva de la historia de las universidades argentinas en el siglo veinte, el valor de las iniciativas impulsadas por los intelectuales considerados en este trabajo.

ENTRETEJIENDO CONTEXTOS

La segunda mitad del siglo veinte inauguró una etapa de profundos cambios en la historia mundial y una percepción de aceleración de los tiempos históricos.

En sintonía con estas transformaciones, la nueva historia intelectual, a diferencia de la clásica historia de las ideas, centra su atención en la recuperación de los sujetos, de sus ideas y acciones en contextos específicos ( DI PASCALE, 2011 ; POLGOVKY ESCURRA, 2010 ). De modo que, en el presente artículo, el seguimiento de los intelectuales se plantea como una vía de acceso para la comprensión del proceso de transformación de la educación superior ocurrido a mediados del siglo veinte en Argentina; a la vez que ofrece la posibilidad de comparar, descubrir acercamientos y diferenciaciones en el modo de actuar de estos sujetos en sus respectivos contextos de época ( BOURDIEU, 1999 ; DEVOTO y FAUSTO, 2008 ; TILLY, 1991 ).

Así los escritos que, sobre la universidad, produjeron Risieri Frondizi (1971) y Alberto Taquini (h) (1972), pueden considerarse como textos-fuentes, dado que constituyen escritos en los cuales sus autores explicitaron claramente las concepciones y proyecciones respecto a la universidad que imaginaron para su época. Además, surgieron en un momento marcado por la generalización, entre los intelectuales, del debate acerca de las posibilidades de cambio social y desarrollo; y, particularmente, de cuáles serían los aportes de la Universidad a esas posibilidades.

De acuerdo con estos lineamientos, los escritos de Frondizi y Taquini (h), fueron leídos y analizados en interacción con el devenir de sus trayectorias personales y en la intersección, del contexto histórico y del clima de ideas, que bosquejó la coyuntura entre mediados de la década de 1950 a inicios de 1970.

La desaceleración de la prosperidad, iniciada luego de la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los aspectos que incidió en el surgimiento de aquella coyuntura; marcada además por un “malestar de civilización” que especialmente la juventud expresó a través de movilizaciones, inquietudes, creatividades y esperanzas, que permiten hablar de esos tiempos, según Devoto y Fausto (2008 , p. 405) no solo como los de una “revolución política”, sino también de una “revolución cultural”.

En Latinoamérica, la victoriosa guerrilla cubana surgía como expresión de las virtudes del voluntarismo y, para muchos, el camino a seguir para que triunfara la revolución socialista. En el plano cultural, la revolución en las costumbres fue acompañada por la aparición, en algunos países, de nuevas formas de expresión artísticas y por una eclosión en el campo científico.

Asimismo, para Devés Valdés (2008 , p.15), este período se caracterizó por la primacía del pensamiento modernizador, el abandono del ensayo como género discursivo tradicional de las ciencias sociales, la estructuración del quehacer intelectual, a través de la investigación interdisciplinar y la adopción del centro o el instituto como matriz institucional; y la emergencia de una nueva élite de productores culturales ( BLANCO, 2010 , p. 623).

En este contexto, la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 1947, se revelaría como el principal centro de influencia teórica-doctrinaria, tanto en relación con la cuestión del desarrollo económico como en la concepción de las ciencias sociales.

Para la CEPAL, el desarrollo económico latinoamericano debía pensarse en relación con las características del sistema político, la estructura social, la composición de sus élites, de sus sistemas educativos, las tasas de crecimiento demográfico, entre otros. De allí en adelante, la exploración de los factores favorables o desfavorables al desarrollo llegaría a convertirse en la obsesión de economistas, sociólogos, antropólogos e intelectuales en general ( BLANCO, 2010 , p. 622).

Promediando los años de 1960, la decepción frente a las expectativas despertadas por las posiciones modernizadoras, las dificultades de los regímenes reformistas y la aparición de experiencias autoritarias debilitaron las esperanzas en un logro paralelo de crecimiento económico y democracias. Igualmente, la difusión de un pensamiento político antiimperialista, anticapitalista, anticolonialista, con afanes integracionistas, liberacionistas y populistas comenzó a ganar predicamento ( DEVÉS VALDÉS, 2008 , p. 136).

Estos planteamientos alcanzaron, también, al género ensayístico y a los científicos sociales, los cuales valiéndose de orientaciones marxistas y radicales comenzaron a alejarse de sus posiciones reformistas primigenias. La teoría de la dependencia, en sus diversas modulaciones, se erigiría en la candidata más aclamada para explicar la realidad latinoamericana ( BLANCO, 2010 , p. 427).

Este clima de ideas configuraría una sensibilidad propia de los años sesenta, que Devés Valdés (2008 , p. 137) describe marcada por sentimientos y convicciones contradictorias entre sí, por ejemplo, la exaltación de la marginalidad, la búsqueda de la conciencia y de la concientización, convivían con el afán ordenador, planificador y organizador de la economía y de la sociedad.

Sin embargo, el peso que fueron adquiriendo estas contradicciones hicieron imposible la cohesión y eclosionaron, incluso, “las dictaduras constituyen la realización final de [aquella sensibilidad], a la vez que su negación” ( DEVÉS VALDÉS, 2008 , p. 138).

TRAYECTORIAS Y EXPERTICIA: LOS INTELECTUALES ARGENTINOS EN LOS “LARGOS SESENTA”

Risieri Frondizi (1910-1985) 1 y Alberto Taquini (h) 2 , 1935) fueron hechura de su tiempo, porque participaron tanto del devenir temporal del siglo XX como de la transformación cualitativa de ese tiempo en una época intensa.

Siguiendo a Bagú (1970, p. 112-115), la intensidad de una época se percibe cuando, en el transcurso del tiempo y en un radio espacial, se hacen visibles una multiplicidad de combinaciones y relaciones sociales que cambian a velocidades variables. Esta conceptualización puede aplicarse a los años de 1950 y 1960, más cuando distintos autores acuerdan en destacar a ese período como una época de grandes expectativas ( DEVOTO y FAUSTO, 2008 , p. 404), marcada por la impronta juvenilista (TERÁN, 2008, p. 74), o como punto de referencia que permite comparar con el período anterior y posterior ( DEVÉS VALDÉS, 2008 , p. 135).

Desde la duración cronológica, Devés Valdés (2008 , p. 135), plantea cierta generalización y sostiene que a nivel Latinoamérica lo más aceptado es hablar de “los largos 60”, es decir, del período abierto por la Revolución Cubana (1959) y cerrado por las dictaduras del Cono Sur de comienzos de los años setenta. Por su parte, Terán (1993) acuerda en la presencia de una sensibilidad particular propia de esos años, pero para Argentina, prefiere considerar el período desde mediados de 1950 hasta el golpe de Estado de 1966.

Además, el andamiaje ideológico estuvo constituido, según este mismo autor (TERÁN, 2008, p. 76) por la tensión entre la radicalización política y las tendencias modernizantes. Esto es, por un lado, entre quienes concebían la posibilidad del cambio por la vía armada; y, por el otro, los que impulsaban el reformismo modernizante y la defensa de la democracia según los planteos de la CEPAL ( WAGNER, 2008 , p. 75 y 96).

Así el cruce entre procesos políticos e ideológicos constituye el plafón donde visibilizar y poner en diálogo los proyectos de transformación de la universidad, impulsados desde los años de 1950.

En este clima, Risieri Frondizi regresa a la Argentina, luego de varios años de permanecer en los Estados Unidos, México, Puerto Rico y Europa, destinos en los cuales se dedicó a la docencia, a la investigación y a la formación de posgrado, obteniendo su Doctorado en Filosofía en la Universidad Autónoma de México (1950). Sus estadías en el exterior, mediante becas e invitaciones de centros de estudio 3 , constituyeron una etapa de exploración de la filosofía latinoamericana, de observación de los sistemas educativos en distintas regiones del continente y de distanciamiento respecto al gobierno de Perón (1946-1955); al cual le criticó, la política de intervención a las universidades, cesantías masivas de profesores -que el propio Risieri vivenció en 1946- y la pretensión de alinear al sistema educativo al pensamiento nacional y popular.

La autodenominada Revolución Libertadora (1955-1957), que derrocó a Perón, pese a su ilegitimidad, devolvió la autonomía a las universidades; ello en el marco de políticas que pretendían la desperonización de la sociedad.

En ese contexto, Risieri Frondizi retorna la vida universitaria y en 1957 asume, por concurso, sus cátedras de Ética y Filosofía Moderna en las Universidades Nacionales de La Plata (UNLP) y la de Buenos Aires (UBA); asimismo, a comienzos de ese año fue elegido Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y, en diciembre, Rector de la UBA (GRACIA y MILLÁN ZAIBET, 2004).

Durante su Rectorado (1957-1962), llevó adelante un proyecto de modernización integral de la universidad, que incluyó reformas edilicias, creación de la editorial universitaria (EUDEBA) para la difusión masiva de libros a bajos costos, reformas en la enseñanza, en la investigación y una destacada participación en el debate sintetizado en la consigna universidad laica o libre.

Al año siguiente, su hermano, Arturo Frondizi (1958-1962) asumió la presidencia de la nación. Sus propuestas de desarrollo y democratización crearon profundas expectativas en la población en general; y en los intelectuales en particular, -quienes pudieron retornar a las universidades luego del derrocamiento de Perón- y emprender acciones de reformas, en Facultades de la Universidad Nacional de Córdoba, La Plata, Tucumán y Cuyo, aunque más acotadas que en la UBA.

Paralelamente, la figura de Risieri Frondizi cobró relevancia internacional por su participación como miembro del Instituto Internacional de Filosofía de París; su desempeño como presidente de la Unión de Universidades de América Latina -UDUAL- (1959-1962); e integrante del comité ejecutivo de la Federación Internacional de Sociedades de Filosofía, La Sorbona (París, Francia) 4 .

A nivel nacional, encabezó una serie de movilizaciones y huelgas estudiantiles en oposición al proyecto de Ley que impulsaba el Gobierno, por el cual se otorgaría a la iniciativa privada la posibilidad de crear universidades libres con capacidad para expedir diplomas y títulos habilitantes.

Pese a las movilizaciones multitudinarias, la Ley de Universidades Privadas (n°14.557) fue aprobada y reglamentada a fines de 1958, ocasionando un enfrentamiento público entre los hermanos Frondizi. Pues para el Rector de la UBA era necesario el “fortalecimiento de las universidades nacionales [dado que la nueva ley conduciría] a quebrar la tradición argentina laica, no atea” (FRONDIZI, 1959, p. 13); asimismo, le preocupaba la profundización de las diferencias culturales que podrían surgir en la sociedad, así como el uso de recursos públicos por parte de los privados. Mientras tanto, el gobierno -bajo la influencia del catolicismo liberal- sostenía que la participación de los privados en educación era una alternativa a la introducción de ideologías totalitarias por parte del Estado ( BUCHBINDER, 2005 , p. 174).

Tras los años de intensa actividad en la UBA, en 1966, Risieri Frondizi decide otra vez autoexiliarse. Ello en protesta contra el golpe de Estado cívico-militar que derrocó al Presidente constitucional Arturo Illia. A partir de entonces se radicó en los Estados Unidos e inició su etapa como teórico de la universidad, compilando sus ideas y experiencias en relación con la transformación de la educación superior, bajo el título La Universidad en un mundo de tensiones. Misión de las Universidades en América Latina (1971) .

Mientras tanto, durante la gestión de Frondizi en la UBA, Alberto Carlos Taquini (h) se graduó en medicina, en 1959 obtuvo el doctorado en esa universidad y se especializó en cardiología. Inmediatamente, ingresó a la docencia universitaria en el Instituto de Fisiología dirigido por el Dr. Bernardo A. Houssay 5 , posteriormente desempeñó distintos cargos docentes hasta alcanzar, en 1966, la titularidad con dedicación exclusiva en Fisiología Humana de la UBA.

En la misma universidad, entre 1954 y 1966, participó como investigador del Instituto de Investigaciones Cardiológicas de la Facultad de Medicina; investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet), entre 1961-1973; desarrolló instancias de formación en universidades extranjeras 6 y, en 1967, a nivel nacional, fue elegido uno de los jóvenes sobresalientes. Dentro de su especialidad, ha publicado, en el país y en el exterior, numerosos trabajos sobre hipertensión arterial y fisiología.

Luego de una etapa de intensa formación y dedicación a la investigación disciplinar, la figura del Dr. Alberto Taquini (h) cobraría más visibilidad, a raíz de su desempeño como gestor y teorizador sobre política universitaria.

Cabe advertir que la época en la que Taquini (h) ocupó -1968 a 1971- el Decanato de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, la Presidencia de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, Coordinó el Gabinete de la Secretaría de Estado de Ciencia y Técnica, dependiente de la Presidencia de la Nación, entre otros fue coincidente con los años de la autodenominada Revolución Argentina, es decir, el gobierno militar surgido tras el Golpe de 1966.

Paradojalmente, Taquini (h) se encontró institucionalmente vinculado a dicho gobierno, pero debió confrontar con el mismo en defensa del Proyecto Nuevas Universidades para un nuevo país . Proyecto que junto a un grupo de académicos había elaborado y que, desde 1968, venían difundiendo.

Desde entonces y hasta el presente, el Dr Taquini ha seguido trabajando, publicando y asesorando –a nivel nacional e internacional 7 - sobre cuestiones educativas en general.

Considerados en conjunto, podemos afirmar que ambos autores procedieron de formaciones disciplinares diferentes, filosofía y antropología Frondizi, medicina Taquini (h); que sus trayectorias académico-institucionales fueron disímiles; sin embargo, compartieron por un par de años la atmósfera de cambios que vivió la UBA. Por tanto, la necesidad urgente de transformar integralmente la educación superior de su tiempo y la idea de que dicha transformación debía sustentarse en una nueva experticia.

Experticia, proviene de la voz inglesa expertis y expertise que significa pericia o habilidad para hacer algo, pero, en su acepción castellanizada, experticia expresa la idea del conocimiento propio de un experto, especialmente en el lenguaje escrito 8 . En este sentido, Frondizi y Taquini, se hicieron eco de la renovación de las ciencias y de las nuevas formas de encarar el trabajo científico; de allí que defendieron la concepción según la cual las universidades eran el lugar por excelencia donde debían formarse los intelectuales en la nueva experticia. Al respecto, en sus obras sostuvieron “la investigación científica, imparte método, racionaliza, acostumbra a pensar ordenadamente, habitúa al rigorismo del pensamiento científico y a dilucidar el valor de lo importante respecto de lo superfluo” (TAQUINI, 1971, p. 3), mientras que para Frondizi (1971, p. 253-254)

solo las universidades estatales contaban con los profesionales de mayor capacidad técnica, la cual les permite plantear los problemas capitales y brindar alternativas de posibles soluciones, despojados de ingredientes políticos, prejuicios o presiones de grupos, y particularmente, la continuidad en la labor les permite a aquellos realizar estos estudios y evitar la improvisación.

Cabe remarcar que ambos intelectuales realizaron formaciones de posgrado en universidades estadounidenses. Por lo tanto. participaron del giro geopolítico que, tras la segunda guerra mundial, posicionó a los Estados Unidos como potencia también en el orden educativo y científico-tecnológico.

En esa dirección, entre 1950 y 1960, aquel país junto a organismos internacionales como el Departamento de Ciencias Sociales de la UNESCO, la División de Ciencias Sociales de la Unión Panamericana, las fundaciones Ford y Rockefeller, entre otros, impulsaron activas campañas en favor de la modernización en la enseñanza, la investigación, las reformas en planes de estudio y creación de organismos profesionales destinados a la formación de especialistas en ciencias sociales, capaces de estudiar los problemas que enfrentaban los países en vías de desarrollo ( BLANCO 2010 , p. 620).

RISIERI FRONDIZI Y ALBERTO TAQUINI (H): PROPUESTAS Y ESTRATEGIAS PARA TRANSFORMAR LA UNIVERSIDAD ARGENTINA DE MEDIADOS DEL S. XX

Las iniciativas de Frondizi y Taquini (h) para transformar la educación superior argentina de mediados del S. XX deben situarse en el marco de la tensión modernización-radicalización política, institucionalización de las ciencias sociales y confrontación con el informe de Rudolph Atcon 9 , La Universidad latinoamericana. Clave para un enfoque conjunto del desarrollo coordinado social, económico y educativo en América Latina (1961). Dicho informe consideraba a la reforma universitaria como el mejor camino, el más directo y corto para la reforma social. Pues estas reformas sólo se pueden llevar a cabo en forma concienzuda y planeada, para lograr transformaciones duraderas y efectivas, (…) “ya que la universidad está en relación íntima (…) con la estructura social a la que pertenece, como una fiel imagen microscópica del orden social general, exactamente como el mecanismo genético es un reflejo del cuerpo macroscópico controlado por él” (ATCON, 1961, p. 18).

En sus recomendaciones el asesor de la Unesco expresaba:

Necesitamos una filosofía de la planeación socioeconómica y de la asistencia técnica basada en el reconocimiento (…) de que hay una sólida interconexión entre las creencias, las instituciones y la producción. (…) Nuestro éxito final depende precisamente de ese enfoque integrado. (…) Sin la creación de un plan de desarrollo total, coordinado y dinámico, este continente irá rápidamente a la descomposición separada y al caos colectivo” (ATCON, 1961, p. 10 - 11).

Frente al enfoque desarrollista y estructural que sostenía Atcon, en América Latina se levantaron discursos, especialmente de agrupaciones estudiantiles y de ensayistas como Arturo Jauretche 10 , Juan José Hernández Arregui 11 , entre otros, que denunciaban de imperialistas a este tipo de propuestas; y de servir a la colonización cultural y científica por parte de las potencias hegemónicas.

Al igual que Atcon, Frondizi y Taquini realizaron propuestas integrales de transformación de las universidades, es decir, que afectaban a las instituciones universitarias en su conjunto. Pero se distanciaron de aquel, en los aspectos vinculados con la democratización de la educación superior.

En este sentido, los intelectuales argentinos coincidieron en dar a las universidades un perfil más científico y de investigación. Esto es, superar la función de meras expendedoras de títulos habilitantes para el ejercicio de profesiones liberales (médicos, abogados y notarios) y como cuadros dirigentes para el Estado. Función que ni siquiera la Reforma Universitaria de 1918 12 pudo revertir.

Asimismo, las iniciativas de Frondizi y Taquini (h), bregaron por el establecimiento de nuevas carreras vinculadas a las necesidades regionales; carreras de corta duración, con títulos intermedios; así como la renovación de los métodos de enseñanza y la vinculación con la investigación.

Para alcanzar el perfil cientificista, era necesario desterrar las cátedras vitalicias y, en su lugar, propender a la formación de cuerpos docentes que ingresaran por concursos; que contaran con las mejores condiciones institucionales y materiales, para desarrollar la investigación científica, la actualización y especialización de posgrado.

En cuanto a los estudiantes, los autores estudiados consideraban imprescindible favorecer la democratización del ingreso a los estudios superiores, estableciendo articulaciones con el nivel secundario, suprimiendo aranceles o contribuciones, los exámenes eliminatorios y/o cupos de ingreso; y arbitrando estrategias de acompañamiento, entre las que se encontraron la orientación vocacional para la elección de carreras con perfiles cientificista, apoyo académico, durante los primeros años de estudio, y económico mediante un sistema de becas. En conjunto, estas medidas pretendían garantizar el ingreso, la permanencia y el egreso de los estudiantes.

Por el contrario, la propuesta de Atcon contemplaba el arancelamiento, los préstamos honorarios, mecanismos de admisión y selección de los estudiantes, a la vez que desestimaba la participación de estos en el gobierno universitario (ATCON, 1961, p. 113).

La transformación académica, a criterio de Frondizi y Taquini, debía ir acompañada de cambios institucionales-administrativos y edilicios. El primero, durante su Rectorado en la UBA (1957-1962), propendió a la creación de nuevas facultades, centros e institutos de investigación 13 . Algunos años después, la propuesta de Alberto Taquini (h), retomó esas iniciativas y avanzó hacia la departamentalización y la construcción de ciudades o campus universitarios.

En tanto que el modelo de campus autosuficiente favorecería, en la visión de estos autores, la concentración de los profesores y estudiantes en el cultivo integral de las ciencias, el arte y las humanidades; optimizaría el uso de los recursos económicos y humanos, así como el funcionamiento de estos, sus aportes a la sociedad y a los organismos gubernamentales (TAQUINI, 1972, p. 128).

La vinculación de la universidad con la sociedad y el Estado fue otro aspecto neurálgico en el pensamiento de ambos. Al respecto, Risieri Frondizi (1971, p. 13) interpelaba a la universidad sosteniendo que

[…] en América latina sobrevendrá un cambio radical (…) ¿qué debe hacer la Universidad? ¿ser agente o espectador?” [Y a ello agregaba] “salvo momentos de excepción, la universidad latinoamericana ha servido escasamente a la sociedad que la mantiene. (…) La universidad es estéril porque no ha logrado aún el maridaje de la ciencia y la tecnología con las necesidades del país.

Taquini y sus colaboradores interpretaron el desarrollo científico-tecnológico y la expansión de la información masiva, como indicadores de un cambio de era, “al cual debe ineludiblemente adaptarse (…) la universidad para cumplir eficientemente sus fines esenciales: culturales, éticos, sociales y universales” (TAQUINI, 1972, p. 160).

Risieri Frondizi fundamentó la relación universidad – sociedad desde la vertiente cepalista con énfasis en la consideración de los factores sociales del desarrollo, entre ellos, la educación, la salud física y mental, el conocimiento tecnológico, la tradición científica, la capacidad investigadora e inventora y el sentido de responsabilidad ( DEVÉS VALDÉS, 2008 , p. 37).

En general, la intelectualidad latinoamericana comenzaba a cuestionarse respecto al papel de las universidades en los procesos de desarrollo. Frente a lo cual, las universidades, debían combatir las (…) “antiguas estructuras económicas, sociales, políticas y culturales de nuestra América. Para que esto sea posible, deben experimentar un cambio interior y profundo. (…) Y aprender a auscultar las necesidades del contorno social y ponerse a su servicio” (FRONDIZI, 1971, p. 11).

Por su parte, Alberto Taquini (1972, p. 14-15), también compartió la perspectiva desarrollista, aunque enfatizó en la universidad concebida regionalmente y destinada a

[…] recibir los problemas que atañen a los elementos que definen a dicha región y tendrá […] que propender a la solución de dichos problemas. [De modo que] “de la intercomunicación universitaria respecto de los contenidos regionales (…) puede lograrse un conocimiento sintético de sus problemas territoriales o regionales (…) y un enfoque crítico de los problemas generales del país con un resultado integrativo.

Asimismo, las alusiones al pensamiento cepalista, aparecieron en el discurso de Frondizi (1971, p. 41), al plantear la necesidad de planificar las reformas y el crecimiento del sistema universitario; mientras que en Taquini (1972), en la pretensión de crear nuevas universidades en zonas estratégicas del país, concebidas como polos de desarrollo regional para poder superar el sobredimensionamiento de algunas de ellas, especialmente en la UBA, UNLP y UNC.

Además, destacaban el ineludible rol del Estado como movilizador del desarrollo, como planificador de las cuestiones fundamentales que afectaban a la nación, a la vez que, respetando la autonomía de la tarea intelectual debe invertir en ciencia y tecnología (FRONDIZI, 1971, p. 256 y 281) para convertir a las universidades en “factor de aceleración del desarrollo nacional” y “conciencia crítica de la nación empeñadas en la lucha contra el neocolonialismo en todas sus expresiones”.

En tanto que la educación, vista desde las posibilidades del desarrollo, debía ser prioridad del Estado, porque a éste le compete “primero establecer y apoyar económica y espiritualmente el sistema educacional, a fin de que éste forme a los hombres capaces, los que posteriormente, en presencia de recursos naturales y económicos, determinarán la transformación socioeconómica” (TAQUINI, 1972, p. 114).

Pese a compartir los supuestos del desarrollismo, a diferencia de los autores argentinos, el proyecto de Rudolph Atcon sugería que las universidades estatales debían transformarse en fundaciones privadas, a los efectos de lograr independencia legal, financiada por donativos anuales del Estado y libre de controles e interferencias de aquel, es decir, libre para buscar complementos financieros (ATCON, 1961, p.113 y 115).

La autonomía de las casas de altos estudios era entendida como neutralidad política, como la capacidad del consejo universitario de plantear una política universitaria genuina, un plan de desarrollo general que contemplaba la ampliación de contactos y las vinculaciones con la comunidad y los sectores económicos, para consolidar “la posición de la universidad como instrumento de desarrollo útil, consciente y activo” (ATCON, 1961, p.115).

En cambio, para Risieri Frondizi, definía a la autonomía en función de la capacidad crítica y la responsabilidad social, pues la universidad estatal es el lugar por excelencia de formación de quienes tendrán a cargo “el análisis de los hechos, la capacidad de esclarecimiento conceptual, de rigor en el razonamiento y la honestidad en el juicio (...) es lo que conferirá a la opinión universitaria su mayor peso” (FRONDIZI, 1971, p. 270).

Mientras que, para Alberto Taquini (h), la autonomía se circunscribió a los márgenes de libertad permitidos por la dictadura gobernante (1966-1973).

El posicionamiento, frente a la autonomía universitaria, resultó clave para poder distinguir las estrategias desarrolladas por ambos intelectuales, en momentos en que sus proyectos estuvieron en peligro.

De este modo, el exilio o el autoexilio fue el medio a través del cual Risieri Frondizi mantuvo viva la defensa de sus convicciones, en cuanto a la construcción de una universidad moderna, laica, estatal, centrada en la investigación y orientada al desarrollo económico integral de la sociedad.

Asimismo, postuló una universidad democrática, con vigencia del cogobierno, es decir, la participación de docentes, estudiantes y graduados en órganos decisorios; y con acceso libre y gratuito para todos los ciudadanos, independientemente de su procedencia cultural, socioeconómica, geográfica, religiosa y de género. También, defendió la autonomía como capacidad de autogobernarse, con independencia frete a las instituciones de la sociedad civil; por ello, debía apoyarse en la libertad de cátedra para garantizar la formación crítica de los intelectuales y dirigentes que emprenderían el desarrollo del país.

A diferencia del filósofo y antropólogo, Alberto Taquini (h) no conoció el exilio, ni optó por un discurso confrontativo. Pero, junto a su equipo, entre 1968 a 1971, desarrollaron una serie de exposiciones y visitas para sensibilizar a los funcionarios del Estado, respecto a la importancia de su propuesta universitaria.

Más apegado al modelo organizativo norteamericano, cientificista y de planificación, priorizó la idea de crear cinco nuevas universidades al servicio del desarrollo regional; articuladas a las metas de desarrollo nacional establecidas prioritariamente por el Estado, aunque no rechazó de plano la participación de sectores privados y confesionales en educación.

El Plan Taquini fue elaborado en el contexto del gobierno militar que se extendió entre 1966 a 1973, pero de manera independiente por un grupo de investigadores que lo concibieron como una alternativa a la política universitaria de la dictadura. Precisamente, para enfrentar los embates de aquella, los académicos potenciaron estratégicamente el vínculo con las comisiones pro-universidad que se fundaron en distintas regiones del país y que aspiraban contar con una universidad estatal en su área de influencia.

La participación y hasta la presión de la sociedad civil, representada a través de dichas comisiones, fue clave para que el equipo Taquini lograra colocar su propuesta en la agenda del Estado.

Sin embargo, solo en las fundaciones de la Universidad Nacional de Río Cuarto (1971), en el centro del país, la Universidad Nacional del Comahue (1971), en el sur, y Universidad Nacional de Lomas de Zamora (1972), en el gran Buenos Aires, se concretaron según los lineamientos propuestos originalmente en el texto, Nuevas Universidades para un nuevo país, en coincidencia con los lugares donde la acción de las comisiones pro-universidad alcanzó mayor entidad y capacidad de movilización ( WAGNER, 2018 , p. 162).

Entre 1971-1973, la dictadura en retirada, impulsó la creación de trece nuevas universidades nacionales, apropiándose y desvirtuando los objetivos iniciales del Proyecto de Taquini, subordinándolos a los mandatos de la Doctrina de la Seguridad Nacional; la cual pretendía contener la creciente movilización social y radicalización política, que, en el terreno cultural–universitario, bregaban por la recuperación de la democracia, la autonomía universitaria y la reinstalación del debate acerca del compromiso de las casas de estudios y de sus intelectuales con la sociedad.

ALGUNAS REFLEXIONES

La reconstrucción de las trayectorias académico-intelectuales de los autores considerados en este artículo, en vinculación con el contexto de mediados del siglo veinte, contextualizaron la lectura de sus escritos y permitieron identificar, en ellos, la emergencia de una configuración del intelectual latinoamericano sustentada en una nueva experticia.

A tono con la renovación de las ciencias en general, esta experticia se relacionó con nuevas maneras de encarar el trabajo intelectual. Trabajo que enfatizó en la construcción metódica, sistemática, racional e interdisciplinaria del conocimiento y postuló a las universidades estatales como el lugar, por excelencia, destinado a la formación de las nuevas camadas de intelectuales.

Asimismo, la valorización internacional de las ciencias para el desarrollo autónomo de las naciones y la demanda generalizada de acceso a la educación superior hizo que, tanto Frondizi como Taquini (h), se plantearan en sus escritos y acciones las maneras de dar respuestas a las problemática del desarrollo y la democratización de la educación superior en sociedades masificadas.

De esta manera, y en perspectiva histórica, podemos rescatar continuidades y cambios en las propuestas del filósofo y del médico. El primero, recuperó los principios de la Reforma universitaria argentina de 1918, especialmente los vinculados a la democratización en las formas de gobierno de las casas de altos estudios, esto es el cogobierno, la autonomía y la libertad de cátedra. Pero, pretendió profundizar los planteos del ‘18 en relación a la vinculación de la universidad con la sociedad e innovar en cuanto a trascender el perfil meramente profesionalista instalado en ellas. Mientras que el segundo retoma el proyecto modernizador iniciado por Frondizi e interrumpido por el golpe de estado de 1966 y duplicó sus expectativas respecto a la expansión del sistema universitario en su conjunto.

Como hombres que vivieron una época intensa, no dudaron en resignificar las consignas de 1918, a la luz del pensamiento desarrollista, el cual los movilizó a plantear la inmediata modernización institucional, académica y edilicia de las universidades como una manera de contribuir al desarrollo del país. Con sentido crítico, Risieri Frondizi y Alberto Taquini (h) capitalizaron sus aprendizajes e interacción con los centros académicos internacionales, a los fines de plantear un paradigma transformador de la educación superior, pero adaptado a la realidad argentina de los largos sesenta.

Ese paradigma se cimentó en un concepto cualitativamente nuevo de universidad, tanto por el perfil académico-científico proyectado, sino fundamentalmente por la articulación de las instituciones educativas con la cultura y las necesidades del país.

Así, desde la perspectiva de Frondizi, dicha articulación debía incluir al Estado, a los distintos sectores de la sociedad civil y ser asumida críticamente, a los fines de hacer presente las contribuciones de la universidad al desarrollo democrático y socioeconómico de la nación. Por su parte, Taquini, acordando en líneas generales con las iniciativas de Risieri, se propuso darles un alcance federal, a través de su plan de creación de campus universitarios en distintas regiones del país; concebidos como agentes desarrolladores, en lo demográfico, socioeconómico, cultural y tecnológico, como en el desenvolvimiento más equitativo y democratizador de las regiones que integran la nación.

A lo largo del presente artículo, se han podido visibilizar los acercamientos y diferencias, tanto en la trayectoria como en los posicionamientos, que frente a la función de la educación superior sostuvieron Risieri Frondizi y Alberto Taquini (h). Además, ambos esgrimieron duras críticas hacia el modelo de universidad que los precedió y asumieron una actitud pro-activa para la transformación de las universidades argentinas de mediados del siglo XX. Proyectos de transformación que implicaron modelos sociopolíticos que entraron en disputa con las recetas neoliberales aplicadas en los años de 1990.

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1Fue el menor de los hijos del matrimonio de inmigrantes italianos, Guilio Frondizi e Isabella Ercoli, radicados en Misiones- Argentina, desde 1890. En ese lugar, Guilio se dedicó a la ingeniería, actividad que le permitió costear educación superior para varios de sus hijos. Entre ellos, Silvio y Arturo, abogados, cobraron relevancia pública, el primero como teórico del trotskismo y el segundo como Presidente de la Nación entre 1958-1962.

2Nació en Buenos Aires en 1935, hijo de Alberto Carlos Taquini Castiglioni y de Haydeé Azumendi. A diferencia de Risieri Frondizi, creció en el seno de una familia económicamente acomodada, cursó sus estudios secundarios en el Belgrano Day School, reconocida institución educativa de gestión privada y, al igual que su padre, optó por la medicina como profesión. ( www.acaedu.edu.ar ; www.bds.edu.ar ; www.cienciaenlavidriera.com.ar )

3Entre ellos, en Universidades Estadounidenses como: Harvard (1936 -1937), Michigan (1943-1944), Pennsylvania (1948), Yale (1949), el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (1964-1966), Universidad de California (1966-1968) y Texas (1969-1970), luego se radicó en Southerm Illinois, allí se jubiló en 1979 y continuó con actividades intelectuales hasta 1983. Entre 1952 y 1956, realizó una especialización en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Roma, donde entró en contacto con la filosofía historicista y trabajó junto a Rodolfo Mondolfo, Guido Calogero, entre otros destacados filósofos.

4Esta federación se originó, en 1948, como una agrupación de sociedades nacionales e internacionales dedicadas a los estudios filosóficos y encargada de brindar asesoramiento a la UNESCO. ( www.filosofia.net/cdf/agk/fis.htm . Consultada en abril 2018)

5Premio Nobel en fisiología, en 1946.

6Entre ellas, la Universidad Estatal de Michigan entre 1959/60, con beca del National Instutite of Health (Estados Unidos); Investigador en la Universidad de Gante (Bélgica) entre 1960/61 becado por el Conicet.

7A nivel nacional diseñó el Plan de Colegios Universitarios en 1989; integró la Comisión de Educación Superior, del Ministerio de Educación de la Nación (enero, 2000); la Comisión Nacional para el mejoramiento de la Enseñanza Superior, del mismo Ministerio (2001) y miembro asesor de la Comisión de Pastoral Universitaria del Episcopado Argentino. En lo internacional, Delegado a título personal de la Comisión de Expertos de la UNESCO para la Elaboración del Plan Mundial de Ciencia y Técnica para la década 1980 – 90; miembro de la Comisión Organizadora y relator en “Nuevas Opciones para la Educación Superior en América Latina” (septiembre, 2000), auspiciada por el BID y la Facultad de Educación de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) ( www.acaedu.edu.ar ; www.bds.edu.ar ; www.cienciaenlavidriera.com.ar ).

8El Diccionario de Americanismos constituye un repertorio léxico que pretende recoger todas las palabras propias del español de América. Contiene más de 70.000 voces, lexemas complejos, frases. Locuciones y un total de 120.000 acepciones. Ver Diccionario de Americanismos 2010. Disponible en: htto://lema.rae.es Acceso en: 24/9/2018.

9Nacido en Grecia y nacionalizado norteamericano (1945-1995). Formado como ingeniero civil, en artes y filosofía de las ciencias y lógica simbólica. Asesor de la UNESCO en 1950, 1960 y 1970 fue el encargado de planear la reforma de algunas universidades en Latinoamérica, entre ellas: Concepción en Chile, Tegucigalpa en Honduras, Universidad Federal de Espíritu Santo, Federal de Campinas, entre otras en Brasil. También prestó servicios en Venezuela, Colombia, México y Santo Domingo (Souza, 2015, p.8) .

10Jauretche, A (2004) Los Profetas del odio y la yapa. Bs. As. El Corregidor [1957].

11Hernández Arregui, J (1973) Nacionalismo y Liberación . Bs, As, El Corregidor.

12Dicha Reforma se inició en la Universidad Nacional de Córdoba y, desde allí, se difundió a otras universidades argentinas y latinoamericanas. Los estudiantes se levantaron en contra un modelo universitario sostenido en el elitismo, dogmatismo y aislamiento social. Para ampliar ver: Portantiero (1987) , Buchbinder (2005) .

13La creación de la Facultad de Farmacia y Bioquímica en 1957, el Instituto de Ciencias Agropecuarias en 1958 y la reorganización de centros e institutos existentes en las Facultades de Filosofía y Letras, Ciencias Económicas, Medicina e Ingeniería de la UBA.

Recibido: 09 de Septiembre de 2019; Aprobado: 25 de Abril de 2020

Daniela Mercedes Wagner

Professora Adjunta da Univeridad Nacional de Río Cuarto (UNRC, Argentina). Doutora em Estudos Sociais da América Latina (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina) e Mestre em Educação e Universidade (UNRC, Argentina). E-mail: dwagner@hum.unrc.edu.ar

Maria Rosa Carbonari

Professora Titular da Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina. Doutora em História (UFF, Brasil) e Mestre em Educação (UFSM, Brasil). E-mail: mcarbonari@hum.unrc.edu.ar

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